Ciudad nueva, vida nueva

Yo recién divorciado, me mudo a otra ciudad a empezar una nueva vida, la vida que tanto deseaba..

Hola, soy un hombre recién divorciado que se ha mudado a Madrid desde otra ciudad más pequeña para empezar una nueva vida.

Para definirme soy moreno, ojos marrones, practico fútbol semanalmente y voy al gimnasio. Venga un hombre normal.

Estuve casado durante 3 años con una mujer, pero no era feliz. Llevaba una doble vida, tuve la suerte de encontrar un trabajo en otra ciudad y poder dejar atrás todo lo vivido.

Cuando digo que vivía una doble vida me refiero a siempre me gustaron las mujeres, por lo que vivía una vida heterosexual.

Pero tengo un lado oculto en el que me transformo en una puta cuando estoy delante de un rabo.

Como mi familia no acepta la homosexualidad, me tocó ser uno más en el armario.

Así fue como viví muchos años hasta que conocí a Alejandra con la que estuvimos un par de años de novios hasta que nos casamos.

Durante el primer año de matrimonio todo fue bien. Viajábamos, paseábamos, follábamos. Pero al cabo de un tiempo necesitaba tener un rabo que no fuera el mío cerca.

Las cosas empezaron a ir mal y nos separamos.

Unos tres meses después de la separación, me escribieron por Linkedin ofreciéndome un puesto en una empresa algo grande y decidí cambiar de aires. Acepté la oferta y me mudé a Madrid.

Fui conociendo a gente en el trabajo y todo iba de fábula. Estaba empezando una nueva vida.

No pude evitar fijarme en un chico del trabajo, era muy guapo y tenía buen cuerpo. Se llamaba Olivier. Moreno, fornido, el típico guaperas.

Solíamos quedar todos los jueves para ir de cañas luego de la oficina y a veces se venían los novios y novias de algunos compañeros y compañeras.

Fui conociendo más a Olivier, a pesar de que no trabajábamos juntos. Me contaba que tenía novia, con la que vivía hace tiempo.

Un jueves de cañas se apareció Daniela, la novia de Olivier. Era una chica hermosa, 1.65, delgada, rubita, un cuerpo perfecto. Vamos, que estaba para comérsela.

Olivier ya iba un poco borracho, así que no estuvieron mucho y se marcharon.

Pasaron algunas semanas y ya era diciembre. Momento para las cenas de empresa. Como había entrado bien al grupo supe que lo pasaríamos genial.

La cena la organizaron en un asador muy cerca de Plaza Castilla por lo que no era necesario coger el coche y sí beber unas copas.

Comimos y bebimos muy bien, pero como en toda cena, había que seguir la fiesta fuera del asador.

Fuimos caminando en busca de algún garito que cerrara tarde. Eramos un grupo de 8 entre chicos y chicas y en el que estaba Olivier.

Encontramos un sitio en el que podíamos bailar y entramos. Un par de horas después nos quedamos Olivier y yo. Se notaba que iba ya borracho.

Estando de pie cerca a la barra para pedir la última por insistencia de Olivier, sentí que me tomó de la cintura con una mano y empezó a deslizarla por mi culo.

Me gustó y me puso un poco cachondo pero asumí que era el exceso de alcohol. No puse ninguna pega en que lo siguiera haciendo así que seguimos bailando y bebiendo.

Después de un rato le pregunté por como se iría a casa.

-Te viene a buscar Daniela?

-Olivier: no, se ha ido al pueblo con sus padres.

Dentro de mí pensé que Daniela debería tener mucha confianza, porque a un hombre así no se le deja solo y menos de fiesta..

Le dije que me marcharía en nada y me pidió que lo acompañara a casa, para tomar la última. No me pareció raro a pesar de que me había estado sobando el culo.

Tomamos un taxi y llegamos a su casa. Vivía en un piso normal, con una pequeña terraza en el 8vo piso del edificio.

Puso algo de música y abrió una botella de whisky. Me sirvió, se sirvió y nos pusimos a bromear.

De repente me contó que Daniela se había ido hacía un par de semanas al pueblo y que él estaba como loco porque se la mamaran.

Como yo también iba algo borracho y se en lo que me transformo, le dije:

-Te puedo ayudar con eso?

-Olivier: no sabía que te gustaran las pollas.

-Me encantan.

-Olivier: pues te lo vas a pasar bien con esta.

Dicho esto, se puso de pie, con el poco equilibrio que le quedaba trató de bajarse la bragueta. Me pareció que podía caerse, por lo que me apuré en ayudarlo y que se apoyara

en el marco de la puerta del salón y le dije:

-No te preocupes, lo puedo hacer yo.

Me arrodillé frente a el y su paquete quedó frente a mi cara. Abrí el botón de sus vaqueros e iba palpando el rabo de Olivier. Me pareció de buen tamaño y grueso.

Bajé su bragueta, tiré un poco de los vaqueros y quedo su boxer a la vista. Era plomo y algo apretado. Su magnífico rabo estaba orientado hacia el lado izquierdo.

Me falto tiempo para bajárselo y descubrir uno de los mejores rabos que había visto en mi vida. Era largo, grueso y con un glande rosa que ya tenía precum.

Tenía dos grandes huevos colgando en un hermoso escroto depilado.

Acerqué mi boca a ese hermoso pedazo de carne y le di dos besos húmedos en el glande. Siempre me ha gustado el olor y sabor del precum, por lo que me puse a cien y procedí a metérmelo en

la boca. Siempre me han dicho que soy muy bueno mamando rabos, así que puse mucho empeño en este. Lamía toda su polla, me la metía al fondo, hasta que me dieran arcadas, con una mano masajeaba sus

huevos, me los metía a la boca de uno en uno, lamía el frenillo de su glande como toda una puta.

Mientras hacía todo esto, levantaba la mirada para ver al dueño de esa polla tan deliciosa y que viera a la zorra que le estaba dando placer.

Se notaba que le gustaba pues se mordía los labios.

No pasó mucho hasta que noté que tomaba más fuerte mi cabeza y supuse que se iba a correr.

Como buena puta que soy, empecé a mamársela más fuerte aún esperando su deliciosa recompensa. No tardó en empezar a correrse y no quise perderme nada de su lefa.

A pesar de lo borracho que el iba, descargó una buena cantidad de lefa la que me tragué toda.

Cuando hubimos acabado me pareció que iba a caerse, por lo que lo ayudé a llegar al sofá y lo tumbé ahí. Subí su boxer, no sin antes despedirme de su polla que tenía ahora un tamaño más normal.

Cogí un taxi y me fui a casa.

Las dos semanas siguientes Olivier estaba de vacaciones. Cuando volvió se comportó como si lo que pasó en su casa nunca hubiera pasado. Por una parte me pareció bien, para no pasar algún momento incómodo,

pero me dio un poco de pena pensar que no se acordara de esa mamada.

Hasta un día después de unos meses en los que despidiéndonos después de las respectivas cañas de los jueves, me dijo al oído: qué tal si quedamos un día de estos en mi casa, nos tomamos un whisky y repetimos?...