Claudia, mi ama
Me citó en el bar del hotel porque tenía algo que enseñarme.
Me ordenó esperarla en el bar de un hotel vestida con botas, minifalda y una blusa de tirantes
Sin sostén y con tanga negra.
Se suponía que comeríamos juntas, pero en lugar de ir al restaurante nos quedamos en el bar y pidió dos bebidas para mí. Me hizo tomármelas pronto y seguidas. El alcohol y sin haber comido me provocó un efecto terrible .
Estábamos en la esquina del bar y el único contacto visual lo teníamos con tres tipos sentados en la mesa de enfrente que no dejaban de mirar mis piernas. Ella me ordenó que las abriera para que pudiesen mirar la tanga que ella me había comprado. Me quedé atónita y ella puso un billete en mi cartera.
Eres mi puta. Te estoy pagando y ahora me obedeces.
Abrí las piernas y se quedaron estupefactos.
Ella comenzó a besarme, primero con ternura y después a meterme la lengua entre los labios.
Luego bajó los tirantes de mi blusa y dejó mis senos al aire. Los masajeaba muy lento.
Yo me sentía ebria y como soñando.
Le dije que los tipos nos miraban.
-Que miren, para que sepan lo que se pierden.
Uno de ellos se acercó a la mesa y me asusté. Hablo con Caudia y se fue frotándose las manos.
-Qué te dijo?
-Qué cuánto cobraba por dejar que los tres te cogieran
-y? -Pregunté con miedo-
-Le dije el precio, pero le expliqué que hoy me habías desobedecido cuando te ordené abrir las piernas y que primero tendría que castigarte. Que después bajarías a reunirte con ellos.
-Queeeé?
Sacó tres billetes más y los metió en mi bolso.
-Está noche no eres mi novia, si no mi puta. Yo te pago el tiempo que estés conmigo y dispongo de tu cuerpo. Alguna duda?
Yo callé.
Subimos al cuarto que ella tenía ya reservado.
Cuando entramos me senté en la cama le dije que sólo estaría un rato pues no había avisado en mi casa y no sabían que llegaría tarde.
Me dio un bofetón que me hizo caer en la cama y me dijo que eso no le importaba, que para eso me había pagado. Sacó más dinero y lo aventó en mi rostro.
_Toma, te pago el resto de la noche y ahora te quedas.
De entre varias cosas que tenía sobre una mesita de noche, tomó un trozo de tela suave y ató mis manos al frente. Yo la dejaba hacer asustada y excitada a la vez. Se sentó en la cama a mi lado y me dijo
-Tengo que enseñarte a ser una buena puta. Eso de no obedecer, querida zorrita y estar contestándome está muy mal. Te voy a castigar y cuando termine tu me vas a decir: gracias Claudia y me darás un beso, entiendes?
Como no contesté me jaló del brazo y me levantó a su lado: entiendes?
-Si, Claudia.
Me colocó atada e indefensa sobre sus piernas, subió mi falda y me dijó que por cada desobediencia serían 20 azotes y luego 20 más y asi, hasta que yo quisiera. Yo tenía tanto miedo... quería que me pegara y a la vez temía no soportar el dolor...comenzó a azotarme con su mano, muy fuerte, muy fuerte. Yo le decía que parara, que me dolía y ella lo hacía con más fuerza. De pronto se detuvo y pensé que había terminado, pero lo que hizo fue bajar mi tanga y meter un dedo en mi coño. Lo encontró tan mojado que tomó un poco de jugos y lo untó en mi ano:
-Qué lindo culo tienes. Vamos a ponerlo muy rojo y comenzó a azotarme de nuevo. Yo estaba llorano de dolor y de ganas de que me cogiera. -Cojéeme, Cludia, te lo suplico, cojéeme ya- Subió mi tanga y la pusó en su lugar. Me incorporó y yo le dije "gracias Claudia y le iba a dar un beso cuando ella me tomó por el cabello y me dijo: tu castigo apenas empieza mi amor.
Me obligó a ponerme de rodillas y se desabrochó el pantalón frente a mí. Hizo que le chupara el clítoris un rato y yo quería más y más, pero ella se retiró. Me dijo que me quedará donde estaba y la vi enrollar las cobijas de la cama hasta hacer una especie de monte a la orilla de la cama.
Entró al baño y salió desnuda, con un dildo enorme atado a su cadera por un arnés de piel.
Me arrojó sobre la alfombra y me dijo que abriera las piernas.
Yo no quería abrir las piernas. Tenía miedo de ese enorme dildo. Ella le puso lubricante.
-Abre las piernas puta.-
Me dio dos bofeteadas suaves, riendo. Yo junté más fuerte las piernas y le decía que no con la cabeza.
Luego dos más fuertes
_Mira puta cabrona, si no obedeces te irá peor.
Tomó mis manos todavía atadas y con una mano las sostuvo contra la alfombra, por encima de mi cabeza.
Con la otra mano bajó mi blusa y comenzó a pellizcar mi pezón mientras mordía el otro. Me hacía daño y yo gritaba.
Puso sus piernas entre las mías y las abrió con fuerza lo más que pudo, su mano dejó mi pezón y se ayudó a hacer a un lado mi tanga. Me penetró sin que yo pudiera resistirme. Pues sus piernas seguían deteniendo las mías. Y comenzó a embestirme, muy rápido y fuerte. Yo me sentía llena, ardiendo. Gemía de gusto. Estaba a punto de venirme cuando ella se salió.
-Si no es premio perra, sólo quería que supieras cómo me encanta violarte.
Me tomó del cabello
Y me arrastró hasta la cama, me colocó boca abajo, de tal manera que mi vientre quedaba sobre las cobijas enrolladas, levantando mi culo . parada en la alfombra, inclinada y con el rostro sobre el colchón, sobre los billetes que me había arrojado.
Desde la cama vi como retiraba su cinturón de su ropa, un estremecimiento corrió mi espalda.
Zorrita linda, sigues sin entender que tienes que obedecerme, primero fue con la mano, ahora vamos con el cinturón y si sigues desobedeciendo será más fuerte, y más...
Levantó mi falda y bajó mi tanga hasta la mitad e mis piernas. Acarició mis nalgas. Chupó mi culo un rato larguísimo, metía su lengua, me cogía con ella. Yo estaba ya abandonada, disfrutando, cuando se alejó y dejó caer el primer azote. Fuerte, y yo grité.
Me dio 20 y comenzó a lamer mi culo que ardía, bajó a mi coño y otra vez, cuando estaba yo lista para venirme se retiró y me dio 20 azotes más, contándolos, muy despacio.
Mi piel ardía. Algunos pegaban más arriba en mi espalda y otros en mis piernas y cada azote era un dolor que causaba un pequeño orgasmo. Sentía mi piel humeda de sudor, de ardor...quería que nunca dejara ella de azotarme.
Se detuvo y alcancé a ver que tomaba el lubricante, supe que lo estaba untando en el dildo. Comenzó a frotar mi ano con él .
-te voy a partir puta, nunca te ha dolido algo así, que rico. Grita, grita y me dices que me amas y me dice cuanto te gusta.
-No claudia, eso no...tu sabes que yo nunca..es demasiado grande, me harás dañó..yo..
Lo metió sin piedad, rápido, fuerte, hasta dentro. Grite, lloré y ella no se retiró. Recargaba su mano el mi espalda para que no pudiese yo safarme. Después de un rato comenzó a moverse. Dolia, dolia mucho, luego, entre el dolor se abrió el placer y poco a poco el placer fue juntándose el dolor y era maravilloso y yo sentía que me venía, que al canzaba la puerta una y otra vez. Tuve un orgasmo increíble. Entonces ella, sin sacar el dildo comenzó a masturbar su clítoris contra mis nalgas que ardían por los azotes y cada vez se movía más rápido y cada vez yo gozaba más y más hasta que la sentí venirse estrujar mi cintura entre sus manos y besar mi espalda.
Sacó el dildo y lamió un poco mi culo adolorido, metió su lengua hasta donde pudo, pues estaba muy distendiso. Me incorporó muy despacio, desató mis manos y yo le dí un beso:
Gracias Claudia.
Te amo.
Nos besamos.
Nos hechamos en la cama y nos dormimos tranquilas y abrazads, despertando para besarnos con ternura a cada rato.