Clases de repaso III
Resulta imposible resistirte a alguien a quien deseas hacerle el amor salvajemente..
Cuando me desperté a la mañana siguiente sentí como si todo hubiera sido parte de mi imaginación, pero sabiendo como era Maggie sabía que había sido real. Ya que en el fondo no era la primera vez que me hacia algo así, siempre des del principio me tiraba la caña, me susurraba al oído y hacia cosas que me volvian loca, pero por cualquier cosa, por un mensaje o un pensamiento se echaba atrás y me dejaba allí con todo mi deseo y mi cuerpo ardiendo.
En los años que llevábamos haciendo repaso resultaba normal que de golpe empezáramos bien y acabáramos mal, o viceversa. Cada cambio de humor suyo eran como latigazos por todo mi cuerpo, tenía más marcas que cualquier chica que practicara sado.
Me pasé la mañana pensando, no sabía cómo volver a llamarla, necesitaba seguir preparándome los exámenes y dado lo sucedido en la última clase no concretamos siguiente cita. De modo que necesitaba olvidarme de todo, tenia que dejar mi mente en blanco y olvidarla a ella, aunque supiera que era imposible, podría conseguirlo unas cuantas horas, así que decidí llamar a Lisa, la única siempre dispuesta a cambiarme el día, aunque el suyo fuera peor que el mío.
Lisa: ¿Si? –dijo con voz ronca.
Yo: ¿Tanto bebiste ayer que no me reconoces? –dije entre risas.
Lisa: Hay perdona cariño, me acabo de despertar.
Yo: Jajaja, buenos días princesa. Aunque de princesa nada.. dudo que cenicienta se tirara todos los que te tiras tu. –con aire pícaro.
Lisa: Oh.. muy graciosa. –dijo con aire irónico.
Yo: Necesito que quedemos, me es urgente.
Lisa: ¿En tu casa o en la mía? –dijo automáticamente. Ella siempre estaba dispuesta a animarme.
Yo: Voy para allá. –dije seria.
Llegué a su casa, abrí sin llamar como siempre y esta vez no estaba esperándome así que tuve que buscarla. De golpe empezó a venirme un olor delicioso y supe que estaría cocinando, ya que era una de las cosas que mas le gustaba hacer en su tiempo libre, me dirigí a la cocina rápidamente.
Lisa: Holaaa cielo. –dijo con una sonrisa y mucha ternura. Sabía que si quería animarme lo último que tenía que hacer era preguntarme que pasaba, se esperaba a que estuviera en condiciones y yo misma se lo explicara, ella solo me distraía hasta que decidiera contarle lo que me pasaba. Resultaba genial, ya que la gente te agobia cuando estás mal, y te hacen poner peor, pero ella en cambio me daba mi espacio hasta que me soltara y lo dijera a gusto.
Yo: Mmm.. que bien huele. ¿Qué estás haciendo?
Lisa: Calorías jajaja, carne rebozada y patatas fritas.
Comimos y mientras comía el delicioso plato lleno de calorías que me había hecho, empecé a contarle lo sucedido el día anterior y ella tan solo asentía y escuchaba sin limitarse a pronunciar palabra, hasta que:
Lisa: Bueno, cariño ya confirmamos lo de ayer, que la pobre chica es algo lerda y se queda estancada. Pero tengo la solución, nos vamos de marcha esta noche y te voy a conseguir un pivón que vamos, ni en pintura. –dijo animándome.
Yo: Sí, lo necesito. –parecía que se me caía la baba y todo.
Nos arreglamos toda la tarde, ella iba como una modelo, porque me había criado con ella.. que si no me la tiraba sin prejuicios. Ella llevaba una camisa de tirantes rosa palo, con unos pantalones anchos que subían hasta debajo de los pechos y se aguantaban con un cinturón, le marcaba la silueta del cuerpo de manera desquiciante, y le hacía un culo de escándalo, yo en cambio llevaba faldilla de tubo casi por debajo de los pechos hasta poco más de mi trasero y una especie de top negro con una camisa negra transparente, que se viera toda la sombra de mi cuerpo y te dejará con ganas de más.
Llegamos a la discoteca Flaix, y nada más entrar la música te pedía darlo todo en la pista, al cabo de un rato bailando, le pedí que saliéramos que me quería fumar un cigarro, lo hacia una o dos veces al mes cuando lo necesitaba, pero por desgracia nos encontramos con Maggie. El salto que dio Lisa fue de película, parecía que la fuera a matar y por eso la aguante por la muñeca cuando dijo una frase que me dejo de piedra y muriéndome de risa.
Lisa: Mira niña, ¿sabes el gilipollas que todos llevamos por dentro? ¡PUES TU LO LLEVAS POR FUERA!.
Yo: Lisa, déjala no vale la pena desperdiciar el tiempo, y una noche tan valiosa como esta.
Lisa: Tienes razón pero antes me muero por hacer una cosa.
Se acercó a Maggie, y le soltó un puñetazo, que porque tenía la pared detrás que si no se cae al suelo. Y Lisa se fue de nuevo para dentro queriendo olvidar a esa chica que tanto daño me hacía, pero loca me tenía.
Yo: Aunque sé que te lo mereces, no me gusta lo que ha hecho, lo siento, va un poco bebida. –le dije con la voz temblorosa y me dispuse a entrar de nuevo cuando ella me lo impidió cogiéndome del brazo.
Como puede ser que con la rabia que sentía hacia ella fuera capaz de estremecer todo mi cuerpo con tan solo tocarme el brazo y por encima de la chaqueta. Me llegó ese aroma suyo que resulta desquiciante para cualquiera, pero sabía que era otra de sus facetas y cuando menos lo esperara volvería a ser cruel como siempre. Por eso me mantuve firme y con un tirón hice que me soltara el brazo, porque si seguía tocandome no podría mantenerme fría.
Maggie: Lo siento, no soy capaz de afrontar esto, ya te dije que tenía un carácter muy complicado, por eso en el fondo quiero que te alejes de mí y soy dura para que te alejes, pero no siempre soy capaz, a veces mi debilidad me puede y actúo de forma incorrecta, una forma que contigo no me puedo permitir. –dijo seriosamente aunque parecía sentirse muy culpable.
Yo: Pues estas cosas me las podrías haber dicho antes, porque desde entonces no puedo dejar de pensar en la próxima vez que me vayas a tocar, ahora mi cuerpo necesita sentirte de nuevo. –mi voz se quebró un poco con esas últimas palabras.
Pensé que esa noche la debilidad suya la superaba porque se me acercó a la oreja y me susurró:
Maggie: Frases como estas hacen que pierda el control contigo y quiera hacértelo aquí mismo en el suelo delante de toda esta gente.
Yo: Pues me temo que soy más débil que tu porque cometería el error de obligarte a que me lo hicieras ahora y aquí como tú has dicho.
Maggie: Ven. –dijo muy excitada.
Yo: No, espera, ¿Dónde vamos?
Maggie: A mi casa. –dijo autoritaria.
Sabía que Lisa estaría en algún baño haciéndolo con algún chico, así que pensé en desaparecer un rato ya que ni se daría cuenta con lo bebida que iba y con tantos chicos dandole guerra.
Llegamos a su casa en cinco minutos ya que estaba casi detrás de la discoteca. No paraba de pensar que aún podía echarme atrás pero el alcohol, ella tan cerca de mi cuerpo, anulando mis sentidos.. mi cuerpo era incapaz de rechazarla por mucho que mi mente se lo ordenara. Cruzamos la puerta y me estampó contra la pared mientras pegaba un portazo.
Yo: Si no es mucho pedir preferiría darme una ducha antes, he sudado demasiado en la pista.
Maggie: A mi no me molesta, pero si te sientes más cómoda adelante.
Me llevó a la ducha y se fue dejándome sola. Aproveché ese momento para observarme en el espejo volviendo a pensar que aún podía echarme atrás, pero estaba demasiado caliente y necesitaba desfogarme, aunque tuviera que hacerlo con la manguera de la ducha.
Me recogí el pelo y me quité la ropa, encendí la ducha y me metí debajo. Entonces noté un poco de aire frio y me percaté de que ella había entrado en el baño, abrió la cortina de la ducha y se metió. No pude reaccionar, estaba desnuda, su cuerpo era.. no tenía unos grandes pechos, eran normales tirando a un poco pequeños pero eran tan redondos que se te hacia la boca agua.
Con un gesto rápido sin que se diera cuenta le miré la entrepierna, solo iba depilada por los labios vaginales, el resto no lo tenía depilado. Sin saber que hacer ni como reaccionar, antes de moverme ella puso jabón en la esponja y empezó a frotarme entera, cuando se cansó, fue directa a mis labios y los beso con ternura para empezar a descender a mi cuello, volviendo a succionar en el punto de pulso como la otra vez, haciendo que mis caderas sintieran electricidad y necesitaran moverse, bajó hasta mis pechos y empezó a lamerlos haciendo círculos, sin acabar de tocar el centro. De golpe asistió un mordisco suave en medio del pezón haciendo que mi cuerpo se sacudiera bruscamente, luego volvió a mi boca y me beso ya con un poco más de exigencia. Me separé de sus labios y le dije sin contemplaciones:
Yo: No te dejaré hacérmelo, hasta que yo no te lo haya echo antes, no cometeré el error de la última vez. –dije con dificultad ya que el agua ardiente y sus besos me habían dejado sin oxígeno.
No se impuso, aunque vi que no le hacía demasiada gracia, entonces la puse contra la pared y procedí a hacer un lento trabajo por todo su cuerpo. Descendiendo mis manos lentamente por sus costados, rozándole cada una de las costillas mientras succionaba débilmente la carne de su cuello, noté algunos espasmos en su vientre, indicándome que iba por el camino correcto.
Levantó sus manos y se agarró a la barra de la ducha ya que que sus piernas empezaban a fallarle y por suerte tenía donde agarrarse.
Arqueó su cuerpo hacia delante, como rogando que me diera prisa, y fui bajando hasta besar sus pezones, succionando suave y bruscamente a la vez, noté que se tensaba y se agarraba más fuerte a la fijación de la ducha. Tenía miedo de que no estuviera bien atornillada.. aunque me olvidé rápido de eso concentrandome de nuevo en sus sensaciones.
Entonces bajé mis manos a sus muslos y pase los pulgares por sus ingles.
Maggie: Ohh. –intentó ahogar un gemido.
Me arrodillé y lamí las gotas que caían, luego acaricié con mi lengua sus pliegues húmedos.
Maggie: ¡Sí, sí! –empezó a agitar bruscamente las caderas.
Le hice un suave mordisco e introduje mi lengua en su interior, noté como ahogaba otro grito.
Maggie: Oh, por favor… ¡No me hagas esperar tanto!
Que dulce me pareció, me encantaba tenerla al borde del orgasmo y poder controlarlo a mi antojo.
Cogí su perla entre mis labios y la presioné con mi lengua, entonces allí note como ya no podía controlarse ni disimular ningún gemido, explotó.
Maggie: ¡Sí.., sí..! –lo dijo casi sin aire en los pulmones.
Proseguí aumentando el ritmo con la lengua sin mover mis labios de su perla y soltó un gemido que parecía terrorífico de lo fuerte que era mientras de corría, empecé a bajar mi ritmo hasta retirarme de allí. Luego barrí con mi lengua la oleada de excitación que salió de su interior, después subí de nuevo hasta sus pechos y los succioné suavemente. Se volvió a estremecer bruscamente.
Maggie: No por favor, mejor no. –susurró
Yo: ¿Cómo qué no? –proseguí con más exigencia.
Volvió a agitarse con violencia, hasta que deslicé mi mano entre sus piernas y entré en ella, con un dedo frotando la pared interna con el dedo índice, hasta que introduje un segundo dedo, todo esto sin soltar ni un segundo su pezón. Ella jadeaba, gemía y suspiraba con mucha dificultad hasta que me suplicó.
Maggie: No, por favor, déjame.. –dijo entre gemidos.
Acaricié su clítoris con el pulgar exactamente donde su perla, mientras succionaba el pezón más fuerte, se abandonó nuevamente y empezó a gritar sin parar, de manera que parecía un orgasmo interminable hasta que se desplomó y retiré mis dedos de su interior. Le costó un buen rato soltarse del soporte de la ducha, había ejercido tanta fuerza allí que sus manos se habían quedado petrificadas.
Maggie: Te odio. –aún sin oxígeno en sus pulmones.
Yo: Pues mal vamos, porque esto solo es el principio. –y le guiñé un ojo.
Maggie: Dame un segundo, en cuanto me recupere será tu turno.. –dijo jadeando pero con una sonrisa que me estremeció y acojonó al instante. Sabía que me iba a torturar y dude en si irme o quedarme..