Clases de repaso IV
Cuando me sometió a cosas que normalmente no haría pero me las dejé hacer..
Los rayos solares empezaban a colarse por las persianas, dándome la bienvenida a un nuevo día. Sentía un terrible dolor de cabeza y me moría de hambre.
Cuando por fin eché un vistazo a mi alrededor y me percaté de que estaba en su casa, me quedé paralizada analizando cada uno de mis movimientos de anoche.
Poco a poco cuadraban las cosas, Lisa pagándome copas para que me emborrachara y disfrutara, el encuentro con Maggie, el golpe que le asistió Lisa y mis disculpas. El resto lo tenía aún borroso, pero venían imágenes a mi cabeza, el agua cayendo por mi cuerpo, gemidos que no eran míos..
Busqué mi teléfono para saber la hora, me percaté de que tenía morados en los brazos y me dolían terriblemente algunas partes del cuerpo. Intenté hacer memoria de nuevo, entonces me llegaron, esas imágenes calientes y a la vez vergonzosas.
Recordaba a Maggie, en la oscuridad de la habitación observando como me daba placer a mi misma, luego decidió unirse a la partida tapándome los ojos con un antifaz de seda negro, me dejó tumbada en la cama mientras aun me estaba acariciando a mi misma. Encendió la radio poniendo jazz, sensual pero activo. Sentí como se movió la cama, por lo que significaba que ella había vuelto, sin sentir ninguna parte de su cuerpo rozar al mío fue directa a mis labios, pero no los de mi boca.
Me estremecí, nunca había probado lo de vendarme los ojos, y era como había oído, te estimulaba cada parte del cuerpo, todos tus sentidos estaban agudizados, muy alerta.
Se separó de nuevo y empecé a sentir una dilatación grande en mi entrada, me asusté un poco al entender que no era ningún dedo, notaba una suave pero intensa presión entrando lentamente, supuse que sería un vibrador con cinturón ya estaba tumbada encima de mi, sin saber el tamaño ni el grosor, me ponía nerviosa. Había visto en los sex shop cada vibrador que daba miedo. Cuando aún no debería ir ni por la mitad de tal grande vibrador, ante mi deseo y mi excitación, clavé mis talones en su culo y lo empujé para dentro, gemí y ella también, su respiración era muy acelerada, más que la mía.
Entonces empezó debió apretar un botón porque empezó a vibrar como loco dentro de mi, y ella empezó un suave y rítmico vaivén de estocadas que me hacían perder los sentidos, pero el antifaz me hacía recuperarlos de nuevo. Cada vez más rápido, más hondo, más fuerte, sentía fuego en mi entrepierna, me quemaba, me subia un calor lentamente por el cuerpo, era exageradamente sofocante, mientras ella iba presionando sus dedos muy fuerte en mis brazos. Rápidamente se salió de mí y me dio la vuelta, asustada pensando en que agujero iría a meter ese monstruo, pero lo introdujo en la vagina de nuevo con un perfecto movimiento de cadera. Me corrí cuatro o cinco veces mientras ella me penetraba, me azotaba en mis nalgas y hundía sus dedos por todo mi cuerpo. Mis pechos ardían de deseo, queria que me los succionara, me los lamiera desesperadamente, todo habia sido muy rapido y mi cuerpo me pedía mas placer..
Se cansó y volvió a retirarse de mi justo cuando llegaba a mi siguiente orgasmo, posó su boca en los labios de mi vagina, lamió toda la humedad que mi cuerpo había extendido y me froto la perla con los dedos, exploté, no sabía que hacer, los gritos ya no eran suficientes, movía mi cabeza de un lado al otro, mientras gruñía ante esa lengua que me lo daba todo y por fin me desplomé, caí en un sueño profundo provocado por el alcohol y el cansancio.
Eso me llevó al presente, aún con mis mejillas rojas por recordar esos momentos volvió Maggie con el desayuno, me recordó a los que siempre me hacía Lisa.
Yo: ¡Mierda! Lisa debe estar preocupada.
Maggie: No te preocupes, dado que no dejaba de enviarte mensajes, respondí des de tu teléfono diciendo que estabas con una chica de la discoteca.
Yo: Ah. –no sabía que responder a eso. Había hurgado en mi teléfono.
Pareció meditar unas palabras hasta que se decidió y dijo sin más:
Maggie: Me voy el próximo fin de semana a mi pueblo y... me preguntaba si querrías venir.
Medité muy bien mi respuesta, sabía que esa noche para mi lo había cambiado todo, pero ella en cualquier momento cambiaria de humor, y no me imaginaba dependiendo de ella, ya que si se ponía de mal humor no podría esconderme o recurrir a alguien, estaría en otro sitio, específicamente perdida en un pueblo y en su casa.
Pero si me iba a poseer como lo había hecho esta noche merecía la pena intentarlo.
Yo: ¿Dónde está ese pueblo?
Maggie: Es en Cadaqués, está en Cataluña, cerca de Barcelona.
Yo: Entonces sí, siempre he querido ir por allí. –dije sonriendo de oreja a oreja. Siempre me había encantado Cataluña por todo lo que decían mis amigos.
Pasamos un buen rato charlando de su pueblo, ella aún seguía de buen humor, le pedí que me dejara ducharme y rápidamente recordé lo sucedido la noche anterior, el rojo se apodero de mi cara.
Me duché, me dejó ropa de calle y nos despedimos quedando para pasado mañana.
Sabía que por haberlo hecho con ella no cambiaría nada así que le di un suave beso en la mejilla que tenía un poco hinchada por el golpe de Lisa y me fui.
Por fin en casa, escuché que alguien abría la puerta y me asusté pero pensé que debería ser Lisa que tenía llaves.
Lisa: Sé que debería matarte por el susto que me llevé, pero como yo te he dado más de uno te perdono y te exijo que me cuentes tu noche furtiva. –dijo con mirada traviesa.
Yo: Emm.. Lamentó decirte que te mentí, bueno no fui yo, pero el caso es que me fui a casa de ella…
Lisa: Cielo.. se que piensas que soy algo tontita pero tengo unos límites. –dijo riéndose sin yo entender nada.
Yo: ¿Así que lo sabías? –dije sorprendida.
Lisa: Bueno lo deduje esta mañana al hacer memoria de lo sucedido por la noche. Eso no quita que me cuentes lo que pasó, empieza. –dijo de manera ansiosa.
Le conté todo lo que recordaba, no sabía si me faltarían más cosas por recordar, pero con eso tenía suficiente. Al acabar:
Lisa: Joder.. me has cachonda y todo. -se le notaba en la cara.
Yo: Es que tú no tienes remedio. –dije entre carcajadas.
Nos fuimos a pasear y le conté que me iría con ella el fin de semana.
Lisa: Mira cielo, sé que si me opongo a ti discutiremos, ya que lo que sientes por ella te hace dejar de ser coherente y no pensar con claridad, así que no me opondré pero quiero que te quede claro que pase lo que pase estaré aquí apoyándote en todo lo que tu decidas.
Yo: Lo sé. –y le di un fuerte abrazo.
Ella me contó su noche, que había ligado con dos chicos y se lo monto con los dos al mismo tiempo. Era una princesa pero en lugar de ser de Disney lo era del porno. Que le haremos.. no tenía remedio, pero me encantaba tal y como era.
Transcurrieron dos días y tenía que volver a su casa para hacer repaso.
Creo que nunca he estado tan incómoda. Ella estaba distante y fría como siempre, de vez en cuando rozaba mi brazo y me venían todo tipo de perversiones. Con gran trabajo ignoraba sus roces de pierna, su cercanía a mis labios cuando me hablaba, hasta que por fin terminó la clase.
Volví a sentir esa punzada en mi corazón cuando me di cuenta que tenía que volver a sacar el dinero y pagarla, y me entristecí.
Maggie: ¿Estás bien? –dijo realmente preocupada.
Yo: Sí, solo que no tengo un buen día. –dije bastante seria mientras le daba el dinero.
Maggie: Me encantaría alegrarlo. –dijo susurrando a mi oído mientras cogía el dinero.
Ese acto suyo me acabo de sentir sucia por completo, como si por haberla pagado ahora podía ser cariñosa conmigo. Me dispuse a salir por la puerta cuando me dio la vuelta.
Maggie: Hoy invita la casa. –dijo enseñándome el dinero y metiéndolo en mi escote mientras me rozaba los labios con los suyos, haciendo que mi cuerpo temblara de lujuria y excitación, dado que me había estado provocando toda la clase.
Se apartó y me dejó ir cuando dijo.
Maggie: Te espero el viernes, saldremos por la mañana, así podemos aprovechar el día cuando lleguemos allí. -guiñó un ojo.
Yo: Vale, si eso ya te llamaré. –dije con un hilo de voz debido a que aún me duraba la excitación.
Llegó el gran día y Lisa me ayudó a hacer la maleta.
Me ponía todo tipo de lencería, des de vestidos exageradamente sexys hasta unas bolas chinas que me dijo que vibraban con el mando.
Yo: Joder Lisa, eso parecen dos naranjas. –dije algo asustada.
Lisa: No te preocupes, tengo unas iguales y veras como te hacen ver las estrellas. –dijo tan pícara como siempre.
Llamé a Maggie para saber a que hora me dirigía hacia su casa y me dijo que fuera ya, así que me despedí con un fuerte abrazo para Lisa y me fui.
Llegué a su casa y estaba cargando las maletas en el coche, puse la mía y me dio un billete.
Yo: ¿Y esto? –dije entre balbuceos.
Maggie: El billete de avión, que en coche tardaríamos una eternidad. –dijo al ver mi reacción.
Yo: No sabía eso. –dije un poco seca.
Maggie: Si bueno, ahora ya lo sabes. –dijo aún más borde que yo.
Nos metimos en el coche y nos dirigimos al aeropuerto.
Yo: ¿Y cuánto dura el vuelo? –dije curiosa.
Maggie: Unas cinco horas. –dijo sin despegar la vista de la carretera.
Yo: A bueno no es mucho. –dije aliviada.
Maggie: Sí, hay tiempo suficiente. –entonces me miró como la otra noche cuando me daba a entender que me torturaría allí en el mismísimo cielo, volando a alturas increíbles.
Solté una especie de gemido de miedo y excitación.
Maggie: No te preocupes, resultará muy placentero. –y me guiñó el ojo confirmando mis pensamientos.
Llegamos y pusimos las maletas, facturamos hicimos todo y nos metimos en el avión.
Transcurrida una hora, a la espera de que hiciéramos algo, me fui un momento a por la azafata para pedirle una botella de agua. Estábamos en una especie de avión privado, ya que había gente de categoría y el avión no era muy grande. Cuando regresé Maggie no estaba en el asiento, de modo que procedí a buscarla suponiendo que estaría en el baño, así fue, estaba en la puerta del baño cuando me dijo si quería que me invitara a algo más que agua, que si quería una copa igual que ella, le dije que no, que el otro día ya tuve bastante.
Maggie: Mejor. –dijo con su traviesa sonrisa.
Abrió la puerta y me empujó dentro del baño, ¡que estrecho era eso por el amor de dios!. Cabíamos las dos de milagro.
Yo: ¿A sí? ¿Y por qué es mejor?
Maggie: Por esto. –dicho esto se abalanzó sobre mi cuello, mientras sus labios estaban congelados debido al hielo a la copa de alcohol. Haciendo que toda yo me estremeciera más de lo normal. Por lo que veía con ella jamás me cansaría del sexo, siempre tenía algo nuevo para darme.
Así fue, porque cuando empezó a..