Citas a las 6:30 A.M.

Rosita de vacaciones hace que un vecino haga travesuras por la mañana temprano...

Rosa..., mi "Rosita" me ha mandado un segundo relato que trascribo a continuación, sin apenas tocarlo... El primero aún no lo he terminado de redactar completamente, pues tengo que explicarles a todos ustedes como es nuestra relación actual..., además de disfrutar del primer orgasmo de esta sensual mujer...

Aqui lo tienen...

Me desperté sudando.

Eran las 4 de la mañana y el calor era insoportable.

Dejé a mi marido en la cama y me fui al salón buscando algo de fresco.

Salí a la terraza buscando ese aire en movimiento que me aliviara del calor.

Allí todo era nuevo para mí.

Era nuestro primer día de vacaciones en aquel apartamento de Gandía.

Los ruidos eran distintos de los habituales..., risas por algún lado, grupos de chicos y chicas jóvenes, charlas en las terrazas..., aún abiertas.

El aire sabía a mar y a la vez que me embriagaba me daba frescor.

Seguía sudando.

Consulté el teléfono y comprobé que la temperatura alcanzaba los 22º.

Pensé que sería por la humedad del mar que hace que el calor agobie más de lo normal, especialmente a los que no estamos acostumbrados.

Yo no estaba acostumbrada..., es lo que tenemos los del centro en general y los de Fuensalida en particular..., que nos cuesta acostumbrarnos a la humedad ambiental.

Decidí volver a la cama, pero antes quería darme una ducha fría..., para refrescarme.

Me quité el pijama y las bragas.

El agua fría de la ducha me impresiono al principio, luego era reconfortante..., y muy agradable.

Mejoró mi humor.

No quise secarme, el calor haría su trabajo.

Me puse mi pijama.

Más que un pijama de verano es una camiseta con tirantes de una tela muy fina.

Las bragas fueron derechas a la lavadora.

Cuanto hubiese dado José Miguel..., mi confidente actual y quizás mi amante..., por olerlas...

No me puse bragas limpias..., las maletas estaban medio deshechas, todo liado y no era el momento de ponerse a buscar bragas limpias.

Antes de tumbarme en la cama abrí la persiana a tope para que entrara más aire.

Así, me dormí.

Un llanto me despertó, mi hija la pequeña tiene miedos y era normal.

Me levanté y fui a calmarla.

A la vuelta me senté en la cama, revolví mi pelo y masajee ligeramente mi cuello algo entumecido.

Miré el despertador, eran las 6:30 y ya clareaba el día.

Pensaba si acostarme de nuevo o si ir a la terraza.

Levanté mi vista a la ventana que tenía frente a mí.

Mi sorpresa fue mayúscula, en la ventana de enfrente un chico joven, muy joven, apoyado en la ventana me miraba.

Me incorporé de la cama y me aproximé a la ventana para bajar la persiana.

Antes miré al chico, nuestras miradas se cruzaron.

Vi sus ojos muy abiertos y percibí excitación en ellos, quizá deseo.

Fueron unos segundos..., y su mirada decía todo.

Bajé la persiana, pero no de golpe.

Lentamente, sin dejar de mirar sus ojos.

Me tumbé en la cama pensando en el chico.

¿Estaba excitado al mirarme? (Me preguntaba..., deseando que fuese asi)

Me fui al espejo del baño y miré mi cuerpo.

Vi una mujer cuarentona..., con curvitas sensuales con el pelo revuelto y atrayente..., según diría José Miguel..., aunque en realidad aun pensaba de otra manera menos sensual de mí...

Mis majestuosos pechos se intuían más de lo normal por mi pijama al no llevar sujetador para dormir.

Recordé que llevaba bragas y que sentada en la cama el chico se habría dado cuenta.

¿Demasiado lejos para ello? ¿Tendría el chico perspectiva suficiente? (Deseaba que fuese así...)

Volví a la cama no sin antes mirar por las clásicas aberturas de este tipo de persianas de láminas...

El ya no estaba..., y yo estaba húmeda.

A la siguiente noche, al acostarnos subí la persiana para que entrara el aire.

No había nadie en la ventana de enfrente.

Al tumbarme junto a Juan..., mi marido..., él puso su mano sobre mi vientre inquieto mientras me susurraba...

-       Si tienes ganas lo hacemos...

-       No juan..., la verdad es que no tengo ganas de nada..., con este calor se me van todas. Pero si tú quieres hacemos algo...

-       No, si lo digo por ti... A mí me pasa igual con el calor..., retirando de mi vientre removido pero no por él...

-       Por mí no..., (dije sonriendo tímidamente...) Pensé que eras tú, aunque la verdad es que no parece que quieras nada...

Mientras le miraba sonriendo le palpaba cariñosamente su polla dormida completamente...

Ahora fue el quien se rio ahogadamente...

-       Ya te dije que este calor me mata..., al ver que te quitabas las bragas para dormir..., pensé que querías algo...

-       No cielo, es por el calor..., cuanta menos ropa mejor, pero desnuda no me voy a acostar..., y simplemente me las quité...

Juan volvió a reír...

-       Es verdad..., otro año habrá que coger un apartamento con aire acondicionado.

-       Pues si... Mañana vamos a comprar un par de ventiladores, aunque sean de esos baratos, para poder mitigar el calor bochornoso de estas noches.

Juan se quedaba conforme y soñoliento...., sus ojos no tardaron en cerrarse.

Desconocía inocentemente la verdadera causa de acostarme sin bragas.

Me desperté varias veces aquella noche.

En todas aquellas ocasiones me incorporé y me senté en la cama.

Todas las veces..., miré por la ventana.

Todas las ventanas de enfrente estaban vacías.

Mi mente estaba programada..., y a las 6:30 A.M., me volví a despertar.

Me volví a sentar.

Volví a mirar.

Allí estaba mi silencioso y joven amigo.

Nuestras miradas volvieron a cruzarse.

Los dos sabíamos que nos estábamos mirando.

Bajé uno de los tirantes de mi pijama, bajé otro.

Estaba pegado a la ventana y solo se le veía de cintura para arriba, pero el ligero arqueamiento que hacia du cuerpo me indicaba que estaba bajando sus calzoncillos.

Abrí mis piernas, como ya había hecho alguna vez...,  en mi despertar a los placeres de la masturbación..., y que podrán leer en mi relato sobre mi primer orgasmo.

Calculé que el chico tendría la edad que yo tenía la primera vez que abrí mis piernas para que un hombre mirara mientras se palpaba grotescamente su polla por fuera de sus pantalones...

Aquel era mayor, grueso y basto...

Este era menor, delicado y sensible...

No sabía si veía adecuadamente aquello que le ofrecía..., desconocía si tendría perspectiva suficiente, aunque no me preocupaba mucho, dado que lo que no se ve..., se imagina con todo lujo de detalles...

Adivinaba en su cuerpo una agitación rítmica..., propia de la masturbación.

Ese chico se estaba masturbando mientras miraba excitadísimo a su nueva vecina..., madurita, sensual y exhibicionista..., diría José Miguel..., el morboso confidente que acabo de echarme.

No tardó mucho, su cuerpo se arqueo hacia atrás..., sus ojos se cerraron...., y yo sabía obviamente de su orgasmo.

Me levanté hacia la persiana.

Me seguía mirando y yo a él.

Le sonreía mientras bajaba la persiana muy lentamente..., agradeciéndole mentalmente el gran momento pasado..., sin duda..., reciproco.

Lamentaba no haberme podido masturbar al mismo tiempo...

Aquella mañana Juan y mi hija pequeña se fueron a buscar unos ventiladores.

Sugería a mi hija mayor bajar a la piscina de la urbanización.

Pensé que así era más fácil que conociera a chicas de por allí y pudiera hacer amistades.

En la playa eso es más difícil.

Ella encantada.

Nos  preparamos para bajar.

Era una piscina grande con mucho césped y sombrillas con buena sombra de árboles y arbustos...

Nos quedamos un momento paradas, buscando una sombrilla que nos gustara.

Mi corazón empezó a palpitar aceleradamente.

Allí estaba, sentado en una toalla en una sombrilla, al fondo a la izquierda.

Allí me lancé.

Mi hija preguntó...

Le indiqué la sombrilla que me gustaba, la que estaba al lado de la de mi joven amigo.

Había un hombre y una mujer de más o menos mi edad..., además de mi joven voyeur...

-       Buenos días... (Saludé educadamente mientras miraba a los dos adultos).

Mi amigo levantó los ojos del libro que leía y al verme se sonrojó y apartó la mirada rápidamente.

-       Bon día, saludaron ellos.

-       O valencianos o catalanes... (Les respondí con una sonrisa).

-       Catalanes. (Me dijeron ellos con idéntica sonrisa).

-       Bonita tierra. (Era un intento de agradar y entablar conversación).

Mi joven amigo, se levantó y se fue a la piscina.

Resultaron ser muy agradables..., charlamos de varios temas, incluido el independentismo..., aunque todo en un ambiente cordial y de respeto.

Mi amigo volvió, acompañado de otros dos chicos más jóvenes que él...,

-       ¿Tenéis tres chicos? Yo dos chicas..., ya podíamos haber intercambiado algo y tener más variedad las dos familias...

-       No, nuestros son solo los dos pequeños... Roger es mi sobrino.

-       Ah, que estáis haciendo de padres y de tíos al mismo tiempo... (Dije sonriendo).

La conversación cambió a temas laborales..., hasta que los chicos pidieron algo de beber.

Yo les dije que fueran al quiosco y que se pidieran lo que quisieran y que me trajeran una cerveza sin alcohol para mí.

Sugerí a mis nuevos amigos que pidieran lo que quisieran que yo los invitaba.

No recuerdo lo que pidieron.

Al quiosco se fueron todos, mi hija y los tres del vecino.

Sandra... (Mi nueva amiga)..., aprovecho para comentarme...

-       Nos hemos traído a Roger porque es un chico un poco "especial".

-       ¿Especial?..., yo le veo un chico muy normal.

Su expresión de "especial" me hizo pensar por un momento en algún tipo de deficiencia y minusvalía no valorable a simple vista.

-       A ver... Roger es un chico normal, aunque extremadamente tímido. Se refugia en los libros y en sus notas.

-       Bueno..., la timidez se pasa con los años y eso de los libros y especialmente las notas...,  están muy bien.

-       Si está muy bien, pero es un círculo vicioso. Con buenas notas se convierte en el empollón de la clase y eso le dificulta hacer relaciones con los chicos y chicas de su edad. No hay manera de que salga de casa. Nos lo hemos traído porque hace muy buenas migas con Adrià (su marido). Adrià le entiende bien mientras que sus padres no tanto.

-       Vaya, pues espero que se le pase pronto. Si necesitáis ayuda yo no tengo problema. Mira yo tengo dos chicas. Pueden quedar Roger y tus hijos con las mías. No creo que se sienta cohibido y quizás le ayude a abrirse poco a poco...

Llegaron los 4 con nuestras bebidas interrumpiendo nuestra conversación.

Sandra me guiño un ojo, síntoma de complicidad.

Así transcurrió la mañana, entra baños y conversaciones aisladas. Roger apenas me dirigió ni una mirada y cuando nuestros ojos coincidieron apenas un par de veces él se sonrojaba y cambiaba la mirada.

A la hora de comer nos despedimos y hablamos de vernos al día siguiente por la mañana.

Ellos recogieron y se marcharon cuando nosotras lo hacíamos al mismo tiempo...

Fui derecha al dormitorio.

La persiana estaba cerrada, penumbra total.

Miré por las aberturas de la persiana.

Allí estaba Roger.

Subí la persiana, lo suficiente para que viera mi cara. Le sonreí mientras le miraba fijamente. Volví a bajar la persiana.

A la mañana siguiente, a las 6:30, volví a sentarme en la cama.

Volví a mirar.

Los ojos de Roger me miraban.

Me acerqué a la ventana...

Seguía mirándolo.

Le sonreí.

El me devolvió la sonrisa.

Bajé mis tirantes.

Su cuerpo temblaba rítmicamente.

Intuía lo que hacía pero no lo veía.

Su cuerpo se arqueó, sus ojos se cerraron..., y el cuerpo dejó de temblar rítmicamente...

Un nuevo orgasmo acababa d producirse sin duda...

Le volví a sonreír.

Roger me devolvió la sonrisa...

Bajé la persiana y me tumbé al lado de mi marido.

Estaba muy excitada, pero no quise masturbarme..., hubiese deseado una buena comida de mi caliente coño... Deseo que José Miguel me lo coma muy pronto...

A la mañana bajé a la piscina, había mucha gente, pero ni rastro de Adrià, ni de Sandra, ni de sus hijos...,  ni de Roger.

A la noche, me acerqué a la ventana.

Ni rastro de Roger.

A la mañana, a las 6:30, me incorporé.

Los ojos de Roger me miraban desde la ventana.

Me incorporé, subí mi pijama y me bajé las bragas delante de él.

Yo ahora no sonreía, estaba muy excitada..., casi enfadada por no haberlo visto en todo el día...

Empecé a acariciarme delante de él.

Vi el agitar rítmico de su cuerpo.

Vi los signos evidentes de su corrida..., no pude más y también me corrí..., llevaba semanas sin un orgasmo...

Lo vio.

Le volví a sonreír mientras chupaba mi dedo índice. Le tiré un beso..., sonrió y me lo devolvió.

Los días siguientes pasaron en una bendita y excitante monotonía para mí...

Encuentros fugaces a las 6:30 de la mañana..., piscina matutina con Sandra, Adrià, Roger y sus primos por un lado...,  y con Juan, mis hijas y yo...,  por otro.

Juan y Adrià congeniaron al instante y solían ir a tomarse una cerveza de vez en cuando.

Sandra era encantadora..., charlábamos mucho bajo la sombrilla.

Los más peques se bañaban sin parar.

Roger, estaba en ambos grupos..., bien se bañaba con los niños..., bien leía uno de sus libros con nosotros los adultos...

En aquellos encuentros matutinos me di cuenta de que Roger procuraba sentarse frente a mí.

Cosa que hice reciproca...

Siempre procuraba estar frente a él.

Yo siempre en bañador..., José Miguel me dice que me puedo poner perfectamente bikini..., pero creo que me sobran unos kilos... (José Miguel dice... gramos...)

De todos modos..., intentaba sentarme de tal manera que Roger me viese perfectamente mis bonitos y sensuales muslos e incluso los detalles de mi coño, su contorno, mis labios, mis bordes...., para que pudiera disfrutarme...

Lo de sensuales..., (muslos)..., lo ha puesto José Miguel..., yo creo que son normales...

Soy también muy exhibicionista como todos ustedes pueden comprender...

Sorprendí varias veces su erección que procuraba tapar con el libro.

A no ser por las gafas respondía al típico empollón.

No tenía la musculatura definida de los chicos de gimnasio, más bien algún kilito de más y algo fofo, según se apreciaba a simple vista en su barriguilla..., cosa cada vez más frecuente en todos nuestros jóvenes por causa de su mala alimentación y el exceso de comida basura...

Su cara con algunos granos propios de su edad, pelusilla  incipiente y aún sin afeitar por primera vez en su labio superior y en la barbilla.

Su pelo quería ser largo y descuidado, a medio camino entre la rebeldía de la edad y la imagen impuesta por los padres.

Fuñí bromeando sobre su pelo..., lo que me brindó la primera sonrisa suya en público.

-       Roger, cariño, esta noche te lavas el pelo sin falta. Lo tienes grasiento y fatal. Y si me dejas te lo corto que ya está demasiado largo.

Sandra hacía de madre.

Yo vi en cielo abierto.

-       Pues a mí me gusta su pelo..., le da un aspecto rebelde que le pega muchísimo..., esta encantador.

Roger me dedicó su mejor sonrisa.

-       ¿Ves?...,  a mí me gusta..., a Rosa también..., y solo no os gusta...,  ni a ti  ni a mama.

Tercie.

-       Ya es un hombre..., déjale que lleve el pelo como quiera... Venga Sandra, que es verano.

Sandrá dijo entre sonrisas:

-       Vale, que lo lleve como quiera pero se lo tiene que lavar.

Volví a terciar...

-       Eso sí es cierto. Roger, tienes un pelo precioso, pero al llevarlo sucio y con el cloro de la piscina pierde todo su atractivo.

Llegaron Juan y Adrià de tomar una cerveza.

Adrià comentó que esa noche iban a ir a cenar a un Foster´s Hollywood que hay en un cercano centro comercial..., y nos apuntamos...

Estábamos todos en la entrada a la hora prevista. Roger apareció con un vaquero corto, camiseta negra y su pelo recién lavado.

Al verme me sonrió y movió su cabeza agitando el pelo.

Me hizo muchísima gracia, era su forma de agradarme.

Al pasar a su lado le dije por lo bajo,

  • Así estas...,  irresistible.

Me devolvió una sonrisa y una mirada intensa de sus ojos oscuros.

Aquella mañana me dormí y no acudí puntual a mi cita de las 6:30.

Al llegar a la sombrilla allí estaba Roger.

Ni me miró, ni me sonrió y se fue directamente a la piscina.

Apenas coincidimos aquella mañana..., quería disculparme, pero no podía.

Esa tarde había planeado ir al supermercado..., mi nevera pedía a gritos ser llenada.

Lo comenté con Sandra..., a ella la pasaba lo mismo..., y quedamos en ir juntas a la compra.

Llenamos cada una nuestro carrito de compras...

Seis o siete bolsas repletas de comida y lo necesario..., cada una.

Fuimos con mi coche..., de tal modo que al volver a los apartamentos..., en el  parking sacamos las bolsas de Sandra y la ayude a subirlas...

Al entrar en su apartamento allí estaba Roger, tumbado en el sofá, leyendo.

Al verme abrió los ojos como nunca. Tan solo llevaba un pantalón corto.

Sandra y yo entramos en la cocina con las bolsas.

Su apartamento era igual que el mío, mismos muebles, mismos electrodomésticos.

Me lo enseño entero..., todo era igual...

Incluso entré en la habitación que Roger compartía con sus primos..., la habitación de nuestros “encuentros”.

Pensé en ellos..., y me excité.

Pasamos nuevamente a la cocina e intenté ayudar a Sandra a colocar sus cosas.

Sandra muy atenta me dijo, espera que tú me has ayudado, ahora te ayudo yo.

Educadamente la dije, no te preocupes mujer, que ya lo saco yo.

Ella, también muy educada, me dijo:

-       Vale, colocamos mis cosas y voy a ayudarte...

-       Vale, eso sí lo acepto.

Sandra abrió la nevera y dijo...

-       O mejor..., que te ayude Roger, y así se mueve un poco..., y luego los tres a la piscina.

Yo no sabía que decir, pero antes de que articulara palabra, Sandra dijo...

-       Roger, ¿porque no te pones el bañador?

Él contestó, apoyándose en el marco de la puerta de la cocina:

-       ¿Para qué?...,  no me apetece ir a la playa.

Sandra le explicó:

-       A ver..., Rosa..., tiene toda la compra en el coche..., mientras yo coloco la compra tú la ayudas a subírsela a su apartamento..., luego vais los dos a la piscina que yo ya estaré allí, de tal modo que si te pones ya el bañador te ahorras el viaje de venir a ponértelo otra vez. Las toallas ya las llevo yo.

-       ¿Y mi libro?... (Contestó preguntando Roger).

Creo que contestó automáticamente y sin pensar, porque nada más hacerlo yo le miré y él se ruborizó y dijo...

-       Es que no me apetece ir a la piscina.

Sandra se puso tajante...

-       Roger..., ella me ha ayudado a subir la compra y yo tengo que colocarla. Lo normal es que la ayudemos, y yo ahora no puedo. Anda "nen" ayúdala.

Esto último lo dijo haciendo un gesto de dulzura que Roger no pudo rechazar.

Soltó un "vaaale", que más pareció un ladrido.

Me pareció que tardó una eternidad...., porque me puse muy nerviosa.

Apareció con la camiseta negra y un bañador color naranja.

Bajamos juntos en el ascensor, en silencio. Yo no me atrevía a mirarle...y el a mí tampoco.

El parking era descubierto. Sacamos las bolsas con el calor de la tarde. Tres él y tres yo.

Nuevamente en el ascensor..., no nos mirábamos.

Entramos en casa..., derechos a la cocina y dejamos las bolsas.

Abrí la nevera y sin mirarle le dije:

-       ¿Porque me miras todas las mañanas?

Roger me contestó:

-       Todas no, esta mañana no estabas.

Aun sin mirarle le dije:

-       ¿Por eso estas enfadado?..., ¿Por eso llevas toda la mañana sin mirarme?

Calló..., no dijo nada, pero era evidente que si lo estaba...

Cerré la nevera y le dije mirándole a los ojos:

-       ¿Cómo te gusta más verme?...., ¿Con bragas o sin ellas?

Se puso como un tomate..., encogió los hombros y, colorado como un tomate, dijo muy bajo, casi susurrando...

-       No sé...

Recorrí su cuerpo con mi mirada..., vi su bulto en el bañador.

Me acerqué a él.

No me miraba...

Se le veía muy nervioso.

Le susurre...

-       ¿Qué pasa?..., ¿Te gusta hacerte pajas con maduritas como yo?.

Respiraba profundamente...

No pude remediarlo...

Empecé a desabrochar el lazo de su bañador naranja.

-       ¿Has estado alguna vez con una mujer?...,  ¿Te ha tocado una mujer?

Soltó un ahogado y lacónico...

-       Nunca.

Metí mi mano dentro de su bañador..., muy despacio... Su joven polla estaba  muy dura...

Era evidente su excitación física..., pero también la mental.

Comencé a acariciarla..., suavemente... extremadamente despacio...

Quería disfrutar de aquella sensación...,  acariciándole su polla a Roger..., en aquella primera ocasión para él...

Fueron dos movimientos o tres..., no más..., cuando sentí en mi mano un enorme torrente de semen caliente.

Sentí su gemido.

Sentí su cuerpo tensarse y relajarse a continuación..., todo ello en unos segundos maravillosos.

Soltó varios chorros..., desde luego más que Juan..., mi marido.

Aquel semen caliente mojó su bañador y mi mano...

Su semen era caliente, abundante.

Era semen joven en la mano de una mujer madura.

José Miguel, luego me diría al mandarle este relato para que lo publicase..., que aquel semen fue un auténtico desperdicio, no haberlo saboreado... Ya saben ustedes como es él.

Volvamos a la escena...

Le miré con ternura.

Le preguntaba...

-       ¿Te ha gustado?

-       Mucho..., pero he durado poco... (Dijo..., como disculpándose).

-       No te preocupes.......

-       Roger, ahora tenemos que lavar eso..., así no puedes ir así a la piscina.

Lavé mi mano..., mientras el limpiaba con papel de cocina..., los restos de aquel semen ya menos caliente..., de su bañador.

Bajamos corriendo a la piscina, para llegar antes que Sandra y que no lo viera.

Al llegar se quitó la camisita, la dejó en el suelo y se tiró rápido a la piscina.

Yo la recogí y fui a la sombrilla acostumbrada.

Sandra llegó al rato.

Charlaba agradablemente con ella..., pero en mi mente, solo había una imagen...

Me sentía excitada..., tremendamente excitada.

Mientras oía y charlaba con Sandra auqnue sin prestarle completa atención..., mi mente se transportaba a la realidad actual de mi monótona vida sexual..., amando a mi marido..., pero algo frustrada y triste por no poder tener..., o quizás creer no poder tener..., una segunda o doble vida sexual con experiencias de todo tipo..., no solo con jóvenes..., sino con hombre mayores e incluso por pares... José Miguel dice que puedo hacerlo..., pero aún no lo tengo claro.

Me encantaría desvirgar a decenas de jóvenes...

Me encantaría lamer dos pollas al mismo tiempo...

Me encantaría ser seducida por un maduro morboso...

Respecto a Roger..., tuvimos un encuentro más..., aunque eso será cosa de otro relato..., pues quiero contárselo con mucho detalle... La ternura de aquel joven y mi predisposición hacia él..., así como todos ustedes..., se lo merece.

Espero que les haya encantado como a mí, este primer relato publicado de “mi Rosita”, una madura sensual que estoy empezó a conocer y que me tiene encantado..., y muy excitado...

PEPOTECR.