Circulo privado
Nuestra primera visita a un local de intercambio. El inicio de una morbosa historia....
Una noche de viernes cualquiera un frío mes de enero. Una noche perfecta para quedarse en casa a disfrutar de una buena película y del calor del hogar.
Pero esa misma semana las fantasías habían estado revoloteando por nuestras cabezas y la idea de ir a un club de intercambio había cobrado fuerza.
Que te parece si esta noche vamos a ese club de intercambio que miramos el otro día por internet? - Dijo mi mujer enseñándome un liguero que colgaba de su dedo índice, muy insinuante.
Me parece muy bien. Tengo ganas de probar cosas diferentes. - Le respondí con una sonrisa más que maliciosa.
Dicho y hecho. Esa misma noche cumpliríamos una de nuestras más oscuras fantasías. Ir a un club swinger.
Teníamos ojeado un restaurante cercano al club, que estaba suficientemente apartado como para tener que coger el coche.
Mi mujer se había puesto un vestido rojo corto con una raja lateral que le llega casi hasta la cintura. Con mucho escote y la espalda abierta, solo tapada con unas cintas que adornan pero no tapan nada. Debajo llevaba un liguero con unas medias de rejilla y un sujetador a juego con el liguero. No llevaba ropa interior. Únicamente no se pone tanga cuando se siente muy zorra. Yo me había puesto una camisa negra y unos pantalones también negros y brillantes. Zapatos de punta y una corbata negra fina que me daba un aire más elegante, para una ocasión especial.
Aparcamos en la puerta del restaurante y cuando pedimos, el camarero se sonrió. En el comedor había varias parejas más que iban tan arregladas como nosotros. Nos imaginamos a donde iban a ir después.
- Has visto cuantas parejas guapas hay? Y eso que solo es el restaurante. - Me dijo María guiñándome un ojo.
Iba a ser nuestra primera visita a un club liberal y no sabíamos lo que nos depararía la noche.
Nos bebimos una botella de vino para entonarnos un poco y después del café, también nos tomamos un gin tonic. Bebemos Puerto de Indias, con sabor a fresa y muy suavecita pero surte el mismo efecto que la ginebra normal. Cuando estábamos a punto de acabar de cenar y los trajeron la cuenta, me dí cuenta que a mi mujer se le veía toda la pierna hasta la cadera. Y al agacharse, se le veía todo el canalillo. El camarero se le quedó mirando descaradamente, a lo que María le guiñó un ojo y le dijo.
Que? Te gusta lo que ves?
Si claro. - Le contesto el camarero muy descarado.
Yo me sonreí por lo gracioso y embarazoso de la situación. Se nota que el camarero estaba curtido en tratar con gente provocadora.
Me puse de pie y tendiéndole la mano a mi chica, la invité a levantarse y salir del restaurante.
El club estaba como a unos 300 metros y no tardamos ni cinco minutos en llegar. Llamamos al portero automático y la puerta se abrió. Bajamos por unas escaleras hasta un recibidor que daba paso entre unas cortinas a una gran barra de bar en forma de S había varias parejas tomando copas y observando el panorama, mientras unas cuatro o cinco parejas estaban sentados en una zona de sillones que quedaba a la derecha de la barra y junto a una mesa de billar. Una chica joven y muy atractiva, salió de la barra y vino a nuestro encuentro.
Hola pareja, habéis estado alguna vez antes?
No, no, es nuestra primera vez.
Pues vamos a dar una vuelta por el local y os explico un poco como funciona.
Volvimos a salir al hall de entrada y giramos a la derecha. Ahí había una jaula con un columpio sexual.
Aqui os podéis encerrar y usar el columpio mientras los demás pueden meter el brazo y tocaros.
Mmmmm. Que bien, además nosotros tenemos un columpio igual en casa y sabemos usarlo muy bien. - María me guiñó un ojo y seguimos con el tour.
Seguido de la jaula, estaba el pasillo francés. Unas celosías como unos agujeros para que los ocupantes del otro lado mostraran sus atributos para poder jugar con ellos. María me apretó la mano y me lanzó una mirada de pura lujuria.
- Bueno chicos, el pasillo francés, si os acercáis pronto veréis aparecer los miembros de los chicos que hay en la zona del billar.
Justo enfrente del pasillo francés habia una zona oscura de sofás, donde pudimos ver a tres parejas desnudos, tocándose y lamiéndose, sin poder distinguir cuáles eran las parejas reales.
- Está es nuestra zona oscura. podéis interactuar como queráis, y con quien queráis.
Salimos de esa zona y volvimos a cruzar las cortinas hacia otra zona diferente. Una zona de sillones con una camilla de masajes en el centro.
Un pasillo que daba a la zona de taquillas, con varias puertas.
- Está es nuestra pequeña sala de bdsm. Unas camas grandes en cuero negro, una cruz de San Andres y unos cuantos látigos para que probéis si queréis.
la habitación era roja y con el sillón en negro. Daba morbo esa sala y María dijo.
Está sala si que la probaremos. Me apetece mucho.
Te voy a poner el culete rojo, morena.
la siguiente sala a la izq del pasillo era una habitación con una cama gigante como para unas diez parejas o así. En ese momento había una pareja, el chico le estaba haciendo sexo oral a la chica, que gemía y gritaba a punto de llegar al orgasmo.
Seguimos adelante y llegamos a la zona de taquillas en la que no había nadie y la chica nos explicó la manera de uso.
Adentro tenéis dos pares de chanclas y dos toallas. Si necesitáis algo más, no dudéis en pedírnoslo.
Gracias. - Respondimos los dos.
al lado de las taquillas una sala más oscura y con una cama a dos alturas. Abajo había una pareja sentada, hablando con otra. Todos estaban en toalla. Así que algo se avecinaba en esa sala.
Salimos a la barra y nos pedimos dos gin tonic. Mientras ojeábamos a las parejas que había allí. Alguna nos sonaba del restaurante.
Había gente guapa, pero no nos convencían hasta el punto de querer nada con ellos.
Miramos a la esquina del billar, donde están los chicos solos, vimos a un jovencito que ataba bastante bien, pero lo que llamó nuestra atención, fue un negro. Era alto y se le notaba muy buen cuerpo.
Mira, igual hoy te puedes follar a un negro. Y así cumples otra fantasía. - Le dije mientras los dos nos echamos a reír.
Te gustaría que me follara a un negro? - Respondió con una sonrisa de medio lado en la cara.
Seguimos con la copa y cuando nos la terminamos. Nos fuimos hacia la zona de las taquillas.
Nos pusimos las toallas y las chanclas. Salimos afuera y le pregunté:
Donde te apetece ir?
Me apetece follar. Donde sea, que voy muy caliente.
Le dí la mano y tirando de ella, entre en la sala de las camas a dos alturas. Las dos parejas seguían en el mismo sitio y no habían hecho nada todavía.
Subimos a la cama de arriba y nos tumbamos. Comenzamos a besarnos y a tocarnos. Pronto me pudieron las ganas, y bajé besándola por todo su cuerpo hasta llegar a su coño. Comencé a lamerlo lentamente. Una de sus manos, bajó hasta mi cabeza y sujetándola con fuerza, me dijo:
- Haz que me corra. - Y su mano empezó a apretarme aún más.
Mi lengua hizo su trabajo a la perfección, y ella sé deshizo en un orgasmo, que hizo que nuestros cuatro vecinos se volvieran a mirar como mi chica se corría.
Me levanté y me puse de rodillas delante de su cara, giró la cabeza y se metió mi polla en la boca, mientras yo no paraba de masturbarla, metiéndole dos dedos, los cuales seguían arrancándole gemidos de placer.
Ella mientras no paraba de lamer mi polla mientras con una mano me masturbaba muy fuerte. Me quería a tope y ya lo había conseguido hace bastante rato.
Vamos follame, tengo ganas de que me vean follar. - Me dijo María al oído mientras estrujaba mi polla.
Ponte a cuatro patas que tengo la polla que me va a reventar.
María se puso de manera que nuestros mirones tuvieran una vista lateral de nuestro polvo y me ofreció su culo. Esa maravillosa visión fue lo que me faltó para ponerme detrás de ella y apuntando la cabeza de mi polla en su vulva. Empezar a empujar poco a poco. De repente María hizo un movimiento hacia atrás que hizo que engullera toda la longitud de mi falo en su interior. Se quedó quieta, y dando un suspiro empezó a moverse adelante y atrás, de manera que yo estando quieto, veía aparecer y desaparecer mi polla por completo en su interior a cada vaivén.
Me estaba follando ella.
Nuestros vecinos mirones, no tardaron mucho en subir a la cama de arriba donde nos encontrábamos nosotros. Se habían animado sólo con vernos. Una de las parejas se puso muy cerca nuestro. Seguíamos a lo nuestro, cuando sentí una mano acariciar mi espalda. Era una de las mujeres, que mientras le hacía una felación a su marido, me estaba tocando. Era la señal de que quería algo más con nosotros.
La mujer tendría unos cincuenta años y estaba muy cuidada de cuerpo. No me hubiera importado cambiarme por su marido.
Pero no así su acompañante. Más mayor, bastante pasado de kilos y sin depilar. Lo contrario a lo que le gusta a María.
Cogí a mi mujer y la tumbé boca arriba. Cosa que aproveche para decirle:
Esa rubia me ha tocado la espalda.
Ella aún vale. Pero el maridooooo.
Ya, ya. Solo te lo decía para que lo supieras.
Mmmmm. Me pone cachonda que te toquen. Vamos que vean como me follas y que se mueran de envidia.
Nada más decir esas palabras se la metí de un golpe y comencé a follarla muy rápido y muy profundo. Ella no tardó en corresponderme con un gran orgasmo, haciendo que nuestros vecinos de cama se volvieran a mirarnos. Mi mirada se cruzó con la de la rubia que me había tocado y nos sonreímos de manera maliciosa.
Seguí bombeando a María que se retorcía de placer bajo mi cuerpo, que arremetía una y otra vez buscando el placer de los dos.
A nuestro alrededor las dos parejas vecinas no paraban de tener sexo oral. Mientras seguía empujando noté como la mano de la rubia volvía a tocarme, pero esta vez en el culo. Estaba notando como empujaba a mi chica y eso me ponía más caliente si cabe. No dije nada, sentía su mano apretar mis glúteos, que no paraban de contraerse al arremeter a mi hembra.
Entre el calor de mi polla, los movimientos vaginales de mi chica y la mano furtiva que apretaba mi culo. No pude más y me corrí de manera que todos se volvieron a mirarme. La rubia, apretó mi cachete y me soltó una palmada, cosa que intensificó mi orgasmo, amplificando mis sensaciones.
Me encanta que me llenes de leche. - Me dijo mi chica llegando al orgasmo mientras me besaba de manera intensa y voraz.
Y a mi, me encanta llenarte así. Mmmmmmmm.
Pasado ese momento de corrernos los dos a la vez nos quedamos abrazados mirándonos a los ojos.
Una vez relajaros y clamaros, mi mirada se encontró con la rubia, que me dedicó una sonrisa de oreja a oreja mientras su pareja le estaba haciendo un cunilingus que la tenía al borde del orgasmo.
Vamos a los sillones de afuera a tomar algo, tengo sed.
Como tú quieras cielo. - Le respondí a María.
Dicho y hecho, salimos a los sillones desnudos como estábamos. Pedimos dos Puerto de Indias a la camarera y nos abrazamos mientras mirábamos a nuestro alrededor. Esa zona estaba llena de parejas hablando y bebiendo, pero tambien había parejas teniendo sexo entre ellos. El sexo flotaba en el
ambiente y nosotros estábamos impregnados de el. Nos besamos y nuestras manos fueros a parar al sexo del otro. Mientras mirábamos las escenas de sexo entorno a nosotros nos masturbábamos mutuamente.
- Vamos a la jaula. Que quiero que me falles en el columpio. - Dijo mi mujer.
Pero eso es otra historia.
Continuara….