Club de Cornudos, Putas y Machos 10- El Vuelo
Mi nombre es Claudia y en esta serie narro como me transformé de una chica buena en una auténtica zorra sumisa. En esta décima entrega mi nuevo amo me humilla al límite en pleno vuelo.
Sonó el despertador de Taylor. Me había costado tanto dormir que me desperté desorientada, además de un poco dolorida por dormir en el suelo. Taylor se levantó y soltó nuestras correas.
— Preparadnos un desayuno — nos dijo — Teresa, ¿vienes a la ducha? — Teresa sonrió pícaramente antes de seguirle.
Mientras se daban una ducha nos pusimos manos a la obra. Estuvimos riéndonos y diciéndonos lo mucho que nos queríamos. Hasta nos dábamos besos aprovechando que nuestros amos no estaban.
— ¿Eres feliz Javi? — le pregunté.
— A tu lado siempre soy feliz — me respondió con una preciosa sonrisa. Sabía que me lo decía de forma sincera. No pude evitar darle un abrazo.
— Gracias por hacer esto conmigo… No sé donde nos va a llevar pero lo necesito — le dije.
— No sé por qué pero yo también lo necesito… — me respondió de forma sincera — Siempre he tenido esta fantasía pero jamás tuve el coraje para hacerlo. A tu lado he conseguido vivir como sentía que tenía que hacerlo por primera vez en mi vida. Vamos juntos a ver dónde nos lleva este camino.
Taylor y Teresa llegaron haciendo bromas entre ellos y se sentaron. Les servimos la mesa y nos quedamos parados sin saber qué hacer.
— A cuatro patas los dos — Nos dijo Taylor y obedecimos al instante. Uno a cada lado de su amo.
Ellos desayunaban como si no existiésemos, hablando de sus cosas y tonteando entre ellos. De vez en cuanto cogían comida y nos la daban. Taylor me acercaba su mano y yo comía sobre ella y Teresa le tiraba la comida al suelo a Javi para que comiese de allí. Nos miramos por debajo de la mesa igual que ayer por debajo de la cama y sonreímos. Fue como un “te quiero” o al menos yo así lo sentí.
Cuando terminaron de desayunar nos ordenaron ducharnos y prepararnos. Taylor me dijo que nos íbamos ya al aeropuerto, pero que Javi iría con Teresa en otro vuelo diferente. Pregunté extrañada y nos explicó que cada uno pasaría el mes con su amo, de forma separada. Taylor y yo iríamos a Mallorca mientras Teresa y Javi iban a Ibiza. Javi y yo nos miramos un poco en shock al principio pero luego lo aceptamos.
Un coche lujoso con chofer nos estaba esperando en la puerta para llevarnos al aeropuerto. Javi tenía que cargar con las maletas de los 4 y el pobre se apañaba bastante mal. Teresa parecía que se iba a mudar a Ibiza por el tamaño de maleta que llevaba. Taylor bromeó con ello y Teresa le contestó que era muy indecisa con los modelitos. Ambos rieron.
En el aeropuerto nos separamos. Cuando montamos en el avión fuimos a primera clase. Era la primera vez que iba en clase Business en un avión, aunque al ser un avión pequeño no era excesivamente lujosa, simplemente nos separaban del resto por una cortina y teníamos unos asientos más cómodos. Taylor pidió una botella de champán con dos copas nada más llegar. Me encantó el gesto. Estar en primera clase bebiendo champán con un deportista de élite millonario. No podía quitar la sonrisa de mi cara.
Cuando despegamos Taylor sacó de su mochila un juguete sexual. Me explicó que era el famoso succionador del que todo el mundo hablaba el cual hacía correrse a una chica en 2 minutos. Me dijo que quería que me corriese para él en el avión. Estábamos en la primera fila, Taylor en la ventanilla, yo en el medio y un hombre de unos 40 años trajeado (debía de viajar por negocios) en el pasillo. Al escucharlo me quedé muda y me puse roja al ver que el hombre que tenía al lado de había girado escuchándolo todo.
— Tienes 5 minutos para llegar al orgasmo — me ordenó mientras ponía una cuenta atrás en su móvil — y si finges lo sabré. Dicen que la primera vez que se usa se suele tardar 2 minutos así que tienes 3 minutos para pensártelo. Si no lo consigues al aterrizar compraré otro billete de vuelta para ti. Querías ser mi esclava, no? Tengo que estar seguro de que vales como tal — dijo con una caricia tierna en mi mejilla.
Pasé de estar roja como un tomate a estar blanca por los nervios. Podría definir a Taylor como un hombre extremo. Extremadamente cortés, era capaz de hacerte sentir una princesa. Extremadamente sexy, era un deportista de élite con un cuerpazo. Y extremadamente dominante, era capaz de llevarte a tus límites sin importarle nada.
Miré de reojo al hombre de mi derecha nerviosa y sin yo abrir la boca me habló:
— Por mí no te preocupes, siéntete libre — dijo con cierta sonrisa de incredulidad.
— Por nosotros tampoco te preocupes — dijeron riéndose mucho dos chicos que iban en la otra 1ª fila. Joder, me había preocupado solo por la persona de mi derecha y había otras 3 filas más.
Ya había 3 personas que habían escuchado a Taylor el cual reía divertido por la situación que estaba pasando. Miré hacia atrás a ver quién más había. Detrás de nosotros la fila estaba vacía y en la otra segunda fila una mujer la cual me echó una mirada fulminante.
— No deberías de ser la esclava de nadie, niña. Las nuevas generaciones deberíais de haceros respetar más — me espetó la mujer de forma seca al cruzar su mirada.
— Cada una elige su destino, señora, métase en sus asuntos — la contestó Taylor.
Miré a Taylor sonriendo en forma de agradecimiento pero entonces me enseñó el móvil: Me quedaban 4 minutos. Me puse nerviosa y miré el juguete que me había dado. Tenía como una ventosa para el clítoris, la verdad que había oído mucho hablar de él. Prefería empezar ya por si acaso tardase más de 2 minutos. Aparté mi tanguita para hacerle sitio y entonces aparecieron dos azafatas.
— ¿Quieren algo del menú? — preguntaron amablemente.
— ¡No me jodas, en serio!? — Pensé.
—¡NO! — exclamaron los dos chicos de al lado para que se fuera la azafata. Estaba claro que querían ver como esa chica de 18 años se corría delante suyo.
— No, no, gracias — contesté yo rápidamente para que se fuesen lo antes posible.
— Sí por favor — añadió Taylor antes de que continuasen — ¿Qué vinos tenéis?
Mi corazón dio un vuelco. Miré de reojo a su móvil pero Taylor se encargó de que lo viese bien. 3 minutos y medio. Taylor siguió entreteniendo a las azafatas. 2 minutos y medio, 2 minutos…
— Pónganme mejor una cerveza y a ella una copa de vino blanco — pidió con una sonrisa.
Vale, estaba acabada. Qué quería que hiciera, correrme delante de las azafatas? O me acusaban por escándalo público o me volvía para Madrid.
Me acordé de que nos dieron una manta al estar en business y me la puse por encima rápidamente y conecté el succionador en mi clítoris. La sensación fue muy impactante desde el primer momento, nunca había sentido un juguete así.
— ¿Tiene usted frío señorita? Puede cerrar aquí el aire.
— Estoy bien joder — dije nerviosa. No estaba acostumbrada a tratar mal a nadie pero me habían puesto muy nerviosa y no quería volverme. Miré de reojo al móvil, 1 minuto…
Mientras servían a Taylor cerré los ojos para concentrarme, me daba igual todo solo quería correrme como mi amo me había ordenado. Pensé inicialmente en Mario, recordando cómo había sido la cena en casa, cómo me follaba delante de Javi y cómo logró someterle, pero en seguida mi mente divagó a Taylor… Cuando comí su leche del coño de Teresa, lo bien que sabía y el poder que emanaba. Lo sometidos que nos sentíamos Javi y yo ante ellos…
Sentí en ese momento que me corría, abrí los ojos y miré a los lados justo antes de mi orgasmo. Quedaban 20 segundos y tanto el hombre de mi derecha como los dos chicos me miraban fijamente. Las azafatas estaban atendiendo a la señora de detrás. Me tapé la boca con la mano izquierda mientras con la derecha sujetaba el succionador y mi orgasmo comenzó.
Me moví sin querer con los espasmos del orgasmo e intenté ahogar los gemidos como pude pero la situación me superaba. Los dos chicos de la otra fila ovacionaron y aplaudieron divertidos y mi compañero de fila se reía. Las azafatas no entendían nada. Cuando terminé de correrme sonó la alarma de la cuenta atrás. Miré a Taylor orgullosa de haber cumplido su orden pese a la dificultad que tenía pero su semblante era serio. No, más que serio, estaba tremendamente enfadado.
— ¿Qué pasa? — pregunté atónita después del esfuerzo que me había costado superar la prueba.
— ¿Te has corrido sin permiso? — me dijo mirándome fijamente.
— Me ordenaste que me corriese…
— ¿Y qué? Debes de pedir permiso a tu amo justo antes de hacerlo — me contestó. Tenía razón… Siempre lo había hecho, no sé por qué ahora no. — qué decepción Claudia, pensaba que Mario te había entrenado mejor, esto va a ser una pérdida de tiempo.
Le supliqué pero nada podía convencerle. Los ojos se me volvieron vidriosos.
— Haré lo que sea amo… — le imploré.
— No tengo ninguna gana de que vengas conmigo si no estás entrenada pero te voy a dar una última oportunidad — mi corazón se aceleró al escucharlo — si consigues que todos los de primera clase se corran antes de que el avión aterrice te dejaré pasar estas vacaciones conmigo.
Miré rápidamente al hombre de al lado…
— ¿Esto va en serio? — preguntó incrédulo.
— Ven al baño conmigo por favor no te arrepentirás — le imploré.
— Olvídate — me contestó muerto de la vergüenza mirando a los otros pasajeros.
— ¡Empezamos nosotros no te preocupes! — me contestaron los otros chicos de la primera fila.
Me fui al baño con el primero y se sentó en el WC para que se la chupara. Me agarró del pelo mientras lo hacía.
— Ufff como me pones no vayas tan rápido — me pidió, pero hice oídos sordos y pronto se corrió en mi boca.
Salió del baño resoplando sin decirme nada y chocó la mano de su amigo de la que se intercambiaban como en un partido de fútbol. La cosa iba a estar muy difícil con el hombre de negocios de mi lado así que quería despachar rápido a estos dos. Me saqué las tetas antes de que entrase su compañero y cuando me vio resopló. Se lanzó a comerme y tocarme las tetas y yo fui a su polla.
— Tranquila, putita no tengas prisa… — me espetó.
— Por favor… tengo que conseguirlo — le supliqué.
— Sinceramente lo que quiero es correrme y me da un poco igual que lo consigas… Quiero correrme con tus tetas.
Se sentó y me dispuse a hacerle una cubana con mis tetas. Bajé mi boca para chupársela a la vez que le masturbaba con mis tetas pero no me dejó.
— Solo con tus tetas putita, no hagas trampas.
La cosa iba a ser mucho más lenta que con mi boca y aún no sabía cómo convencer al otro, así que hice algo que le suele gustar a todos los hombres: decirle guarradas.
— ¿Tienes ganas de correrte en las tetas de una chica de 18 años? ¿O prefieres en mi boca y que me lo trague todo?
— UFFF sí… — me contestó mientras se aceleraba — ¿Tienes 18 años en serio? Tienes cara de niña pero menudas tetas.
— Sí… Soy una puta de 18 años que quiere que te corras en su boca, por favor dame leche por favor… — le supliqué y entonces me agarró la cabeza y metió su polla en mi boca mientras se corría.
Me quedaba el más complicado pensé… Mientras este chico salía me miré al espejo y amplié el escote lo máximo posible para intentar seducir al hombre. Cuando salí del baño contoneándome vi cómo miró fijamente a mis tetas. Estaba hablando con Taylor.
— Está bien espetó el hombre al yo insistirle en que haría lo que fuera. Pero te follaré, no quiero que me la chupes después de haber chupado dos pollas — me contestó serio.
— Claro — le contesté con la cara iluminada de alegría — fóllame como quieras — le dejé claro antes de que se arrepintiese.
Taylor sonrió orgulloso de mi esfuerzo y eso hizo que diese un vuelco a mi corazón de nuevo. Me fui moviendo el culo mientras caminaba sabiendo que mi amo estaría mirándome.
El hombre me puso contra una pared del baño y tiró fuertemente hacia abajo de mi vestido con rabiara sacar mis tetas, temí que lo hubiese roto. Se notaba que no quería hacer esto pero su instinto le había superado.
Me subí en su polla y cabalgué con las tetas fuera mientras él me las comía. Seguía sintiendo su rabia y la sentí mucho más cuando empezó a azotarme fuertemente. Me imaginaba que estarían escuchándolo fuera pero nada me importaba solo haber cumplido con las órdenes de Taylor. No tardó en correrse y salió de la cabina. Me recompuse, salí yo también y no le vi sentado, supongo que por la vergüenza se había cambiado a la zona de turista.
Me senté contenta como una colegiala al lado de Taylor.
— Por qué sonríes todavía no has acabado putita… — me dijo Taylor un poco confuso.
Miré a los lados y vi a la señora que me riñó antes por ser la esclava de Taylor.
— NO… No, no, no por favor, amo — le supliqué sabiendo que era algo imposible.
— Te he dicho todos los de Business perrita, eres sorda o tonta? — me contestó tajante.
Me acerqué temblando a donde la señora y le pedí humildemente sentarme a su lado.
— Siéntate si quieres pero no me molestes. Y por supuesto no pierdas el tiempo con lo otro — me contestó de forma muy borde.
Me mareé en ese instante. Todo se iba a la mierda. Recapitulé mi nueva vida por unos instantes. Mario me había entrenado junto a Alba y a nuestros novios para presentarnos a la nobleza de Shantom, en este caso a Fabio, el Duque del Centro de España. Fabio había mandado a Alba a prostituirse por desobedecerle y a Javi y a mí nos habían dado una oportunidad en estos viajes con Taylor (Archiduque del Oeste de USA) y Teresa (Duquesa del Centro de España). Y yo estaba a punto de fallar, de joderlo todo.
Fabio no nos aceptaría tras mi fallo y Mario seguramente no me querrá tampoco ya que su ambición era ascender en Shantom y para ello dependía de nosotras. Con la mejor suerte acabaría fuera de este sueño volviendo a mi vida normal con Javi, todo eso si no se torcía y acababa chantajeada y prostituida como Alba.
Le supliqué a la señora, con lágrimas en los ojos le hice ver lo importante que era esa orden para mí.
— Las chicas como tú me dais ASCO — me contestó enfadada — las mujeres hemos luchado mucho durante años para que las niñatas ahora seáis las esclavas que divertís sexualmente a los hombres.
— Tiene razón, le supliqué. Pero es un juego aún mayor que esto. Le hablé de mi novio Javi y todo lo que hacía por mí. Cómo yo le dominaba a él y yo estaba por encima de él. Le hablé de Teresa y todos los esclavos que tenía. Todo era un club con gente por encima y por debajo y que siempre trataba de igual al hombre y la mujer, en ningún caso nos discriminaba.
— Muy bien, pues me alegro por tu club pero me sigues dando el mismo asco, niña — me contestó — y ahora vuelve a tu sitio o llamo a la azafata.
Le supliqué… Le rogué… Le dije con lágrimas en los ojos que haría lo que fuese por ella, que me degradara lo que quisiera.
— Ven al baño conmigo y me pensaré si al salir le digo a tu amo que me he corrido.
— Sí, sí, muchas gracias, de verdad.
— No… No me las des aún niñata.
Notaba las pulsaciones mientras iba al baño, al menos había una oportunidad.
—Arrodíllate, pedazo de guarra — me ordenó al entrar. Obedecí al instante.
— Sí, mi ama — le contesté y en ese momento me dio una bofetada que por las risas de fuera se escuchó bastante.
— Sabes por qué me das tanto asco, niñata de mierda — me contestó mientras me tiraba del pelo.
— No… — le dije moviendo la cabeza asustada.
— Mi marido me dejó por una puta sumisa joven como tú, yo no me dejaba someter como hacía ella y me dejó — me dijo al tiempo que me daba otra bofetada.
— Lo siento mucho… — le imploré — no era yo… — dije al tiempo que venía la tercera bofetada y sentía la cara arder.
— Me da igual puta — me gritó y me escupió en la cara — mientras haya putas esclavas como tú esto podrá seguir pasando.
Todo se volvía a poner feo. Era una montaña rusa. Me volvía a ver fuera, no sabía cómo arreglarlo, era un tema personal, algo que le había dolido en lo más profundo de su alma y yo le recordaba a todo lo malo. Por eso se desahogaba así conmigo.
— Haz lo que quieras conmigo — le supliqué — desahógate como consideres pero por favor no me arruines la vida…
— Abre la boca — me ordenó mientras se subía la falda y se apartaba las bragas. Abrí obediente pensando que querría que le comiese el coño pero fue entonces cuando empezó a mearse en mi boca — como se te caiga algo diré que no me he corrido.
Sentí el líquido caliente de esa mujer y me esforcé por tragármelo todo, ahí estaba mi última oportunidad. Al ver que lo estaba consiguiendo se enfadó y apartó el chorrito comenzándose a mearse encima de mi vestido.
— Muy bien cerda de mierda, le diré a tu puto amo que te has portado bien. Ya tienes tu vida de mierda.
Me quedé desconcertada en el baño, humillada completamente y sintiéndome mojada y sucia. En ese instante entró Taylor y no pude evitar hacer un puchero y llorar.
— Shhhhhh, qué te pasa putita, casi lo has conseguido — me dijo quitándome la lágrima con una caricia. ¿Casi? JODER me faltaba él!!!
Cuando levanté la mirada para verle y hablar con él metió su polla en mi boca y empezó a follármela.
— Lo estás haciendo muy bien, no llores — me dijo sonriendo pero follándome la boca de forma autoritaria. Me saqué las tetas de inmediato pero me dio alguna arcada mientras me follaba la boca.
— Ay.. qué mal te han entrenado — dijo decepcionado — mientras me seguía follando la boca con esa mezcla de dulzura y autoritarismo.
— “Lo” - “ciento” — le contesté con su polla en mi boca mirándole desde el suelo aún con lágrimas mezcla de haber llorado antes con las arcadas de ahora.
— Shhh — me contestó con dulzura a la vez que cogía mi cabeza y ponía mi cara contra el suelo — No lo sientas, ya te enseñaré.
Sentí pis en el suelo de la mujer anterior. Cuando entré la primera vez el baño de business estaba impecable, se podría operar a alguien ahí, pero tras el espectáculo de esa zorra había manchado el suelo.
Sentí que Taylor ponía mi culo en pompa y me metía su polla por el culo. Experimenté un sensación similar a cuando Mario me folló por primera vez. Era una mezcla de excitación y orgullo. Me daba igual tener la cara contra el pis de aquella zorra, mi amo me estaba follando el culo y disfrutando conmigo. Al poco de follarme el culo noté que me venía un orgasmo. La situación me superaba.
— ¿Me puedo correr, amo? — le pregunté mientras seguía bombeandome el culo con una potencia increíble.
— ¿Antes que yó, perrita? — me preguntó sonriendo.
— No, amo, no, no, no, no.
— Muy bien… Pues aguanta y cuando me corra puedes correrte tú. Por cierto.. ¿Qué trato hiciste con la otra señora? — me preguntó sabiendo que no se había corrido. No quise mentirle, no quería estropearlo.
— Que si me tragaba todo su pis te diría que se corrió — le contesté atemorizada. Taylor rió.
— Pues aún veo pis en el suelo… Supongo que eso anula el trato — dijo divirtiéndose. Me asusté y empecé a lamer de forma inconsciente el pis ante las risas de Taylor.
— Muy bien, esa es mi cerdita — me dijo mientras aceleraba las embestidas y empezaba a correrse.
En ese momento exploté en lo que sería otro de los orgasmos de mi vida. Mientras lamía ese pis en el baño de un avión para mi nuevo amo él me follaba por el culo con fuerza y se corría en él. Convulsioné un rato mientras me corría con su polla en el culo y caía rendida en el baño. Ahora sí que lo había logrado todo.
— Lo has hecho muy bien… — me dijo levantando mi cara y dándome un beso en la frente. — Al llegar iremos de compras para que puedas cambiarte, no te preocupes por nada me dijo con una sonrisa.
— Gracias amo…
— ¿Gracias por qué?
— Por llevarme al límite y enseñarme aún más cual es mi lugar como esclava — le dije exhausta y de forma sincera. Taylor no pudo evitar sonreír orgulloso.
— Vamos — me dijo incorporándome, esto solo acaba de empezar.