Cita

Un hombre conocer a una mujer por internet.

CITA

El matrimonio o la vida en pareja es algo que hay que trabajar día a día, si no el aburrimiento y la monotonía se lo comen todo se va al garete.

Una de las partes importantes de la pareja es el sexo o por lo menos a mí como hombre me lo parece. Cuando eres novio o novia las cosas son de otra manera, y echas un polvo en cualquier lugar, el problema comienza cuando te casas, o como en mi caso cuando te vas a vivir junto con la persona en cuestión.

Las ganas de follar pasan de diez a uno en cuestión de meses, eso es algo que nunca podré entender, si se supone que estás con la persona a la que amas, porqué dejar de lado el sexo, no lo entiendo. Estás en tú casa, nadie te molesta y si te apetece puedes hacerlo, ahí donde quieras, ¿no?, pues no se acaba el folleteo y encima pasas a tener la etiqueta de enfermo sexual y a oír aquello de: "siempre piensas en lo mismo y ya no piensas en mi".

Esta situación se puede aguantar durante un tiempo, pero luego se torna violenta, pides sexo de semana en semana y ella te da las largas correspondientes, por lo tanto te aburres de pedir y un buen día te das cuenta de que ya ni la miras cuando se desnuda, y entonces también se convierte en un problema porque ella te dice que ya no estas enamorada de ella y demás cosas que se le ocurren a las mujeres. Así que no me diga usted que esto lo entiende alguien.

En mi caso en particular, comencé a perder el interés sexual por mi mujer después de que en un par de años tuviéramos apenas diez o doce encuentros sexuales en total. Empecé a meterme en Internet y me desahogaba con las múltiples páginas de fotos y videos que existen en la red, de este modo ya no tenía que pedir sexo, y así no me encontraba con las contestaciones y excusas que ella me daba.

El problema es que en Internet además de fotos y videos, hay también multitud de chats y páginas en los cuales hay gente con "problemas" muy similares, por no decir idénticos, a los míos y además es que hay personas de ambos sexos con estos "problemillas".

Un buen día navegando por la red encontré uno de estos chats, puse un "nick" y comencé a hablar con gente, solo elegía mujeres, me daba igual la edad que tuvieran, siempre y cuando eso si, fueran mayores de edad, fui conociendo a mujeres, con el tiempo con algunas de estas hablábamos por el Messenger y en alguna ocasión pasamos a las llamadas telefónicas.

Una de ellas, era María, de treinta y tres años, casada como yo, con dos hijos y un marido volcado en su trabajo, la hacia poco o ningún caso, y yo que con mi mujer no tenía sexo, pues nos juntamos el hambre con las ganas de comer.

Tenía el pelo liso y moreno, de corte a lo chico, ojos marrones muy bonitos, un metro setenta, alta para ser mujer, una bonita silueta y unos pechos graciosos, pequeños y bien puestos coronados por unos rosados y grandes pezones, de esos que cuando los lames o los muerdes parecen que se van a salir de la teta en cuestión.

Vivimos relativamente cerca, a escasos quince minutos en coche, lo que significaba que teníamos que ir con cuidado, puesto que alguien conocido nos podría ver, en el momento justo en el sitio justo.

Comenzamos a chatear y a ver que teníamos ciertas cosas en común, después de unas semanas de tanteo y vernos por "webcam", decidimos dar un paso más y entrar en acción, conocernos. Quedamos en un bar en una localidad intermedia para tomar un café, la impresión que nos causamos fue bastante buena, e incluso mejor que a través de Internet. Era extrovertida, amable, educada y simpática. Hablamos sin reparos de sexo y de lo que buscábamos, que básicamente era tener una aventura y punto, sin tener que renunciar a lo que teníamos por nuestra parte. Para sorpresa mía ella lo había planeado todo para que si le gustaba ir a su casa a tomar otro café.

Pues allí nos presentamos, entré en su casa, no sin algo de miedo todo hay que decirlo, pero ella me dijo que no me preocupara, su marido estaba de viaje de negocios y los niños en casa de su madre. Me sirvió una cerveza y nos sentamos en el sofá, no se en que momento fue, pero de pronto me vi besándola y mordiendo sus labios con ansia y pasión, ella me correspondió con la misma pasión y avidez, poniendo su mano en mi entrepierna, mi pene experimento un cambio de tamaño en pocos segundos. La quité la blusa que llevaba y vi unos pechos pequeños y sugerentes, debajo de un sujetador rojo con encajes negros realmente sexy.

Ella me dejó el torso al aire y con su lengua me lamía los pezones de una manera que me excitaba mucho, con mi lengua recorrí sus hombros cuello y boca. Parecíamos dos chavales de instituto en su primera cita. Me empujó suavemente y me mordisqueó todo el torso hasta llegar a mi falo ya erecto, el cual se lo metió en la boca y me hizo una felación espectacular, le dije que parara que iba a ponerla perdida de leche, ella sonrió mientras seguía chupando, aguanté lo que puede ante el buen hacer de su lengua, me rendí y me corrí en su boca, siguió lamiendo la polla hasta que la dejo limpia y reluciente.

Cuando acabó se incorporó, se tumbó hacia atrás, se quitó las bragas, dejándome ver su sexo depilado y limpio, me dijo que la diera placer, sin pensarlo dos veces hundí mi lengua en sus labios húmedos, degustando el sabor amargo de los fluidos que emanaban por su sexo, busqué con mis dedos su clítoris y lo empecé a lamer y chupar rápidamente, mi lengua jugueteaba con él hacia arriba y abajo, derecha e izquierda, ella gemía y me incitaba a no parar y a seguir haciéndolo, enloquecido por aquel olor y sabor, seguí haciéndolo cada vez más rápido, note en ella un par de espasmos en sus caderas, agarró mi cabeza con las manos y me subió hacia su boca, fundiéndonos en un beso lleno de lujuria y pasión, agarré mi pene, de nuevo en erección y lo introduje en su sexo, lubricado y preparado para ello, comencé a bombear y dar sacudidas duras, ella gemía y abría la boca pero no decía nada, la agarré su seno, mientras ella se acariciaba el otro, María era una mujer bonita a falta de sexo y yo un hombre a falta de lo mismo y nos estábamos desquitando, noté que me iba a volver a correr, se lo dije, y me indicó que aguantara un poco más que ella se iba a correr también, cogí su pecho con ansia y descargué mi leche , ella contrajo su pelvis y se volvió a correr. Las cosas de la jodienda no tienen enmienda.