Clara Desatada II

Aquella noche cambió su vida, estaba hecha un mar de dudas, un encuentro casual iba a solucionar alguna...

Segunda parte de mi relatos Clara-mente desatada, que podéis leer aquí: http://www.todorelatos.com/relato/106130/ . En principio no iba a ser una serie, pero las circunstancias y la imposibilidad de dejar sin cerrar la historia, me han llevado a terminarla...espero que os guste, tenéis el relato y el mail para enviar opiniones y o propuestas de continuación. Espero que os guste. Un saludo.

Habían pasado dos meses desde aquel día, Clara seguía siendo un mar de dudas, llevaba sin ver a su ahora ex-novio desde entonces, y a su amiga Blanca, la había evitado todo lo posible, no le contestaba a sus mensajes pidiéndole perdón y suplicándole una cita para hablar, le dijo en su momento que necesitaba tiempo para asimilar lo que sucedió y todavía no lo había hecho.

Seguía con la cabeza hecha un lio, hace dos meses era una chica normal, a la que le gustaba mucho el sexo, sí, pero el sexo convencional, con algún jueguecito, pero nada del otro mundo, y ahora....ahora ya no sabía si era lesbiana, bisexual, sumisa, dominante o si simplemente una chica que había descubierto un nuevo mundo de perversiones y posibilidades diferentes para hacer en la cama.

Evitó todo tipo de contacto sexual desde entonces, es más, casi que había abandonado todo tipo de contacto social, no se sentía preparada para meterse en la cama con nadie, aunque empezaba a surgir en su mente la idea de que la única manera de salir del lio en el que se encontraba metida, era comprobar positivamente que le gustaba y que no. Esos dos meses se le habían hecho muy largos, sin sexo, si, pero mientras estaba sola, el recuerdo de aquella noche la ponía tan caliente, que había tenido que masturbarse para saciar su sed de placer, eso sí, siempre mientras observaba algún vídeo porno para intentar, dentro de lo que cabe, eliminar las imágenes de lo que sucedió aquel día de su cabeza.

Aprovechando que trabajaba en una zona de turística y que a principios de octubre, aquello siempre estaba vacío, se había pedido un par de semanas libres y se había largado a la casa que tienes en la playa sus padres, ahí estaba ella ahora, ensimismada en sus pensamientos, paseando por el paseo de madera, oyendo las olas chocar mientras la brisa (ya fría para estas fechas), le rozaba la cara, cuando de repente un sonido la sacó de su mundo.

Chiiist, Clara, que coño haces aquí! - Escuchó que le decían desde unos cien metros. Sus ojos no atinaban a discernir de quien se trataba, pero conforme se fue acercando, distinguió la figura de Diego, un ex-compañero de trabajo, al que hacía como 3 años que no veía.

Cuanto tiempo Diego, que sorpresa verte por aquí, como te va la vida. - Respondió.

Bien, aprovechando un par de días de vacaciones me he venido aquí, la playa cuando más me gusta es ahora, cuando no hay millones de guiris, poniéndose como gambas y puedes pasear sin problemas. Oye, tenía pensado irme a mi casa pero, ¿te apetecen unos quinticos?, hace tanto tiempo que no nos vemos, que se merece mínimo un cubo de cervezas no?. Ese argumento le convenció, no era lo que más deseaba, pero unas cervezas no le sentarían mal, y además, seguro que le hacían olvidar sus movidas por un tiempo.

Empezaron a pasar las horas y las cervezas, Diego siempre le había caído bien, era un año mayor que ella, y cuando coincidieron trabajando, eran dos críos que acababan de salir al mundo real, ella trabajaba 8 horas diarias y él sólo los fines de semana como apoyo, pero cuando estaban juntos en el curro, siempre se hartaban a reír.

Se contaron su vida poniéndose al día, él estaba en ese momento soltero, acababa de cortar una relación. Siempre había ido detrás de ella, pero ahora parecía más calmado, aceptó bien cuando, hace tiempo, ella le dijo que no, y aunque le había tirado después los trastos a Blanca (que, ahora ella sabía porqué, también se negó), siempre llevaba alguna mujer en mente. Después de ponerse al día, vino el momento de recordar las anécdotas de cuando trabajaban juntos, algo que sucedía siempre que se juntaba con alguien de aquel trabajo, pero lo había pasado tan bien en esa época de su vida, que nunca se cansaba de recordar.

Justo cuando parecía que se acababan las anécdotas, Diego le sorprendió con una que no sabía, un día, cuando él se disponía a cerrar sólo como todos los fines de semana, acabó follándose a una clienta en el mostrador antes de salir. Clara no se lo podía creer, ella siempre había tenido la fantasía de hacerlo, pero le pudo el pudor a ser pillada.

Oye Diego, tienes que decirme quién era, sí o sí, no me puedes dejar así. - Le dijo.

Seguro que la conoces, estaría feo si te lo digo. Pero bueno, como sé que sabes guardar un secreto te lo diré, fue con Luz. - Dijo Diego.

No me lo puedo creer, si luz estaba...

Estaba casada y muy buena, y por lo que parecía, bastante abandonada en su casa... – Le cortó él antes de que ella terminara la frase.

Luz era una chica de unos veintilargos, y sí, Diego tenía razón, objetivamente estaba muy buena. Clara le pidió todos los detalles y él, aunque haciéndose el remolón, se lo contó todo. Como ella había llegado pidiendo recomendación para algo que iba a comprar, como él bajó la persiana sin mala intención para que no entrara nadie más y poder cerrar a su hora y como ella, en cuanto pudo, se lanzó a por él, lo acorraló contra la pared, bajo sus pantalones y se arrodillo a chupársela, como él, después, la desnudó, la puso de espaldas contra el mostrador y se la folló salvajemente, incluyó todo tipo de detalles, llegando incluso a asegurarle que cuando iba a correrse y la fue a sacar, ella no se lo permitió y poco menos que le obligó a que se corriera dentro de su coño.

Y además, repetimos varias veces, eso sí, en mi casa. Estuvimos así durante cinco meses hasta un mes después de que se divorciara. Ella quería venirse a vivir conmigo, pero ni loco, era mucho mayor que yo y quería amor, matrimonio y todas esas cosas, imaginate...yo no llegaba a los 20. Luego me enteré que se quedó embarazada, pero por las fechas...no sabia si era mío o del cornudo, y seguro que él lo iba a educar mejor que yo. - Dijo Diego soltando una carcajada.

Clara no lo podía creer, estaba flipando, flipando y ….cachonda. La historia de Diego y sobretodo los detalles, la habían dejado muy caliente, podía notar la humedad en sus bragas y eso, era muy peligroso...

Decidió que la mejor manera de evitar acabar como no quería, era terminar la conversación, le dijo a Diego que se iba a su casa a cenar y acostarse, pero después de mucho insistir él, acabó accediendo a cenar unas pizzas juntos en su casa, total, iban los dos a cenar solos y, en el caso de que hubiera ido sola, hubiera acabado viendo algún programa cerdo de la prensa del corazón, así que no le vendría mal algo de compañía.

Te aseguro, que cuando acabemos de cenar, si quieres que me pire, me largo a mi casa y te dejo tranquila ok? - Le confirmó Diego.

La cena anduvo tranquila, pizzas y poco más, eso sí, Clara no lo pudo evitar, y siguió preguntándole por su affaire con Luz.

Si llego a saber que te ponía tan cachonda, te lo hubiera contado antes, Clarita. - Dijo Diego poniendo cara de pillo.

No es que me excite Diego, es que...tengo que confesarte una cosa...siempre tuve esa fantasía, pero nunca me atreví. - Respondió Clara.

Siempre has sido demasiado cortada reina, si hubieras sacado el valor, te garantizo que hubieras disfrutado mucho, es muy morbosa la situación. - Diego se levantó, se acerco a ella y le susurro al oído, “Además, no intentes engañarme fingiendo que no te has puesto cachonda, llevas desde que estamos hablando de este tema cruzando las piernas hacia un lado y hacia otro disimulando lo burra que te estás poniendo. Es más, estoy seguro de que si meto la manó ahí, tu cuerpo me lo confirma.”

Joder, me ha pillado, ahora que hago. ¿Quién coño me mandaba a mi preguntar?, Voy a tener que calmarme y diplomáticamente decirle que se vaya. - Pensó.

Justo cuando iba a abrir la boca para invitarle a irse, Diego acercó la suya todavía más a su oído y dulcemente le susurro: “Clara, llevo años deseando ésto, no va a ser tan morboso como tu fantasía, pero te aseguro que vas a disfrutar mucho, voy a sacar la perra que llevas dentro”, acto seguido comenzó a besarle suavemente el cuello.

En otro momento, esa afirmación hubiera bastado para cruzarle la cara, pero algo había cambiado en Clara desde hace un tiempo, y además estaba taaan cachonda, que no iba a poder resistirse, se noto desfallecer y al notar la lengua de aquel chico en su cuello, perdió toda resistencia. Se lanzó sobre su boca y comenzó a besarle apasionadamente.

Rápidamente Diego tomó la iniciativa, puso de pie a Clara y sujetándola del culo, la cargó en peso para tirarla encima del sofá. Le quitó la camiseta que llevaba y poco menos que le arrancó el sujetador. Clara arqueó la espalda para notar más todavía la boca del chico entre sus pechos y sujetó la cabeza del chico para que no se separara de ellos.

Poco a poco, pasando por su abdomen y rodeando su ombligo, Diego estaba llegando a la entrepierna de la ninfa rubita a la que tanto tiempo había deseado. De un movimiento fulminante bajo los shorts y el tanga que su pareja llevaba puesto y se obnubiló mirando el coñito afeitado que tenía. Se lanzó rápidamente a besarlo, no podía esperar más.

Clara lanzó un gemido casi convertido en grito, la lengua de ese chico se movía taannn bien, le recordaba a la de Blanca....mierda, ahora no, no podía distraerse con ella, no ahora. “Diego tiene rabo, Diego tiene rabo”, dijo para intentar no pensar en su amiga. En el momento en el que la lengua del chico más placer le estaba dando, cuando de manera ansiosa estaba martilleando su botoncito, él la giró, y la puso a cuatro patas sobre el sofá.

“Joder, vaya un tio prisas, podía haberse esperado un poco a que terminara en su boca y luego seguir, no está bien que me corte el rollo de esta manera”, pensó, pero se equivocaba. Notó como el chico con sus dos manos separaba sus nalgas y de repente, su lengua empezó a follarla rápidamente. “Joder con el niño, es una caja de sorpresas”, y justo cuando terminaba ese pensamiento, algo turbó su mente, notó algo que la estaba poniendo muy caliente. Al estar follando con su lengua su coño, podía notar la nariz del chico y su respiración sospechosamente cerca de su ano. Contrariamente a lo que ella había pensado, no le disgustaba la situación. notarlo tan entregado como para estar rozando con su nariz algo tan desagradable como un ano sin protestar, la estaba poniendo a mil.

De repente, Diego sacó su lengua del coño de Clara, y antes de dejarla protestar, introdujo dos dedos rápidamente en su, por aquel entonces, chorreante agujero. Los metía y sacaba tan rápido que ella tenía miedo de que en uno de esos envites, le hiciera daño, pero entonces notó algo que la terminó de descolocar y a su vez de poner fuera de sí. La lengua de aquel chico comenzó a dar vueltas y rodear su ano, y esa sensación no sólo no la molestaba, sino que el cosquilleo que le estaba provocando, iba a acelerar su orgasmo. Perdió la consciencia de sus actos, y llevando sus manos a su clítoris, lo masajeó todo lo rápido que pudo, para mientras sus dedos la profanaban y su lengua, madre mía su lengua lo que la estaba excitado, pegar un grito ahogado con el cojín y golpeando con su otra mano varias veces el brazo del sofá, anunciar su orgasmo inminente orgasmo, quedando rendida intentando recuperar la respiración.

Diego aprovechó el estado de la chica de sus sueños, para llevarla en brazos a la cama. “Allí estaremos más cómodos, no se cuando podré volver a repetir, es mejor que estemos en las mejores condiciones”, pensó.

La dejó suavemente en la cama y comenzó a desvestirse, cuando hubo terminado, Clara que volvía poco a poco a la consciencia, se deleitó con el espectáculo que tenía delante. No era un chico demasiado fuerte, más bien normal, ni siquiera era el típico hombre alto que ella siempre tenía en sus fantasías, pero la gran sorpresa la tenía entre las piernas, el aparato de Diego era mucho más grande que el de su exnovio, de entre 18 – 20 cm y para más inri, más grueso. Además, hubo un detalle que le gustó, no estaba afeitado (no le gusta eso en los hombres, la hace creer que esta follando con un niño), pero si que tenía todo su pubis recortado, lo cual, además de hacer que diera la impresión de que era más grande, a Clara siempre le había gustado, le daba mucho morbo y era más higiénico. Ella no sabía que pretendía hacer él ahora, pero sabía lo que deseaba ella y no lo iba a retrasar más.

Se levantó rápidamente y sentó a Diego en la cama, encendió la luz y se puso de rodillas delante de él. Sujetó desde la base el pene de aquel chico, y poco a poco, mirándole a la cara para que disfrutara de sus encantadores ojos azules, fue introduciéndosela en la boca. Le iba a costar, pero pensó que, los métodos para hacer una garganta profunda que había leído en internet, y que no le habían hecho falta cuando se la hizo a su novio, iban por fin a tener utilidad. Poco a poco fue metiéndola en su boca, hasta que quitó su mano y con el último movimiento hacia abajo, justo cuando empezaban a darle arcadas, noto como sus labios tocaban el pubis de aquel chico. Le volvió a mirar a los ojos, y vió como él, mordiéndose los labios, no perdía ojo de aquel espectáculo.

Diego estaba en la gloria, Clara empezó a moverse cada vez más rápido y lo estaba haciendo de cine, se metía su capullo en la boca, lo masturbaba mientras escupía encima para lubricar su mano, volvía a hacerlo con una velocidad endiablada, paraba en seco, para después de pasar la puntita de su lengua por todo su polla, succionar su capullo y volver a toda velocidad a lo anterior. No tardaría en correrse, pero no le preocupaba, sabía que podía con eso y con más. Clara comenzó a masturbarle mientras le comía las pelotas, Dios que buena era, ¡y todo esto mirándole a los ojos con cara de pervertida!, no podía más, iba a correrse, así que, sin pensarlo dos veces, y corriendo el riesgo de que no le gustara, subió la cabeza de Clara y volvió a meter su pene en la boca de esa chica para, sujetándola del pelo evitando que se escapara, correrse en su boca.

Clara oyó a su chico gritar y notó los chorros de semen golpear su paladar y garganta, no era lo que más la excitaba, pero bueno, iba al baño un momento mientras él se recuperaba y se podía lavar. Se levantó y en ese momento notó con él la cogía del brazo.

¿Dónde crees que vas? - Dijo Diego mientras la ponía mirando hacía él.

A donde voy a ir, a lavarme. -Pensó Clara con la boca llena. En ese momento, miró hacia la entrepierna del chico y vio que seguía erecto. Notó como sus manos se acercaban a su culo y de un movimiento certero, la sentó encima de él en la cama, quedando sus caras enfrentadas.

“Me da igual lo que tengas en la boca, mira como estoy, no puedo esperar para penetrarte” y empujando con su pubis hacía arriba y con sus manos en el culo de Clara hacía abajo, hundió su soberana polla en el coño de Clara. Ella necesitaba gritar, nunca nada tan grande había estado tan dentro de ella. No sabía que hacer, si escupirlo, tragarlo, pero al volver a notar ese sable partirla en dos, su cuerpo tomó las riendas, tragó lo que tenía en la boca y rodeando con sus brazos el cuello de él, lo abrazó con fuerza para soltar un grito desde lo más profundo de sus entrañas.

“Diossssssssss”

Diego comenzó a dominar con sus manos la situación. Movía el culo de Clara hacia adelante y atrás al ritmo que el proponía. Ella se inclinó un poco hacía atrás para hacer la penetración más profunda y él aprovechó el momento para besar esas tetas que tanto le encantaban. Ella aprovechó ese momento para, empujando el cuerpo del chico hacia la cama, ponerse en cuclillas encima y comenzar ella a poner el ritmo. Le encantaba estar encima, pero esa posición le gustaba particularmente, notaba mucho más y más profunda la penetración y además, el ruido de los dos cuerpos al chocar cuando bajaba, la ponía a mil. Apoyó las manos en el pecho de Diego y comenzó el sube-baja, al principio lento y poco a poco con más velocidad.

“Madre mía que placer, con razón Luz repitió después de aquel día en el trabajo”. - Pensó.

El comenzó a tocar sus pechos, le pellizcaba ligeramente los pezones y apretaba fuerte sus perfectas tetas, eso puso a Clara a mil, aumentó el ritmo al máximo, el ruido de sus cuerpos al chocar la puso cada vez más cachonda, y el notar esa polla tan grande atravesándola la iba a matar. No podía más, definitivamente iba a correrse.

¡Si, si, así, que grande, joder joder joder me corróooooo!.- Grito Clara mientras, arañando el pecho del chico, se dejaba caer, otra vez más derrotada encima de aquella bestia que la estaba matando.

“Diego 2, Clara 1” Dijo él con una sonrisa en la boca mientras ella intentaba recuperar la respiración. Sin darle tiempo a ello, la levanto en peso y la puso a cuatro patas en la cama.

“Joder Diego, déjame que respire un poco”, le recriminó Clara.

“Shhhh, vas a tener toda la vida para respirar cariño”, respondió él.

Acto seguido volvió a atravesarla, esta vez sin piedad, con un ritmo endiablado desde el principio. Clara iba encadenando orgasmo tras otro, no podía creer lo que le estaba pasando, pero todavía le esperaba alguna sorpresa más.

Mientras él casi la empotraba contra la pared de la violencia con la que la estaba follando, notó como un dedo intentaba introducirse en su ano. “Por favor, por ahí no, nunca lo he hecho y me va a doler”, suplicó Clara.

“Shhh,no te preocupes, te trataré con cuidado. Además, después de todo lo que has disfrutado, lo mínimo que merezco es que me dejes intentarlo. Por cierto, viendo como te has puesto cuando mi lengua rozó aquí, te va a encantar, te dije que iba a sacar la perra que llevas dentro y lo voy a hacer, vas a acabar pidiéndome más”. - Dijo Diego mientras terminaba de introducir su dedo.

“En el fondo tiene razón, con todo lo que he disfrutado, que mínimo que dejarle intentarlo, como lo haga todo así de bien, seguro que me encanta.” Pensó mientras se acostumbraba al dedo que la sodomizaba.

Después de un tiempo follándosela con el dedo dentro, Diego introdujo otro y cuando vio que ya estaba suficientemente excitada y dilatada, se dispuso a ensartarla.

“¿No tendrás un consolador por aquí verdad ?“, le preguntó. Esa pregunta dejó un poco descolocada a Clara, pero imaginaba que antes de reventarla con aquel pollón, no le vendría mal acostumbrarse con algo un poco más pequeño, así que le indicó dónde guardaba uno que siempre tenía escondido para las emergencias. Él lo cogió introdujo un poco en su culo y vio como la cara de Clara se iba habituando a tenerlo dentro.

“Ha llegado mi momento, cuando te duela avísame, paro un poco y así, poco a poco voy metiéndola OK?”, Clara estaba tan entregada que no podía ni hablar, levantó el pulgar a modo de afirmación, y él poco a poco fue introduciendo aquel pedazo de carne en el ano de Clara. Le dolía pero podía aguantar, despacio fue llegando hasta que noto los cojones de su chico rozar sus labios, ya estaba toda dentro.

Diego se quedó sin moverse un poco y llevo la mano de Clara a su clítoris. A ella no le pareció mala idea, cuanto más excitada estuviera, menos le dolería pensó. Empezó poco a poco a moverse dentro de ella, al principio dolía pero poco a poco pasaba, era placentero, no tanto como el sexo vaginal, pero no estaba mal.

De repente notó algo extraño una de las veces que él se echaba hacia atrás. “Joder, el consolador también no”, Diego había aprovechado para meterle en su coño el consolador mientras la sodomizaba, y su mano estimulaba el clítoris. Sólo lo había visto en el porno, pero sentirse llena en todos sus orificios le estaba encantando.

Notó como aumentaba el ritmo de sus embestidas, como pudo, Clara echó la cabeza atrás y dijo: “Joder, que bueno eres, lo que me he estado perdiendo”. Eso envalentonó a Diego, que notando que no lo quedaba mucho para correrse, quería hacerlo a lo grande.

“¡Ostias, me encanta, me vas a partir. Córrete dentro, quiero que me llenes mi esfínter. Eres un puto semental y soy tu perra. Córrete, vamos síiiiiiiii!. Gritó Clara notando como Diego eyaculaba dentro de ella. No se creía lo que hacía ni lo que decía, pero este chico la había hecho disfrutar tanto que había perdido el control.

“Te había prometido que iba a sacar la perra que llevas dentro, y como ves, he cumplido. Cuando quieras repetimos, pero esta vez me vas a tener que buscar tú, ya me cansé de ir detrás de ti hace tiempo”. Dijo Diego mientras se vestía y lentamente se iba hacía la puerta.

Ahí estaba Clara, acostada, todavía con el consolador dentro, notando como el semen se iba saliendo deslizando hacía abajo y con una sonrisa en la boca. “Joder, al menos una cosa me ha quedado clara...lesbiana no soy”, pensó.