Claudia; Ernesto y Rosa: el casting

Claudia trata de poner cordura en su desatada vida sexual mientras Rosa intenta abrirse un hueco en el mundo de la pornografía gracias al casting al que acude con Ernesto

Claudia no podía creer que en menos de dos semanas tuviese que volver otra vez a su apartamento sin sujetador, con sus pechos bamboleantes libres bajo una pequeña camiseta escotada. El Calvo se había quedado su sujetador como una especie de trofeo de guerra. Además, el cabrón la había obligado a volver a su casa sin limpiarse, y tenía semen reseco y flujos por las piernas. “Al menos el cerdo me ha aprobado” pensó Claudia. No se había molestado en ponerse las bragas con la entrepierna pegastosa. En cuanto viese una fuente de agua solitaria iba a arreglarse como pudiese. Bastante tenía con andar como un pato porque el Calvo hubiese querido desflorarle el culo.

Llegó a su casa tan sucia como salió del piso del Calvo, al no tener una oportunidad para lavarse sin montar un escándalo público. Nada mas llegar, echó la ropa a lavar. Sus compañeras de piso no estaban; eran mayores que ella y habían acabado hacía una semana, y habían vuelto al pueblo. “Menos mal, no me gustaría explicar cómo, ni dónde ni porqué” pensaba Claudia mientras se metía en la ducha.

“No entiendo como ha dejado tranquilo a mi conejito”. Era la primera vez que alguien prefería su ano a su chochito rubio. Nunca se había planteado el sexo anal, ni se lo habían planteado, ni siquiera el pervertido de Ernesto. Tenía el culo enrojecido por los golpes de la fusta, y el ano dolorido por la penetración. Comenzó a tocarse bajo el agua templada. “En el fondo soy una guarra” pensaba, mientras se tocaba. Iba a olvidarse de su ano por un tiempo, pero cuando estuviese ya bien, quizás se planteaba volver a abrírselo a alguien, aunque con más delicadeza de la que había tenido el profesor. Avanzaba gustosa con su dedo bajo el agua templada, gimiendo, y notaba como se relajaban sus músculos. “Bueno, el ano se lo voy a abrir a mi príncipe azul”. No podía olvidarse que había decidido dejar de follar por follar. Ya le había costado su amistad con Ernesto, algunas situaciones embarazosas y dos sujetadores. “Pero mientras llega, creo que voy a comprarme con el dinero del premio un sustituto a pilas. Esto da un gusto increíble” y se mordía el labio y entornaba los ojos hacia arriba de placer, mientras al agua de la ducha se llevaba todas las impurezas del día.


Ernesto y Rosa iban en un taxi que habían cogido nada mas salir de la estación. Ernesto se fijaba en que el taxista miraba a Rosa a través del espejo retrovisor. “Me la voy a follar yo, cerdo”. La muchacha parecía menos agresiva y levantisca que la Rosa de hacía solo unos días. Al fin había aceptado que sus vacaciones dependían de que Ernesto se la follase bien en unas horas. Llegaron al local, donde lo recibieron un par tíos, los dos más altos y fuertes que Ernesto.

-Hola, Ernesto y Claudia, ¿no?

-Rosa- dijo inmediatamente Ernesto- Claudia no quería venir.

-¿Claudia?- Rosa no entendía que pintaba Claudia en esto.

-Da lo mismo, estás también muy buena- respondió el tio fuerte.- Yo soy Carlos, y él, Julián. Los dueños de Masquezorras.com- y le dieron la mano a Ernesto y dos besos a Rosa.- Entrad, en breve comenzamos.

Dentro había un plató, algo cutre, con un par de cámaras y un micro. Los técnicos de sonido y vídeo hacían comprobaciones ante los aparatos electrónicos.

-Hay por allí dos camerinos. Ernesto, tu déjate la camiseta; te aseguro que te vendría bien algo de gimnasio. No todo es tranca en este mundillo. Tu Rosa, desnúdate entera; si quieres déjate los zapatos.

Dentro, en el camerino, maquillaron un poco a Rosa, y se quedó sola. Suspiró, y comenzó a desvestirse; antes de quitarse la ropa interior, se miró en el espejo: podía hacerlo. Estaba lo que vulgarmente se calificaría de  “muy buena”: unas piernas largas, un vientre plano, unos pechos tersos y grandes y un culo redondo. Con aquellos zapatos de tacón, que le realzaban el trasero, estaba ya increíble. Pero lo mejor era, como le decía su primo, la cara de zorra que era capaz de poner, con un mechón de pelo negro cayéndole por la frente. Terminó de desvestirse, se puso un albornoz y fue al plató, donde ya estaba allí Ernesto.

-Bien, empecemos- dijo Julián.- Id al centro del plató, a ver que hacéis.

Ernesto se sentó en la cama, y Rosa hizo lo mismo. Iban a besarse cuando Victor los interrumpió:

-Algo más de morbo, chicos. ¿Podrías comenzar chupándosela, Rosa?

-Voy- dijo Rosa, y se arrodilló frente a Ernesto, que aún no tenía el rabo duro. Comenzó a chuparla de forma lenta. Rosa sentía como se iba endureciendo en su boca. El muchacho tenía un pollón, no le cabía entera. Se la sacó de la boca y comenzó a hacerle una lenta paja. La cámara la iba grabando, y ella trataba de poner cara de zorra mientras miraba al objetivo. Ernesto resoplaba y trataba de no correrse, pero aquella mamada era muchísimo mejor que la del lavabo. Sentía la lengua de la chica recorriéndole el tronco del pene, dándole con la punta de la lengua en el capullo, creando auténticas delicias.

-El muchacho no aguantará mucho más.- dijo Julián, tras las cámaras.

-Pues llevan poco tiempo.- respondió Carlos.

-Realmente nos interesaba la rubia, aunque la morena esta no está mal. Pero se la folla con algodones. ¿De dónde habrá sacado un tipo como este a esas dos tías?

-No nos interesa. Solamente sé que la morena tiene aptitudes.

-Solamente la está chupando. A ver cómo sigue- terminó Julián.

“Está a punto de terminar” pensó Rosa, con la polla de Ernesto en la boca. Se la sacó; no quería que Ernesto se corriese sin avisar como el otro día y montar un espectáculo de arcadas. “En el fondo hicimos bien follando” pensó, aunque aún le molestaba el haber vuelto completamente pringada a su casa y oliendo a semen. El muchacho se vino en su cara cuando hacía otra pasada con la lengua por el tronco. Fue un chorro rápido, que fue a parar directamente a su frente. Cerró un ojo antes de que los goterones cayesen en él, mientras que otro chorro, algo más flojo, acababa en su cara. Rosa trataba de aparentar que disfrutaba con la semilla de aquel a quien repudiaba, pero recordó lo que le dijo Ernesto: “Buscan chicas experimentadas en sexo”. Tenía que convertir el semen en su aliado, mostrar que disfrutaba con él. El semen se le acabó a Ernesto, y Rosa se pasó la lengua por los labios pringosos, en una especie de final. La cámara lo grabó todo.

-Bien, bien- dijo Carlos.- ¿Puedes echarle otro?

-Creo que sí- respondió Ernesto.


Claudia estaba ya duchada, sentada con su portátil, chateando. Sentía algunas punzadas en el culo, pero supondría que pronto se le pasaría. Clara, una chica de la clase comenzó a hablarle, y a preguntarla sobre la revisión de exámenes del Calvo. Claudia le dijo que creía que iba a aprobar, puesto que el profesor había comprobado que se sabía bien el temario. “Me lo ha metido a sangre” pensó, mientras se frotaba el dolorido culito. Iba a recodar bien los artículos 335 y 336.

Ella y Clara comenzaron a cotillear sobre asuntos de la clase; no se trataban demasiado, pero a ambas les caía mal Rosa. “Estoy segura que esa se ha acostado con el Calvo para aprobar”- le escribió Clara- “hay que ser muy zorra para llegar a eso”. Claudia se enfadó por eso, pero Clara no podía adivinarlo. La actitud de Clara no le sorprendía en absoluto; nunca se había interesado por un chico, y no se le conocía ningún novio. “Seguro que es virgen y todo”, pensaba Claudia, aunque Clara no estaba de mal ver. No era exuberante; tenía una cara preciosa, perfectamente proporcionada, con ojos de color miel a juego con su pelo largo.  De cuerpo tenía unos pechitos y un culito respingón, todo de aspecto muy virginal que le confería un morbo especial. Algo molesta por lo que había dicho, Claudia decidió pincharle, ahora que hablaban de chicos. “A ti ni se te conoce ningún novio, maja” le escribió ella. Clara tardó en responder, pero la respuesta incitaba a seguir preguntando. “Que no se sepa no quiere decir que no haya habido”. “Vaya, vaya” escribió Claudia “¿hay algo que me quieras contar?”. “Hay cosas que es mejor no contarlas; pero te digo que me encuentro más satisfecha con lo que hago que follándome algún palurdo de una discoteca”. Eso iba directamente por el exnovio de Claudia; le había contado la historia a Clara hacía tiempo. Claudia si que se enfadó esa vez. “Tu no sabes lo que es amar, aunque sea a un palurdo”; a aquel palurdo de melena larga, musculado en el gimnasio, que se la llevaba en su coche a hacer el amor lejos, al campo, con las estrellas… Cuando Claudia terminó de rememorar sus recuerdos románticos, Clara ya le había dicho “no te piques tonta” y le decía que iba a irse a dormir.

La mañana siguiente, aprovechando que era domingo, decidió ir a actualizar su cartilla al cajero automático, para ver si tenía aunque fuese para el pan. Tenía que cruzar un parquecito y bajar una calle. El día comenzaba ya a tornarse caluroso y el cielo estaba azul, por lo que había poca gente en la calle, salvo una pareja de lesbianas, sentadas en un banco del parquecito.

Claudia se puso nerviosa. No porque le molestase, sino porque recordó la curiosidad que le entró cuando, mirado los vídeos ganadores de otros años, vio aquel de las dos lesbianas. Lo cierto es que parecía que había sido hacía años, pero en realidad hacía solo dos semanas que estaba follando con Ernesto para ganar 6000 euros.

Cuando volvió del cajero, no había nadie en el banco, lo que la tranquilizó un poco. “Simplemente un poco de curiosidad”, eso era todo.

El lunes no tenía clase, y no tenía ganas de pasar una noche aburrida en el apartamento. Se le ocurrió invitar a alguien a su piso esa noche, para luego salir si eso por ahí “aunque es domingo” pensó Claudia. Primero pensó en Ernesto; aunque en el Ernesto amigo, pero recordó que ya no se trataban en exceso. Además, ayer mismo habría estado ayudando a Rosa a ganar algo de dinero con su zorrerío. Se conectó al chat, y comenzó a hablar con la gente. Solamente encontró a dos amigas: Clara y Laura. Al menos tendría con quien entretenerse.


Carlos veía desesperanzado como Ernesto empujaba desigualmente a Rosa sobre la cama, en una follada digna de unos conejos en celo. El muchacho estaba sobre ella, empujando y cogiéndole una teta con una mano, pero aquello era de todo menos brioso y erótico. “Con la rubia lo hacía mejor” pensaba, mientras el cámara trataba de sacarlo lo menos posible.

-Ninguno de los dos va a pasar el casting- dijo Julián.- El año que viene, o viene la pareja ganadora, o nada. Menuda chapuza.- Pero Carlos no lo veía todo tan perdido.

-La muchacha está buena, y tiene pinta de tener algo de nivel. Ya sabes; a mucha gente no les gustan las barriobajeras con piercings y el pelo teñido.

-Puede ser- dudó Julián- pero hay que comprobarlo.

-¿Crees que la chica dejará que lo compruebe?- le preguntó Carlos.

-Ah; eso depende de tu convicción- y comenzó a reir.- ¡Corten! Ya, lo habéis hecho todos muy bien, id a las duchas.- Ernesto acababa de correrse, pringando a Rosa, que cuando vio que la cámara se retiraba puso cara de asco.

-Mas vale que haya valido la pena- le espetó Rosa de camino a los camerinos. Ernesto pensó que había valido la pena de todas formas. ¡Que culo, qué tetas! Rosa se movía genial, era toda una delicia follársela.

Tras ducharse, Rosa estaba con el albornoz puesto, descansando en la silla. Le vendría genial que Antonio le comiese el coño, como había hecho en la piscina, después de que Ernesto se la follase en el campus. Necesitaba relajarse. Llamaron a su camerino, y entró Carlos:

-Hola Rosa, genial el casting.

-Gracias.- y sonrió. Parecía que, al fin y al cabo, iba a merecer la pena. Pero estaría segura cuando le diesen algunos miles de euros por grabar un vídeo.

-Pero tu pareja, Ernesto, no ha estado… eh, no es su día, vamos. En el vídeo lo hizo mejor.

-¿Vídeo?- preguntó, curiosa.

-Si, el vídeo del concurso. Ese en el que follaba con la rubia esa. “¿Claudia?” pensó inmediatamente Rosa. Quizás por eso la habían nombrado nada mas empezar. Tenía que descubrir más de aquello.

-Oh, si, bueno. Digamos que soy mucha más mujer para él de lo que era la chica esa rubia.

-Sin duda. Pero lo que habéis hecho ahí es chapucero- dijo señalando en dirección al plató.

-Pero yo…

-Sé que tu eres buena; lo he visto en la mamada. El problema es que Julián quiere largarte.

-¿A mi? ¡Que lo largue a él!- iba a matar a Ernesto; todo ese viaje, el hecho de follar con Ernesto, delante de cámaras.

-Yo lo veo; si le digo que no te largue, no lo hará.

-¡Díselo! ¡Y dile que estoy deseosa por empezar a trabajar!- quedaba ya muy poco para las vacaciones de verano y quería tener cuanto antes su dinero.

-Pero lo que has hecho ahí ha sido chapucero- insistió Carlos.- Necesito saber si la culpa es de Ernesto o de verdad no vales para esto.

-Comprendo- dijo Rosa, y se desabrochó el albornoz, dejando su perfecto cuerpo a la vista de Carlos.

-Estás bien buena- le dijo Carlos- Mastúrbate.

Rosa empezó a masturbarse sentada en la silla con los zapatos de tacón puestos, abriéndose los labios del coño, tocándose el clítoris, haciendo circulitos sobre él, mientras se mojaba los labios de la boca y trataba de atrapar a Carlos con una mirada profunda. Pronto le vio un bulto en el pantalón.

-Va a tener que hacer algo con eso- dijo con un pequeño gemido producto del onanismo.

-Tu sigue con lo tuyo- aunque se bajó el pantalón, dejando el miembro al aire, de tamaño normal pero venoso y grueso.

Rosa siguió masturbándose, cada vez más acalorada y cachonda, mientras Carlos la miraba, hasta que el hombre se puso frente suya y le dijo “Con las tetas”. Rosa se acercó y puso el miembro del hombre entre sus pechos, y comenzó a masturbarlo, aunque con algo de torpeza. Miró a Carlos, que tenía una expresión de placer en la cara. Eso animó a la chica, que le dio un par de lametones en el capullo. El hombre, si avisar, cogió la cabeza de Rosa y la obligó a tragársela entera. Los labios de Rosa llegaron hasta los huevos de Carlos, y el hombre comenzó a follársela por la boca. Rosa apenas podía aguantar los embites del hombre, y le costaba mantener abierta la boca, mientras tragaba la polla de Carlos. Esperaba que se corriese en su garganta de un momento a otro, pero Carlos sacó la polla de su boca y la miró:

-¿Te la han metido por el culo alguna vez?

-Si- aunque realmente solamente había sido una vez. Fue su primo Antonio, hacía tres semanas, y no le resulto demasiado placentera la experiencia. Pero ya no iba a echarse atrás. Sin que le dijesen nada, Claudia puso el culo y se abrió el ano con los dedos.- Venga.

Lo que recibió fue una fuerte cachetada, que hizo que el culo le bambolease como un flan. Carlos le separó los dos cachetes y le escupió en el ano, lubricándoselo, y le metió la polla, también lubricada por la propia saliva de Rosa. Sentía la polla penetrándola, abriéndole su estrechito culo. Se la clavó hasta la base de los huevos; entonces le metió dos dedos en el coño y comenzó a hacerle un dedo, con la polla aun clavada en sus entrañas. Rosa estaba en un delirio de placer, doloroso, pero de placer, pues además se pellizcaba los pezones mientras le penetraban los dos agujeros. Cuando comenzó a chorrear, fruto del dedo que le hacía Carlos, este le sacó los dedos y comenzó a embestir, hasta que se corrió dentro del culo de Rosa, que comenzó a rezumar semen en cuanto la sacó.


Claudia recogía el salón pesadamente. Ya no tenía tantas ganas de quedar como por la mañana, pero no podía anular los planes. Quizás se animase cuando sus dos amigas llegasen.

Al cabo de un rato sonó el timbre, y entró Clara.

-¿Qué calor no?- dijo Clara, pasando sin avisar- oye Laura no viene- añadió el en acto- que su novio si podía quedar esta tarde.

-Nos ha dejado tiradas, vamos- respondió Claudia.

-Más o menos; pero es por una buena causa- dijo Clara- un polvo es un polvo.

-Desde luego- aunque tras las últimas semanas Claudia no quería saber demasiado de sexo.

-¿Qué hacemos?- dijo Clara- Yo no salgo a la calle; hace un calor espantoso.

-Tengo una botella de lambrusco- dijo simplemente Claudia- ¿Te apetece cogerte un pedo?

Comenzaron a beber mientras hablaban. El lambrusco estaba frío, y parecía mitigar al calor que hacía. La conversación iba siendo cada vez más tonta conforme bebían, metiéndose con todos y con todo. Cuando se rieron del Calvo, a Claudia le recorrió una punzada por el ano, que le dolió y excitó a la vez. A Clara le afectaba más el lambrusco. Estaba colorada y se reía de forma estridente y dando tumbos.

-¿Tu sabes- decía ebria- quien es una zorra? Laura.

-¿Porqué?- Claudia conocía a Laura y sabía que no era ninguna zorra; llevaba tres años con su novio, que era además el primero que había tenido en su vida.

Clara se encogió de hombros y dijo:

-Porque esta noche tiene rabo- y apuró su vaso- y yo estoy bebiendo lambrusco.

-¿Te apetecería rabo?- preguntó pícara Claudia. Quería sonsacarle su enigmática vida sexual ahora que estaba borracha. Clara se rellenaba el vaso; apenas quedaba ya un cuarto de la botella.

-Pues mira, si- respondió ebria- un buen rabo de dos palmos- y comenzó a reir estrepitosamente.

-Tu no has catado aún rabos.

-Eh, eh claro que me he follado rabos- decía Clara- en las fiestas de mi pueblo, el verano pasado.

-De eso hace mucho; es mucho tiempo sin un polvo- comenzó a reir Claudia.

-Que vaaa, si la semana pasada eché uno.

-Si que estás borracha- Claudia también estaba afectada.

-Que no, que si eché un polvo; pero no con rabos, sino con conejos- dijo con una tranquilidad ebria, y apuró el vaso.

Eso trastocó a Claudia. ¿Era lesbiana? ¿O bisexual? ¿O qué?

-¿Te lo has montado con una tia? ¡Que fuerte!

-No es fuerte, fuerte fue que me diese por follarme a un tío ese verano. No sé si soy lesbiana, o bi, o yo que sé- ya bebía el culo que quedaba desde la botella directamente.

-¡Venga ya!- dijo Claudia, muy asombrada.- No sé como te pueden gustar las tías.

-No me jodas tu- y le pasó la botella a Claudia, aunque quedaba ya poco lambrusco. Ella dio un sorbo- no se como no te pueden gustar a ti.

-Bueno, reconozco que una vez vi un vídeo porno de lesbianas y reconozco que algo me gustó- Claudia se refería al vídeo ganador del tercer premio del año pasado- pero no se, me siento mal.

-Lo que eres es una reprimida- dijo Clara- mucho Claudia la liberal, mucho Claudia la republicana y no es capaz de aceptar algo tan natural- estaba burlándose de ella, aunque también le dolía que su amiga se sintiese mal por su lesbianismo incipiente.

-¡No! Pero, no sé…

-Pues tengo algunas amigas que te rifarían. Que lo sepas.

-¡Anda ya!- se estaba ruborizando.

-Pues si, ¡pero mira que tetas tiene la jodida!- y le agarró un pecho.-

-¡Eh!- aunque Claudia no apartó la mano de Clara, torpe de reflejos como estabas.

-Te va a gustar- dijo Clara, y se lanzó contra Claudia, a besarla. Claudia no opuso resistencia cuando notó la lengua de la chica moverse en su boca, ni cuando las manos de Clara guiaron la suyas hacia sus pequeños pechos. Estuvieron un rato magreándose, borrachas, hasta que Clara le metió dos dedos en el coño, humedecido.

-Hazme un dedo, Claudia- dijo ya, cuando vio que la muchacha estaba completamente pasiva. A Claudia le estaba gustando, no podía negarlo, estaba empapada, con los pezones erectos, sobando uno de los pechitos de Clara, pero se sentía rara, fuera de sí. Clara le quitó la mano de su teta y la llevó a su sexo, rasurado.-Mueve los dedos, si, así Claudia.- Gemía de gusto. Clara siempre había pensado como sería montárselo con Claudia, aunque en sus fantasías la muchacha estaba más desinhibida. Clara llegó al orgasmo con el dedo de Claudia, y pronto la mano de la rubia chorreaba por la corrida de Clara.

-¿No tienes consoladores?- preguntó Clara.

-Que va- Claudia recordó su plan de comprarse uno, cuando le ingresasen el dinero del premio.

-Bueno, nos lo hemos pasado bien- y le dio un beso en los labios, para tumbarse luego a su lado.

Con Clara al lado, aún ebria, Claudia reflexionaba sobre el bollo que se acababa de montar: le había gustado, aquellas caricias sensitivas, nada que ver con los brutales manejos de su exnovio o la torpeza de Ernesto… se había excitado, si, pero había algo que no la terminaba de convencer de aquello. ¿En verdad eran dudas sobre si le satisfacían o no las relaciones lésbicas o tenía prejuicios morales por aquello?

Clara se levantó y fue a la cocina; Claudia se dio cuenta que se había desnudado completamente. Ella tenía las tetas fuera de la camiseta y las bragas apartadas. Estaba adecentándose cuando Clara, algo menos ebria, llegó de la cocina con un pepino grande y granudo en la mano:

-Mira lo que te encuentras bebiendo agua- dijo mirándolo- No tienes consoladores, pero vamos a darle uso.

-¿Qué dices? Has bebido demasiado, ya estas diciendo tonterías.

-No. Piénsalo, es natural- dijo entre risas, y se frotó una de las puntas por el chocho.- Vamos, te va a gustar.

-Déjame- dijo Claudia levantándose.- Ya la hemos liado bastante hoy.

-Pues a mi me ha gustado- se sentó y se metió el pepino.

Claudia trató de levantarse, pero estaba borracha y mareada, y se volvió a sentar. Clara le tocó una teta. “Ya estamos otra vez” pensó Claudia, pero dejó la mano de la chica; aquella forma de masajearle el pezón le daba gusto.

-Si no quieres pepino, al menos mastúrbate, venga, no me dejes sola- animó Clara.

-No- pero estaba cachonda.

-Me pones con esa actitud de cortadita- le dijo Clara. Claudia recordó cuando le dijo algo similar a Ernesto.- Nos lo hemos montado ya, ¿qué mas da?- y acercó el pepino a su coño. Claudia trató de apartarlo con la mano, pero falló por culpa de la bebida y la hortaliza le hizo cosquillas a través de las bragas. Claudia gimió.- ¿Ves? Vamos, apártate las braguitas.

Claudia le hizo caso, y le metieron el pepino, grueso y granudo, por el coño. “Dios que grueso es. ¿Cómo me puede entrar?” pensaba Claudia, mientras que comenzaba a notar la lengua de Clara por el pezón erecto que había masajeado.


Rosa estaba sentada en la silla, jadeando después de la follada de Carlos. El hombre se abrochaba los pantalones. Cuando terminó de vestirse, le dijo:

-Rosa, entonces, ¿te gustaría trabajar con nosotros?

-¿Cuándo?- dijo simplemente Rosa.

-Si no te importa dormir en Madrid, podríamos grabar el primer vídeo. Algo sencillo.

-¿Cuánto?- volvió a preguntar, cansada y repantingada en la silla del camerino.

-¿Qué te parece 600?- dijo Carlos.

-Déjalo en 800- con aquello podría financiarse el verano a Ibiza.

-Vale- no podía decirle que no, al menos mientras estaba desnuda y repantingada en el sillón del camerino. Aquella escena lo ponía muy cachondo; ahora entendía porque Julián llevaba el negocio- pues mañana grabamos algo.

Fuera, Julián le estaba diciendo a Ernesto que lo mejor sería que se dedicase a otra cosa; Ernesto no iba a aceptar el papel de ninguna de las maneras, pero le habría gustado marcharse por la puerta grande. Fue a recoger sus cosas, y vio a Rosa en el camerino, de pie con el albornoz puesto, mientras se miraba Entró sin llamar.

-Gracias, supongo. Y enhorabuena por el papel.- dijo Ernesto. Rosa se volvió, y como sorpresa, le sonrió.

-Gracias a ti por el papel. Me va a venir bien el dinero.- sonreía mordiéndose el labio, con una de esas miradas de zorra.- Lo que aún no me has explicado es cómo te han dado la oportunidad de hacer esto.

-Eeeeh- Rosa notó el nerviosismo de Ernesto; ya terminaba de intuirse que algo ahí no cuadraba.- Me la dieron. Oye has estado genial, ¡menudo polvo!

-Claro- dijo Rosa- aunque ahora mejor que me veas por Internet.


Claudia se levantó resacosa del sofá. En la habitación olía a sexo y sudor intensamente. Clara estaba aún durmiendo al lado suya, en el sofá, desnuda totalmente. Entonces Claudia comenzó a recordar. “Qué he hecho”. Miró el espigado cuerpo de la chica, con sus pechos pequeños y su culito respingón, que dormía con el pelo castaño enmarañado. Tenía un aspecto inocente y virginal, al contrario que el voluptuoso cuerpo de Claudia, con sus grandes pechos y su culo redondo. “Me lo he montado con ella. Y creo que me gustó”. Se mordió el labio. No había nada malo en ello, o eso quería creer. ¿Qué había de malo en las suaves caricias de Clara, en sus labios suaves y frescos, después de la fusta del Calvo o las burradas sexuales de Ernesto? No lo sabía, y no podía meditarlo ahora, resacosa en una calurosa habitación que olía a sexo. De momento, abriría la ventana.



Agradezco tanto a quienes me animan a seguir escribiendo como por quienes me dan consejos para que mejore. Solamente decir que procuraré mantener el nivel. Avisaros que, como habéis visto, la categoría de “Hetero: General” ya se le queda corta a estos relatos debido a la evolución de los personajes. Simplemente decir que al siguiente aparecerá en otra categoría, no se cual, depende de cómo esté la vida sexual de la estudiosa Claudia, el salido Ernesto y la lujuriosa Rosa.