Clases de sexo con mi profesor de filosofía

Cómo una joven de 18 años termina en la cama de su profesor quien, tan amablemente, le había propuesto unas clases particulares.

Como están? Llevo años leyendo en la pagina y finalmente me animé a escribir mi primer relato. Debo aclarar que es ficticio.

Todo esto ocurrió cuando estaba en el colegio secundario. Desde primer año me encantaba mi profesor de filosofía, que por cuestiones de privacidad llamaremos Nicolás. Esto sucedió cuando cursaba mi último año, por lo que Nicolás rondaba los 40 y pico, y yo tenía 17.

Nuestra relación era sumamente de confianza, ya que teníamos varios temas en común. Claro que mientras daba sus clases yo lo desvestia con la mirada, sumado a que, claro, me sentaba en el primer asiento para tener la vista perfecta.

Daba clases y no podía dejar de imaginarme cómo me la metía en ese mismo salón, mientras me agarraba al escritorio en donde él se sentaba normalmente. Me imaginaba con mi pollerita del uniforme levantada, y él de atrás metiéndomela con fuerza. De sólo acordarme lo mucho que fantaseaba con él, ya me estoy mojando mientras escribo.

Sin embargo, esto es lo que sucedió. Resulta que a pesar de lo mucho que me calienta él, me va muy mal en sus clases. Siempre me dice, cuando suspendo uno de sus exámenes, que intente preguntar lo que no comprenda en clase. Claro que no sabía que por mi mente, lo único que pensaba en sus clases, es que me de llene el culo de leche.

Sin embargo, llegó el día en el que entregaron las primeras notas, y me había ido pésimo.

-Lola, me gustaría hablar contigo un momento - Me dijo al terminar la clase. Me acerqué a su escritorio y continuó - No comprendo cómo eres tan suelta para todo, y no preguntas lo que no comprendes en clase. No voy a enojarme por contestar preguntas.

-Lo sé, pero me intimida toda la gente. Creo que si sólo estuviera contigo no tendría problemas, pero con cuarenta personas escuchando lo que tengo que preguntar, entro en pánico.

En parte era verdad. Nicolás pensó un poco y siguió hablando.

-Muy bien, te propongo algo, pero debes ser muy discreta. Si prometes no decir nada, puedo ofrecerme a darte algunas clases de apoyo particular. Consideralo cómo un favor. No serán permanentes, sino hasta que vea que comprendes bien todo, y solo porque mi materia parece ser tu único problema, viendo las demás notas.

Acepté gustosa. Estaba segura que estar a solas con mi profesor no iba a servir para mejorar mis notas, pero estaría sola con él en su casa y ya me calentaba de pensar lo mucho que intentaría llevármelo a la cama.

Me dio su dirección, su teléfono, y acordamos que estaría ahí el sábado al mediodía.

Ese día me levante temprano. Me di un buen baño, me afeite completa y me puse mi mejor lencería. Estaba decidida a acostarme con él. Me puse una minifalda que sin ser exuberante, dejaba jugar mucho a la imaginación, una camisa un poco transparente que dejaba ver en parte mi brasier y unos zapatos con tacón bajo, pues no quería exagerar.

Llegué a la puerta de su departamento puntual, y me recibió con unos jeans oscuros y una camisa negra informal. Y casi me tiro encima suyo al ver cómo le quedaba esa camisa.

Entre con una falsa timidez. Me ofreció un café y lo acepte, hasta que fuimos al sofá y comenzó a explicarme los temas.

A los diez minutos yo ya había pensado en cinco formas distintas de aprovechar el living en el que estábamos.

-sabes? Creo que es inútil.-dije volteando mi cara para verlo directo, y luego esboce una sonrisita. Creo que no esperaba eso, porque cuando volteé, vi que estaba explicándome como si nada, pero su mirada estaba fija en mis pechos.

-Eh, que mis ojos están aquí arriba - dije riéndome, a lo cual se puso tenso.

-Lo siento, de verdad. Sabes? Creo que no es esto una buena idea - y lo interrumpí antes de que siga.

-Calma, que no me molesta para nada. Si quieres puedo hacerlo más simple - dije mientras me desabrochaba dos botones - ves? Solo debes pedírmelo

Su cara demostraba no entender nada, así que me acerqué sonriendole, y comencé a desabrochar su camisa.

-Relajate, Nicolás. Todo está bien.

-No, no lo está - contestó apartando mis manos - eres mi alumna. Y te juro que en este momento lo detesto, porque nunca una mujer como tu se me ha lanzado así. Te juro que sí no lo fueses te hubiese invitado a follar, y no a estudiar. Pero por desgracia te doy clases, y eso haré. Abrochate la camisa, por favor.

-Vamos, que tu pantalón no dice lo mismo. - respondí divertida al ver el bulto que comenzaba a notarse. Por su parte, él miró hacia arriba, esperando que alguien se apiade de él.

Yo aproveché para arrodillarme frente a él. Me miró y no dijo nada. Primero acaricié sus rodillas, intentando demostrarle que no tenía de qué preocuparse. Al no obtener una negativa, fui acercandome a su entrepierna. Con delicadeza lo desabroche, y cuando empecé a bajarle los pantalones y su bóxer, ya parecía más relajado. Tomé su pija con la mano y, mirándolo a los ojos, comencé a meterla en mi boca despacio. Luego de unos segundos, tomó mi cabeza con sus manos para marcarme el ritmo, que empezó a acelerarse. Toda la situación me tenía a mil, pues le estaba dando una mamada a mi profesor que me ponía tan caliente.

Me hizo parar un momento. Se levantó y me llevó a su cuarto. Se sentó en la cama y, conmigo parada en frente, me desabrocho la blusa y la falda, que cayó al instante dejándome completamente en ropa interior.

-No sabes lo que deseaba verte así, Lola.

Luego me quito el sujetador y me quito la tanga. Nos dimos un beso muy caliente y nos fuimos acostando. Me dio vuelta y quedando él arriba, me dijo que se moría por comerme la concha.

Bajó, y comenzó a lamer mi clitoris. Toda mi vagina estaba ya muy mojada, y pareció disfrutarlo enormemente. Aumentó su frenesí y yo lo tomaba de la cabeza

-Así, cabron, así. Mmmmm. Oh Diossssss. - gemia sin poder evitarlo. Pensaba en todas las pajas que me había hecho en su honor, y eso me excitaba aún más. - Oh sí... Mmmmmm.

Seguía chupando y succionando mi clitoris, intercalando con su lengua penetrandome un poquito. - Me voy a correr, me corro... Mmmmm. Si. Si, así. Ahhhhh, vamos no pares. Ahhhhhhhhh siiiii.

Mis jugos empaparon su rostro, y luego de tragarselos, me dio un beso para que sienta mi sabor,mientras acariciaba mis pezones. Notaba cómo mi vagina pedía ansiosa la verga que ya había probado mi boca. Sin dejar de besarlo, baje mi mano buscando su pene, el cual comencé a pajear. Nicolás se alejo un poco para que pudiera hacer mi trabajo. Baje de la cama y me arrodillé en el piso, él se sentó en el borde y comencé a mamarsela de nuevo.

Sentía su respiración agitarse, hasta que me frenó de golpe.

-te divertiste, putita? Te gustó calentarme? - me levantó con fuerza del piso y me puso contra la pared de su cuarto. - ahora voy a divertirme yo - dijo antes de darme una nalgada con la que no pude ahogar un gemido. - encima te gusta? Tremenda puta resultase ser. - otra nalgada.

Bajo su mano buscando mi vagina, mientras con la otra me inmovilizaba el cuello para que no pueda darme vuelta. Me pajeo un poco, hasta que de un golpe, me la metió.

-Ahhhhh!!! - grité - Mmmmmmm, si serás... Sigue, ahhhh.

Mientras me embestia continuaba dándome nalgueadas que solo lograban calentarme más, si era posible. Me daba con tanta fuerza que parecía que iba a romperme. Y yo no podía dejar de gritar de placer.

Me corrí dos veces así. Luego nos detuvimos y volvimos a la cama, donde me senté encima suyo y comencé a cabalgarlo.

-Lola, estoy por acabar. - avisó, dado que no tenía protección

-Descuida, tomo las píldoras.

Y en dos segundos sentí como mi vagina era inundada por la tibia leche de mi profesor, quien gimió con una voz ronca que me llevó a mí a otro intenso orgasmo.

Nos quedamos unos instantes recostados en silencio, normalizando nuestra respiración.

-Lola,esto fue increíble, pero no puede volver a pasar - me dijo después de unos minutos.

-y por qué no, si también para mí fue increíble? Escucha, nadie tiene por qué enterarse. En clase te prestare atención, y los fines de semana me llenas el culo de leche, que te parece?

Se quedó callado, y poco a poco fue esbozando una sonrisa. Suspiró profundo y dijo:

-Ni toda mi moralidad junta puede negarse a eso, lolita.

Esta fue la primera de las muchas cogidas que nos dimos, y a veces incluso en lugares más comprometedores, pero esa será otra historia.

No olviden decirme qué les pareció este primer relato que publico por aquí.