Clases particulares
Por fin un examen para el que no tenía que estudiar.
Clases particulares
Por fin un examen para el que no tenía que estudiar.
Yo tenia un tiempo saliendo con mi novio Pedro cuando pasó lo que contaré a continuación, al principio nuestros encuentros eran bastante inocentes con besos y caricias que no tenían nada de peligroso para mi virtud pero.... ¡¿Qué maneras son estas?!! No me he presentado, soy Catalina Laurazón y por aquel entonces tenia dieciocho años.
Pedro era mi primer novio y para la fecha el era siete años mayor que yo cosa que me volvió loca porqué con su aire serio y experimentado yo me sentía en las nubes, orgullosa de haber llamado la atención de un chico mas viejo que yo. Yo era una cría de nada, era delgada de por si y a pesar de tener una colita redonda y paradita mis pechos eran apenas una insinuación comparados con otros de muchachas mas desarrolladas que yo.
Mi novio era músico, lo era en aquella época no sé ahora, y tocaba con una banda donde el era el guitarrista en los bares de la localidad; siempre andaba con su cabello largo despeinado y tenia aires de estrella de rock and roll, todas las chicas suspiraban por él pero su única dueña era yo o eso era lo que yo pensaba, él me hizo prometer que no le contaría a nadie de nuestro secreto, como él llamaba a nuestra relación, y yo loca enamorada hacia lo que me pidiera.
Pero el relato no trata acerca de mi relación con Pedro, sino de mi profesor y de la manera en como nos conocimos aunque sin Pedro no creo que se hubiese producido aquel encuentro; verán el edificio donde vivo tiene muchos apartamentos y las escaleras para subir y bajar parecen un laberinto si fin, razón por la que Pedro y yo aprovechábamos tal coyuntura a nuestro favor.
Con el paso del tiempo mi novio se volvió mas atrevido y descarado tomándose libertades con mi cuerpo que nunca creí posibles, me metía la lengua en la boca cuando me besaba, me acariciaba y lamía mis pezoncitos y hasta había llegado a acariciar mi rajita por encima de las bragas, yo sabia que eso no estaba bien pero como él no pasaba de ahí no le di mucha importancia a la situación, además esas caricias me ponían cachonda y llena de un fuego que Pedro no podía aplacar, después de que Pedro se despedía de mi con uno de sus consabidos besos mojados yo entraba al apartamento y me iba derechito a la habitación ahí corría el cerrojo y me desnudaba acariciándome en los mismos sitios donde vagaron las audaces manos de Pedro, a veces usaba a mi osito Teddy con su puntiagudo hociquito para zambullirlo en mi encharcado coño que luego de varias presiones del hociquito del oso y varios retortijones míos se me acalambraba haciéndome sentir un gustito muy rico.
La próxima vez que mi novio me vino a visitar me la quería meter hasta las entrañas como él mismo me dijo pero yo no me dejé, entonces él me dijo que lo ayudara oralmente yo que pensé que se refería a un beso acerqué mi boca a la de Pedro solo para que el me bajara la cabeza y me pegara la cara contra su polla que ya estaba afuera y babeante.
-Pero...pero es que no sé cómo- le balbuceé confundida.
-¿Cómo que no Cata?- preguntó como si no supiera-métetelo en la boca y chupalo ¿Ves esa rajita de ahí? Pásale la lengua.
Así lo hice yo lo mejor que pude pero las arcadas no me dejaban avanzar hasta que Pedro decidió ayudarme cascándosela mientras yo le chupaba el cabezón o le lamía la rajita aquella.
-Uffff.... uuufff- era todo lo que salía de la boca de mi novio- ¿te gusta perrita?- me preguntaba mientras me amasaba el culito, ese masaje a mi me ponía de lo peor y sentía como la humedad se hacia latente en mis braguitas- te la quieres comer ¿ah?
Yo no entendía nada y solo supe a que se refería cuando su pene comenzó a babosear más y más y de repente un desagradable liquido viscoso salía de él directo a mi garganta, yo me quería apartar pero no podía pues el malvado de Pedro me tenia cogida por la nuca enterrándome la boca contra su tranca, tuve que tragármela toda pero no la retuve por mucho tiempo porque las arcadas hicieron su aparición de nuevo obligándome a vomitar en el pantalón de mi novio justo encima de su pene.
-Maldición- exclamó Pedro- eres una guarra ¡mira lo que hiciste!- me dijo él con cara de asco.
En ese momento salía por la puerta un vecino y yo me paré de un brinco para arreglarme la ropa, el hombre se excuso y regreso por donde mismo había salido mientras mi novio escapaba hacia la salida del edificio, lo perseguí hasta allá y agarrándolo de un brazo le dije:
-Perdóname Pedro no lo pude evitar- a lo que el muy animal respondió:
-Cría de la mierda, mira como me dejaste eso me pasa por andar con guarras que no se aprenden a limpiar el culo todavía- y tunantemente se marchó.
Yo regresé hacia las escaleras por donde mismo había salido desconsolada y con lagrimones en mis ojos sólo para encontrarme con el vecino que nos había encontrado antes recostado contra una pared y un cigarrillo apagado en los labios que no era otro que el señor Vasallo que el año anterior me había ayudado con el álgebra.
-Mala noche ¿eh?-me pregunto sin esperar respuesta realmente yo sólo asentí- ¿te votó tu novio?- yo asentí de nuevo- no me extraña eres tan mala mamando pichas como en el álgebra-remató.
Por alguna razón desconocida yo sonreí por la analogía
-Pero como quiere que sea buena si nunca había practicado eso antes- dije con pasión defendiéndome, no sentía vergüenza ante el señor Vasallo, era tanta mi indignación que en lo único que pensaba era en defenderme.
-Yo podría enseñarte- me ofreció el descarado.
-Es usted un pervertido- dije lo más orgullosa que pude y decidiendo que ya había tenido suficiente por una noche me alejaba por el pasillo camino al apartamento cuando él me sujetó por detrás y pegó su ardiente verga contra mis nalgas, me las refregó a fondo y luego me volteó de frente a él para acto seguido meter una mano entre mis bragas y pasar sus dedos una y otra vez por la superficie encharcada arrancándome quedos gemiditos entre negación y placer, se llevó esos mismos dedos a la boca y los chupó cerrando los ojos con cara de vicio, concluyó suspirando y diciéndome:
-Primera lección: lo tienes que disfrutar.
Y me dejó en medio del pasillo temblorosa, anonadada, boquiabierta, estupefacta y dolorosamente conciente de ese calentón que Pedro nunca había podido aplacar. Fui en pos de él.
Él estaba por salir por las mismas escaleras en las que presenció mi bochornoso espectáculo con Pedro cuando yo lo atajé y le dije de la manera más desvergonzada que si el me podía aceptar si quisiera ser su alumna, se quedo un rato mirándome, los ojos ausentes y el gesto dubitativo, hasta que abrió la boca para decir:
-Esta bien pero no puedes decirle a nadie- "más putos secretos" pensé yo- y las lecciones empiezan mañana a la misma hora con que te encontraste con el joven aquel.
-¿Y por qué no hoy?- pregunte más descarada aún sorprendiéndome a mi misma.
-Porque imagino que tu mamá ha de estarse preguntando donde está la buena de su hija y porque según mis propias conclusiones ya has tenido más que suficiente con el péndejo de tu novio.
No agregó nada más y yo me volví a mi casa, toda la noche pretendí ver la televisión cuando en realidad mi mente deambulaba entre una posible llamada de Pedro y la cita del día siguiente con el profesor.
A la mañana siguiente a la salida del colegio vi a mi novio en el parquecito del frente con una tipa, la muy perra no se veía nada mal, él estaba de lo mas acaramelado con la susodicha y en calidad de novia celosa no dudé en exigirle una explicación a lo que él contesto muy risueño a la tipa, no a mi: Nunca la he visto en mi vida.
Una amiga me convenció de que no valía la pena montar un escándalo por una persona que me acababa de ignorar y además nadie me iba a creer que era novia de Pedro, esto último me pico más y miré hacia abajo a mis insípidos pechos para salir para la casa evitándome así mayores vergüenzas. Cuando llegué la idea era no salir más de mi habitación hasta que las arañas me hubieran tejido en una inmensa mortaja funeraria, se que suena dramático pero así era yo por aquel entonces.
Cuando el reloj de pared de mi habitación marcó las siete de la noche recordé la cita con el señor Vasallo e inmediatamente se me anudó el estomago en una maraña de nerviosismo y curiosidad, esta última ganó y con el uniforme del colegio puesto todavía me dirigí con pasos vacilantes al apartamento del profesor; ya allí toqué la puerta sin mucho convencimiento y ya estaba devolviéndome sobre mis pasos cuando escuché la puerta abrirse.
-Pasa- me dijo sin mucha ceremonia y dándole a mi uniforme del cole con el que me sentía horrible una mirada apreciativa- esa faldita a cuadros me pone nervioso- fue todo lo que dijo para luego conducirme al interior del apartamento que ya conocía por haber estado antes dentro.
Estaba un poco nerviosa porque en verdad no se me ocurrió cuestionar sus motivos o los métodos que emplearía para develarme sus misterios, pero ahí estaba y no había forma de que claudicara en mi decisión; mi profesor me acomodó en una de las sillas que quedaba enfrente de su sillón y me entrego una banana con instrucciones de meterla y sacarla de mi boca sin ocasionarle ninguna raspadura con mis dientes, luego de esto mi improvisado maestro tomó asiento en su sillón y me ignoró mirando el canal de los deportes.
Traté, de verdad traté de hacer el ejercicio lo mejor posible pero fallé descaradamente cuando mi mente comenzó a divagar por cuenta propia; unas veces pensé en Pedro otras ni sé, para cuando vine a despertar de mi somnolencia el profesor me miraba con cara de pocos amigos; dejó su asiento lentamente para dirigir sus pasos hacia donde yo estaba y me dijo en tono oneroso:
-Eres una mala alumna... o tal vez solo necesites inspiración.
Introdujo lentamente una mano entre mis piernas, yo hice amago de retirársela pero me mantuvo inmóvil con la mirada, mis muslos se estremecían ante la cálida caricia y sin darme cuenta había abierto las piernas permitiendo que su mano, como un duende travieso, rozara con suavidad mis bragas. Me quejé por lo bajo sintiendo un ramalazo de excitación que subió por mi columna y estallaba en fuegos artificiales en mi cabeza mientras él seguía con su mirada perdida en la mía.
Metió una mano por el elástico de las bragas y rozó mi sensible clítoris haciéndome dar un brinco; lentamente fue bajando por mis piernas, las bragas que quedaron arremolinadas en el suelo, yo me había olvidado completamente de la banana y el me la recordó llevándomela suavemente a la boca mientras no paraba de manipular mi botoncito del placer.
El sabor dulce de la fruta en mi lengua era un aliciente para meterla en mi cavidad oral tanto como pudiera y así lo hice mientras suspiraba, la mano del profe seguía trabajando mi raja ya acariciando los labios de mi vulva ya metiendo un dedo tímidamente en el húmedo agujero.
No sé cuánto duró el atrevido toqueteo pero una profunda ola de placer me sacudió dejándome mareada, mi maestro separó los dedos de mi llevándoselos a la boca y chupándolos extasiado mientras yo lo miraba con embeleso.
Consultó su reloj una fracción de segundo antes de subirme las bragas el mismo, me quito la banana de la boca y me dijo que regresara al otro día a la misma hora para continuar con los ejercicios; una cosa mas, me dijo antes de despedirnos ya en la puerta, sigue practicando con esto, puso en mis manos una bolsa de tela con algo dentro y con esto, añadió ¡Dándome una bolsita de gummy bears! Para que aprendas a mover la lengua me dijo con un guiño.
Llegue presurosa a mi casa y me fui derecho a la habitación para descubrir el contenido de la bolsa: era un pene plástico enorme, de color azul y cabezón de color rosa; el sabor del plástico era desagradable así que me dirigí a la cocina en busca del famoso pudín de chocolate de mamá y en la habitación recordé nítidamente como mi profesor me llevo al orgasmo cuando mis propios dedos imitaron a los dedos de el y la vergota plástica se deslizaba llena de pudín hacia mi garganta. Juro que nunca he sido una alumna más aplicada.
Al día siguiente volví a ver a mi ex-novio con la misma chica pero ni caso les hice con la mente ocupada en seguir practicando en mi casa con el mega pene plástico y el pudín de mamá, sin embargo si advertí, por pura vanidad femenina, la mirada contrariada que me lanzo Pedrito al no girar mi atención en él.
Desde que llegue a la casa estuve desosegada esperando por esa hora del encuentro con mi maestro cuando por fin llego la hora deje a mi mamá y a mi hermanita mirando novelas y me escurrí hacia el pasillo que me llevaría hacia mi "aula de clases".
Me sentí decepcionada cuando el profesor en vez en introducirme más y más a nuevos conocimientos continuó con el ejercicio anterior de la banana y siguió así hasta finales de semana cuando me anuncio que debíamos interrumpir las clases por el fin de semana ya que se lo iba a pasar con una novia; "todos los hombres son unos perros", pensé rabiosa y el debió verme la decepción en la cara porque me otorgo un suave beso en los labios y me empujó hacia la puerta dándome una palmadita cariñosa en las nalgas.
El fin de semana trascurrió aburrido entre un trabajo de historia por terminar y las malas películas dominicales, para el lunes sólo podía pensar en mi inminente encuentro con mi profesor; más tarde, mientras se acercaba la hora de la cita, estaba decidiéndome entre hacerme la difícil o ir dócilmente a buscar lo que yo sabia que quería ¿Adivinen qué? Ganó esta última.
El señor Vasallo me recibió entusiasta preguntándome como estuvieron los "ejercicios", respondí con un "bien" lacónico mientras notaba como mis manos comenzaban a sudar; para ser sincera sentía un fuego entre las piernas que me estaba consumiendo y decidí ahí mismo arrebatadamente que ese era el momento y ese era el hombre y antes de que toda mi resolución se volviera aire se lo hice saber a mi profe:
- Creo que debemos pasar a algo más...más real.
El maestro me miró con cara bovina por un tiempo que a mi me pareció eterno, luego se sentó en su sillón al tiempo que se bajaba la bragueta y me hacia señas para que llegara hacia él y me postrara a sus pies; se sacó la verga que comenzaba a dar señales de vida y mientras la sacudía frente a mi ansiosa mirada me dijo con una media sonrisa:
- A ver mi alumnita cuánto crees que sabes, párame la tranca y páramela bien.
Agarré al amigo del profe y lo acaricié un poquito para luego meterme la cabeza de su polla en mi boca que estaba hecha agua, su pene lo sentía caliente y suave, duro al mismo tiempo, lo lamí desde la base por toda su extensión y el glande para luego chupetearlo devorándolo con la lengua, mi profesor jadeó:
-Mira que sabe la perrita...
Eso me dio nuevos ánimos y deslicé el miembro afuera y adentro de mi boca mientras sentía al hombre tensarse y acariciar mi cabeza, succionaba como una posesa, me dolía la mandíbula y sentía los labios hinchados de tanto mamar pero todo esto tenia una recompensa: cada vez que mi boca subía hacia su glande recogía los riquísimos líquidos preseminales de mi profe desencadenando en mi paladar una miríada de sensaciones que viajaban como mensajeros por mi cuerpo para terminar en mi clítoris que sentía vibrar.
-Me la estas sacando perrita- decía mi profe entre gemido y gemido-sigue así y pronto tendrás la boca llena de mi leche...
Y como lo prometido es deuda en el ultimo espiral que hice en el hinchado miembro del profe un borbotón de esperma chocó contra mi paladar sorprendiéndome de improviso.
-Trágatela como buena alumna- me ordenó el profe.
Yo lo mire a los ojos e intenté tragármela toda a riesgo de pasar por la misma vergüenza que con Pedro y aunque me tragué una buena poca ya el semen se había mezclado con mi saliva y un pequeño río me salía por la comisura de la boca manchándome la barbilla.
-¡Ufff!- fue la única respuesta de mi maestro.
El profesor encendió un cigarrillo y le dio una profunda calada, luego expulso el humo que se disemino en medio de los dos; esa pequeña victoria me había llenado de coraje y le dije con una voz que no reconocí como mía que quería que terminara el "trabajo", ya fuera porque no entendía, ya fuera porque después de todo era de mente lenta siguió fumando su cigarrillo sin inmutarse siquiera, hasta que después de apagarlo me dijo:
-Me podrían meter preso por eso...
-¡Que estupidez!!!!- estallé- ¿acaso por lo que acaba de suceder no?
Y parece que mi lógica le ganó a la de él porque se paro del sillón y me atrajo hacia el besándome sin ceremonias, sentí su lengua rebuscar en la mía y juro que sentí un corrientazo de puro placer que me dejó tan tensa como la cuerda de un violín.
El profe se afanaba en amasarme un seno con una mano mientras que la otra la metía por debajo de mi falda introduciéndome, de esa misma mano en las bragas, uno de sus mezquinos dedos, el cual acomodó en la hendidura de mis nalgas; que carbrón estaba hecho el profe ¡no me dejaba ni respirar!!! La mano que me estaba magreando las tetitas me desabotonó la blusa y buscó el cierre de mi sostén, en un abrir y cerrar de ojos estaba con las lolas al aire pero eso tampoco fue por mucho tiempo porque mientras una mano me pellizcaba un pezón su boca me devoraba el otro.
Las rodillas se me doblaban temblorosas y el profe notándolo me despojo de la falda y las bragas para sentarme en su sillón abierta de piernas, completamente despatarrada ¡Que vergüenza! Pensé, ya que el profe no perdía vista de mi vulva sonrosada y el hinchado clítoris que el manipulaba a deseo, yo agitaba las caderas sintiendo que me iba a morir ahí mismo pero para el master ese era solo el comienzo, me devoro a la amiga empleando boca y lengua, lo hizo como si fuera una fruta jugosa que estuviera deshollejando y lo hizo tan bien con esa lengua que parecía una culebrilla imparable que me corrí gritando de gusto.
Creo que esa ha sido la mejor mamada de mi vida (y miren que de allá para acá he corrido muchas millas) el profe entonces me dejó descansar mientras me besaba haciéndome probar mi propio almíbar y me rozaba el coño con los dedos, uno de esos dedos me acariciaba la entradita presionando levemente.
Yo tenia un vicio que me estaba matando y de la única forma de aplacarlo era metiéndome ese trinquete hasta el fondo de las entrañas porque la verdad hay que decirla el profe tenia una tranca que no podía con ella y mientras yo pensaba en esto el master ya estaba afanado deslizando el capullo de su herramienta por toda mi empapada raja.
No veía ni entendía para que por fin me la metiera hasta el tope pero mi maquiavélico profe ideó la forma de mortificarme más de lo que ya estaba, tirando de mi me hizo dejar el sillón para ocuparlo él y encaramarme de piernas abiertas por encima de los brazos del sillón sosteniéndome por las nalgas.
-¿Lo quieres?- pregunto por preguntar ya que por mi vicioso estado no necesita una respuesta.
El profe me metió su glande con empujoncitos tentadores que no acababan de abrirle el canal al intruso deseado, eso me tenia a mil por hora produciéndome una rara mezcla entre dolor y un gustito cada vez mas enloquecedor, cuando el profe me vio la cara de vicio y noto como movía las caderas gimiendo como zorrita en celo al encuentro de los semi-embistes de su pollota no se hizo más de rogar y de un solo y certero empujón me clavo el palo hasta los huevos, grité adolorida porqué me lo había metido sin previo aviso, a lo bestia y mi interior ni tiempo tuvo de acostumbrarse.
Ahora si espero mientras mi canal se ensanchaba y se contraía a un tiempo contra mi invasor, se levanto del sillón todavía con su pene en mi interior y me dejó caer en la alfombra al tiempo que me acompañaba, comenzó a menearse contra mi arrancándome jadeos de placer ¿Te gusta? Me preguntaba de vez en cuando mientras se mecía contra mis muslos encajándome la polla, yo ni intentaba contestar concentrada como estaba en abrazarme a su espalda y rozar mi coño todo lo que pudiera contra él.
Perdí toda noción de tiempo y espacio mientras mis orgasmos encadenados se sucedían uno tras otro como un solo raudal de sensaciones, cuando el profe no pudo más me sacó la verga de adentro babeante de fluidos y manchada con un poco de sangre para cascársela y venirse abundantemente sobre mi vientre, solo entonces cayó a mi lado finalmente vencido y resoplando como caballo después de larga carrera.
Fin de la historia.
Como comentario final debo agregar que a pesar de que me gradué con todos los honores ese día (después de mi corto periodo de estudio) el master y yo continuamos por un tiempo "practicando" lo aprendido no fuera cosa que se me olvidaran las lecciones.