Claudia
Un sorprendente encuentro en una tienda termina de manera extraordinaria
VXX Claudia
Una tarde como tantas otras, acababa de salir de trabajar y estaba loco por tomarme una cerveza pero quería pasarme antes por una tienda de ropa.
Para recoger unos pantalones que había encargado que me arreglaran, mientras esperaba a que me los entregaran.
Vino a mis oídos una voz que me resultaba familiar, provenía de la zona de probadores.
Me acerque llamado por la curiosidad para poder comprobar que se trataba de mi prima Claudia.
Se estaba probando un vestido de noche y la dependienta le estaba dando su opinión. La mía era que estaba muy buena y que tenía un buen polvo.
El vestido le sentaba como un guante, aunque con ese cuerpo no era difícil, a sus 28 años y habiendo sido madre en 2 ocasiones, Tenía un tipazo y unas tetas que daban una agradable forma al vestido.
- Te Queda fantástico Claudia.
La dije cuando apenas estaba a unos pocos pasos de ella. Se giró sobre si misma con una sonrisa dibujada en su cara y gritando mí Nombre salto sobre mí abrazándome.
- Como me alegro de verte.
Me dijo al soltarme, La aparte un poco y la ayude a dar una vuelta sobre sí misma y la dije:
- Estás muy guapa.
- ¿Te gusta?
- Me encanta.
- Mi novio quiere llevarme a un sitio muy especial y me ha dicho que me vista para la ocasión.
- Con este seguro que triunfas.
Sus mejillas se sonrosaron y sonrió con un gesto de agradecimiento.
- ¿Qué haces aquí?
- Comprar
- Claro que pregunta más tonta te he hecho.
- Si tienes tiempo tomamos una cerveza.
- Perfecto tardo muy poco.
Se dio la vuelta y se metió en el cambiador y yo que era un cachondo intente entrar detrás de ella. Hasta que me paro con la palma de su manos sobre mi pecho.
- ¿Qué haces?
Me pregunto a verme.
- Entrar.
- Voy a cambiarme.
- Cámbiate, yo no te lo impido.
Me puso la mano en la cara y delicadamente me aparto del cambiador.
- Espérame fuera de la tienda, que tú tienes mucho peligro.
Recogí mis pantalones y le hice caso. Tardo un poco en salir, llevaba un vestido blanco sin mangas con un par de botones en el escote y una falda que justo le daba por las rodillas. Y varias bolsas de compra.
- Está bien. ¿dónde vamos?
- Aquí cerca donde suelo ir siempre.
- Vale.
En el bar nos pusimos al día, Mi vida apenas había cambiado sin embargo ella se había tenido un divorcio en el que lo había pasado muy mal, su ex no la pegaba pero la trataba muy mal y tras el divorcio empeoro. Sus hijos habían pasado grandes problemas de salud aunque ya se encontraban muy bien.
- ¿Qué vas hacer ahora? -- La pregunte.
- Los niños están con su padre, así que me iré a casa.
- Te propongo, cena y peli, en mi casa.
Me miro sonriendo y pregunto:
- ¿Qué peli y que cena?
- Para no complicarnos mucho una pizza y la película me da igual.
- Me parece bien.
Fuimos cada uno en su coche en aquel entonces yo tenía alquilado una casa en las afueras en una urbanización abierta.
Cuando llegamos ella se quedó en el salón eligiendo una película, Mientras yo llamaba con el teléfono móvil a la pizzería.
- Claudia ¿quieres alguna en especial?
- Me gusta la hawaiana.
- ¡Vale!
Puse la película, Una que ya había visto demasiadas veces pero que era muy entretenida y podía ser interesante de ver.
Yo me senté en el sofá y ella ni corta ni perezosa se tumbó con la cabeza hacia el otro lado.
Al cabo de un rato viendo la película, gire la cabeza para mirarla y comprobar que estaba cómoda.
Pero mis ojos que en principio le miraron la cara, se detuvieron en su falda había quedado de tal forma que permitía la visión de una delicada lencería, Unas bragas blancas con un par de líneas azules en el centro.
La mire varias veces disimuladamente o eso pensaba yo.
- ¿Te gusta lo que ves?
Me quede mudo y volví la mirada hacia la televisión. Se incorporó y en esta ocasión se tumbó apoyándose contra mí.
- ¿Te he hecho una pregunta?
- Lo siento, no quería incomodarte.
- No me incomodas, hacía mucho que no me mirabas así.
- ¿Cómo?
- ¿Crees que soy tonta?
- ¡Mira!, No me mirabas así desde que case.
- ¡No Digas tonterías!
Claudia se arrodillo en el sofá mirando en mi dirección.
- Sé muy bien lo que digo a las chicas no se nos escapan esas cosas.
- Estas equivocada sobre mí. – Respondí completamente nervioso.
Claudia puso su mano sobre mi pierna y me pregunto susurrándome al oído:
- Entonces ¿Por qué estas empalmado?
- No, como voy a estarlo.
Estiro la mano acariciando la pierna hasta acabar sobre mi polla.
- Ja Ja Ja, parece que tengo razón. – Dijo riéndose
- Baya me has pillado.
Claudia se levantó del sofá y se retiró los tirantes del vestido y tiro de el bajándolo y dejando que cayera al suelo. Fue entonces cuando después de tantos años, pude ver con mis propios ojos aquellas increíbles tetas. Y he de decir que la realidad superaba la ficción. Eran incluso mejor de lo que las había imaginado.
- ¿Crees que no me daba cuenta?
Claudia se reía a la vez que se sujetaba ambos senos con las manos.
- Esta increíble Claudia.
- Bueno ¿Qué? ¿Me voy a desnudar solo yo?
Me quite la camiseta y la tire al suelo pero al intentar quitarme los pantalones tropecé con mis propias piernas y caí al suelo torpemente haciéndome daño en las rodillas.
- ¡Ahhhh!
Grite como un loco.
- Espera que te ayudo.
Claudia se colocó sobre mí y ayudándome con los pantalones.
- Deberías quitarte primero las zapatillas.
La postura en la que había quedado era algo curiosa yo estaba boca arriba mientras me ayudaba con las zapatillas y los pantanos, sus nalgas quedaba a unos milímetros de mi cara rozándome con su monte de venus la nariz.
Poco a poco consiguió desnudarme de cintura para abajo, cuando Claudia había cogido en su mano mi polla en ese momento Sonó el timbre de la puerta.
- ¡Un momento! ¡Por favor! – grite asustado.
Se trataba del repartidor, tuve que levantarme deprisa y correr al baño para coger el albornoz también algo de dinero para poder pagar.
-
Cuando el muchacho se fue cerré la puerta con la pizza en la mano casi no me dio tiempo para darme la vuelta Claudia me arrebató la caja de la pizza lanzándola por el aire y me arrastro hasta la habitación.
Me tumbo sobre la cama y me agarro con fuerza el miembro agitándolo produciéndome un placer enorme. Su lengua comenzó a pasear por mi glande realizando círculos alrededor.
Luego se la metió en la boca y con su boca comenzó a mover la cabeza de arriba abajo.
- ¡Joder Claudia! – dije disfrutando – Si, yo hubiera sido tu marido jamás te hubiera dejado divorciarte de mí.
Claudia levanto la cabeza relamiéndose y poco a poco fue subiendo sus caderas hasta sentarse sobre mi cara ofreciéndome su almeja.
- ¡Lo Sé! – Me dijo mientras se colocaba sobre mí.
Su sabor era delicioso una mezcla entre la miel y la sal de los frutos secos. Recorrí su clítoris de arriba abajo y de vez en cuando le metía la lengua oyendo y poderoso gemido.
La tumbe sobre la cama y me metí entre sus piernas clavándole mi polla enorme ella tumbada sobre la no paraba de gritar mientras se sujetaba las tetas como ofreciéndomelas.
No me podía creer que me estuviera follando a Claudia, muchas veces había sido mi inspiración para masturbarme y ahora ahí estaba, gozando de un delicioso polvo conmigo.
Le di la vuelta poniéndose ella a cuatro patas lo cierto es que cuando empezó a penetrarla otra vez me invadió una enorme sensación de placer que me hizo correrme.
- ¿Qué has hecho?—Grito horrorizada.
- Me he corrido dentro, No he podido evitarlo está demasiado buena.
- Eres un Imbécil – dijo mientras se vestía corriendo.
Continuara