Cita

...el sólo hecho de quedar con él, de pensar en él, ya me excita.

28 -Septiembre -2007

Cita

Camino deprisa porque llego tarde, se supone que vamos a un saraó de los suyos. Hemos quedado dónde siempre pero, debido a una carrera o algo así, han cortado las calles que me permiten llegar al lugar de nuestra cita y he tenido que improvisar sobre la marcha dejando el coche algo más lejos y recorriendo el resto del trayecto a pie.

Desde lejos le veo esperando apoyado en su coche, según me acerco me doy cuenta de que está hablando por teléfono, algo nada raro en él. Todavía a distancia me mira extrañado de verme sin coche y señala el reloj con un gesto de amonestación pero con una sonrisa en la boca, yo le regalo una aún más amplia y él pone cara de "vale te perdono".

Por fin llego hasta él y le planto un beso en la boca sin importarme que se interrumpa su charla telefónica. Me devuelve el rápido beso aunque luego me diga con los ojos "no seas traviesa". Me abrazo a su cintura mientras espero a que acabe de hablar. No me entero de su conversación porque habla en otro idioma, pero por el tono de voz sé que es laboral.

Me encanta su olor. Acerco mi cara a la suya; sólo con el contacto de su piel ya empieza a hervirme la sangre. En realidad el sólo hecho de quedar con él, de pensar en él, ya me excita. Froto mi nariz contra su cuello y empiezo a repartir suaves besos. Él hace un movimiento con el que consigue pegarme del todo contra su cuerpo. Bajo la mano y le agarro del culo en vez de la cintura para no ceder ni un milímetro de nuestra cercanía. Su tono de voz no lo demuestra pero yo sí noto que se está poniendo cachondo y muevo un poco mi pelvis para animarle aún más. Los besos que empecé repartiendo suavemente se van haciendo más intensos, me empieza a apetecer la idea de morderle pero de momento me contengo. Meto la mano bajo su camiseta y acaricio la suave piel de su abdomen, muevo mi mano de forma caprichosa por su torso, subo hasta los hombros, clavo mis uñas suavemente y dejo deslizar mi mano hacia abajo. Un leve temblor en su voz, por fin, se convierte en una gran victoria para mí.

La presión de su polla contra mi ingle me anima a provocarle más. Separándome un poco llevo mi mano hasta el cierre de su pantalón. Me mira incrédulo y sorprendido, pero con un brillo en los ojos que me vuelve loca. Desabrocho un botón e intento meter mi mano, me cuesta pero él me ayuda. Ahora sus frases son más cortas, más secas, invitan a cortar la conversación; todo lo contrario que sus miradas, que son más intensas, más largas invitándome a jugar. Fastidiada por lo limitado de los movimientos de mi mano en su bragueta decido desabrochar más. Saco la mano un poco bruscamente y me agacho ante él que, como única respuesta, mira divertido a nuestro alrededor y levanta su mano libre.

Me había parecido notarlo cuando metí la mano, pero no estaba segura, ahora según le abro el pantalón veo que no lleva ropa interior, su verga tiesa es lo que va apareciendo ante mí según desabrocho, me entra la risa y le saco la lengua, medio burla, medio promesa, él resopla y entona lo que a todas luces debe significar "voy a tener que colgar". Una de mis manos agarra su polla y otra sus huevos, mi lengua ya ha empezado a acariciar alternativamente ambas zonas dejando rastros de saliva. Justo cuando me la meto entera en la boca él cuelga, me agarra del pelo y detiene mi movimiento.

"Quieres jugar ¿eh?". Sin soltarme se separa de mí y me incorpora, abre el coche y me mete dentro, entra él por la puerta del conductor y se queda ahí mirándome mientras alarga la mano para subirme la falda. Cuando llega a tocar mis braguitas y las nota húmedas se acerca un poco más para verlas "¡Mira cómo estás!" me dice con complacencia, y eso me excita más aún. Ni siquiera se ha guardado la polla, me inclino sobre él para tocársela, pero él toma mi mano impidiéndomelo y aprovecha mi postura para besarme.

Le deseo con todas mis ganas. Sin que él pueda evitarlo me levanto de mi asiento y busco sitio sobre sus piernas, mis muslos abiertos, a horcajadas sobre los suyos. Me restriego contra su cuerpo mientras seguimos besándonos, sus manos me recorren por encima de la ropa. Cuando ya no puedo más y le muerdo el cuello él mete sus dedos por el lateral de mis bragas y acaricia mi coño. Creo morir de placer al sentirlo, todo mi cuerpo se convulsiona, hasta de los besos me he desconectado sin darme cuenta. Cierro los ojos y me dedico sólo a sentir. Noto mi humedad mojando su mano, noto lo fácil que desliza, levanto un poco más el culo para facilitar el juego. Apenas me introduce los dedos, sólo los mueve acariciantes, cada vez más rápido, insinuando su entrada en mi vagina apenas. Me oigo gemir, me muerdo los labios, los ojos aún cerrados. Él cambia el ritmo a su antojo haciendo que mi respiración se descontrole. Cuando se introduce en mi coño dejando atrás uno de sus dedos para rozar mi clítoris sé que me voy a correr, intento decírselo pero a lo máximo que llego es a entreabrir los ojos. Y mi placer llega al máximo así, ante su mirada de diversión, de gozo, de puro morbo.

Recostada sobre su hombro y dejando caer besos en su mejilla consigo recuperar el aliento. Él se recrea oliendo y lamiendo la mano que tanto placer me ha dado. "¿Vamos a tu casa y pasamos de la fiesta?" le sugiero pasando mi mano por su entrepierna. Se ríe y me besa con ganas "Niña mía, la tarde promete, habrá tiempo de todo, tú tranquila" me asegura mientras se abrocha el pantalón y arranca el coche.

Cuando giramos para enfilar la salida del aparcamiento acierto a ver a un tipo asomado a una de las ventanas del edificio de oficinas. Lo primero que pienso es si nos habrá visto, se lo comento entre risas a mi amante. Él, despreocupado, me echa por tierra toda una tarde de diversión con una sola frase "Bueno, mientras no sea un detective que haya contratado tu marido".

Un relato de Erótika Lectura .

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