Círculo Incestuoso (31)

Tras escuchar asombrados algunas de las confesiones de la joven Marta, Arturo por fin tira a su hija. Su madre, Pepi, así como mi madre y yo mismo somos los cachondos testigos de tan excitante acto.

CÍRCULO INCESTUOSO

(Parte 31 – Marta y su padre).

En el capítulo anterior Pepi, la amiga de mi madre, su marido Arturo, mi madre y yo recibimos la enorme sorpresa de descubrir que Marta, la hija de este caliente matrimonio, era mucho más zorra de lo que hubiéramos podido imaginar. La sorprendimos en su casa cuando les estaba haciendo nada menos que una felación a dos señores de cerca de 70 años. Así las cosas decidimos que fueran mi madre y la suya las que irrumpieran en la escena mostrándole que no tenía de qué preocuparse pues su propia madre también era una buena zorra adúltera. Así, tras ganarse su madre y la mía su confianza, podría ser más sencillo que su propio padre se beneficiara del lujurioso cuerpo de la joven, que era lo que deseaban tanto Pepita como su marido.

Tras una espectacular escena sexual de las tres hembras con los dos vejetes, mi madre y Pepi le contaron a Marta que su propio padre también era un vicioso que había follado con mi madre con el beneplácito de Pepita, su esposa. Marta, aunque tremendamente sorprendida, reaccionó muy bien ante esta revelación. No obstante casi no se acababa de creer que en cuestión de un par de horas sus padres se hubieran enterado de lo golfa que era ella y aún menos de que a su vez ella se enterara de que tanto su padre como su madre eran dos apasionados del sexo vicioso.

  • Pues que bien, qué excitante… aunque me cuesta un poco admitirlo, asumirlo, no se… Una piensa que su padre… - decía Marta tras haberle revelado mi madre que follaba con su padre y que éste era un buen calentorro.

  • Pues si a ti te cuesta imaginar que tu padre es un calentorro imagina lo que le costaría a él asumir la clase de golfa que eres tú, ja, ja, ja. Su niñita nada menos que chupándoles la polla a dos viejos a la vez. – Decía mi madre divertida.

  • Sí, es verdad. Y lo cierto es que reconozco que soy una buena golfa, pero bueno, no mucho más que la mayoría de mis amigas ¿eh? Que todas tenemos ya el coño bien abierto y a la mayoría nos gustan cada vez más cosas que se salgan un poco del típico polvo con un chico. Ya sabéis, que si viejos, que si un montón de tíos a la vez

  • Menuda generación de viciosas. – Le decía su madre en tono humorístico mientras sus enormes tetas se movían arriba y abajo por efecto de su risa pues las tres mujeres continuaban desnudas.

  • Sí, mamá, pues podrás hablar tú… ¿Quién se iba a imaginar que tú y papá…? Vamos, que todavía me parece increíble y alucinante haber descubierto en un momento que mi madre le pone los cuernazos a mi padre y que él es también un buen golfo. ¡Es impresionante, qué bueno!

  • Pues así es y si a ti te parece bien pues mejor ¿no?

  • Sí, sí, desde luego. – Decía la joven Marta asumiendo todo aquello de lo que se estaba enterando. - Oye. ¿Y tú, mamá, entonces lo sabías? ¿Sabías que papá te pone los cuernos con Nati?

  • Pues claro, hija, como yo que se los pongo a él con todo el que puedo.

  • ¡Qué fuerte, mi padre hecho un cerdo, un calentorro vicioso, qué bueno!

  • ¿Entonces te parece bien, hija?

  • Ya lo creo. Me parece muy excitante; me tenéis que contar más cosas de todo ese vicioseo que os traéis ¿eh?

  • Te calienta pensar en lo golferas que puede ser tu padre ¿a que sí? – Le preguntaba mi madre a la joven.

  • Ya lo creo que sí. Oye Nati, si alguna vez, cuando estás con él y fuera posible… quiero decir que… igual os parezco una guarra depravada pero la verdad es que… bueno, que ya me gustaría veros juntos a mi padre y a ti, Nati. Tiene que ser caliente a tope ver a mi padre haciéndote guarradas. ¡Qué morbazo!

  • Bueno, a mi no me pareces una guarra depravada por querer ver a tu padre follando conmigo. – Le dijo mi madre. - Y si puedo arreglarlo ya verás como le ves a tu padre el cipote en acción.

  • ¡Bufff, me encantaría! Con lo que a mi me ponen los maduritos viciosos y encima mi padre. ¡Uffff, qué fuerte, qué morbazo! Vamos que me mojo toda de sólo pensarlo. ¿Cómo tiene la polla? ¿Qué cosas te hace, Nati?

  • ¡Mira qué cosas pregunta esta zorra sobre su padre! – dijo Pepita en tono de humor.

  • ¡Uy, es que me encantaría vérsela y verlo en acción! ¡Joder, papá follando con Nati y haciendo guarradas! Ya lo creo que me gustaría verlo ¿No te parecerá mal, no mamá?

  • Que no, tonta. Me parece estupendo que le veas la polla y hasta que le hagas lo que sea en ella, que bien visto está que sabes hacerles cosas en la polla a los tíos ¿eh, cachondona? – Le replicó su madre riendo.

  • ¡Uff, es que ya os digo que me mojo del todo de sólo pensar en eso! ¡Ver a mi padre en bolas y con la polla en alto y encima picándose a otra zorra que no sea mi madre! ¡Qué fuerte!

  • Y seguro que no solo te gustaría verle la polla sino verle más cosas y hacérselas tú a él también, ¿eh, putilla? – le dijo entonces mi madre con malicia.

  • Bueno, pues porque es mi padre, y espero mamá que no te moleste esto que voy a decir pero me están hasta entrando ganas de comerle la polla... Y si es un golfo no lo descarto ¿eh? Ja, ja, ja. Y pensar que a veces andaba delante de él en bragas porque me excitaba un poco provocarle pensando que era un pobre cortadillo y mira; resulta que de verdad es un buen cachondo que seguro que estaría pensando que su hija es una buena zorra y no sabía lo cerca que andaba de la verdad. Ya te digo, mamá, que espero que no te moleste pero como pueda se la chupo ¿eh? Vaya que sí, jo, jo

  • ¡Hija, cómo me va a molestar! – le contestó Pepita riendo y haciendo que sus tremendas tetas se balancearan de una forma tremenda.- Todo lo contrario. Y porque sea tu padre no creo que tengas que cortarte y si no dile a Nati que te diga, dile... Que tampoco se contiene con algunas pollas aunque sean de la familia...

  • ¿Qué tienes que decirme, Nati? Cuenta, cuenta, ¿qué ese eso de pollas de la familia? Cuenta, anda, que esto es de lo más morboso.

  • Pues nada, hija, que si somos unas zorronas yo creo que hay que serlo con todas las consecuencias y si todos estamos de acuerdo no vamos a dejar de probar un buen pollón porque sea de la familia ¿no te parece? Ese tabú ya no tiene sentido si no me voy a quedar preñada así que

  • Nati, ¿quieres decir que tú…? Vamos a ver, que yo me entere, ¿a quién le chupas la polla? Cuéntalo todo que esto es muy, muy excitante

  • Bueno, hija, pues espero que no te escandalices… En fin, que yo bien que le chupo la polla a mi hijo siempre que puedo y a los dos nos gusta un montón.

  • ¿En serio? ¡Es impresionante1 ¡Qué morbazo! ¿De verdad le has comido el rabo a tu hijo? ¡Qué fuerte!

  • ¿Te parece mal o demasiado…?

  • No, no, todo lo contrario – interrumpió la joven a mi madre completamente excitada y con ojos brillantes por la lujuria. – Me parece muy, muy excitante. ¡Vaya guarra que estás hecha, Nati! Y yo que me creía que era el no va más del puterío por follar con esos viejos y por dejar que se corran encima de mi unos cuantos tíos a la vez… Ya veo que al vuestro lado soy una inexperta, ja, ja. ¡Qué bueno, chupándole el nabo a su propio hijo la muy golfa!

  • Bueno, y tu madre también se la ha chupado y se lo ha tirado ¿eh? así que ya ves que aquí hay mucho más tomate del que te pudieras imaginar.

  • ¡Ya lo creo! – Exclamó la joven alucinada. - ¿De verdad, mamá? ¿Tú también has follado con el hijo de Nati?

  • Por supuesto, hija. El chocho, como te dije antes, nos pica a todas y estas tetazas de vieja que ves parece que gustan a algunos jovencitos, y desde luego el hijo de Nati bien que se lo pasa con ellas, ja, ja, ja.

  • ¡Qué bueno! Y yo que me creía una verdadera putona viciosa y resulta que me ganan de largo mi propia madre y su amiga. ¡Sois tremendas! ¡Y Nati con su propio hijo!

  • Una hace lo que puede. – Replicó mi madre riendo. – Hay que disfrutar y si es con una polla de la familia pues todavía mejor, que es más morboso ¿no te parece?

  • Ya lo creo – decía la joven Marta completamente excitada. – Desde luego que es morboso. Ya me gustaría a mi… bueno… vérsela a mi padre, ya lo creo que sí.

  • Pues si tienes oportunidad no la dejes escapar, nena. – Sonreía mi madre mientras ella misma se estiraba un pezón. – Para mi gozar con mi hijo es una de las cosas que más calentorra me ponen; no hay nada como el morbo del sexo en familia. Así que tú, si de verdad te apetece la polla de tu padre, no dejes de intentarlo, que seguro que te lo follas y verás que gustazo más rico os da a los dos.

  • Pero todo esto es buenísimo. – Proseguía aún alucinada la joven hija de Pepita con todo lo que estaba sabiendo. - Oídme, y ya que parece que todo el mundo es tan calentorro y vicioso, ¿no podría yo...? Vamos, quiero decir que… con vosotros… con todos… porque tanto el tema de mi padre como el rollete de Nati con su hijo me ponen a tope la verdad. ¡Cuánto vicio, con lo que a mí me van todas estas cosas tan morbosas! ¿Creéis que yo podría…?

Entonces Arturo y yo, que ya no aguantábamos más decidimos irrumpir en la sala y al hacerlo el marido de Pepita dijo:

  • ¿Estrujarle la polla a tu padre? Claro que podrías, hija, claro que podrías. Y no veas lo que a mi me va a gustar que puedas, mi pequeña putita...

  • ¡Papá! – Exclamó al venos entrar Marta. La joven parecía tremendamente sorprendida pero también había un inequívoco brillo de vicio en sus ojos.

En pocos minutos, y estando ya todos, le explicamos a Marta que sus padres, así como mi madre y yo mismo, no éramos precisamente unos pudorosos practicantes de la abstinencia sexual y ella nos confirmó también a todos que era una viciosa de tomo y lomo y que follaba asiduamente desde que tenía 16 años y que cada vez le gustaban las situaciones más morbosas y los compañeros de juegos sexuales más viciosos.

  • Con deciros que he dejado a mi novio porque follar con él era tan normal, tan aburrido, que no… vamos que no me decía nada.

Mientras hablábamos el marido de Pepita se había sentado junto a su hija y no había perdido oportunidad de tocarle las tetas con la total aquiescencia de la joven. Ella, demostrando que tampoco se iba a andar cortando, enseguida nos tocó el paquete con total desparpajo tanto a su padre como a mi valorando nuestros atributos y confesando sin pudor alguno que había catado los suficientes como para poder apreciar que los nuestros estaban realmente bien.

Mientras hablábamos Marta nos dijo a su padre y a mi que nos desnudáramos ya que tanto ella como su madre y la mía estaban desnudas y con todos sus encantos a la vista. Así lo hicimos y mientras tanto mientras la chavala explicaba, con total desparpajo, que a ella lo de tener relaciones con su padre, lejos de escandalizarla, le parecía de lo más excitante y morboso.

  • Estoy deseando lamerte esa pollaza gorda que tienes, papá. Y no veas como me pone de calentorra hacerlo además delante de mamá, de Nati y de su hijo. Vamos, que es lo más morboso y fuerte que he hecho. Y ya os iré contando que he hecho bastantes cosas fuertecillas en esto de la jodienda ¿eh? Que ya os digo que esos dos viejos con los que me habéis visto hoy no son los primeros que me joden ni los primeros nabos que me meto en la boca.

Al marido de Pepita se veía que le excitaba enormemente oír hablar a su hija en aquellos términos tan desvergonzados y que disfrutaba con ello.

  • Pues venga, cuéntanos, putilla. Tienes que contarle a papá todas la cositas que haces con esos señores y con otros ¿eh, Martita? Que a papá le encanta conocer todas las guarradas que has hecho, cariño. Además creo que es mi obligación como padre enterarme de todo para aconsejarte y decirte cómo puedes ser aún más golfa y puta ¿eh, cariño? – Dijo Arturo provocando la risa de todos los presentes.

  • Pues mirad; como habéis visto me encanta chuparles las pollas a viejos verdes y viciosos como esos. – Empezó a contar Marta mientras se dejaba tocar las tetas y los muslos por su padre. - Me encanta comprobar como sus arrugadas pollas van creciendo en mi boca hasta ponerse duras como el hierro. También me gusta que varios tíos se corran a la vez encima de mí; eso lo solemos hacer a menudo mis amigas y yo con nuestros amigos o con tíos que nos ligamos por ahí y la verdad es que me encanta que me llueva semen en la cara y en las tetas de varias pollas a la vez. ¡Ummm, de solo pensarlo me pongo toda calentorra!

  • ¡Menuda zorra estás hecha, hija! – le decía su padre asombrado por lo que le oía decir a su hija pero tremendamente excitado mientras las manos de la joven no dejaban de acariciar la polla y los huevos de su padre.

  • ¿Y qué más te gusta hacer, eh, putilla?

  • Bueno, pues me calienta también mucho tener aventuras con hombres casados que engañan a sus decentes mujercitas. Eso la verdad es que me pone muchísimo; me da un morbo tremendo. Me he tirado a casi todos los padres de mis amigas y no te lo vas a creer, papá, pero teníamos un plan para que varias amigas mías lograran follar contigo.

  • ¡Pero hija, - le decía su madre – si yo creía que era una completa cerda y tú a tus 19 años me ganas de largo!

  • Bueno, – respondía la joven Marta con cara de inocencia – no hay que andar perdiendo el tiempo ¿no? De todas formas, mamá, me parece que para ganarte a ti a puta tengo que aprender todavía mucho ¿eh? Ja, ja, ja

  • ¿Y qué más guarradas has hecho, cariño? – Le insistía su padre tremendamente excitado. – Cuenta, cuéntale a papá lo guarra que ha sido, anda, cariño.

  • Pues no se, de todo creo yo. Algunas cosas son auténticas cerdadas, lo se, pero me ponen muy cahonda. Por ejemplo a los viejos me gusta lamerles el nabo después de que se hayan estado calentando un rato y dejando todos sus líquidos preseminales entre los pliegues de su polla. A veces sus pollas, con todo eso ahí retenido, tienen un olor fortísimo y eso me pone muy, muy cachonda… Ultimamente hasta me gusta que los tíos se meen encima de mí.

  • ¡Pero qué guarra eres, hija! – Le decía su madre riendo mientras los ojos de su padre brillaban de puro vicio y excitación al oírle a su hijita contar semejantes guarradas. Tras reírse complacida por el efecto de sus palabras en todos nosotros, la joven continuó:

  • También me encanta ligarme en una discoteca a uno o dos cuarentones y que me lleven a los servicios y que allí me follen como a una puta, dándome polla bien duro en el chocho y luego corriéndose encima de mí. En la mayoría de las discotecas a las que voy entro por la cara y no me cobran ni una copa porque los camareros ya han probado de sobra mi coñito o mi boca. Esa sensación de ser una fulana me encanta, la verdad.

  • ¡Eres una auténtica puerca, hija! – Le decía su padre pero en un tono que tenía mucho de excitación y nada de reproche. – Haces unas cosas tremendas; nunca hubiera pensado que mi hijita era tan viciosa y tan guarra...

  • De todas formas lo mejor de todo lo que he hecho hasta ahora va a ser comerle la polla a mi propio padre; eso sí que va a ser tremendo. Tragarme toda la espesa leche de mi padre sí que va a ser algo realmente interesante. ¡Umm, estoy deseando saborear toda tu rica lefa, papá! Espero que me regales un buen chorretón bien caliente y espeso. – Replicó la joven con malicia.

Todos nos reímos y la chica enseguida se amorró a la polla de su padre dándole unas lamidas de escándalo, tremendamente sonoras y que hacían a su padre poner los ojos en blanco mientras murmuraba:

  • Zorra, zorrita querida, hay que ver cómo la chupas, guarrilla. La de veces que me he puesto cachondo viéndote medio desnuda por casa y ahora aquí te tengo, arrodillada entre mis piernas y chupándome la polla como una buena golfa.

En ese momento la joven Marta paró un poco y le dijo a mi madre:

  • Venga, chúpasela tú también a tu hijo y verás la que montamos aquí en plan familiar.

  • Bien, - le contestó mi madre. - Pero para hacerlo más morboso deja que te enseñe una cosa para ponérsela bien dura a estos cabroncetes. Espera un poco. Antes de centrarnos en sus pollas vamos a empezar chupándoles el culo ¿qué te parece?

  • ¡Joder, y yo que me creía una viciosa que se las sabía todas! ¡Qué fuerte, Nati! Venga, venga, que me da un morbazo tremendo comerle el ojete a mi padre para que se le ponga la polla como el hierro al muy cabrón, aunque no la tiene precisamente blanda ¿eh? – Decía la joven riendo mientras manoseaba la brillante, empinadísima y húmeda polla de su padre mientras éste suspiraba con fuerza en pleno delirio.

Siguiendo entonces las indicaciones de mi madre enseguida nos dispusimos para que las dos mujeres nos lamieran el culo a nosotros. Ambas se arrodillaron detrás de nosotros mientras nosotros permanecíamos de pie, un poco inclinados hacia delante y sacando el culo apoyados con las manos sobre nuestras rodillas. Enseguida empezamos a notar las lamidas de las dos hembras en nuestros culos. Yo ya sabía lo que era que mi madre me chupara el culo pero el marido de Pepita estaba que estallaba cuando empezó a notar la lengua de su caliente y viciosa hija pasearse por su culo mientras con las manos le acariciaba los huevos y la polla.

De nuevo la joven chiquilla interrumpió su labor para decirle a su madre:

  • Y tú venga, mamá, no te quedes ahí parada; cómeles la polla a los dos mientras nosotras les damos gusto en el culo. Te quiero ver chupándosela a la vez a papá y a tu amante, el hijo de Nati. ¡Qué pasada!

  • Eres una puerca, hija mía. Menudas ideas se te ocurren. – Le dijo su madre con una sonrisa de picardía.

  • Es que quiero que estos dos se enteren bien de lo zorras que somos, mamá. Me encanta y me pone a cien comportarme como una puta viciosa con mi propio padre. Y también me apetece que tú misma, mamá, y que tu amiga Nati demostréis lo guarras y salidas que sois.

Pepita obedeció las indicaciones de su hija y comenzó a chuparnos la polla alternativamente a su marido y a mi. Cuando se disponía a iniciar el segundo turno de lamidas a su marido éste le dijo:

  • Deja, deja, Pepi... Chúpasela sólo al hijo de Nati que yo bastante tengo con aguantar sin correrme así. ¡Aaaahhh! ¡Esto es bestial! ¡Ohhh! Estoy que me voy, es que no aguanto… ¡Mi hija chupándome el culo y tú comiéndosela al hijo de tu mejor amiga, esto no hay quien lo aguante!

Pepita riendo volvió a ocuparse de mi cipote y justo en ese momento su marido, en efecto, no pudo aguantar más y comenzó a soltar unos tremendos chorros de semen por la polla sin ni tan siquiera tocarse. Tal era la excitación que sin duda la situación le producía.

Todos nos dimos cuenta y su hija dijo:

  • ¡Pero papá! ¿Qué me haces? Menudo desperdicio de crema rica y calentita... Avísame y me pongo delante para que me la eches en la boca ¿no? ¡Con lo que a mi me gusta tragar todo el semen que soltáis los hombres! Menudo cuajarón más rico desperdiciado ahí en el suelo.

  • No he podido aguantar más cariño. Es que es muy fuerte todo esto. Tú chupándome el culo, tu madre ahí comiéndosela a éste y Nati, con ese culazo en pompa y con las tetas colgando, también comiéndole el culo a su hijo. No me digas que no es para correrse de sólo pensarlo.

  • Bueno, papá, espero que tengas más lechecita almacenada en estos cojonazos tan ricos que tienes ¿eh?, porque tu putita, tu hijita viciosa, no se va a quedar hoy sin probar la leforra de su padre.

  • Tranquila, cariño, que vas a tener lechada de papá a tu disposición; no creas que yo voy a dejar pasar la oportunidad de correrme encima de ti, en tu boca y donde sea, guarrona. Si ya noto cómo me hierven los huevos solo de pensar en echarte toda la cuajada en la boca, putita.

Tras las palabras de Marta expresando su decepción por no haber podido recibir la andanada de semen de su padre en la boca y las de éste prometiéndole su ración de lefa, todos volvimos a reír y entonces la hija de Pepita se puso delante de su padre y le dijo:

  • Bueno, ya que te has corrido echándolo todo ahí en el suelo ahora te la voy a dejar bien limpia y a ver si así no se te baja, que estoy que ardo por meterme esta pollaza en el chocho.

La joven inició entonces una tremenda labor rechupeteando la polla de su padre mientras le manoseaba los huevos y desde luego éste no tuvo oportunidad de que su erección aflojara lo más mínimo. Además mi madre, señalando que iba a ayudar a la joven en su empeño, dejó de lamerme a mi el culo y empezó a chuparle el ojete y los huevos desde atrás al marido de Pepita llevando a éste de nuevo a un tremendo estado de excitación.

  • ¡Pero qué putas sois todas, que vais a hacer que me vaya a correr otra vez en menos que canta un gallo!

En ese momento Marta se incorporó y sacando la lengua le dio a su padre un tremendo beso en la boca lleno de vicio, sexualidad y lujuria. Las lenguas de ambos se recorrieron y saborearon mutuamente y Arturo disfrutó aquel beso como el que más.

  • Claro que te vas a correr, papá. Para eso tienes aquí a la zorra de tu hija; para que la llenes de cuajarones bien espesos de tu leche. ¡Ummm! Tu hijita sabe muy bien como sacarles la leche a los tíos y con su papá va a hacer un trabajito muy especial, ya lo verás, cachondón, verás el gustito que te va a dar tu hijita en esa pollaza tan buena que tienes

  • ¿Qué te parecen las palabras tan cariñosas que te dice tu hijita, eh, Arturo? – Le decía con sorna su mujer mientras se acariciaba a sí misma el coño sentada en una butaca completamente espatarrada.

  • Es tremendo; todo esto es tremendo. – Respondía él completamente excitado. - Tú, Marta, ábrete ahí de piernas o ponte como quieras que te voy a joder de una vez como a una putita, que eso es lo que eres, viciosona. Que tengo la polla a reventar y quiero probar de una vez ese chocho de puta juvenil que tienes. Y tú Nati, cariño, deja de chuparme el culo que si no me voy a ir sin poder remediarlo de nuevo.

Así las cosas la joven Marta se puso a cuatro patas sobre la alfombra y con una sonrisa tremendamente viciosa e invitadora, mientras movía el culo y sacaba la lengua de una forma absolutamente lasciva, le dijo a su padre.

  • Venga papá, si te gusta mi coñito méteme ese pollón en él hasta los huevos y dame gusto en el potorro. Disfruta de tu jovencísima y putísima hija y hazme todavía más viciosa y más zorra a pollazo limpio. ¡Uf, esto es lo más fuerte que he hecho en mi vida! ¡Es brutal, qué calentura! Venga, papá, dame polla, reviéntame el chocho a pollazos; pórtate como un semental con la puta de tu hija.

El marido de Pepita, completamente excitado al oírle a su hija decirle aquellas cosas, no se hizo de rogar. Agarró a su joven hija por las caderas y de un viaje le metió la polla en el coño hasta los huevos. Ella gimió de gusto y le animó diciéndole:

  • ¡Ummm! Así, cabronazo, así, jódeme como a una puta, disfruta de tu hija como de una zorra.

  • Puedes estar segura de que voy a disfrutar de esta follada contigo como nunca, putita calentorra. ¡Mi propia hija una perfecta ramera, es fabuloso!

  • Venga, papaíto, sigue, sigue; dale gusto en el potorro a la cerdita de tu hija. Con lo que a mi me pone que me joda un madurito vicioso... Si encima es mi padre ya es la bomba... Sigue, sigue, demuéstrame lo guarro que eres y lo que sabes hacer con esa polla. Demuestra que eres un vicioso y un cerdo incluso con tu hija. Dame gustito y que mamá vea bien lo cabronazo que eres tú y lo puta que es su hijita.

Padre e hija empezaron a joder entre gemidos de tremendo placer por parte de ambos mientras Pepita, mi madre y yo observábamos la caliente escena incestuosa con satisfacción. Eran dignos de ver los ojos brillantes por la excitación de Pepita y cómo esta se tocaba su propio coño frotándose el clítoris con intensidad para darse gusto mientras observaba como su marido y su hija follaban juntos con gran lujuria y placer. En ese momento yo, queriendo colaborar con el placer de Pepita, me arrodillé entre sus gordos y blancos muslazos y apartando sus manos le empecé a comer el chocho con ganas mientras ella gemía y gemía de gusto. Me centré en su botoncito del placer y se lo sorbí y apreté una y otra vez con mis labios haciéndola gozar como nunca. Mi trabajo bucal en su coño unido a la visión de su marido y su hija follando juntos llevó a Pepita a un estado de tremenda excitación sexual hasta acabar estallando, instantes después, en un brutal e intensísimo orgasmo que la dejó tirada sobre la butaca con su chocho completamente anegado de flujos y con sus tremendas tetazas desparramadas por sus costados.

Tan sólo instantes después de que Pepita alcanzara aquel orgasmo con mi lengua en su chocho, fue Marta la que empezó a chillar expresando así el intensísimo orgasmo que la follada con su padre le estaba provocando.

  • Papá, eres un cerdo y un cabronazo que me está dando un gusto de muerte con esa pollaza tan gorda y tan buena que tienes. ¡Aaahhh! ¡Aaaaaahhhhhh! Se la estás metiendo a tu hija; te estás follando a tu putísima hija. ¡Aaaaaaahhh! ¡Que me corro, que me corro, que me voy entera por mi putísimo coñoooooo! ¡Uuooooaaaaaaaooooo!

Y entonces, mientras Marta gritaba su intensísimo orgasmo, también fue Arturo el que sin poder contenerse más empezó a soltar entre bufidos enormes andanadas de semen en el caliente y vicioso chocho de su hija.

El colofón lo puso de nuevo Pepi, que volvió a alcanzar un sonoro orgasmo estrujándose ella misma las tetas y estirándose exageradamente de los pezones mientras yo barrenaba a toda velocidad con mis dedos su empapadísimo coño y mi madre me acariciaba a mi los huevos y el culo.

Continuará