Clases de repaso II
Cuando por fin mis sueños (húmedos) se hicieron realidad..
Me estremecí al instante al sentir sus labios, el contraste de la fresa fría con los labios calientes acabó con cualquier pensamiento lógico en mi cabeza.
Era la primera vez que me besaba aunque fuera pasándome la fresa des de su boca, para mi contaba como un beso. No supe que hacer cuando su lengua empujó la fresa y la hundió dentro de mi boca mientras a su paso rozaba mis labios haciéndome querer más.
Pero entonces se apartó y me observó, yo estaba que me subía por las paredes, nunca había sentido tal sofocón, tal excitación.. entonces abrí los ojos y la vi sonriendo mientras me miraba los labios. Entonces me tragué la fresa y cuando iba a lanzarme sin más, me sonó el teléfono.
Yo: Hola Lisa. –dije con un tono algo desagradable por la interrupción.
Lisa: Hola cielo, ¿donde estás? ¿Habíamos quedado después de comer no te acuerdas?
Yo: Bff si perdón con el calor que hace y todo se me ha pasado.
Lisa: ¿Que pasa.. estas con ella no? Jajaja. –que bien me conocía.
Yo: Si la verdad es que si.
Lisa: bueno vale te perdono pero en media hora te quiero aquí.
Yo: vale, un besote cielo. –dije esto mirando a Maggie esperando cualquier reacción pero nada.. como si nada hubiera pasado.
Colgué y me dirigí hacia ella.
Yo: Lo siento mucho, me lo he pasado bien pero me tengo que ir ya. –dije desanimada por su reacción.
Maggie: Vale no pasa nada, nos vemos el próximo día. –dijo con una gran sonrisa.
Yo: Sí, ¿que es mañana no?
Maggie: Si que el siguiente lo tengo ocupado. –dirigiéndose hacia la puerta.
Yo: Siento no ayudarte a recoger, ya te compensaré. –lo dije sin segundas pero al darme cuenta de que parecía una indirecta me sonrojé.
Maggie: Vale cariño, no te preocupes.
Odiaba tanto que se dirigiera a mi con nombres cariñosos.. me desquiciaba pensando que tenía alguna oportunidad.
Entonces vino el momento que más odiaba, en el que sentía como si solo me hiciera caso por el dinero.. cosa que es lógica ya que la pagaba para darme clases. Saqué el monedero y le di el dinero, sintiéndome tan sucia y desgraciada maldiciendo que solo quedara con ella por dinero.
Y me fui sin más.
De camino a casa de Lisa.
Llegué y como siempre yo ya tenía las llaves de su casa por si algún día pasaba algo. Entré y saltó hacia mi dandome un gran abrazo. Es tan cariñosa, mi niña, es como una princesa a la que hay que proteger.
Yo: Como te echado de menos y eso que solo hace dos días que no nos vemos.
Lisa: Pues eso, que hay que ponerse al día eh pillina.. –y me guiñó el ojo.
Yo: Pues venga empieza.. ¿cuantos te has ligado ya? –digo riendo
Lisa: No no no, ese no es el tema, empieza tu que hoy ya te lo has pasado bien..
Le expliqué lo sucedido con todo detalle.
Lisa: Pero esta chica que le pasa? Es bipolar? Te besa y luego como si nada, como el que se saca un moco vamos.
Me puse a reír como una loca, Lisa tenía un carácter.. Era hermosa, una cara dulce llena de pecas debajo de los ojos, una voz tan finita que oírla chillar te hacia gracia, ojos azules muy claros y blanca de piel porcelana, pero si quería esa porcelana se convertía en exorcista bien rápido.
Yo: Déjalo da igual, ya hace demasiado que me gusta, va siendo hora de pasar página.
Lisa: Pues si te va a tratar así es mejor que la olvides, dejemos a ver que te dice el próximo día.
Seguimos hablando de otras cosas hasta que se hizo de noche, me invitó a que me quedara a dormir, acepté ya que necesitaba desconectar y si volvía a casa no lo haría.
Picoteamos cosas mientras mirábamos la tele y nos quedamos dormidas en el sofá.
Me desperté en la cama, siempre que me dormía en el sofá con ella no sé como lo hacía pero siempre me despertaba en la cama. Pensé que debería ser Hulk.
Lisa: Buenos días princesa. –con una bandeja con el desayuno.
Yo: Oh, no sabes cuánto te quiero. –mirando el zumo de naranja.
Almorzamos como si hiciera meses que no probabámos bocado.
Lisa: A qué hora tienes hoy la clase?
Yo: A las 10:30.
Lisa: Que bien, tendré tiempo de arreglarte. –se le iluminó la cara.
Me vistió con un vestido suyo rosa palo, era extraordinario, parecía de revista de modelos. Me pintó y me dejo perfecta, con poco maquillaje ya que ella era muy natural y no le gustaba exagerar, y siempre me pintaba cuatro detalles simples.
Lisa: Perfecta para salir de caza. –me guiña el ojo.
Yo: Muchas gracias, sabes que nunca podré compensarte todo lo que haces y aguantas por mi. –dije con aire risuenco.
Nos despedimos y me fui directa a su casa con el mismo proceso que el día anterior al abrirme la puerta y todo, solo que esta vez no quise café.
Maggie: De verdad no quieres tomar nada?
Yo: No gracias ya vengo servida. –dije en un tono serio.
Tenía claras dos cosas, podía morirme por ella eso estaba claro, pero no permitiría que se riera de mí en mi propia cara haciéndome ilusiones, eso ya lo había sufrido antes y sabia parar antes de llegar a ese punto.
Debió notar un cambio en mi porque estaba más dulce que nunca. Notaba como buscaba el roce de mi piel, a diferencia de las otras veces que lo hacía sin querer o eso parecía.
Mientras hacia un ejercicio ella volvió a aprovechar para observarme entera, y noté un suave roce en el codo, lo aparté rápido a modo de respuesta y ella me dijo:
Maggie: ¿Que te pasa hoy? Nunca estás tan.. –pareció meditar esa ultima palabra y acabo añadiendo un: fría.
Yo: Nada, cosas mías. –dije cortante.
Maggie: Esas cosas me interesan pero no puedo obligarte a que me las expliques. –frunció el ceño.
Yo: Por favor sigamos con el ejercicio. –apartando mi mirada hacia el cuaderno.
Cuando terminamos, me levanté le pagué antes de recoger y me fui directa a la puerta sin necesidad de que me abriera ella, diciéndole que ya abría yo misma.
Abrí y de golpe sentí una fuerza empujando la puerta en contra de la dirección que yo quería.
Maggie: No! –dijo con un hilo de voz, aunque sonó firme.
Yo: ¿Que pasa? –dije asustada.
Maggie: Por favor quédate. –con ojos de súplica.
Yo: Habérmelo dicho de otra forma que así me has acojonado. -dije sonriendo sin querer.
Ella se rió.
Maggie: Es la primera vez en el día de hoy que no te veo a la defensiva. –dijo sonriendo.
Yo: Eh.. bueno si no estoy de humor para tonterías.
Maggie: Pues sé que esto es una tontería pero necesito hablarte de una cosa.
Yo: Vale, pues empieza. –de nuevo me puse a la defensiva.
Maggie: Vente al sofá.
Me dirigí detrás de ella cometiendo de nuevo el error de observarla entera y morirme de deseo, anulando cualquier pensamiento razonal que me había creado antes de ir allí. Llevaba una camiseta de tirantes blanca, de estas que por mucho que quieras se suben solas, de modo que le veía un poco el ombligo. Y unos pantalones de verano ceñidos que se hacían mas grandes a medida que bajaban pero no eran los típicos de campana. Le hacían un culo descomunal, en el que te perdías y te pasabas rato buscándote. Se sentó y me miro con esos ojos.. grandes y redondos de un color gris oscuro, que te hacían estremecerte entera.
Maggie: Sé que soy muy rara contigo, a veces soy muy cariñosa, otras procuro no hablarte, pero des de que eras pequeña me llamaste mucho la atención, en esa época jamás me miraste a los ojos, y nos veíamos casi cada día pero nunca te atreviste a mirarme. Empezó a frustrarme el no verte nunca los ojos y cada vez sentía miedo cuando estaba cerca de ti, por miedo a que te molestara y te incomodase, de modo que aprendí a convivir con ello. Pasaron unos dos o tres años cuando un día me dijeron que tenía que darte repaso, en ese momento algo me invadió sin saber cómo sería capaz de darte las clases sin verte la cara, pero para mi sorpresa llegaste con una sonrisa que por primera vez vi que iba dirigida hacia mi, y cuando tuve el valor de mirarte a los ojos vi que me estabas mirando.. y mi corazón se estremeció, toda yo lo hice, en ese instante preferí que nunca me hubieras mirado. –y se quedó en silencio.
Estaba de piedra, pensando en cómo me examinaba, des de pequeña fui exageradamente vergonzosa y nunca miraba a nadie que no fuera de mi familia o muy cercano a ella.
Yo: Lo siento, jamás pensé que te podría haber herido, pero fue complicada mi infancia.
Maggie: No. –dijo interrumpiéndome. Solo sé que des de ese día ya hace casi tres años quise hacer algo, algo que nunca pensé ni aun sé si seré capaz de hacer.
Yo: ¿El que? –en medio de esas dos palabras puso su dedo índice en mi boca a modo de silencio.
Se fue acercando a mí de un modo exageradamente incomodo, esa lentitud me carcomía por dentro, estaba inmóvil sin saber qué hacer ni cómo reaccionar. Solo respire hondo, intentando concentrarme en mis pulsaciones, que necesitaban con urgencia ser ralentizadas. Cerré los ojos para calmarme pero fue peor. Note esa suavidad que había notado el día anterior, solo que esta vez era completamente cálido, mi labio inferior tembló sin yo quererlo, ella debió sentirlo porque se apartó, lo acaricio y volvió a besarlo y succionarlo muy dulcemente. El temblor volvió a apoderarse de mi de una manera en la que me sentí destemplada, tenía hasta frío, aunque me moría de calor por el deseo. Y de golpe me dijo:
Maggie: Tranquila, no pasará nada que tu no quieras. –susurrando de un modo muy sensual el cual hizo volverme loca y perder todos mis sentidos.
Me abalancé sobre ella, dejando que mis instintos más primitivos se apoderaran de mis actos y la poseyeran allí mismo. Le di uno de mis mejores besos, tan lentos que te ponían de los nervios y te hacían llegar hasta extremos muy placenteros. Quería saborear con lentitud todo lo que le pertenecía y le había dado el mundo. Noté como su excitación aumentaba, ya que cada vez soportaba menos los besos, con la necesidad parar para poder respirar con más frecuencia. Fue directa a mis pechos, pero se detuvo antes de llegar.
Maggie: No sé si seré capaz. –en un tono de voz que casi no entendí debido a su grado de excitación.
Yo: ¿Por qué? –dije con voz ronca por culpa de mi ansiedad de querer devorarla a besos.
Maggie: ¿Y si no te gusta? Y si lo hago mal? Y…
Se quedó en silencio cuando rápidamente cogí su mano y la puse sobre mi pecho.
Yo: ¿Ves cómo has podido? –dije susurrándole al oído.
En ese momento me robó mi ser primitivo y se convirtió ella en un ser de las cavernas, porque empezó a devorarme con más ansia que yo nunca había sentido.
Me empujo a modo que quedara completamente tumbada en el sofá, que era muy ancho y cabían dos personas tumbadas perfectamente.
Se deslizo entre mis piernas para ponerse a mi altura y me besó fugazmente de nuevo.
Cuando se cansó de mis labios, siguió la línea de mi mandíbula desde mi barbilla hasta el lóbulo de mi oreja y lo beso. Segundos después fue hacia mi cuello y empezó a succionarlo donde se encontraba el punto de pulso, y succionaba al ritmo de cada uno de mis latidos, haciendo que se aceleraran de manera incontrolable. Sentí la flojera de nuevo y mis manos empezaron a temblar otra vez, mi cuerpo empezaba a traicionarme y abandonarme.
Ella parecía disfrutar devorándome, pero volvió a sentirse insatisfecha y fue a por más, de modo que me dio la vuelta de manera que quedé de espaldas a ella y me bajo la cremallera hasta abrir el vestido en dos. Noté que se paralizaba y me asuste un poco, quizá iba un poco exagerada, con mi tanga de lencería blanco y transparente en algunas zonas exactas. Me besó el cuello de nuevo pero por la parte de atrás dirigiéndose hacia la nuca, y allí prosiguió besándome toda la columna, poniéndome la piel de gallina.
Me di la vuelta ya que no soportaba más no sentirla toda aplastando mi cuerpo y entonces se levantó y me dirigió a la cama, yo no podía más y en un arrebato de furia fogosa la estampé contra la pared y presioné lo más que pude mi cuerpo contra el de ella, noté como jadeaba en busca de libertad pero no estaba dispuesta a ceder. Con el vestido puesto por la parte de adelante y detrás descubierto me lo quité del todo y lo lancé al suelo, iba en ropa interior y al aflojar mi cuerpo para lanzarlo al suelo ella aprovechó y me dio la vuelta quedando yo en la pared, y allí dijo una cosa que con eso casi tengo el orgasmo:
Maggie: No has querido ir a la cama, así que te aguantarás y te lo haré aquí mismo contra la pared. –me presionó con sus caderas en la ingle y empecé a tambalearme, dudaba que mis piernas fueran capaces de soportarme.
Por fin me quito el sujetador que iba a conjunto con la parte de abajo y mientras me observaba de una manera intimidante empezó a bajar con dos dedos hasta mis pechos, y los acarició de manera tan suave que enviaba temblores a mi zona intima, todo muy suave, cosa que hacía que deseara más, bajo rápidamente y sustituyó sus dedos por si boca, que rápidamente lo succionó de manera algo más violenta. Enviando espasmos más fuertes por todo mi cuerpo. En ese momento la cogí por la cintura atrayéndola más hacia mí, en busca de mi liberación, quería llegar al orgasmo ya y si tenía que hacerlo frotándome contra su cuerpo lo haría. Pero se apartó y dijo:
Maggie: Ni lo sueñes.. –con un risa demasiado traviesa que me dio a entender que me torturaría.
Yo: No se cuanto más podré aguantar. –lo dije de manera que parecía que estuviera teniendo un orgasmo.
Maggie: Seguro que más de lo que crees. –me guiñó el ojo.
Retomó sus tareas con mi cuerpo, volvió a mi cuello y sus manos se deslizaron hasta mi zona íntima. Se metió por dentro del tanga muy lentamente y empezó a frotar des de mis labios hasta el clítoris de forma suave pero intensa y sin acabar de tocar el punto que me haría terminar rápido. Cuando ya hubo transcurrido un rato y yo ya estaba más lubricada que nunca, intensificó uno de sus dedos hasta sumergirlo dentro de mí, me estremecí al instante sin ser capaz de producir ningún sonido, volví a temblar y ella introdujo un segundo dedo, entonces empezó a moverlos lentamente y presionando por dentro de mí, cuando sentí que ya llegaba, que me abandonaba por fin, retiro sus dedos de mí y me bajo el tanga que más empapado no podía estar. Me besó nuevamente y me levanto una pierna con la mano, se agacho y la puso sobre su hombro y se abalanzó sobre mi sexo, tan suave que tenía debido a la depilación láser, lo degustó a mas no poder, haciendo círculos, entrando y saliendo de mí, siempre evitando tocar el punto exacto. Al fin mi cuerpo fue capaz de emitir un sonido, muy fino pero perceptible, se mezclaba con mi respiración agitada, entonces agarré el pelo de ella y presioné con más fuerza para que le quedara claro que no podía aguantar ni un segundo más.
Yo: Como no me liberes ya.. lo haré yo misma. – dije jadeando con un hilo de voz apenas audible.
Entonces lo hizo, presiono en mi perla en ese punto justo que me hizo estallar y soltar todo el ruido que había acumulado, gemí abandonando mi cuerpo, y sacudiendo mis caderas, entonces paso lo que me temí des del principio, mis piernas me fallaron y por suerte de tenerla a ella debajo me aguanto con fuerza sin dejar de succionarme hasta que mi orgasmo empezó a disminuir convirtiéndose en jadeos pausados por el agotamiento.
Ella se levantó, y cuando fui a tocarla y besarla se apartó. No entendí nada, quería hacerle el amor, puede que hubiera saciado mi excitación, pero no sació mi deseo de hacerla mía.
Maggie: Por favor vete, es lo mejor.
Yo: No quiero, déjame hacerte el amor.
Maggie: No, eso no es correcto. –me señaló la ropa para que me vistiera.
Me vestí y ella abrió la puerta y salí sin apenas mirarla a la cara y diciendo un simple adiós.
No entendía nada, otra vez se había vuelto a cerrar y me había hecho daño cuando creí que no me lo volvería a hacer. Salí disgustada por el portal y sin saber cómo sería capaz de volver a verla la próxima clase.