Cita a ciegas

La primera vez siempre es excitante, pero más cuando no sabes lo que pasará ni como será él...

CITA A CIEGAS

La puerta se abrió tras esperar apenas un minuto desde que el timbre sonó. Nos quedamos mirándonos intensamente el uno al otro sin decir nada, esperamos los dos sin dejar de sostenernos la mirada que el otro rompiera el silencio incomodo en el que nos encontramos, se aparto ligeramente de la puerta y con un ademán me invitó a entrar, quedé delante de él mientras cerraba la puerta y aún parada sentí e crujido de la cerradura cuando la llave dio dos vueltas para cerrarse, consiguió que un escalofrío del placer desconocido recorriera mi cuerpo.

Noté el roce de sus manos en mi cuello, no te vuelvas, su voz sonaba firme y melodiosa, me quito el abrigo rozándome los hombros; muy pegado a mi espalda, pude sentir su respiración en mi nuca, según se agachaba para besarme levemente, un escalofrío recorrió mi cuerpo e hizo que temblara de arriba abajo.

Parada en aquella casa, ajena a lo que pudiera pasar aunque a la vez deseando que pasara, me sentía como si fuera una simple espectadora.

Noté que me pasaba un pañuelo alrededor de los ojos y me los vendaba, las piernas me temblaron creí que me caería por la excitación, como si lo hubiera notado me sujeto de los codos levemente y me apoyo contra su torso, paso una mano por mi cara y la fue deslizando suavemente por mi cuello, por mi escote, despacio muy despacio iba bajando por mi vestido hasta llegar al bajo de la falda, entonces su mano empezó a subir por el interior del vestido hasta notar mi piel desnuda, cuando llego al filo de la media sentí sus dedos en mi muslo y un calor intenso inundó mi sexo, me apreté contra su torso, noté su miembro duro quería restregarme en él, pero en ese momento me apartó, y subió las dos manos a mis hombros, para dejar caer el vestido al suelo, levante primero un pie y luego el otro, para dejar el vestido tirado en el suelo.

  • Anda despacio.- oí decir, rompiendo el silencio que se cernía sobre nosotros.

Anduve despacio por miedo a caerme más que a lo desconocido, hasta que a los pocos pasos noté que me sujetaba una mano, me paré y de la mano me acercó a una mesa, me apoyo y me sentó, sentí el frío de la mesa en el culo y sentí miedo de lo desconocido, apoyé las manos en la mesa y esperé, no le sentía cerca y no podía saber lo que hacía.

  • ¿Qué haces? Pregunté apenas con hilo de voz

No contestó, pero enseguida lo noté delante de mí.

  • ¿Vas a ser buena?

La pregunta me sorprendió y aún más mi respuesta. – Si

  • Déjate llevar, relájate.

Sus manos se posaron en mi pecho despacio y me tumbó en la mesa, paseo sus manos por mi cuerpo desde el cuello hasta mi ombligo muy lentamente apenas si me rozaba, aunque los ojos vendados los cerré para dejarme llevar por la intensidad del momento.

Di un respingo cuando note un líquido caliente resbalar por mi ombligo. ¿Te he quemado?, no solo que no lo esperaba.

  • Bien, pues relájate que sigo.

En ese momento el aroma del chocolate invadió el ambiente y cuidadosamente, fue cubriéndome la piel lentamente, subiendo por mi vientre hasta el filo del sujetador después llevó el chocolate del pecho hacia los hombros y cuello arriba, hasta mis mejillas, me acomodé en la mesa y abrí ligueramente las piernas, después fue bajando las manos por donde las había subido, hasta llegar a mis muslos, notaba como me cubría de chocolate, entonces sentí como sus labios y su lengua se deslizaba por mis piernas saboreando el chocolate.

Deje la mente en blanco y se me agudizaron todos los sentidos, continuó besándome la entrepierna, siempre por encima de mis bragas; podía sentir su lengua presionando y sus labios mordiendo. Arqueé la espalda, sacudiéndome de placer y sentimiento de culpa. Todo lo que me había dicho a mi misma que no haría en una primera cita lo estaba haciendo y con creces; pero no podía resistirme a esas manos, esos labios y esas sensaciones que recorrían mi cuerpo involuntariamente. Mis propios suspiros no hacían más que crecer. Noté un leve orgasmo que inundó mi entrepierna y apreté ligeramente aún teniendo su cara dentro, me bajo las bragas y sin muchos preámbulos introdujo dos dedos dentro de mi sexo, me penetró fuertemente haciéndome estremecer una y otra vez, saco los dedos y apartándome bien las piernas empezó a comerme ávidamente el sexo, me mordía los labios y me relamía el interior mezclando mis jugos con el chocolate, estaba que no aguantaba cuando noté que se retiraba, no podía creerlo; no podía dejarme así, pero al momento volví a sentir sus manos en mis caderas y sin muchas contemplaciones me acomodó en el filo de la mesa, entonces sentí su cuerpo sobre el mío y empezó a chuparme el cuello y a mordisquear mis pezones por encima del sujetador, grite de dolor y de placer cuando note como sin esperarlo me penetro con fuerza, sus manos en mis hombros y su cara hundida en mis pechos mientras empujaba dentro de mí con fuerzas , yo jadeaba fuerte y gritaba de placer sin ningún pudor ni recato, podía notar la dureza de su miembro en mi interior y el placer que me causaba era doloroso, sentí que me corría que no podía aguantar más, el clímax fue demasiado para mí y por un momento perdí hasta el conocimiento aunque lo recobré en unos segundos entonces desconecté de toda la realidad y me olvide de donde estaba, lo único que quería era que no parara, que siguiera haciéndome disfrutar.

Se retiró al notar mi orgasmo y muy galán preguntó si seguía, me incorporé con intención de quitarme la venda de los ojos, pero al momento me sujeto la mano.

  • No, te la quites si quieres seguir

Era una orden, y yo gustosamente iba a obedecer.

Me levanto de la mesa y de pie en el suelo de lo que sin duda era la cocina, me apretó contra él, me chupó la mejilla llena de chocolate y fue hasta mi boca, su lengua invadió el interior de mi boca y yo le correspondí, sus manos en mi cuello fueron bajando hasta desabrochar el sujetador y bajo su boca hasta mis pezones, los chupaba y tiraba de ellos despacio mordiéndolos ligueramente, era placentero, mi intención fue volver a tumbarme en la mesa pero no me dejo, me dio la vuelta y me sujeto las manos con algo a la espalda, de nuevo esa sensación recorriendo todo mi interior me invadió, me apoyo en la mesa de bruces con la cara contra la tabla, me separó las piernas y empezó a derramar otra vez chocolate por mi espalda me restregué contra la mesa y me moví, presentía que estaría detrás y le gustaría ver como movía el culo de un lado a otro, pero en ese instante note un cachete en el culo y me quede quieta, el siguió untándome el chocolate, ahora alrededor del culo, entonces sentí sus dedos que iban del culo al sexo, despacio sin entrar solo rozándolo, embadurnándolo todo abrí mas las piernas por instinto o por deseo y espere que me follase por detrás.

Como si hubiera leído mis pensamientos o simplemente porque la pasión se pega con tanto chocolate, noté la cercanía de su miembro pegada contra mí, metió sus dedos en mi sexo y me empiné para que me penetrara, entonces un grito ahogado lleno la cocina cuando sin esperarlo y sin mucho reparo metió su polla en mi culo, sin sacar sus dedos de mi sexo, empezó a empujar a la vez cada vez con más fuerzas y más deprisa, mis gemidos se mezclaban con sus jadeos y hacía que cada vez sus embestidas fueran más fuertes noté su miembro hincharse dentro de mi culo su orgasmo estaba tan cerca como el mío, pero se retiró, sus dedos y su pene salieron de mi al mismo tiempo, yo no podía dejar de jadear y de pedirle más, no me había oído hasta ese momento estaba suplicándole que no parara, se tumbo sobre mí y me dijo que no tenía intención de parar.

Me puso de pie, me giró y me soltó las manos, que froté por instinto, el se las llevo a su boca y empezó a chuparme los dedos uno a uno, efectivamente no tenía intención de parar, pero ahora que, me preguntaba a mí misma.

Una vez que me había relamido todos los dedos de las manos posó las suyas en mis hombros y fue agachándome muy despacio, ahora era yo la que le chupaba y podía tocarle, su torso estaba untado de chocolate por el contacto con el mío, le iba chupando y dándole pequeños mordisquitos que hacía que de vez en cuando me apretara mas los hombros y me agachara más deprisa, en un momento era yo la que tenía mis manos en sus caderas y estaba chupando su ombligo, retiré una mano de su cadera y muy despacio fui a quitarme la venda de los ojos, como vi que él no hacia ni decía nada me la quité, estaba justo a la altura de su miembro, erecto, duro, grande, en ese momento al recordar lo que había sentido al tenerlo dentro de mí, me hizo estremecer de placer y de deseo.

Lo cogí despacio con las dos manos recreándome saboreando el momento, mordiéndome los labios antes de metérmelo en la boca, entonces subí un poco para pasarla por mis pechos y así untarla de chocolate, entonces despacio muy despacio empecé a chuparla alrededor, relamiendo el chocolate chupándola bien hasta la punta muy despacio, para terminar metiéndomela poco a poco para notar cómo me iba llenando la boca, el puso sus manos en mi cabeza y empezó a lentamente a entrar y salir de mi boca mientras yo sin sacarla la succionaba con los labios y la chupaba, ahora eran sus gemidos y jadeos los que se oían y eso tanto que empecé a masturbarme mientras su polla salía y entraba de mi boca mis dedos entraba y salía de mi sexo, me tiró del pelo para retirarme y se agachó hasta el suelo donde yo estaba y me tumbó en el suelo.

  • ¿Quieres que acabe?

  • Sí,

No era por terminar, porque estaba claro que con él siempre querría mas, era porque quería sentir como se corría.

  • Bien, acabará pero como yo quiera.

Los dos tumbados en el suelo y sin hablar, estaba claro que el me quería a mí y yo a él.

Metió sus dedos en mi sexo, estaba empapado muy empapado, los sacó y los metió en su boca, se relamió y yo mirándole también me relamí, mientras subía y bajaba la manos por su polla tan erecta y dura como hacía un minuto, me empujó hacía él y le ofrecí mi sexo, sentada sobre él de espalda me abrió muy despacio y empezó a introducir su lengua muy despacio a la vez que sus dedos entraba y salían, empecé a saltar encima de su cara, pero me echó hacia delante y me encontré con su polla en mi cara perfecta, me la metí en la boca y empecé a comerla con ganas mas y mas cada vez la notaba más gorda dentro de mi boca, él no dejaba de chuparme y comerme el coño, con ansia con fuerza, ahora sus dedos dentro de mi culo entraba y salían a la vez que su polla de mi boca, sabía que no aguantaría más y que él tampoco, de golpe noté como me corría encima de su boca y el relamía mi sexo igual que yo hacía con la explosión de su jugo en mi garganta.

Diez minutos, quince, veinte, no sé el tiempo que llevamos hay tumbados solo se oye la respiración agitada de dos cuerpos que están pegados el uno al otro, oliendo a sexo y chocolate, sobre el suelo de una cocina de un color rojo intenso con dos focos blancos en el techo.

  • Cuando quieras cenamos…………………….