Clases particulares a domicilio

Cuando me decidí a dar clases particulares, nunca creí imaginar todo lo que deparaban en casa de Dª Amelia.

Hola, mi nombre es Marcos y a continuación os voy a contar lo que me ocurrió hace unos años.

Con 24 años acababa de terminar los estudios de Económicas y Empresariales en Madrid y me disponía a prepararme unas oposiciones para profesor de secundaria.

Los estudios habían acabado con mis pocos ahorros, por lo que decidí buscarme un trabajo para sacar algo de dinero. Los trabajos que me gustaban no los conseguía, y los que estaban al alcance de mi mano no me gustaban lo más mínimo, mucho trabajo y poco dinero. Por si fuera poco además me ocupaban mucho tiempo y no podía seguir estudiando mis oposiciones.

Pues bien, a todo esto recordé como hacía años sacaba algunas pelas con clases particulares de algunas materias relacionadas con mis estudios.

Tras poner algunas notas por el barrio donde vivo con mi número de teléfono, para ofrecer mis servicios, no tardaron en llamarme. Se trataba, en la gran mayoría, de madres de estudiantes de instituto, preocupadas por las notas de sus hijos.

Recuerdo perfectamente el primer encuentro con una de estas madres. Estaba un poco lejos de mi barrio, pero si me pagaban lo que pedía me daría por más que satisfecho. Quedamos a las 6 de la tarde y allí me presenté, muy bien preparadito para dar una muy buena impresión. Con mis 24 años todavía me consideraba muy joven y con un encanto especial para el sexo contrario. Pelo moreno, ojos verdes, alto y de complexión atlética aunque sin exagerar.

Llamé al telefonillo de abajo y subí las escaleras rápidamente. Allí me esperaba Amelia, que es como se llamaba la persona que contactó por teléfono conmigo. Me presenté y ella me invitó a pasar a la sala de estar. El piso se veía bastante espacioso y con toda clase de lujos, lo que me encantó desde un principio. Era lo que estaba buscando pensé en aquel momento, tienen dinero y me van a poder pagar bien.

Nos sentamos y empezamos a hablar de lo importante, "mira Marcos, mi hija Cecilia es una chica inteligente, pero está teniendo problemas con una asignatura, con matemáticas, y la verdad es que es una lástima que no la apruebe". Matemáticas no era exactamente lo que había estudiado, pero con mis estudios de Económicas me vi capacitado para darle las clases, tan sólo había que recordar algunas cosas.

Tras informale de los estudios que había cursado y la experiencia que había tenido hacía años impartiendo clases particulares, cerramos el trato. La cantidad que convenimos me pareció más que justa, quizás incluso algo excesivo, un chollo!.

Amelia, no era la típica madre de familia, por lo menos no se parecía nada a las mujeres que yo conocía de su edad. Para sus 40 años se le veía muy bien vestida, bastante guapa de cara, morena y muy delgadita, pero con unos pechos prominentes que disimulaba con una blusa bastante holgada. A partir del momento en que acordamos dar las clases, 4 días por semana, y cerramos el tema monetario me relajé muchísimo y me puse a hablar un poco más distendido.

"Tiene Vd. un hogar precioso, Dª Amelia", intentaba quedar bien con mi, podemos decir, jefa. Ella disfrutaba con la conversación, pensé que igual se encontraba muy sola, con el marido trabajando y los niños estudiando, fuera de casa.

Me equivoqué, era viuda desde hacía 3 años, y vivía sóla con su única hija, mi futura alumna: Cecilia. Me contó que le había quedado una buena pensión porque por lo visto su marido estaba muy bien situado económicamente, y también les había dejado algunas posesiones.

Estabamo intimando un poco se podría decir. Ya no me permitía que le llamara de Vd, ya nos tuteábamos y todo lo que me contó sobre su familia me ratificaba que deseaba desahogarse con alguien.

En ese momento llamaban a la puerta, era Cecilia que llegaba de estar con unas amigas. Entró en casa y le dio 2 besos a su madre, la cual nos presentó, "Cecilia, mira este chico tan guapo se llama Marcos, va a ser tu profesor particular, para ayudarte con las matemáticas, que te parece?". Cecilia estaba de miedo, reconía esos pechos, herencia de su madre y una cara divina, morenita, con el pelito corto y una sonrisa que volvía loco a cualquiera. Era sólo un poquito más baja que yo, osea bastante alta para su edad, que rondaría los 14-15 años. Llevaba unos vaqueros y una camiseta, bien pegadita al cuerpo, y varias pulseras en la muñeca.

Creo que le gusté a Cecilia, me sonrió y nos saludamos, bajo los atento ojos de su madre, que no perdía detalle de todo lo que ocurría. "Bueno hasta mañana a las 5 de la tarde", ese iba a ser nuestra primera clase, en casa de mi nueva alumna.

Cuando salía de la casa, no cabía de gozo dentro de mí. No podía olvidar las 2 mujeres que me habían atendido en esa casa. Llegué bastante nervioso y salí muy tranquilo y además, excitado por mi alumna y por su madre.

A las 5 en punto estabamos empezando nuestras clases en la habitación de Cecilia. Una habitación muy acogedora, amplia y con buena iluminación. En la pared tenía varios posters de chicos, algunos de ellos sin camiseta en postura sexy. Imagino que la habitación que le corresponde a una chica de su edad.

A Cecilia le costaba trabajo aprender la lección, tuve que esforzarme un poco en intentarle explicar algunos temas. Cada vez que le explicaba algo y ella ponía atención aprovechaba la ocasión para quedarme mirándola fijamente, mientras ella seguía mi lápiz sobre el papel. Era guapísima, tenía un lunar que le quedaba lindísimo en su carita de niña guapa. Olía genial, a colonía muy suave, y su piel parecía suave, una piel blanquita sin ninguna imperfección.

Como estaba en su casa estaba vestida de manera cómoda, una chandal y una camisetita en la parte superior. Cuando se apoyaba en la mesa donde estudiabamos yo comprobaba los pechos tan enormes que se notaban tras la camiseta. Estaba delagada, como su madre, pero tenía unos pechos que más quisieran tener las chicas de mi edad.

Algunas veces nos acercábamos mucho, pendientes de los problemas y de sus soluciones, nuestros rosotros quedaban a un palmo de distancia, lo que intensificaba mi deseo por ella.

"Cecilia, voy a salir un momento a la tienda, ya mismo vengo", era Amelia, su madre, nos dejaba sólos. Para mis adentros pensaba si esa mujer era consciente de lo que hacía dejándonos sólos.

"Vale mamá, seré una niña buena, no te preocupes y tráeme ese dulcecito que tanto me gusta", Cecilia en ese momento se levantó y estiró un poco los brazos, "mmmm, que cansadita estoy, bueno, y que tal voy Marcos?". "Vas muy bien Cecilia, pero te tienes que esforzar todavía más si quieres aprobar", yo cumplía con mi rol de profe.

"Bueno, mientras viene mi madre, que te parece si hacemos un descansito?", Cecilia parecía que me había leido el pensamiento, "vale, si quieres hablamos de otra cosa que no sea de matemáticas", contesté yo. Eso parecío hacerle gracia a Cecilia, que sonrió. "Tienes novia Marcos?, seguro que tienes unas cuantas", Cecilia no se lo pensó 2 veces antes de preguntármelo, "no te creas, seguro que tu tienes más éxito con los chicos con lo guapísima que eres", creo que fue una buena réplica por mi parte.

Esto pareció alagarle extremadamente, "tu crees?, he tendio algún rollillo, pero nada serio, te parezco de verdad guapa, Marcos, dime la verdad, porfa". Puf, vaya preguntita tenía la condenada, a mi se me caía la baba viéndola, estaba para comérsela, además parecía muy inocente, lo que me excitaba aún más. "Eres preciosa Cecilia, te pareces mucho a tu madre". Cada vez que le decía algo a ella se le iluminaba la carita de angel que tenía, "y crees que tengo buen cuerpo?", en ese momento Cecilia sacaba pecho, ponía ese culito redondito en pompa y metía tripita, un deleite para mis ojos, mientras que se contorneaba delante mía.

"Tienes unas formitas muy linda Cecilia", dije mientras tragaba saliva. En sus movimientos se le había levantado un poco la camiseta y vi su ombliguito y su cinturita, me entraron unas ganas tremendas de meter por ahí mis manos y seguir hacia arriba hacia esos pechos tan apetitosos. "Tu si que te ves guapo Marcos, tienes unas espaldas muy anchas, y seguro que eres muy fuerte". Me estaba excitando de sobremanera, mi verga empezaba a crecer y no quería que ella se diera cuenta, así que traté de disimularlo. Cecilia empezó a tocarme el brazo de broma, para que yo sacara músculo. Me estaba haciendo cosquillas y yo se las devolví en la espaldita, ella empezó a reirse a carcajadas y perdió el equilibrio cayendo sobre mí.

"Uy que te ibas a caer!, menos mal que te he cogido". Y bien cogida que la tenía, no la soltaba, la tenía cogida por la cintura justo por debajo de la camista, tenía la piel suave y muy calentita. Ella seguía encima mío, y se acomodó, se sentó en mis rodillas y me echó el brazo por detrás del hombro. Ninguno de los dos dijimos nada, le sonreí y le disparé un besito corto a sus labios, rojitos y carnosos.

Me dejé llevar, la tenía muy cerca y fue lo primero que se pasó por encima, temeroso de su reacción intenté quitarle importancia, "bueno Cecilia, vamos a seguir...", no me dejó terminar, me devolvío el beso y esta vez con su boquita de abierta, con su lenguita sobres mis labios. Empezamos a comernos la boca en toda regla, con besos muy profundos y suaves. Yo empecé a acariciarle su pelo moreno y su cuello, ella se dejaba hacer. Yo estaba embriagado por su fragancia, por la suavidad de sus actos, la ternura de todos sus movimientos.

Sus manos estaban detras de mi nuca y me acariciaban en pelo, me entró un escalofrio por la espalda que me hizo excitarme aún más, esa chica era un encanto. Mis manos empezaron a recorrer su cuello, lentamente, hasta bajar un poco hasta la altura de sus pechos. Notaba su sujetador bajo la camiseta, su pezón y unas formas redondeadas que quitaban el hipo. Como la noté un poco alterada le tranquilicé, "tranquila Cecilia, no confías en mí?", ella asintió.

Mis manos bajaron hasta el final de su camiseta y empezaron a meterse por dentro. Su respiración se agitaba y mi polla se incaba en su culito, bajo su chandal. Mis manos fueron levantando su camiseta, primero ví su viente desnudo y despues su sujetador y la parte de sus pechitos que sobresalía de ellos.... Ella me ayudó y se sacó la camiseta. Era preciosa. Seguía besándome apasionadamente, se notaba que le había gustado a esa quinceañera. "Puedes tocarme los pechos Marcos, pero sólo eso", no lo dudaba, esos pechos iban a ser míos, todo incluido.

"No te preocupes Cecilia, no voy a hacer nada que no quieras, vale?", eso le tranquilió. Mis labios besaban sus hombros y mis dedos apartaban la tiranta del sujetador, poco a poco iban cayendo, descubriendo esos pechos que me volvían loco, esos pechos que olían a niña. Mis manos terminaron por bajar completamente el sujetador, una vista preciosa. Empecé a besarlos suavemente, a Cecilia le gustaba. Mi lengua jugaba con esas inmensidad, con esa belleza, una aureola muy pequeñita, un pezón complemente excitado, y eso con tan sólo quince años, esa chica era un bombonazo.

No contento con eso seguí bajando mis manos, el chandal era muy holgado y facilmente pude meter mi mano derecha por debajo, hasta notar unas braguitas pequeñitas y un bordadito, como una florecita. "Marcos, me han tocado una vez los pechos, pero nunca ahí abajo, para por favor", yo estaba estasiado y ese intento fue en vano, la tranquilicé y seguí mi camino. "No te preocupes Cecilia, sólo quiero hacer cositas que te gusten, vale?, así vas a poder contárselo a tus amigas".

No se quedó demasiado convencida, pero no me impidó el paso de mi mano hasta su sexo. Mis dedos entraron bajo sus braguitas, acariciaron su bello y empezaron a tocar su vagina, su clítoris. Estaba bastante seco, así que me metí los dedos en mi boca para ensalivarlos y seguir de nuevo. "Para que haces eso Marcos", era muy inocente mi Ceclia, "para que te guste más cariño, no te gusta más así?", una vez que se lo expliqué empecé a jugar con mis deditos entre sus sexo hasta notar que por sí sólo pasaba a humedecerse. "Así cariño, relájate Cecilia que no pasa nada, estás con tu profe, que hoy te va a enseñar cosas nuevas".

Cecilia me cogía el brazo para marcarme el ritmo, yo de vez en cuando sacaba mi mano y la olía, ese era el olor de la gloria, un olor más suave de lo normal, como el que siempre había imiaginado para una niña pequeña.

Empecé a hacerlo más rápido mientras chupaba de sus tetas, jugaba con ellas, las tenía completamente llenas de saliva, ella empezó a sentirse más cómoda, a mover un poco su culito de adelante hacia atrás, buscando mis deditos contra su sexo...

Introduje uno de mis deditos, no sin un poco de dificultad, ella me cogió el brazo con fuerza, y me lo intentó retirar, "no Cecilia, relájate, esto es normal".

Mi dedo entraba ya con más suavidad despues de un rato, Cecilia encima de mis rodillas abrazada a mi no paraba de moverse, buscaba con sus movimientos que mis dedos fuera más y más profundos en su vagina.

Casi sin darme cuenta esos movimiento alcanzaron sus cumbre y Cecila tuvo un orgasmo. Dió un pequeño grito que me sorprendió, "joder, que guay!!". Su respiración desceleró y se abrazó cansada a mi pecho,se había corrido en mi mano, la saqué y me la pasé por mis labios.

"Uf, Marcos, me ha dado algo, he explotado de gusto". Me hizo gracia ese comentario, vamos, que había tenido un orgasmo como nunca. Cecilia se levantó de mis rodillas y se incorporó. "Marcos, no soy tonta, mis amigas me han contado que le gusta a los tíos y quiero hacertelo a ti". Yo estaba pensando en ese momento en Amelia, su madre, sinos viera seguro que me tiraba por la ventana.

De todos modos era una ocasión única, así que no la desaproveché. Me senté en la mesa tirando los libros y me puse cómodo. Cecilia empezó a besarme de nuevo y a abrirme la camisa que llevaba puesta. "Estas muy fuerte Marcos, que musculos...", sus manos recorrían mi pecho, timidamente me besaba el cuello, el pecho...

Se tió así un buen rato, y como notaba que no progresaba le eché una mano. Empezé a quitarme el pantalón, me desabroché el botón y me bajé la cremallera. A Cecilia casi se le salían los ojos, creo que nunca había visto a un chico de esa forma.

No llegué a quitarme los pantalones, solo me los bajé hasta abajo, por si acaso había que salir corriendo. Como Cecilia no hacía nada cogí su mano, ella seguía mirando mis boxers, con una verga de la que sobresalía su capullo por encima, chorrenado líquido.

"Cecilia, esta es mi cosita, quiero que la toques, eso me gustaría mucho". Ella torpemente me pasaba los dedos por encima de los boxers, por donde más sobresalía mi sexo. Eso hizo volverme loco. Abrí las piernas lo más que pude y mis manos volvía a subir la camiseta, quería tocar esos pechos de nuevo mientras ella me pajeaba todavía sin bajarme los boxers.

Se sorprendió mucho de todo el liquido que echaba por mi polla, "que es, tu también has tenido un orgasmo", que linda era mi Cecilia, no sabía distinguir ese líquido del semen que yo deseaba esparcirle por todo el cuerpo. "No cariño, es así para que sea más suave". Cecilia siguió investigando, yo no podía aguantar mucho más, aunque lo hacía torpemente, muestra de su inexperiencia, la vista que tenía era incomensurable.

Una chica de 15 años con un cuerpazo y virgen, me estaba pajeando en casa de su madre, y me pagaban por eso!. No dejaba de mirar sus pechos, como supe que no iba a aguantar mucho le dije que le diera un besito a mi verga, "me voy a llenar entonces Marcos", me dijo ella inocentemente. "No te preocupes, seguro que te va a gustar, eso es lo que más le gusta que le hagan a los chicos, te lo aseguro", mis palabras eran chantaje 100 %, jugaba con su inocencia, sabía que ella quería quedar en bien conmigo y que quería aprender a hacer ciertas cosas.

Timidamente empezó a darle besitos como si fuera mi boca, el liquido le molestaba al principio, pero despues le gustaba, sus labios carnosos brillaron más que nunca humedecidos por mis fluidos. Estaba besando mi capullo, estaba moradito, empapado, pero Cecilia todavía no lo había visto todo. Me bajé los boxers y mi verga se puse estirada frente a su carita. A Cecilia se le salieron los ojos de sus órbitas, y me miró como diciendo, que es esto?. "Marcos, he visto algunas en revistas, pero la tuya es más grande, y además más bonita". A decir verdad siempre he estado orgulloso de mi verga, pero en esa situación se estaba portando por encima de otras ocasiones.

"Sigue besándola Cecilia, cariño, está así por tí, porque le gustas mucho". Ella cogía cada vez más confianza, no hizo falta alentarle mucho más para que poca a poco se la fuera introduciendo en su boquita. "Eso te lo han contado tus amigas, cariño", me había sorprendido con su iniciativa, "no esto lo he leido, en una revista".

Me gustaría tener una imagen de ese momento, pero sólo tengo muchos recuerdos... su boquita abriéndose para chuparmela cada vez más profundamente, sus ojos emocionados mirándome,,, sus manos en mi culito... y ese olor, mexcla suyo y mio. Por un momento le cogí la cabeza con mis manos, la inmovilicé y empecé a moverme, "deja abierta tu boquita cielo, que te la voy a meter un poquito más, vale?, haber hasta donde aguantas. A los chicos les gusta las chicas que se la meten hasta el fondo, comprendes?". Ella me hizo caso, abrió la boca todo lo posible y dejó que yo me moviera dentro y fuera. En uno de esos movimientos noté como llegué al final de su boquita, hasta su garganta, pero no hizo nada, tan sólo abrió muchísimo los ojos, como platos y respiró profundamente.

Estaba haciendo esfuerzos para no llegar para fue imposible, cerraba los ojos, pero no dejaba de mirar a ese encanto frente a mí, con ese lunar en su rostro, los ojos muy abiertos y con sus pechos al aire. Empecé a moverme más rápido, mientras sujetaba su cabeza, ella me cogía el culo y me lo acariciaba, llegó un momento en el que no pude más y por mi verga empezó a salir chorros de semen a borbotones, con mucha potencia.

Cecilia se sorprendió, le estaba llenado la boca de mi semen, ella seguía con la boca abierta y yo podía ver como quedaba encima de su lengua toda mi leche. Yo paré de moverme, y como toda una experta empezó a pajearme, quería más leche,,,pero a mi ya no me quedaba nada dentro. Se le salía por la boca todo lo que tenía dentro,,, restos en la mejilla caían por su barbilla, goteban en sus pechos,,, todo un espectáculo, si hubiera sido posible fisicamente me hubiera corrido otra vez de nuevo, seguro.

En ese momento le di un besazo en los morros, y me mojé con mi propia leche, estaba calentita, fue un beso asombroso, notaba el olor de mi polla en su lenguita. Cecilia empezó a cubrirse y a vestirse, tenía prisas por si llegaba su madre. Yo intenté reponerme rapidamente pero todo llevaba su tiempo. Mi polla volvió al momento a recobrar su erección pero todavía estaba un poco flácida. "Ven Cecilia, que esto no ha terminado, quiero que tengamos otro orgasmo, y esta vez los 2 a la vez, que te parece?", tenía que inventarme algo, había estado de miedo esa mamada, pero yo quería desvirgarla como fuera, sino me arrepentiría el resto de mi vida.

Me pegué a ella como una lapa, sentía sus pechos contra mi cuerpo y le besé apasionadamente, mis manos bajanban su chandal, pude ver sus braguitas, blancas y con un sol bordadito que antes había acariciado. Era muy atractiva para su edad, tetas grandes, alta y delgadita, con un culito redondito y unos muslos esbeltos. Mis manos bajaron sus braguitas y pude ver ese sexo que antes acaricié, con muy poco pelo, muy bonito. Mis dedos empezaron a jugar con el mientras ella hacía lo mismo con mi polla. Mientras nos besábamos y nos tocábamos nuestro deseo volvío a subir. No hizo falta que le dijiera nada, Cecilia me dió la espalda y se apoyó contra la pared. Yo sin perder tiempo me puse detrás, acariciaba sus pechos que caían hacia abajo mientras le bajaba la esplada hasta ponerla casi en posición horizontal, ella giraba su cuello buscando mi mirada...

"Cecilia, ahora te voy a hacer el amor, quiero que lo disfrutes linda...". Era virgen, no había duda, mi polla encontró su sexo pero no podía entrar, le costaba mucho trabajo. Aunque no me dijera nada sabía que le molestaba un poco mi capullo intentando entrar en su cuevita. Empecé a jugar de nuevo con mis dedos, primero uno y depues otro, con cada movimiento intentaba abrir un poquito más su vagina. Hecho esto con mi mano dirigí mi verga hasta su conchita. Primero entró un poquito mi capullo y despues casi la mitad de mi verga. Cecilia se resistía a quejarse pero hacía movimentos enérgicos, estaba nerviosa y quería eso terminara pronto. Todo eso cambió cuando pasaron unos minutos, su vagina se fue dilantando y mi sexo entraba cada vez más y más... notaba perfectamente sus pliegues internos, era virgen sin duda. En ese momento noté caer por sus muslos un pequeño hilo de sangre...

Mis movimientos fueron cada vez más rápidos, ella empezaba a respirar, estaba más cómoda, incluso se le escaparon varios gemidos. "Marcos, te quiero mucho, quiero que disfrutes...", en ese momento tuve una mexcla de sentimientos, esa chica lo estaba dando todo por mí, era un encanto, ojalá tuviera algunos años más, pensé. Mis embestidas se fuera endureciendo, hasta que la puse totalmente pegada a la pared y yo tras ella, parecía casi que se la estaba metiendo por el culo. En ese momento la eché un lado y le puse boca a bajo en la mesa de antes. Sus pechos contra la superficie del cristal que cubría la mesa donde estudiabamos. Eso mejoró la penetración que llegó a ser lo más profunda posible. Mis dedos empezaron a acariciar por debajo su clítoris, lo que le encantó, empezó a gemir rítimicamente, yo no pude contenerme más, y tras 2 entras y salidas de su vagina descargué toda mi leche en su espalda, no quise hacerlo dentro de ella. Cecilia había llegado de nuevo, sus piernas se aflojaron y quedó placidamente sobre la mesa, con su cuerpo desnudo.

Se escuchó la puerta, y Cecilia salió como un rayo fuera de la habitación con su ropa en mano, tapándose lo que podía, que no era mucho, camino del cuarto de baño. Amelia no le pilló por poco, yo como un rayo empecé a subirme los pantalones pero no encontraba la camisa, no recordaba ni siquiera en que momento me la había quitado. Todo me pareció una situación extrema, como la de una película.

"Ven Cecilia, ayúdame a meter la compra que pesa mucho mi amor", Cecilia logicamente no se atrevía a salir del baño, me imagino que se estaría lavando y vistiendo. Yo seguía buscando mi camisa, como entrara Amelia me iba a pillar a pecho descubierto. PEro eso no fue lo peor, Amelia vio la puerta entreabierta y entró sin llamar, me miró y vió todos los libros en el suelo, la mesa revuelta y a mi con cara de tonto. "Pero que has hecho desgraciaso con mi pobre hijita!!", se me lanzó como una loca, le tuve que coger de las muñecas para que no me arañara con sus uñas, "señora tranquilícese, que su hija está bien", yo intente quitar un poco de hierro al asunto.

"Que me tranquilice, eres un aprovechado!", estabamos forceando, esa mujer tenía fuerzas y no podía controlarla muy bien, estabamos los 2 sudando, y muy nervisos fue sólo un momento, pero yo no veía el fin de esa situación ridícula. La tuve que reducir a la fuerza mientras ella se resistía y me miraba con unos ojos que lo decían todo. La puse contra la pared de espaldas, cogiéndola por los brazos y yo tras ella. Llegó un momento en el que paró, su blusa se había abierto casi por la mitad y dejaba un hombro al aire. Me acerqué, "está tranquila ya Dª Amelia?", Amelia gió su cuello y puso su rostro frente al mío, yo mientras tanto seguía agarrándola por si acaso. Te he dicho que no me llames de Vd, y dicho esto me lanzó un beso contra los labios, mordiénome el labio inferior, incluso me hizo un poco de sangre...me limpié un poco con la mano y me avalancé contra ella.

Todo era una mexcla de agresividad, ira y lujuria. Le romí la blusa, y violentamente empecé tocarle los pechos, ella me arañaba la espalda con sus uñas, "ahora me vas a hacer lo mismo que a mi Cecilia, y sino no cobras hoy". Fue completamente diferente a lo de antes, pasé de la suavidad a la brutalidad, y Amelia igual. Se comportaba como una leona, me daba mordisquitos mientras me besaba y me acariciaba la espalda. Yo la desnudé de cintura para arriba, tenía unos pechos mayores que los de su hija, un poco más caidos y con su aureola más grande, pero estaba también muy apetitosos, Amelia no tardó en llevarme contra ella, casi me ahogaban esas 2 tetazas, casi no podía respirar. Mientras tanto mis manos bajaban y mis dedos entraron violentamente dentro de sus bragas, unas bragas negras de encaje. Tenía muchísimo bello en su sexo, y eso me excitaba más aún. "Dª Amelia, cuanto tiempo hace que no le hacen el amor?", el juego estaba servido y yo quería llegar hasta el final.

"Compruebalo Marcos, y no me hables mariconadas, quiero que me folles como lo has hecho con mi hijita, o sólo eres capaz con muchachas, cabrón!", esa no era la mujer de antes, o por lo menos eso pensaba. La puse de rodillas ante mí, me bajé los pantalones y se la metí casi del tirón por la boca, sin contemplaciones, si quería guerra la iba a tener. Dío una arcada como para vomitar, pero en un momento recobró la mala uva y me miró a los ojos "haber si mi hija sabe comertela como yo", y empezó a pajeármela rapidamente con la mano, casi me hacía daño, las venas que recubrían mi polla iban a reventar. Despues de decir esto se la metió de golpe, hasta la base, noté como mi capullo chocaba contra su garganta pero pareció no molestarle,,, miró hacia arriba y guiño un ojo mientras mi rostro se encontraba totalmente desencajado. Nunca me lo habían hecho antes, tampoco es que me mida muchísimmo, pero con sus veintitanto centímetros es la primera vez que me lo hacía, además de una sóla vez. Sus labios humedos chocaban contra mi bello púvico mientras mi polla se encajaba en su boquita. Se la sacó y ahora con más paciencia y sin llegar hasta el final empezó a hacerme una mamada de ensueño, muy rapidamente y cerrando un poco la boca, para que yo sintiera aún más.

Cuando estaba a punto de llegar ella pareció notarlo, se levantó y se dió la vuelta, dejó a mi vista su espalada desnuda y sus bragas a media altura. Me agaché y con mis dientes empecé a arretirarle un poco de sus braguita por parte inferior, para dejar paso a mi lenguita. Su olor era muy fuerte, y su culo se movía vertiginosamente. Yo como podía trataba de besarle su sexo, meterle un dedito, e incluso de besar su culito... En uno de sus movimentos perdí el equilibrio y caí de espaldas. "Ahí te quería ver Marcos,,,", se echó sobre mí, cogío mi tiesa polla y se la metió por su coño. Era muy más ancho que el de su hijita, pero lo compensaba con unos movimientos de cadera magníficos, mis manos acariciban sus pechos que se movían desde delante hacia atrás... Ella se apoyaba en mis muslos y seguía de arriba hacia abajo, con mi verga dentro de ella, sin parar de moverse. En el momento en que creí llegar se la sacó y empezó a resfregársela por su culito, por su ano. Se metió uno de sus dedos y cogío mi polla en su mano y dejando caer su cuello hacia un lado y echándose un poco hacia atrás empezó a metérsela, noté como estaba estrechito y más seco. Me metí un dedito en mi boca y se lo metí por el culo, quería lubricar un poco mi entrada....Amelia estaba que se salía, estaba sudando, desnuda y metiéndose mi polla por su culo. Entró casi la mitad y despues echó todo el peso hacia abajo para metérsela por completo. Es el único momento donde la cara le cambió, se mordió los labios y empezó a moverse, mis manos seguían tocándola, le estaba sobando los pechos, le metí varios dedos en su boca mientras ella los chupaba...

Amelia siguió moviéndose hasta que los 2 explotamos de placer, ella cayó sobre mi, noté sus pechos en mi pecho. cayó desfallecida. Me había corrido dentro de su culito y ahora estaba goteando un poco.

Cruzamos la mirada y en ese momento los 2 pensamos en Cecilia, que había pasado con ella. Amelia y yo recobramos la cordura. Empezamos a vestirnos pero mirándonos mutamente, era superexcitante ver a esa mujer con sus años tan bien llevados arreglándose como sino hubiera pasado nada. Yo por mi lado seguí sin encontrar la camisa. Amelia abrió uno de los armarios y me dio una camiseta, pequeña, pero que para ese momento me pareció genial.

Me dispuse a irme sin mediar palabra, demasiado había hecho ya esa tarde. "No te vayas Marcos, estoy hay que hablarlo", me quedé mudo, que quería que habláramos, me había tirado a ella y a su hija. Cecila seguía en el baño, no se atrevió a salir, "Cecilia cariño sal que no te voy a chillar", decía Amelia tras la puerta, "ya me lo ha contado todo Marcos, creo que he perdido un poco los nervios por nada". Cecilia seguía sin contestar. "Sal Cecilia, que todo ha sido un malentendido", decía yo también. "Porque os habeis peleado, he oido los gritos". Cecilia creo que no sabía lo que había ocurrido al final de la disputa....

Amelia se enrojeció y con voz enérgica mandó salir a su hija, que tras unos segundos abrió la puerta del baño. Cecilia salío con la ropa de antes y con los brazos a la espalda. "Mira hija, me he enfado con Marcos porque creía que te había hecho algo, pero ya me ha contado que no ha pasado nada, no?", Cecilia un poco extrañada asintió con la cabeza. "Así que todo va a seguir como hasta ahora", cuando dijo esas palabras Amelia me sentí un poco extraño, ¿que había ocurrido?. Amelia se dispuso a meter la compra en la cocina y Cecilia me dió la camisa que tenía escondida!!, yo le dí un beso de complicidad mientras que me dirigí a la puerta. "Espera MArcos, quiero hablar contigo", que quería ahora Amelia?, me senté un segundo en la cocina. Sacó dinero de su bolso y me dió el tripel de lo que me correspondía, "no Sra, no puedo aceptarlo, es demasiado dinero". Jajaja, Amelia sonrió, me guiño un ojo, como lo hiciera antes y se dirigió a mi, me pasó la lengua por mi cuello hacia mi oreja y me dijo "creo que voy a retomar mis estudios que dejé hace años, me ayudarás..."