Citas a ciegas

A veces quedar con alguien a quien solamente le has visto la polla no es lo que esperas, otras es mejor de lo que esperas.

Cita a ciegas

Los encuentros con otros hombres suelen ser a través de contactos de alguna página, ya que a mi particularmente no me gusta frecuentar lugares de ambiente y en la actualidad tampoco zonas de cruising, así que para contactar contesto algún anuncio de alguien que quiere dar biberón o quiere tomarlo. Me es igual.

A veces soy yo quien pone el anuncio y adjunto un par de fotos de lo que hay, cosa que acostumbra a tener más efecto. El problema siempre llega con la hora para quedar (la gente como nosotros no podemos quedar siempre que tengamos ganas) y, por supuesto, el lugar. En el anuncio siempre indico que busco a alguien con sitio, pero la mayoría de los que contestan atraídos por las fotos que incluyo de mi polla no lo tienen y ahí se acaba todo.

Naturalmente, si me mandan fotos también son sin cara y aunque no soy demasiado exigente con el cuerpo y lo que más me importa es que me den morbo con los correos y que la polla sea comestible, se dice que la cara es el espejo del alma y eso no se puede ver hasta el encuentro. Encuentro que suele durar todo lo que dura una mamada, una paja mútua y a veces, con suerte y si el lugar es apropiado, un polvo.

Algunos hay que buscan solamente calentarse para hacerse una paja y no tienen intención de quedar, los calientapollas. Y también los que buscan un tipo concreto de tío y en el momento del encuentro se les van todas las ganas

Afortunadamente estos casos me han pasado solamente en un par de ocasiones y casi siempre nos hemos entendido. Hubounavezhaceunpardeañosenqueestuvecasitodaunanocheconalguienque cumplía contodoslosrequisitos: polla rica, cuerpo y cara más que aceptable y una cama muy cómoda para jugar. Además no tuvo reparos en que yo filmara esa noche, cosa que si el otro quiere siempre hago. Y ciertamente los dos teníamos ganas de jugar a lo mismo.

Antonio Málaga.

Antonio Málaga

Tenía que coger un avión en Málaga y volver por ahí también una semana después teniéndome que quedar una noche, pues el avión llegaba tarde. Así que durante esos días reservé una habitación y de paso puse un anuncio buscando a alguien que me invitara a echar un rato esa noche. Incluí un par de las mejores fotos de mi polla y recibí una respuesta solamente, pero ya hubo suficiente. Ese fue uno de los polvos más completos que he echado en mi vida.

Nos fuimos precalentando con fotos contándonos también lo que nos gustaba y por la descripción que hizo de sí mismo y las fotos que me mandó me pareció algo irreal.

Era versátil cómo yo y le gustaba hacer de todo. Cómo a mi. Vivía solo y aunque era bastante más joven que yo acepté su invitación con algunas dudas razonables sobre el encuentro.

Esa noche fui a la hora acordada al lugar acordado, que recuerdo era la puerta del BBVA del paseo y allí estaba Antonio puntual.

Después de los saludos de rigor y de la inspección ocular que me hizo me dijo:

Vamos?

Y fuimos.

En nuestros correos yo le había dicho que a mi me da mucho morbo filmar mis polvos sin que aparezcan caras y él me contestó que no le importaba, así que llevaba la cámara encima. Vivía en un piso de soltero muy bien ordenado y reluciente, y en cuanto entramos nos fuimos directamente al dormitorio, se arrodilló en el suelo delante de mi y aún vestidos los dos me hizo un masaje de polla con la palma de la mano que acabó por despertarla completamente. Siguió desabrochándome, y bajándome los pantalones se metió toda mi polla en la boca y subió las manos por debajo de mi camiseta hasta encontrar mis pezones. Me gustó mucho ese inicio. Un poco más tarde vi que pellizcar, lamer y chupar los pezones, tanto los suyos como los míos, era una de las cosas que más le excitaban y los míos son bastante gruesos. Estaban duros y prominentes por la excitación y mientras movía la cabeza adelante y atrás hundiendo mi polla en su boca al ritmo que le marcaba mi mano en su nuca me los pellizcaba suavemente entre sus dedos hasta que se puso de pie y cogiendo mis pechos entre sus manos como si fueran tetas, los estrujó para que el pezón saliera más aún y me los chupó ruidosamente como si estuviera saboreando algo delicioso.

No hago ejercicio de pectorales ni nada de eso, por eso y por la edad, mis pechos, aunque no muy grandes, parecen unas pequeñas tetas.

Mientras él se dedicaba a dejar saliva por encima de mis pezones yo le desabroché los pantalones y al poner una mano encima de su paquete y la otra encima de su culo noté que llevaba un tanga. No se lo quité en ese momento. A veces a mi también me gusta ponerme alguna prenda así y creo que es muy erótico esperar al momento adecuado para desenvolver el regalo que hay dentro, aunque sí sobé bien por encima de ellos la tiesa polla que contenían al mismo tiempo que con un dedo hurgaba a lo largo de la raja que dividía sus nalgas profundizando cada vez más en esa grieta flanqueada por dos duros glúteos. Aunque ni se lo pregunté ni me lo dijo, creo que él sí debía hacer deporte, aunque tenía una barriguita de esas que llaman "cerveceras".

Yo no tenía claro cómo iba a seguir aquello, pero ya estaba empezando a tener ganas de pasar a lo siguiente, fuera lo que fuera. Me follaría él a mi? Yo a él? En los correos me había dicho que le gustaba tanto "dar cómo recibir" y al ser él el anfitrión dejé que él llevara el orden del día. De la noche, mejor dicho.

El siguiente punto fue muy acertado. Sin dejar de chupar mis tetas fue empujándome suavemente hacia atrás hasta que mis piernas toparon con el borde de la cama e hizo que me sentara empezando a desnudarse, cosa que yo también hice y luego me estiré sobre la cama. Él también se metió en la cama, pero sin quitarse el tanga, como yo había imaginado.

Primero se sentó encima de mi polla y con lentos movimientos de sus caderas fue haciendo presión sobre ella con el suave tacto de la fina tela del tanga y bajando la cabeza siguió trabajándome los pezones que ya habían alcanzado su tamaño máximo aunque parecía que él quería que siguieran creciendo.

Sentir su polla chafando la mía con el tanga de por medio me daba un gusto especial, pero claro, tenía ya ganas de ver y tocar lo que había debajo. Entonces fui yo quien pasó a la siguiente fase.

Le descabalgué haciendo que se estirara sobre la cama y yo me estiré a su lado al revés, me tumbé de lado y le puse una mano en el culo haciendo que él se pusiera también de lado hacia mi. Rápidamente siguió mamándome y aún estaba yo lamiendo su erección por encima de la tela elástica del tanga con una mano en su culo apretando empujándolo hacia mi, cuando él ya había acelerado la mamada que me estaba haciendo y estaba cogiendo un ritmo que con lo caliente que iba yo después de nuestros mensajes y fotos sentí que ya iba a correrme, así que le paré. Eché el culo para atrás, me cogí la polla y le pasé la punta mojada de líquido preseminal y su saliva por toda la cara, labios, nariz, ojos, mejillas... Eso interrumpió mi descarga y entonces me tumbé encima de él con su cabeza entre mis muslos metiéndole la polla en la boca y follándosela para así tener más control y parar llegado el caso que sintiera otra vez que iba a correrme. Debía de estar salivando mucho pues el ruido de mi polla entrando en su abierta boca era como el que hace una polla entrando en un coño grande y muy mojado. Sentí sus manos abriendo mi culo y un dedo mojado con su saliva buscando mi pozo mágico. Mientras tanto yo no estaba parado. Después de dejarle el tanga empapado también con mi saliva por encima del bulto con forma de cilindro que había debajo, metí la mano por el lado y saqué la polla que ya había visto en las fotos que me había mandado, pero esto no era una foto. La agarré con fuerza por la base como estrangulándola y el color sonrosado del glande se hizo rojo intenso. Cortar el riego sanguíneo hace que la polla se hinche y le da mucha más sensibilidad. A mi me gusta y pensé que a él también le gustaría. Y no me equivocaba. Yo llevaba tres o cuatro días sin afeitarme y pasé su hinchado glande por encima de mi mejilla rascándolo con los cortos y duros pelos de mi barba.

Sentí como se estremecía la parte inferior de su cuerpo al mismo tiempo que desde dentro de su garganta taponada por mi polla salía una especie de grito ahogado de placer. También podría haber sido dolor, pero cuando levanté el culo para que respirara bien, después de unos cuantos jadeos, no se quejó lo más mínimo, simplemente me dijo con un tono de una ansiosa urgencia que quería follarme.

Empezaba él. Ya me iba bien.

Yo todavía no había ni siquiera empezado a chupársela, pero me dije a mi mismo que la noche era larga y haría todo lo posible para alargar el momento todo lo que se pudiera. Ya tendría más oportunidades de mamar.

Me senté en el borde de la cama con los pies colgando, manteniendo mi polla a tono y con las piernas abiertas esperando que acabara de ponerse el condón para abrirlas más y levantarlas.

Esa es mi posición favorita para que me follen. Mis músculos están más relajados y cuando entra y sale la polla que me están metiendo, el capullo, que tiene tendencia a subir, le hace un masaje a mi próstata, que sin ser una cosa que me de mucho placer sí me gusta sentirlo. Y, naturalmente, nos da a cualquiera de los dos una visión y un acceso a mi polla que también gusta de consolar.

Y así fue.

Se quitó el tanga y acabó de ponerse el condón.

Sin más preámbulos me abrió, me subió aún más las piernas y con la puntería que suele dar la práctica dejó caer un chorrito de saliva sobre su polla. Le costó muy poco encontrar el lugar donde meterla. Me puse las manos por debajo del culo para abrírmelo y facilitarle la entrada y entró suavemente, primero el capullo y tras un segundo de pausa apretó poco a poco el tope de su pubis.

Sobre los minutos siguientes hay poco que contar que no sea lo que suele pasar. Yo me fui pajeando (sin intención de correrme, por supuesto) y él metiendo y sacando su polla de mi culo al ritmo que le apetecía y que cambió varias veces. Es una de las ocasiones en que mi culo ha estado bastante preparado para ser invadido por una polla. Y pequeña tampoco era!

Mientras me follaba, al retirar el culo hacia atrás se salió un par de veces y la volvió a meter sin tocársela. Directo a la diana.

Lástima que no le gustara hablar. Lo único que había dicho desde que entramos en su casa fue aquel:

Quiero follarte!

Al principio me resultaba extraño e incluso algo molesto cuando alguien me decía guarradas al follarme, pero hace ya tiempo que a veces me gusta oir cosas cómo eres una puta comepollas! o mira cómo te follo! Hasta el fondo te la meto, guarra!

No sé, me da morbo.

Evidentemente eso suelen decirlo los machos supuestamente heteros que lo único que quieren es que se la chupes y follarte. Ellos no son maricones, ni mucho menos!

Y en el caso que nos ocupa, los dos éramos, bisex, versátiles, ambivalentes y comíamos pescado o carne con la misma hambre.

Por suerte él también quería alargar la noche y después de un rato, salió, se quitó el condón y nos entendimos sin palabras, ya que me dio uno a mi y se puso a cuatro patas sobre la cama a esperar. No dejaba lugar a dudas.

Intenté ponerme el condón, pero no me cabía! Era demasiado pequeño, resbalaba con el zumo que salía de mi glande y no entraba. Me extrañó porque él se lo había puesto para follarme a mi y nuestras pollas eran más o menos del mismo tamaño.

Entonces dijo algo más:

Voy a buscar otro más grande.

Si tenía de varias medidas, seguramente me había dado uno más pequeño a mi. Volvió y me dió uno que me enfundó la polla sin problemas y dejó dos o tres sobre la cama, pero antes de volver a ponerse sobre ella le dió un repaso con la boca a mi polla ya enfundada con el condón, seguramente para lubricarla y para que mantuviera su rigidez aunque seguía igual de tiesa.

Su culo parecía estar mucho más habituado que el mío pues solamente con la saliva que había dejado sobre el condón mi polla le entró suavemente toda entera como si la hubiera metido en un coñito.

Pues así le estuve bombeando el culo un buen rato sin yo sentir demasiado placer pues el condón, en mi caso, limita mucho la fricción. Pero ante todo, precaución!

Mientras le follaba le di unos cuantos cachetes en el culo que al parecer le gustaron porque cuándo lo hacía movía el culo de un lado a otro, pidiendo más.

Luego cambió de posición, se giró y le follé un buen rato como él me había follado a mi. También él se agarró la polla se la estuvo meneando mientras yo le follaba, aunque insisto que no sentía casi nada aparte del morbo de lo que veía y de saber que me lo estaba follando, pero eso era más mental que físico. Parecía como si su culo cada vez se volviera más grande y yo casi no sentía el roce ese que tanto gustito nos da y como él no decía nada y solamente se pajeaba llegué a pensar que ninguno de los dos estaba disfrutando mucho de esa enculada. Al cabo de un poco cambié yo y le dije que me follara otra vez y él, sin dudarlo, fue a coger otro condón aunque esta vez me estiré boca abajo y él se puso encima de mi.

Como he dicho, mi posición favorita es otra, pero el hecho de sentir solamente sin el sentido de la vista hace que aumente la intensidad del contacto.

Mi culo ya estaba blandito y preparado por la follada de antes y esta vez su polla entró a la primera hasta el fondo y él, ya mas excitado por el rato tan bueno que estábamos pasando, me folló con más fuerza. Cada vez que me golpeaba con su pubis en el culo, aparte del gusto que sentía notando como entraba y salía su polla, era como un masaje y chafaba la mía, aprisionada entre mi vientre y la cama. A veces paraba, pero luego volvía a embestir. Me lo estaba pasando muy bien y por cómo apretaba contra mi, él seguro que también aunque no decía nada, solamente se oían mis jadeos de gusto. Yo temía que se corriese ya porque quería seguir disfrutando mucho más, pero no lo hizo. Cuándo se cansò, dejó mi culo libre, se quitó el condón y se arrodilló a mi lado apuntando a mi cara con su polla, que seguía igual de dura que la mía. Ahora me tocaba a mi darle un buen repaso a su polla y sus huevos con la boca y la lengua.

Y eso hice.

Su polla, dentro del condón, había quedado toda mojada con el líquido preseminal ese que nos sale cuándo vamos muy calientes y se la lamí de arriba a abajo, me metí sus huevos en la boca sorbiéndolos y me apliqué a que disfrutara lo más posible con mi mamada. Se la chupé con tanta fuerza que cada vez que su polla salía de mi boca el ruido era como si descorchara una botella. Él seguía estimulando sus pezones retorciéndolos entre sus dedos. En ese momento sí que no me habría importado que descargara en mi boca, pero por suerte él, como yo, quería más.

Me dió uno de los condones que había dejado sobre la cama y con mi polla enfundada se puso en cuclillas encima de mi dándome la espalda y se la metió cabalgándola, subiendo y bajando. Era una perspectiva nueva para mi. Cada vez que subía el culo veía como aparecía mi polla y volvía a desaparecer al bajarlo. Ahí poca cosa podía hacer yo, así que se estuvo follando él mismo un buen rato hasta que se levantó, se arrodilló sobre la cama y señalándome su pecho me dijo:

Córrete aquí!

Bueno, parecía que aquello llegaba a su fin, pero el anfitrión manda.

Ahora le tocaba a mi experta mano acabar el trabajo. Me puse de pie delante de él y después de sacudírmela un rato me corrí encima de su pecho y como sabía que le iba a gustar, con la punta de la polla y la última gota que salía de ella, le hice un masaje en uno de sus pezones.

Como he dicho, no era muy expresivo, pero evidentemente le gustó. La excitación que había ido en aumento a lo largo de todo el rato dejó paso al habitual bajón post corrida, como es habitual, me dejó algo relajado, pero ahora tenía que correrse él y le dejé que eligiera cómo.

Y lo hizo de tal manera que mis ganas de seguir disfrutando de aquella noche volvieron inmediatamente.

Me dijo que me tumbara en la cama, se puso de pie por encima de mi y se acabó con una paja que descargó encima de mi cuerpo. Eso me puso como una moto de nuevo, pero desafortunadamente, una vez se hubo corrido me dijo que tenía que levantarse pronto y le quedaban pocas horas para dormir, cosa que obviamente significaba que me estaba despidiendo.

Cuándo volví a la pensión me quedaban a mi menos de dos horas antes de coger el autobús, pero había valido mucho la pena no dormir. Aún así, tuve que aplacar la excitación que me había vuelto a subir sintiendo caer su leche sobre mi haciéndome una paja. Pero no era lo mismo.

Cuando relato estos momentos íntimos de mi vida secreta, si hace tiempo que pasaron, tengo que esforzarme un poco en recordar y aunque recuerdo el momento y la situación, algunos detalles se me pasan.

Esto pasó hace más de dos años, pero los detalles no los olvido, porque todo lo que he contado está filmado en un vídeo que miro de vez en cuando para recrear aquel momento.