Círculo Incestuoso (32)

Orgía final: 5 miembros de dos familias gozan intensamente del placer incestuoso. Todo tiene cabida, incluso las relaciones lésbicas entre las tres calientes mujeres. Tanto las dos maduras como la jovencita hija de Pepi demuestran ser unas buenas zorras.

CÍRCULO INCESTUOSO

(Parte 32 – Orgía incestuosa a cinco).

En el capítulo anterior, tras asistir a la caliente conversación entre Marta, la hija de Pepita, con ésta y con mi madre, en la que la chica reconocía que le gustaría tener relaciones con su padre, éste y yo habíamos irrumpido en la escena iniciando una caliente sesión de sexo familiar. Tras una serie de confidencias por parte de todos y especialmente por parte de la sorprendente Marta, las tres mujeres se habían puesto a darnos placer con sus bocas en nuestras pollas y culos. La situación era tremendamente excitante, especialmente para Arturo, cuyo culo estaba siendo chupado por su hija mientras mi madre hacía lo propio conmigo y su mujer nos mamaba la polla alternativamente a ambos. La calentura del padre de Marta era tal que el pobre hombre acabó corriéndose sin remedio y sin que nadie le tocara la polla. Su hija se mostró contrariada por no haber podido tragarse la corrida de su padre al haberse producido ésta de forma tan inesperada pero se tomó la revancha chupándole la polla hasta dejarle de nuevo en disposición de follar con su caliente hija. Y es que la calentura de esta chiquilla supera con mucho cualquier expectativa.

Se produjo entonces el excitantísimo y esperadísimo polvo entre Arturo y su hija que culminó con un fabuloso orgasmo tanto de él como de la joven Marta mientras Pepi, la madre de la chica, también orgasmaba completamente excitada por la escena de incesto, tan anhelada por ella, y también con el concurso de mi lengua y mis dedos en su calentísimo conejazo.

Pero aquella sucesión de intensos orgasmos no significaba, ni mucho menos, el fin de fiesta de aquella gloriosa reunión.

Tras ver cómo orgasmaba su madre, y mientras aún tenía la polla de su padre en el chocho, Marta le dijo al aún excitadísimo Arturo:

  • No me la saques, papá; sigue dándome suavemente, sigue dándome polla, cachondón. Dale gusto a tu hijita y sigue follándome, que no quiero dejar de sentir tu pollaza en el conejo. Me encanta que me sigan follando después de haber tenido un orgasmo; es un gustito muy rico sentir tu polla morcillona en mi conejo, papá. No me la saques, papá, sigue gozando del chocho de la zorra de tu hija. Te gusta tener el rabo en el potorro de tu hija, ¿verdad, papi?

  • Puedes estar segura, cariño. A pesar de haberte soltado toda la cuajada en tu chocho de golfa todavía la tengo suficientemente en forma y con ganas de seguir taladrándote, guarra. Así que toma, toma la polla de papaíto, zorra, toma y dale gusto en el nabo a papá con tu chocho de golfa. ¡Cómo me gusta tenerte así, toda ensartada con mi polla, zorrita! ¡Ummm! ¡Qué buena estás y qué golfa eres, cariño! ¡Qué gustito me da follarte, darte pollazos en ese chocho que yo creía virgen y que seguro que es de los más viciosos de toda la ciudad!

Entre gemidos por el placer que su padre le estaba procurando, Marta le dijo entonces a mi madre:

  • Y tu Nati, venga, ponle el culo en pompa a tu hijo para que te joda aquí a nuestro lado y montamos una buena jodienda familiar ¿no te parece? Que también me da mucho morbo ver lo guarros que sois vosotros. ¿Quién iba a pensar que la mejor amiga de mi madre es también una puerca de tomo y lomo y que folla hasta con su propio hijo?

  • Pues ya ves, Marta; así es, la amiga de tu madre es una buena zorra, y bien orgullosa que estoy de ello, ja, ja, ja.

  • Pues venga, demuestra lo puta que eres con tu hijo. Quiero ver cómo te la mete tu propio hijo en el chocho, golfa. ¡Qué morboso! ¡Menudo vicio! Y además mientras mi propio padre me está dando verga en el chichi. Esto es brutal, estoy calentorra como no lo he estado en mi vida.

  • Y eso que viciosa eres un rato ¿eh, Marta? – Le dijo mi madre riendo. – Bueno, pues ahora mi hijo y yo vamos a demostrarte que también somos unos buenos calentorros.

  • Eso, eso – intervino Pepita. – Nati, déjate joder ahí mismo por tu hijo, al lado de mi marido y mi hija. Con lo cachonda que a mi pone todo esto del sexo en familia… Bueno, bueno, si es que seguro que me vuelvo a correr sólo de veros a los cuatro ahí follando como locos tú con tu hijo y el cabrón de mi marido con nuestra hija. ¡Uff, qué cachondura!

  • Claro que sí, Nati. Venga, déjate empitonar por la polla de tu hijo, guarrona. ¿Eh, no te apetece? – Dijo de nuevo la joven Marta.

  • Claro que me apetece, cariño, que tengo el chocho ardiendo después de todo lo que ha pasado.

  • Venga, puta, ábrete ahí de piernas para tu propio hijo. Ofrécele el felpudo y que te lo riegue con su leche como a la puta que eres. – le instó a mi madre casi con urgencia Pepita mientras volvía a estirarse de los pezones de una forma tan bestial y exagerada que a mi me pareció que estaba a un paso de arrancárselos.

  • ¿Tú que dices, hijo? ¿Te apetece chingarte a la puta de tu madre aquí al lado de Marta y su padre?- Dijo entonces mi madre con su voz más melosa.

  • Por supuesto, mamá. Lo estoy deseando porque la verdad es que yo también estoy a reventar con todo este panorama tan vicioso e incestuoso. Si no te follo pronto creo que me va a pasa como antes a Arturo; me voy a acabar corriendo sin ni siquiera tocarme.

  • Pues de eso nada ¿eh? – intervino riendo Marta. – Con una lechada desperdiciada por hoy ya vale. Todo vuestro juguito tiene que ir a parar a nuestros cuerpos. Por dentro o por fuera eso ya lo decidís vosotros pero que no se vaya al suelo ni una gota más de semen estando aquí tres putonas de campeonato, ja, ja, ja.

Todos reímos ante las ocurrentes y provocadoras palabras de Marta y ya, sin más dilación, mi madre se colocó también a cuatro patas con todo su espléndido culazo en pompa al lado de Marta. Daba gusto verla con su liguero blanco enmarcando su enorme culazo y con las medias transparentes realzando la belleza y el atractivo de sus macizos muslazos. Desde luego mi madre estaba para joderla y darle polla hasta reventarla. La muy golfa invitaba a que la penetrara con el sugerente movimiento de su culazo así como con su sonrisa más lasciva y viciosa. Sus redondas tetas colgando y con los salidos pezones apuntando en dirección al suelo también contribuían a que aumentara el atractivo y el deseo que en mi provocaba aquella madura hembra que es mi madre.

Yo no tardé en acoplarme tras su amplio culazo y tras metérsela con parsimonia, sintiendo cada centímetro de mi polla que iba adentrándose en su humedísimo y acogedor chochazo, empecé a joder a mi madre con crecientes ganas. Mientras empezaba a bombear en el caliente chochazo de mi madre le dije a Pepita.

  • Tú tranquila, Pepi, que en cuanto acabemos con este par de zorras te tocará a ti disfrutar de polla y por partida doble. Te vamos a sacar de golpe todo el gustazo y la calentura que estás acumulando a ver todo este numerito. Y no te estires tanto de los pezones que te los vas a arrancar, puta.

  • Tranquilo, cariño, que mis tetas aguantan esto y más. Es que hasta me da gusto hacerme un poco de daño en los pezones

  • ¡Serás puta y zorra, mamá! – Le dijo divertida su hija mientras seguía siendo penetrada por su padre.

  • Desde luego que lo soy, hija, seguro que tanto como tú aunque realmente no creo que más. ¡Menuda putita nos has salido tú!

  • Pepi, en cuanto acabe de follarme a nuestra hija te voy a arrancar los pezones a mordiscos mientras el hijo de Nati te jode hasta sacarte la polla por la boca, puta. – Le dijo entonces su marido a Pepita. A Arturo se le notaba completamente excitado y salido y la actitud tan provocativa de su mujer mientras follaba a su hija contribuía a enardecerlo aún más.

Eso espero, cabrones, eso espero – respondió la cachonda madurita mientras se acariciaba ahora con mimo sus enormes tetazas sentada en la butaca – porque yo sí que tengo el chocho ardiendo y con ganas de rabo. Y es que no se ve todos los días una escena como esta: mi marido ahí jodiendo a mi hija y mi mejor amiga follando como una puta con su propio hijo. Vamos, que esto no es precisamente como ver el telediario… Estoy que reviento de gusto sólo de veros. ¡Qué excitación!

El marido de Pepita y yo continuamos follando con gran placer, él a su hija y yo a mi cachonda madre y mientras lo hacíamos la joven Marta, aprovechando que estábamos prácticamente a su lado le empezó a tocar las tetas a mi madre diciéndole:

  • Tienes buenas tetas ¿eh, Nati? No tan gordas como las de mi madre pero seguro que se la pones bien dura a los tíos con ellas a nada que las enseñes ¿eh, zorra?

Mi madre aceptó la caricia sonriendo y le contestó a la chica que en efecto sus tetas solían gustar bastante a los tíos a pesar de lo caídas que ya las tiene.

  • Sabiendo usarlas se puede poner a un tío bien caliente con las tetas aunque estén ya caídas como las mías y no sean demasiado grandes. – Declaró mi madre.

Luego, y mientras Marta seguía acariciando las tetas de mi madre, fue ésta la que piropeó las de la joven y aprovechó para tocárselas también y para titilarle los pezones. Entonces Marta dijo:

  • A mi no es que me vayan las tías pero la verdad es que mientras tengo una buena polla en el chocho no hago ascos a nada y hasta me agrada tocar a otra mujer o que me toque a mi. A veces me he montado buenos bollos con alguna amiga mientras dos tíos nos jodían a las dos. Me resulta morboso y además a los tíos suele ponerlos muy cachondos. ¿A ti que te parece, Nati?

  • Pues que soy de la misma opinión. Yo, si hay polla de por medio, tampoco digo que no a nada y si tengo que dejarme tocar las tetas o lo que sea por otra tía pues lo hago con gusto.

  • ¿No te importa entonces que esté tocando las tetas, Nati?

  • Claro que no, cariño. Me da gustito que me las toques así mientras este par de cerdos nos follan como a putas, ja, ja, ja. Sigue, sigue, estírame de los pezones, así… ¡Umm!

  • ¿Y entonces a ti también te gusta tocar unas peras, Nati?

  • A tu madre ya se las he tocado y hasta chupado más de una vez mientras una polla le lima el coño, no te creas... – respondió riendo mi madre

  • Anda cerda – intervino Pepita – que no será la primera vez que me dices a mi que te las muerda mientras tu hijo te jode bien jodida.

Todos reímos y entonces Marta hizo algo que contribuyó a excitarnos más a todos si es que era posible. Acercó su cara a la de mi madre y le dio un beso con lengua en la boca al que mi madre respondió y que enseguida se transformó en un morreo de campeonato con las lenguas de las dos mujeres a la vista y lamiéndose la una a la otra.

Por nuestra parte, nuestros envites en los chochos de las dos viciosas hembras seguían arreciando y ellas continuaban morreando cuando Pepita se levantó de la butaca y acercándose a nosotros se puso de rodillas también frente a mi madre y su hija y sacando la lengua en forma provocativa y viciosa la ofreció a las otras dos hembras. Estas aceptaron de inmediato la depravada invitación y enseguida mi madre puso su lengua en contacto con la de su amiga chupándose ambas las lenguas en un beso lleno de vicio. Luego fue Pepita la que morreó con su propia hija haciendo que Arturo acelerara la follada en el coño de su hija llevado por la excitación de ver a su hija y a su mujer besándose como dos guarras mientras él jodía el caliente coñito de su hija.

  • ¡Pero qué par de putas sois las dos y yo prácticamente sin enterarme hasta hoy! Menudo par de guarras que tengo en casa… – Decía Arturo completamente salido.

Tras estos comentarios de Arturo las tres hembras continuaron dándose la lengua con verdadero vicio, en ocasiones incluso con las lenguas de las tres zorras en contacto simultáneamente en unos calientes besos lésbicos a tres bandas. También se tocaban las tetas entre las tres y resultó especialmente excitante oír cómo Pepita demandaba tanto a su hija como a mi madre que le estiraran fuertemente de sus salidísimos pezones.

  • Arrancádmelos, putas. – Le decía Pepita completamente excitada. – Tirad bien fuerte.

Por nuestra parte, tanto el marido de Pepita como yo mismo, habíamos acelerado el ritmo de la follada llevados de la excitación y ello enseguida dio sus resultados. Primero Marta y casi a la vez mi madre estallaron en unos soberbios orgasmos. Entonces ambos arreciamos más si es que era posible en nuestras acometidas y en el momento de corrernos nosotros, que prácticamente coincidió, ellas coronaron un segundo y espectacular orgasmo que las dejó deshechitas, apoyadas de codos en el suelo y gimiendo como gatas.

  • Cariño, qué gustazo le has dado a mamaíta con ese pollón tan gordo que tienes, hijo. Ha sido fabuloso. – Me decía mi madre satisfecha. – No hay nada para una madre calentorra como yo como sentir la polla de su hijo en el conejo. Me follas de miedo, cariño; haces disfrutar mucho a mamá. Cada día me gusta más follar contigo, mi amor.

  • Pues tú, mamá, seguro que te haces una idea de lo que yo disfruto ahí bien agarrado a ese panderazo y metiéndote el cipote en tu calentísimo conejazo. Es maravilloso comprobar lo putona y viciosa que puede llegar a ser tu propia madre.

  • Y más si lo es contigo ¿verdad? Ja, ja, ja. – Rió mi madre complacida y satisfecha.

Apenas sacamos nuestras pollas de los chochos de Marta y de mi madre cuando Pepita dijo que esperaba que conserváramos la forma porque necesitaba rabo duro y con urgencia. Tras los comentarios de rigor en tono de broma, las tres mujeres se pusieron a la obra para que nuestras pollas conservaran toda su erección y pudiéramos ocuparnos de la cachonda Pepita con garantías.

Mi madre volvió a chuparnos el culo alternativamente a los dos; era delicioso sentir la punta de la lengua de mi madre pugnando por meterse en el culo mientras sus manos acariciaban con gran habilidad nuestros testículos.

  • Me siento una completa guarra chapándoos el culo, cacho cerdos, y me encanta, os puedo asegurar que me encanta y me excita ser tan golfa, tan cerda y tan puta.

  • Lo haces de miedo, mamá. Sigue, cerda, sigue. Cómenos el culo, guarra, danos gusto con la lengua en nuestros culos.

  • Antes de empezar con todo este puterío nunca hubiera pensado que me iba a gustar nada menos que chuparle el culo a un tío, y ahora mirad, es que me pongo calentorra perdida sólo de oíros gemir cuando os meto la lengua en el ojete, cerdos. – Decía mi madre completamente salida.

  • Tú dale, Nati, dale a la lengua y mete bien la puntita por nuestros ojetes, marranaza, que lo haces de miedo. – Le contestaba Arturo disfrutando intensamente de la caricia anal.

  • Os gusta el beso negro ¿eh, cerdos? – Decía Marta con malicia.

  • ¡Uy, el beso negro! ¿Pero cómo sabe esta niña esos nombres de estas cosas tan depravadas? – Intervino su madre.

  • No debería extrañarte que Martita sepa lo que es un beso negro, cariño – le respondía su marido. – Es bien evidente que sabe muchas más cosas de las que nosotros pensábamos de todo este asunto del folleteo la muy putilla.

  • Puedes estar seguro, papá, puedes estar seguro; y poco a poco te voy a ir demostrando a ti todos mis conocimientos, ja, ja, ja. Para empezar ahora ¿qué tal si os hago una buena mamada, o bueno, un francés, si preferís la denominación putera? Ja, ja, ja.

  • Venga, zorra, empieza a comérnosla como una verdadera puta, que seguro que lo haces mejor que una profesional.

  • Ahora lo vais a ver, cachondos. Sin falsa modestia, la verdad, creo que pocas habrá que me ganen en habilidad comiendo nabos.

Y diciendo esto la joven Marta empezó a hacernos una mamada a los dos que seguro que no tenía nada que envidiar a la que pudiera hacer una puta profesional especializada en mamadas. Se metía alternativamente nuestras pollas en la boca dándonos unas chupadas de escándalo. Tenía habilidad la condenada chavala y sabía manejar la lengua; rodeaba el glande con habilidad y soltando enormes cantidades de saliva sobre nuestras pollas, luego se metía todo el cipote hasta casi hacerlo desaparecer en su boca, acción esta por cierto que llevaba a su padre al borde la locura pues nuestra polla llegaba prácticamente a incrustarse en su garganta, y nos sorbía el capullo sonora y hábilmente dándonos un gustazo tremendo. También nos daba rapidísimos lengüetazos en la zona del frenillo y de vez en cuando se metía nuestros huevos enteros en la boca y los chupaba con enorme mimo. La verdad es que la joven putita sabía cómo dar gusto a un hombre con la boca, bueno y a dos a la vez también.

  • Cómo te gusta que tu hija te chupe el rabo ¿eh, cerdo? – Le decía Pepi a su marido excitándolo aún más.

Mientras Marta seguía chupando con suprema habilidad nuestros cipotes, Arturo no dejaba de sobarle las tetas a su hija a la vez que la insultaba de forma absolutamente soez.

  • Guarra, marranaza, chupa, chupa… Cómele la polla a tu padre como la cerda que eres. Así, así, hasta dentro, puerca; trágatela entera, zorra, mama la polla de tu padre y dale gusto del bueno en el cipote. ¡Uf, pero que cerda y que puta eres, hija mía!

Después de un buen rato con este espectacular tratamiento la joven Marta se interrumpió un momento y le dijo a mi madre:

  • Nati, vamos a cambiar de tarea; déjame demostrarles a este par de calentorros que también se hacer un beso negro por lo menos tan bien como se lo estabas haciendo tú.

  • ¡Uy, hija, viendo lo puta que eres para la edad que tienes seguro que se lo haces mejor que yo! Venga, venga, lámeles el culo a estos dos guarros mientras yo me ocupo ahora de sus cipotes.

Entonces se cambiaron y fue Marta la que nos empezó a chupar el ano tanto a su padre como a mí mientras mi madre era ahora la que nos lamía las pollas a Arturo y a mí mismo. La verdad es que era delirante.

  • ¿Entonces le habías comido el culo antes a algún tío, cariño? – Le preguntaba Arturo a su hija.

  • A unos cuantos, papá, a unos cuantos; pero no te me vayas a poner celoso ¿eh? Y al que más a un profesor mío de la Uni que es un verdadero vicioso de que le chupe el culo. Al muy cerdo se lo habré chupado decenas de veces pero no he tenido nunca el menor problema en su asignatura, ja, ja, ja. Una buena comida de culo, después dos chupadas en la polla hasta que se corre en mi boca y una nota estupenda ¿Qué os parece?

  • Hija, ¿no crees que eres demasiado puta?

  • Bueno papá, yo creo que soy una chica normal, quizá un poco viciosilla pero si a ti te parece que soy muy puta y crees que no tengo que serlo tanto me lo dices y ya está ¿eh? Yo hago lo que tu me digas, papá. – Respondió la joven con un tono de voz tan sensual que con sólo oírla daban ganas de reventarla a pollazos.

  • Bueno hija, ya hablaremos de todo eso y ya te diré cómo me gusta que seas de puta. Ahora sigue chupando, sigue metiéndome la lengua en el culo que esto es sencillamente bestial. ¡Aaah, qué bueno, ahhhh!

Mientras tanto Pepita, enfrente de nosotros, se exhibía balanceando sus tremendas mamas y haciendo una especie de baile erótico para excitarnos apretándose las tetas, estirándose de sus pezones y mostrando de manera lujuriosa su gordo culazo y su peludo conejo mientras decía cosas refiriéndose a sí misma como una puta y una viciosa, autodenominándose la esposa de un cornudo vicioso y la madre de una puta guarrísima. También provocaba a su marido diciéndole que tenía una familia de putas y que tanto su mujer como su hija eran dos auténticas cerdas con el chocho bien trabajado por otras pollas. Todo esto a Arturo le excitaba enormemente y su polla lo acusaba con una soberbia erección.

  • Te gusta que las tetas y los coños de tus mujercitas los disfruten otros ¿verdad, cornudito mío? – Le decía Pepita a su marido con voz insinuante y provocativa.

  • Sí, me encanta que tanto mi mujer como mi hija sean dos perfectas guarras, dos putas calentorras, dos zorras folladoras… - Decía él delirando de placer.

  • Pues vas a disfrutar mucho, querido, porque algo me dice que vamos a ser más putas todavía; nosotras un poco más zorras cada día y tú un maridito y un padre con los cuernos un poco más grandes cada vez.

Toda la estrategia dio resultado, por supuesto, y nuestras pollas siguieron en condiciones de hacer su labor con la caliente madura. Entonces tanto mi madre como Marta dejaron de chuparnos respectivamente las pollas y los culos dejándonos en un estado de excitación tremendo. Ahora era el turno de Pepita; la íbamos a joder a base de bien. Una vez nos dispusimos a follarla, Pepita se puso a cuatro patas y a la hora de joderla fue su hija la que propuso que fuera yo el que la penetrara en el coño por detrás mientras su padre se la metía en la boca y le estrujaba las tetas.

  • Arráncale a mamá esas tetazas de guarra que tiene, papá, y métele la polla en la boca hasta la garganta ¿no ves que es lo que está pidiendo la muy golfa?

  • Sí, cariño, se la voy a meter a tu madre hasta el estómago.

Así lo hicimos y empezamos a follar a Pepita respectivamente por la boca y por el coño animados obscenamente por la hija de Pepita y por mi madre. Sin duda todos estábamos muy calientes porque Pepita en menos de un minuto de bombeo en su húmedo conejazo coronó un primer y tremendo orgasmo. Apenas unos minutos después alcanzaba el segundo y poco después un tercero realmente bestial mientras gritaba como una loca. En ese momento su marido y yo decidimos intercambiar los agujeros por los que estábamos penetrando a la jamona Pepita y entonces fue su marido el que la penetró por el conejo y yo el que ocupé su sitio en la boca.

Seguimos follándola y gozando los tres y pronto Pepi coronó un nuevo orgasmo, esta vez con el cipote de su marido en el higo.

  • Seguid, seguid, cabrones, seguid follándome, metédmela hasta dentro, destrozadme entera a pollazos. – Decía ella completamente salida. – Estoy gozando como nunca. Eso es maridito, eso es, fóllame el chocho, méteme hasta dentro la polla que hace un poco le has metido en el chumino a nuestra hija, cabronazo. ¡Ahhh! ¡Aaaaahhh! ¿Te gusta más el chocho de la niña que el mío? Dime qué chocho te gusta más, dímelo… ¡Aaaaahhh!

  • El de la niña, putorra, me gusta más joder el de la niña que el tuyo, cacho guarra, pero no pienso dejar de joderos a ninguna de las dos nunca, guarras, nunca.

Y Pepita alcanzó entonces un nuevo, intensísimo y furibundo orgasmo gozando como una perra.

Seguimos jodiéndola un rato más y cuando Arturo comenzó a sentir que su corrida era inminente intervino su hija diciendo que quería ver cómo le echábamos los dos toda la lefa en la cara a su mujer. A mi la idea también me gustó así que invité a Arturo a que se colocara junto a mi, frente a su mujer para tratar de corrernos los dos a la vez en su cara y boca. Arturo se la sacó del coño a Pepita y se puso a mi lado cascándosela furiosamente. Yo también se la saqué de la boca cuando casi me iba a correr y también me la cogí con la mano para darme un par de sacudidas que me llevaran al orgasmo corriéndome en la cara de la caliente jamona. Entonces, al vernos masturbándonos a nosotros mismos, Marta y mi madre reaccionaron y cogiéndonos ellas las pollas, la hija de Arturo dijo:

  • Bueno, lo que faltaba, que estando aquí tres putas os tengáis que cascar vosotros la paja para correros en la cara de guarra de mi madre. Venga, Nati, sacúdesela a tu hijo mientras yo hago que se corra mi padre. Vamos a darles gusto a estos cabrones y a regarle la cara a mi madre con este par de mangueras.

Y así lo hicieron. Mi madre empezó a frotarme la humedísima polla con la mano y a moverla arriba y abajo por toda la caña mientras Marta hacía lo propio con el cipote de su padre. Nuestra corrida no se hizo esperar y entonces las dos mujeres, tanto mi madre como Marta, se esmeraron en apuntar con nuestras pollas a la cara de Pepita haciendo que nuestra lefa fuera a impactar en su boca, nariz, frente y hasta en el pelo.

  • Toma leche de macho, guarra. – Le decía su propia hija mientras el rostro de Pepi se iba cubriendo con nuestro denso y blanquísimo semen.

  • ¡Este es el polvazo más grande de mi vida! – Exclamó Pepita absolutamente entusiasmada y poseída por la lujuria cuando las últimas gotas de nuestra corrida iban depositándose sobre la cara de la cachonda mujer.

Cuando Arturo y yo culminamos nuestro orgasmo sobre la cara de Pepita, ésta la tenía completamente perdida de espeso y blanquísimo semen. Entonces Marta se abalanzó sobre la polla de su padre metiéndosela en la boca para chupar y tragarse los últimos restos de su corrida haciendo que éste gozara aún más.

  • Así, mi niña, así. Cómete la lechecita de papá después de que la puerca de tu madre la haya recibido en su cara de puta. Déjame la polla bien limpia, cariño, no dejes ni una gota, golfilla. ¡Qué bueno, qué bueno, qué zorras sois todas, cómo sabéis sacarle la leche a un tío y cuánto vicio hay aquí! ¡Y qué putonas son mi mujer y mi hija! Sois las más guarras del mundo y yo el cabronazo más afortunado.

Mientras tanto mi madre, tras darme un tremendo morreo, también se había aplicado chupándome la polla y dejándomela limpísima con su hábil lengua mientras yo le titilaba los pezones.

Las intensas lamidas de Marta en el capullo de su padre llevaron a este, sorprendentemente, a un nuevo orgasmo eyaculando ya unas breves gotas de semen en la boca de su viciosísima hija. Yo, así mismo para sorpresa mía, también eyaculé una vez más pues mi madre, arrodillada a mis pies mientras yo me había sentado en el sofá, estaba haciendo un excelente trabajo mamándome la polla y así, dada la excitación general, acabé teniendo un nuevo y vivísimo orgasmo echándole también unas exiguas gotas de lechada en la boca a mi madre que ésta se tragó con absoluta delectación.

Después de esto descansamos todos un poco charlando sentados en la sala y comentando tanto lo sucedido como otras cuestiones relativas a nuestra sexualidad para que todos fuéramos conociéndonos mejor en este ámbito.

En el transcurso de la conversación la joven Marta nos contó un poco sus avatares sexuales. Como ya había adelantado antes a preguntas de su padre, Marta follaba regularmente desde hacía unos tres años y poco a poco había descubierto que los hombres que más morbo le daban eran los mayores, por encima de los cuarenta años. Nos contó que había participado en numerosas orgías, follado con la mayoría de los padres de sus amigas, con profesores y con no pocos desconocidos y ligues ocasionales. Nos dijo una vez más que el sexo con los chicos de su edad no le atraía en exceso a no ser que concurrieran circunstancias excepcionales como que se tratara de una orgía o que fueran chicos especialmente depravados.

También había tenido algunas experiencias lésbicas aunque siempre en el transcurso de alguna orgía y llegó a confesarnos que no le disgustaba que se mearan encima de ella ni hacerlo ella encima de otros. Según nos dijo algunos de sus cincuentones amantes disfrutaban mucho con esta práctica, tanto meando encima de ella como haciendo que ella se meara encima de ellos. Al parecer un tío de una de sus amigas, un hombre muy gordo y de unos 60 años, tal como ella lo describió, solía pedirles a ella y a su propia sobrina que le dejaran mearse encima de ellas y a cambio les daba dinero o les compraba algún regalito. El viejo en cuestión, tras orinarse encima de las dos jóvenes, les pedía que lo masturbaran y se la chuparan hasta correrse también encima de sus caras.

  • El cabrón de él – contaba Marta ante los asombrados ojos de sus padres – nunca nos la ha querido meter. ¿Os lo podéis creer? Lo único que le gusta es mearse encima de nosotras y que luego se la chupemos entre las dos hasta que nos hecha todo el cuajarón en la cara. Es súper cerdo pero no se por qué no quiere follarnos y eso que a mi me encantaría porque me da un morbazo tremendo y además tiene un pollón

  • ¡Pero qué guarra eres, hija mía! – Decía Pepita realmente asombrada de lo depravada y viciosa que era su propia hija.

Marta nos llegó a contar también que en cierta ocasión el dueño de un salón de belleza al que solían ir ella y sus amigas a arreglarse el pelo, depilarse, hacerse la manicura y esas cosas, además de haberla follado por todos sus agujeros, hizo que se la follara también el perro pastor alemán que tenía el hombre en cuestión.

  • A él le puso como loco el tema pero la verdad, a mi no me gustó demasiado; ¡donde esté la polla de un hombre…!

Pepita y mi madre se sintieron un tanto escandalizadas con lo que Marta contó sobre su experiencia zoofílica pero a la joven le parecía una experiencia más.

Por lo que contaba nada le era extraño en el sexo: mamaba y tragaba semen, follaba en todas las posturas y hasta se dejaba encular. Al oír sus comentarios sobre el sexo anal su padre le dijo que eso tenía que dejárselo probar y entonces ella, muy resuelta, se incorporó, le puso el culo delante de la cara, lo movió de forma tremendamente insinuante y provocadora y le dijo:

  • Pues venga, papaíto. Desde luego no vas a ser tú el único cabroncete que se quede sin probar mi culito. En todo caso lamento que no vayas a ser tú el que desvirgue mi agujerito marrón; me hubiera gustado ofrecértelo virgen, la verdad, pero bueno… la cosa es que también goces con él si te gusta darme por el culo.

  • Puedas estar segura de que me va a encantar, pequeña zorrita. Y bueno, me hubiera gustado desvirgarte el culo, es cierto, pero también me pone muy cachondo pensar que le voy a dar por el culo a mi hija después de que otro buen montón de pollas se lo hayan abierto a conciencia.

  • Bueno, papá, tampoco han sido tantas ¿eh? Realmente no las llevo de cuenta pero no creo que me hayan dado por el culo más de 10 ó 12 tíos, la verdad.; por el coño me la han metido bastantes más pero por el culo sólo esos

  • ¡Serás puta! ¡Te parecerán pocos! – Le dijo riendo su madre.

  • Pues ahora vas a probar otra polla más por tu agujerito trasero, cariño. – Le dijo Arturo excitado a más no poder. – Te lo voy a reventar, golfilla, te voy a dar por el culo, guarra.

  • Lo estoy deseando, papá. Venga, cómeme el ojete como antes yo te he hecho a ti y taládramelo todo lo que quieras, que seguro que me gusta. Y no temas hacerme daño, que no va a ser la primera pollaza que me entre por el culo.

Así lo hizo el marido de Pepita y minutos después, tras chuparle el ano a su hija durante un rato, le estaba metiendo la polla en el culo a la joven sin que ésta se quejara lo más mínimo ni la penetración supusiera la menor dificultad; señal inequívoca de que, en efecto, no habían sido pocas las veces que una polla había visitado el orificio anal de la joven a pesar de su juventud.

Mientras el marido de Pepita enculaba a su hija a mi me empezó a apetecer también dar por el culo a las dos jamonas y culonas maduritas que estaban con nosotros y así se lo propuse a mi madre y a Pepita. Ellas aceptaron sin problemas así que les empecé a dar también unos lengüetazos en sus respectivos anos. En un momento dado y mientras bien agarrado a los gordos muslos de mi madre le metía a ésta la punta de la lengua en su excitante agujerito marrón, ella me interrumpió diciéndome:

  • Deja que nos ablandemos el agujerito del culo entre nosotras, cariño.

Entonces mi madre le sugirió a Pepita que hicieran un 69 entre ellas pero chupándose los culos en lugar de los coños. A las dos le hizo especial gracia la propuesta y en cuestión de segundos allí estaban las dos sobre la alfombra enredadas en un caliente 69 en el que las lenguas de ambas pugnaban por entrar en el agujero marrón de su respectiva amiga.

Cuando ya no pude aguantar más el espectáculo de ver el orondo culo de mi madre chupado por su amiga y el de ésta taladrado por la viciosa lengua de mi madre, les dije que se colocaran a cuatro patas una al lado de la otra y con los dos culazos en pompa y ofrecidos. El panorama era espectacular: dos fabulosos, enormes y blanquísimos culazos, con sus orificios anales bien expuestos y esperando mi polla. Ni que decir tiene que mi nabo estaba una vez más aquella tarde a tope de dureza. Me situé detrás de ellas y agarrándome a sus enormes caderazas me dispuse a darle por el culo. Empecé con mi madre aunque la idea, lógicamente, era sodomizarlas alternativamente a las dos y así lo hice ante el entusiasmo de Marta, la hija de Pepita. Le metía la polla por el culo a mi madre, le daba media docena de pollazos y se la sacaba para repetir el mismo tratamiento en el blanquísimo culazo de Pepita y vuelta a empezar. Era delicioso gozar casi a la vez de los dos fabulosos panderos de mi madre y su amiga.

  • Así, así, todas las zorras bien enculadas. – Decía la joven Marta. - ¡Qué bueno, cuánto vicio! Creo que no había estado en una fiestecita tan fuerte y tan viciosa en mi vida y mira con quién me la he ido a montar; con mi padre y mi madre y con una amiga suya que además folla con su hijo. ¡Es la monda, grupito de depravados; y yo que me creía una guarra de campeonato...!

Aquella enculada múltiple fue la traca final de la sesión. Además, las tres zorras, para darse placer mientras nosotros las jodíamos por el culo, poco a poco se acercaron entre sí hasta quedar Marta situada frente a su madre y la mía y empezaron a besarse y a tocarse las tetas e incluso los chochos alargando las manos para llegar a las entrepiernas de las otras mujeres mientras nosotros las penetrábamos. Era excitante ver con qué vicio la joven Marta se daba la lengua con su propia madre y con la mía y cómo les estiraba de los pezones a las dos calientes maduritas.

Poco después tanto el marido de Pepita como yo eyaculábamos con enorme placer aunque ya con muy poco semen. Arturo lo hacía lógicamente en el culo de su hija mientras la llamaba zorra, viciosa, puta y multitud de cosas por el estilo. Yo solté las pocas gotas de semen que quedaban en mis testículos en el caliente culo de mi madre, que era el que ocupaba en aquel momento.

A continuación, para darles a las hembras su ración de placer, ambos machos, sin decirnos nada y como si estuviéramos de acuerdo sin hablar, les metimos varios dedos en los chochos a todas ellas y empezamos a masturbarlas a todo tren. El marido de Pepita se ocupaba de su hija y yo de su mujer y de mi madre metiéndoles tres y hasta cuatro dedos en sus humedísimos chochazos y metiéndoselos y sacándoselos a toda velocidad. Tras unos cuantos bombeos salvajes las tres alcanzaron un orgasmo entre chillidos con el que ya todos quedamos satisfechos riendo y tirados por el suelo.

Cuando nos fuimos recuperando comentamos la excepcional experiencia sexual que acabábamos de vivir y tras reafirmar lo placentera que había sido para todos ya fuimos dando la fabulosa sesión incestuosa por finalizada.

Tras vestirnos y despedirnos de la caliente familia compuesta por Arturo, Pepita y su hija Marta a morreo limpio, mi madre y yo ya nos fuimos a nuestra casa, ambos realmente satisfechos con todos los numerosos y excitantes orgasmos que habíamos experimentado aquella tarde y comentando lo extenso que se estaba haciendo nuestro particular círculo del incesto.

Continuará….

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