Clara

Una mujer inaccesible despierta mi interés.

Cuando conocí a Clara, ella estaba saliendo con otra chica. No es que me sorprendiera pues soy de mente abierta, pero era la primera vez que entablaba amistad personal con una lesbiana, al menos que yo supiese.

Clara y su pareja, Beatriz, no se escondían en su relación y eso me resultaba muy excitante. Verlas besarse e incluso meterse mano a medio metro mío me ponía a cien. Además Clara era muy hermosa y tenía una bonita figura que le gustaba mostrar. Pero lo peor de todo para mi testosterona era la forma que tenía de mirarte, sugerente y provocadora, con una sonrisa limpia que me desarmaba completamente. Hubiera sido la chica ideal de no ser lesbiana.

Un día, hablando con ella me enteré de que antes de Bea había tenido relación con otros chicos, pero que se había dado cuenta de que con Bea le resultaba todo más fácil, más sincero y menos complicado, y que incluso en la cama disfrutaba más que con sus antiguos novios. Mientras me lo contaba yo me las imaginaba a ambas en la cama, desnudas, acariciándose y comiéndose el sexo mientras yo las miraba completamente excitado. Se me debió poner cara de tonto porque enseguida se dio cuenta de mis pensamientos.

  • ¡Eh! salidorro, vuelve a la realidad…

No supe bien como reaccionar, pero tampoco tenía mucho sentido tratar de contar excusas estúpidas, así que reconocí mi pecado que por otra parte es muy común entre los hombres.

  • Perdona Clara, pero es que no puedo evitar imaginaros juntas y…

Ella rompió a reír a carcajadas.

  • ¡Ja, ja, ja!... si, ya me imagino

Para no complicar más la situación, le di un giro a la charla y la llevé a temas más intrascendentes. En esa ocasión eso fue todo.

No podía dejar de pensar en Clara, no tanto en su relación sexual con Bea como en ella misma, en su rostro, en su mirada, en su sonrisa… Comprendí entonces que me estaba enamorando de ella.

Desde ese momento, mi principal obsesión era coincidir con Clara. Buscaba la ocasión con cualquier excusa, la mayoría bastante peregrinas, pero eso me daba igual siempre que pudiese estar cerca de ella. Mi comportamiento era tan evidente que todos se dieron cuenta de lo que buscaba, también Clara. No me daba cuenta, pero estaba empezando a molestarla entrometiéndome en su relación con Bea, hasta que un día me paró los pies. Me dijo bien a las claras que su relación era de pareja y no de trío, y que yo estaba de más.

Fue duro para mí tomar consciencia de la realidad y que debía poner fin a mis fantasías. Muy duro, pero era lo que había.

No sé cuanto tiempo pasó, una eternidad para mí, hasta que volví a coincidir con Clara. Esta vez de forma totalmente fortuita. Me sentí bastante violento y no sabía como iba a reaccionar ella. Le salude de forma distante pero Clara me soltó un par de besos de forma bastante efusiva. ¿Me habría perdonado? Instintivamente busqué la compañía de Bea pero no la vi, no estaba junto a ella. Me extrañó porque era la primera vez desde que la conocí que estaba sola. No pude contener mi curiosidad y le pregunté.

  • ¿Y Bea?

  • Esta fuera. Por motivos personales ha tenido que irse a Berlín durante una temporada.

  • Vaya, lo siento… porque… seguís juntas ¿no?

  • Si, solo es un paréntesis de un par de meses, que se le va a hacer.

Un par de meses sola –pensé- quizá tenga tiempo suficiente para volver a acercarme a ella sin molestar.

Lo cierto es que su actitud hacia mi era diferente, ya no me rechazaba y parecía sentirse cómoda con mi compañía, y en su cara volvía a dibujarse esa mirada sensual y provocadora que me había cautivado. No sabía si estaba jugando conmigo o verdaderamente me estaba abriendo una puerta. El caso es que no se apartaba de mi lado y se mostraba receptiva a todo lo que le decía.

En un momento de la noche nos quedamos solos, cuando nos dimos cuenta todos los demás habían desaparecido. Entonces fue cuando Clara me preguntó

  • ¿Aun te gusto?

Una pregunta tan directa me dejó descolocado, pero a pesar de eso le respondí

  • ¿Y eso que mas da? tu tienes pareja…

  • Bueno, si, pero nuestra relación es muy abierta… y hace mucho que no estoy con un hombre.

Si algo tenía Clara es que era muy clara, valga la redundancia. Le miré a los ojos y sentí nuevamente esa seducción en su mirada. Entonces la besé. Una sensación de felicidad inundó mi cuerpo que inmediatamente se dejó llevar por la pasión y la excitación. Clara recondujo la situación con serenidad susurrándome al oído.

  • No seas ansioso. Vamos a mi casa y allí podrás hacer todo lo que tú quieras. Estoy cansada de pollas de plástico y tengo ganas de sentir una de verdad entre mis piernas.

Menuda lesbiana –pensé- si quiere polla yo le voy a dar la mejor que pueda encontrar.

Cuando llegamos a su casa intenté refrenar mi ansiedad y dejar que ella llevase las riendas de la situación. Nos besamos nuevamente y traté de encontrar en su boca el sabor del sexo de Bea. Eso me excitaba aun más. Acaricié sus pechos por encima de la blusa y rápidamente me deshice de su molesto sujetador. Así mejor. Podía sentir sus pezones duros y sus pechos tersos. Antes de que pudiera quitarle la blusa, Clara me paró.

  • ¿Todavía me imaginas teniendo sexo con Bea?... espera, tengo una sorpresa para ti.

Sacó de un cajón una memoria USB y la puso en el televisor.

  • Pues deja ya de imaginarlo

La cabrona se había grabado con Bea y me estaba poniendo una película porno con ellas de protagonistas. Eso si que no me lo esperaba. Podía verlas a ambas desnudas, preciosas, comiéndose el coño con absoluto deleite y follándose con sendos vibradores. Me quedé embobado.

  • ¿Te gusta?

Me preguntó morbosamente mientras me quitaba los pantalones hasta descubrir mi miembro totalmente erecto.

  • A tu polla parece que si

Antes de que pudiese articular palabra ya se había abalanzado sobre mi polla introduciéndosela en su boca. Bufff… eso era demasiado para mi, podía verla al mismo tiempo comiéndoselo a Bea y chupándomela a mi, y mientras me la chupaba se iba desnudando poco a poco. Cuando se hubo desnudado por completo se colocó frente a mí, mostrándome su espectacular belleza.

  • ¿Como te gusto más, en la tele o al natural?

¡Vaya pregunta! era obvio que al natural ganaba un doscientos por cien. Caí en la cuenta de que lo que prendía era reclamar mi atención para que dejase de mirar a la tele. Se dio la vuelta y se mostró de espaldas. Lo que vi me pareció insuperable. Siempre me fijo en los culos de las mujeres y este era de lo mejor que había visto, redondito y consistente en su punto justo. Totalmente apetecible para follarlo.

Los gemidos que se escuchaban en la tele me estaban poniendo malo. Ahora solo quería metérsela lo ante posible y sentirme dentro, lo más adentro posible.

  • ¿Tienes condón? –le pregunté-

  • Nosotras no usamos de eso –respondió-

¡Vaya putada! ¡como no había caído en eso antes! Sin condón no podíamos hacerlo por mucho que me apeteciese.  Pero Clara se apiadó de mí.

  • Tranquilo tonto. He comprado una caja antes de verte.

Espera, algo no cuadraba, ¿sabía que nos íbamos a ver?, ¿entonces todo esto lo tenía preparado? Ahora si que ya no entendía nada.

  • Ayúdame a ponértelo, me falta práctica

Con el condón ya puesto, Clara se sentó encima mío y comenzó a metérsela poco a poco, con suavidad, como tratando de sentir cada milímetro de su vagina al ser penetrada.

Su gesto denotaba un tremendo placer mientras se la metía. Sus gemidos, inicialmente contenidos, se mezclaban con los gemidos procedentes del televisor como si de una orgía se tratara. Sus pechos se movían al ritmo de las penetraciones cada vez más rápidas y profundas. Clara movía las caderas con una perfección impropia de una lesbiana, aunque supongo que hacía lo que el cuerpo le pedía y eso se aprende rápido. Nuestras bocas se fundían en una serie de besos profundos y tórridos que ahogaban sus cada vez más intensos gemidos. Cuando nuestras bocas se separaban buscaba su provocadora mirada pero lo que encontraba era un rostro rebosante de placer con la boca abierta y los ojos cerrados o con la mirada perdida y cuando se cruzaba con la mía, se lanzaba inmediatamente en busca de mi boca con absoluta pasión.

Los minutos que estuvimos follando tan salvajemente fueron los mejores de toda mi vida. Excitantes como ningún otro, hasta el punto de que Clara llegó al orgasmo al mismo tiempo que lo hacía en la película, como si se hubiese sincronizado. Pude comprobar que sus orgasmos eran igualmente intensos si los obtenía de un hombre o de una mujer. Era puro placer, puro sexo, puro morbo… y además me gustaba.

Hubiera querido metérsela por el culo, tan precioso y apetecible, o correrme en su boca mientras me la chupaba profundamente, pero no quería estropear el momento pidiéndole algo inconveniente, así que me corrí dentro de su sexo y mientras lo hacía sentí como ella juntaba las piernas para tratar de proporcionarme un mejor orgasmo.

Entre jadeos, Clara me preguntó

-¿Te ha gustado?

  • Ha sido la mejor experiencia de mi vida, aunque lo cierto es que tampoco he tenido muchas.

Ambos rompimos a reír.

Tenía muchas cosas que preguntarle sobre ella, sobre Bea, sobre nosotros, sobre su bisexualidad, pero pensé que era mejor no darle más vueltas en ese momento. Había sucedido y ya está. Había sido maravilloso y eso era lo que importaba. Todo lo demás ya lo iríamos viendo. Solo saqué una cosa en claro; me había enamorado de la mujer adecuada.