Clases de repaso...y relajación

Vecinas, estudiantes... y vecino joven atento y servicial.

Hace tres años conseguí un buen trabajo que me permitió ir a vivir solo por primera vez. El sueldo no es muy alto así que tuve que elegir una zona donde los alquileres fueran asequibles, así que vivo en un enorme bloque de apartamentos.

Justo enfrente hay una residencia de estudiantes y a cinco minutos esta la facultad de medicina. Como era previsible vivo rodeado de estudiantes, los hay por todas parte, en el supermercado, en la escalera, en el aparcamiento, en la calle.

El apartamento junto al mío lo tienen alquilado un apartamento tres chicas, según tengo entendido estudian la carrera de Auxiliar de Enfermería.

Suena el timbre de la puerta, al abrirla me encuentro delante una chica muy nerviosa. La veo temblorosa y parece tan tímida que le han subido  subidos los colores al tener que llamar a la casa de un desconocido.

—     Llevo mucho rato aquí y mis compañeras de clase no abren ¿sabes dónde han ido? —, pregunta inocentemente pensando que por ser vecinos estaré informado de donde pueden estar.

Antes de que responda, me arroya con un alud de informaciones que no aportan nada a la solución de su problema. La conclusión es: Mañana tienen un examen, ella no sabe cómo se resuelven los problemas de estadística, combinatoria y probabilidades, ha venido a que una amiga “listilla” se lo explique pero resulta que no está en casa.

Si no resuelve sus dudas seguro que suspende. Sin duda está sufriendo “ el temor del estudiante… lo que no estudio seguro que sale en el examen”.

—     No te puedo ayudar. No sé dónde están. Hace rato que no se oye nada. ¿Quieres pasar y esperar aquí? — le sugiero —quizás vuelvan pronto—

—     No gracias— me contesta más roja todavía que antes— Esperaré aquí  en la escalera— añade.

Dos minutos más tarde suena el timbre de nuevo, se lo ha pensado mejor y esta vez sí que acepta esperar en mi casa. Pasa delante de mí y se encamina hacia el saloncito. Es una chica bastante regordeta, con una cara muy bonita y simpática. Tiene los ojos grandes y una sonrisa magnifica.

Por detrás luce un culo gordote bien dibujado y recogido por una faldilla de fina tela que se adhiere a sus curvas. No es una chica de las que salen en las revistas, ni tampoco la que es conocida en toda la facultad, sin embargo tiene el encanto de la inocencia y el atractivo que la naturaleza concede a las jóvenes mujeres  lustrosas y sanas, llenas de vitalidad.

Después de unos minutos de charla intrascendente mientras plancho mis camisas, Carlota se serena un poco y me confiesa sus temores sobre el examen.

—     Es una parte que me cuesta mucho, he estudiado mucho …creo que tiene que ser ahora o si no me resultará muy difícil volver a repetir lo mismo—

Me ofrezco voluntario pues esos capítulos fueron muy fáciles para mí hace unos años cuando empecé mis estudios de ingeniería. Ahora como técnico de mantenimiento de equipos de análisis no los necesito pero todavía me acuerdo.

Después de media hora de explicaciones, reglas nemotécnicas y trucos parece que todo está bajo control.

—     Ahora lo que debes hacer es hacer un par de ejercicios para practicar y luego relajarte. Para que salga bien un examen lo más imprescindible es ir muy tranquilo—

—     Eso es fácil de decir, pero ¿no ves cómo estoy?... me tiembla todo el cuerpo… no me puedo quitar de la cabeza el dichoso examen—  exagerando un poco su nerviosismo y su tembleque.

—     Para quitar una idea de la cabeza lo mejor es reemplazarla por otra todavía más fuerte ¿confías en mi? ¿Realmente quieres dormir como un bebé esta noche? —

—     Sí, sí…claro— responde muy convencida e interesada por mi propuesta.

—     Hablemos de sexo.  ¿qué te parece el tema? ¿te sientes feliz… tienes pareja… os entendéis bien? ¿haces el amor con él? ¿quieres hacerlo conmigo? — le suelto esperando que le guste la idea.

—     Me gusta la propuesta, pero ahora no me apetece nada. Estoy demasiado tensa… además me da mucho miedo quedar embarazada… eso me provocaría todavía más nervios— me responde.

—     Déjame probar una cosa. Ven y apóyate sobre este sillón—

Carlota obedece llena de curiosidad. Le levanto un poco la falda y le meto la mano en la entrepierna. Tiene unos muslos con piel de terciopelo y unas bragas grandes. Suspira sin saber que va a pasar a continuación.

Tras unos instantes de tocamientos e intensas sensaciones, le subo completamente la falda, dejando al descubierto sus piernas rollizas y su braga de color celeste. Paso los dedos desde su barriga hasta el monte de Venus. Juego con el elástico metiendo un dedo entre la braga y su piel, por arriba y por los lados.

Es la forma de anunciarle que su chochito pronto va a estar a mi alcance. Me enredo con sus vellos. Tiene muchos, largos y rizados.

Sin apenas tomar conciencia de lo que sucede, Carlota se recuesta un poco sobre la espalda del sillón. Le separo las piernas y le pongo el dedo entre ellas encima de su rajita. Cada vez resopla con mas intensidad y se encuentra desbordada por la secuencia de inesperadas sensaciones que se agolpan en su cerebro.

Antes de que la magia disminuya, no sin un poco de esfuerzo, le bajo las bragas completamente. Por la voluptuosidad de sus generosas curvas, la braga se resiste a bajar y necesito de su ayuda para completar la operación. Tras unos instantes de nervios vuelve la placidez de mis caricias sobre tan delicada zona.

Tiene una vulva preciosa, unos labios grandes y carnosos esconden una piel muy sonrosada, que se pliega en unos labios menores muy ondulados, que a su vez esconden una pepita de considerables dimensiones.

El exceso de vellos por todas partes no me gusta demasiado, ya que parece como esa zona si no recibiera muchos cuidados  y porque siempre termino por comerme varios. Me gusta que solo haya pelos de la mitad hacia arriba y el resto bien peladito.

Lo primero que hago es tantear sus muslos, empezando un palmo por debajo de su chochito hasta llegar a rozar sus pelitos. Poco a poco se va abriendo a mí como se abre una flor al recibir el calor del sol.

Jugueteo con sus pelitos, luego acaricio sus labios mayores. Cada vez están más dilatados y más gruesos, se separan con facilidad para dejar entrever lo que protegen.

—     Tienes una almejita preciosa, me dan unas ganas tremendas de comerla…de lamerla de pasar la lengua para recoger todo su sabor— le digo mientras la acaricio con los dedos llenos de saliva.

Carlota no me contesta y lo único que hace es suspirar y abrir más las piernas. La llevo a sentarse sobre el sofá, se tiende boca arriba dejando una pierna doblada y sobre el apoyabrazos de un lado, mientras hago que la otra la apoye sobre la mesita.

Me arrodillo en medio de la dos y me dispongo a comerle el coño como nunca se lo han comido.

Durante un buen rato le como cada rincón y consigo arrancarle los más hondos suspiros. Le voy metiendo los dedos uno tras otro y le hago que se corra un par de veces. Se queda mucho más relajada y con ganas de estudiar para pasar el examen.

—     Me he quedado como nueva, fabuloso …voy a descansar como una bebita— dice bajándose la falda, alisándose el pelo y dándome varios besos de gratitud.

Al día siguiente por la tarde, Carlota esta exultante de alegría. Según me cuenta, el examen le ha ido de maravilla y cree que ya tiene este cuatrimestre aprobado.  Con su esfuerzo y con mis trucos ha hecho un examen de los que hacen historia.  Su alegría es tan grande que no puede estar quieta ni un instante. Ya me ha dado varios abrazos e incontables besos.

Está pletórica de alegría y no deja de repetir que todas sus compañeras y amigas la miran con envidia, que no se explican cómo ha obtenido tan buen resultado. Entre nosotros nos dedicamos miradas de complicidad y nos sonreímos cada vez que ella dice algo así como:

—     Nadie se creía que fuese a aprobar… y mira… quizás sea la alumna que mejor nota saque en este examen… no se imaginan que he tenido el mejor maestro—

La veo feliz y protagonista entre sus amigas. Nunca ha obtenido tan buenas notas, ni tampoco es de las chicas centro de atención de los chicos, pero hoy...  ¡está en las nubes!. Lo celebramos comiéndonos entre los dos una tarrina de helado de un kilo. Nos ponemos hasta las orejas de helado de nueces caramelizadas con nata.

Cuando vuelvo de la cocina de dejar las cucharas y la tarrina, se hace el silencio entre los dos.  De pronto hemos pasado de las bromas y la conversación fluida a una situación inesperadamente tensa. Los dos sabemos la causa, y dudamos en dar el primer paso para salvar la situación.

Carlota se levanta y viene a mi encuentro. Me alcanza a un par de pasos del sofá, nos miramos a los ojos, se ruborizada, está muy nerviosa, tanto que le tiembla el labio inferior. Está tensa, expectante y a la vez muy ilusionada.  Nos damos un beso apasionado con nuestros labios y lengua todavía fríos por el helado. Separamos nuestros cuerpos solo un palmo,  le tiro de la falda hacia arriba para descubrir lentamente sus muslos. Me coge con ambas manos del cuello y me atrae hacia ella dándome un beso muy fuerte. Me introduce la lengua hasta la campanilla y la mueve como si fuese un molinillo.

Después en medio de una arrebato, se sube  la falta por encima de la cadera y con un solo movimiento se baja las bragas. Con sonrisa picarona da los pasos necesarios para llegar al sofá y se tumba en él igual que hizo ayer. Separa las piernas y me enseña el conejito. Se frota la raja de abajo a arriba y a continuación me lo ofrece como si fuera su regalo.

Evidentemente acepto encantado el ofrecimiento, me arrodillo y se lo como con deleite. A los pocos minutos su almejita esta blanda y jugosa. Mi saliva se mezcla con sus jugos y mi lengua se abre paso fácilmente entre sus labios.

Con una mano le mantengo los labios mayores abiertos de par en par. Así puedo sorber su pepitilla y con la otra mano darle suaves golpecitos o frotarla con cuidado. Le pongo la yema de los dedos a la entrada de la vagina, y Carlota gime de forma especial. Es una forma de decirme que espera que la penetre.

Primero con un dedo solo y después con dos, follo a mi querida Carlota hasta que su flujo me moja el sofá. Ella no deja de gemir y de decir cosas entre dientes que no se atreve a decirme. Su coño esta tan dilatado y mojado que mis dedos entran y salen muy fácilmente. Cuando los saco para continuar la caricia con la lengua, la vagina permanece abierta.

Voy corriendo hasta mi habitación. Cuando vuelvo ya estoy casi desnudo. Me termino de quitar la ropa y le enseño mi polla totalmente preparada. Enseño a Carlota como me pongo el preservativo y cuando ya estoy dispuesto, recoloco a mi amiga en el sofá para que su coño quede al frente, sus piernas al aire, y yo puesto de rodillas delante de ella se la pueda meter hasta el fondo.

Le sujeto las piernas sobre mis brazos y con las manos la tomo por las caderas.  Empiezo a bombear despacio pero continuo. Unas veces suave y otras bien fuerte, tanto que al chocar nuestros cuerpos parece que aplauden. Carlota no para de gemir y de babear. Esta fuera de si lo único que hace es dejarse llevar por este torrente de sensaciones.

Después de un buen rato, le pido que se ponga a cuatro patas y desde el lateral del sofá se la clavo por detrás. Tiene unas nalgas estupendas y tras unos cuantos empujones eyaculo en medio de un orgasmo muy rico. Carlota se deja caer sobre el sofá y durante unos minutos lo único que hace es babear y repetir:

—     Uhmmm que rico... uhmmmm que gustito.... uhmmmm....uhmmmm” —

Comerle el coño a Carlota de vez en cuando se ha convertido en un placer habitual en mi dieta y ella lo encuentra muy relajante. Hace unos días me sorprendió con la sugerencia de ayudar a su compañera de piso con el tema de las series infinitesimales, pues estaba realmente atascada.

Luego me confeso que eso no era mas que una excusa, y que lo que realmente quería de mi es que le comiese el chochito también a su amiga. Me dijo que había terminado por compartir con su compañera el secreto que manteníamos entre ambos y que le había impresionado tanto a Dolores, que desde entonces esta deseando “conocerme”.

Le he advertido que no tengo por costumbre “hacer estos trabajitos por encargo” y menos con desconocidas, por lo que me reservo el derecho a negarme llegado el momento. Por supuesto, Carlota no ha puesto ningún inconveniente a mis condiciones y ha quedado en organizarlo todo para que sea realmente perfecto.

Un día por la tarde suena el timbre de mi casa. Al abrir la puerta me encuentro a Carlota con otra chica.

—     Voy al super. ¿quieres que te compre algo? — me dice sabiendo ambos que es una excusa para traerme hasta la puerta a su amiga hasta mi apartamento.

Su amiga resulta ser una chica alta y muy delgada. De aspecto muy pulcro  maneras muy educadas me seduce la idea de tenerla a mi alcance para comerle el coño y hacerla gemir a mi antojo. Después de las presentaciones, Carlota hace referencia a lo bien que se me da el calculo infinitesimal y las series de Furrier. Su amiga Dolores se sonroja un poco y se sonríe con discreción. La miro de arriba abajo e imagino lo rico que va a ser “recordar las matemáticas de primero” con una discípula tan apetitosa.

Quedamos para empezar dos días mas tarde. Se presenta con un manojo de libros enorme y metida en un ceñido pantalón vaquero que todavía la hace mas alta y estilizada. Una blusa abotonada como una camisa, con el cuello abierto hasta donde empezaría a verse el sujetador completa su vestuario.

No parece que sea el mas adecuado para poder dar un buen repaso a su chichi, pero esperare a ver como nos desenvolvemos. Con mucha naturalidad esparce los libros y apuntes sobre la mesa del comedor y se dispone a empezar su primera clase.

Quizás lo entendí mal, pero da la sensación de que Dolores viene dispuesta a recibir una clase magistral de matemáticas. Hasta ahora no he percibido ningún indicio de que lo que le apetece es sentir lo que soy capaz de hacer con mi lengua.

Después de un rato de intenso trabajo, Dolores se ausenta y va al baño. Al volver se ha quitado el pantalón y se sienta como si tal cosa en el mismo sitio que estaba. Tiene unas piernas largas y esbeltas que terminan en un culito pequeño pero bien dibujado. Con naturalidad se levanta a buscar algo en su bolso que había quedado sobre una de las sillas.

Se inclina y me muestra su bonito trasero. Al acercarse a mi le digo que vaya repasando lo que ya hemos estudiado mientras voy preparando el resto. En realidad es una forma de decirle que se prepare para que le pueda hacer “el trabajito” que espera.

Antes de que se siente, me pongo a su espalda y después de besarle la nuca me voy hacia su trasero. Le voy dando pequeños mordisquitos al tiempo que le bajo las bragas. Le doy un buen repaso a todas sus curvas y le separo los cachetes para poder acceder con la lengua hasta su rajita.

Le chupo el espacio entre la vagina y el ano, después de humedecerlo lo acaricio con dedos y lengua. El cosquilleo es tan intenso que Dolores separa las piernas para facilitarme el acceso y que las caricias pasen a ser lo mas intensas posible.

Cuando veo que ya esta completamente sumergida en la excitación, me incorporo y la volteo para que quede de frente. La empujo sobre la mesa y hago que se recueste sobre los mismos apuntes que antes nos martirizaban.

Su coño queda perfectamente expuesto a mi mirada. Es un coño muy bonito y elegante. Tiene unos labios muy largos y finos que se cierran sobre si mimos. Lo tiene muy bien rasurado, la piel es extremadamente suave y el perfume que lo envuelve es embriagador.

Me encanta comer este plato tan exquisito, al tiempo que le acaricio la piel de sus piernas y su culito. Según lo convenido previamente con su amiga Carlota, me limito a comerle el chocho y jugar con los dedos. Así la follo durante largo rato hasta que ella se da por satisfecha pidiéndome que pare.

Ella se da por satisfecha y después de gemir y disfrutar largo rato, se pone las bragas, el pantalón y recoge los apuntes que habían quedado desparramados sobre la mesa. Después de darme varios besos y abrazos se va a su casa a terminar de preparar el examen de matemáticas.

Deverano.