Círculo Incestuoso (30)

La hija de Pepita nos depara a todos, y especialmente a sus padres, una sorpresa mucho más caliente y excitante que la que nosotros teníamos para ella.

CÍRCULO INCESTUOSO

(Parte 30 – La hija de Pepita nos sorprende a todos).

En el capítulo anterior mi madre, su cuarentona amiga Pepita y yo habíamos logrado incluir a Arturo, el marido de ésta, en nuestros juegos sexuales tras ejecutar un plan iniciado en la sección de lencería de unos grandes almacenes. A lo largo de la orgía a cuatro se pusieron de manifiesto las relaciones incestuosas que mantenemos mi madre y yo y como colofón la mujer de Arturo sacó hábilmente el tema de la posibilidad de que éste se tirara a su hija Marta, una joven de 19 años.

Tras confesar Arturo que follar con su hija era una de sus secretas fantasías y una vez estuvo claro que Pepi no sólo no se oponía sino que le agradaba la idea, concebimos un plan para tratar de involucrar a la joven en nuestro círculo incestuoso. La idea era muy sencilla: se trataba de organizar una nueva sesión de sexo entre Pepita, su marido, mi madre y yo en casa de ellos una tarde en la que se previera que la joven iba a llegar a casa a tiempo de sorprendernos a todos en plena follada. Esa situación debería servir como detonante para incluirla en nuestros juegos si en efecto la joven quería y era lo suficientemente cachonda o para descartar por completo la idea si no era así.

La semana en la que íbamos a llevar a cabo nuestro plan, una mañana nos llamó Pepita para que aquella tarde nos pasáramos por su casa mi madre y yo. La idea era planear la forma de que su hija nos descubriera y los pasos a dar en ese momento para tratar de que todo saliera según Pepita esperaba.

  • Además – le dijo Pepita a mi madre mientras hablaban por teléfono – mientras lo hablamos, mi marido te puede echar un polvo, que está loco por gozar contigo de nuevo, y a mi que me joda otra vez tu hijo que de sólo pensar en esa polla tan gorda que tiene se me ponen las bragas como un bebedero de patos.

También le dijo Pepita a mi madre que antes de irnos a su casa quedáramos en una cafetería a media tarde porque le iban a decir a su hija que saldrían de compras ya que la joven también les había dicho que iba a ir a estudiar a casa de una amiga toda la tarde pero no sabían a que hora saldría la chica. Así, a una hora prudencial y tras comprobar llamando a su casa por teléfono, que la joven había salido ya iríamos nosotros cuatro para seguir dando forma a nuestro plan a la vez que, de paso, disfrutábamos de otra caliente tarde de sexo en grupo.

Así lo hicimos; quedamos en una cafetería y tras un rato de charla tomando un café el marido de Pepita efectuó una llamada de teléfono a su casa que nadie atendió. Dedujimos que Marta, la joven hija del matrimonio amigo de mi madre, había salido a estudiar a casa de su amiga como había anunciado así que nosotros teníamos la casa libre para celebrar una caliente orgía en la que habría cuernos, adulterios y hasta incesto. De camino a su casa Pepita decía:

  • Si finalmente decidimos que lo mejor es que nos pille a nosotros cuatro metidos en faena igual prolongamos hoy mismo la jornada hasta que llegue Marta...

  • Tu lo que quieres es que el hijo de Nati te folle hasta que tengas el chocho todo escocido, putona. – Le contestaba su marido entre risas de todos.

Finalmente llegamos a casa de Pepita. Entramos convencidos de que la casa estaba vacía puesto que según todos los indicios la joven Marta ya había salido a estudiar a casa de su amiga. Pero para nuestra sorpresa enseguida oímos una serie de sonidos provenientes de la sala de la vivienda. Nos acercamos con sigilo sin saber muy bien con quién o qué nos podríamos encontrar. Arturo incluso señaló la posibilidad de que fueran ladrones y se puso algo nervioso pero al asomarnos los cuatro pudimos contemplar una escena que nos dejó absolutamente atónitos: en el centro de la sala estaba Marta, la hija de Pepita y Arturo, en cuclillas y completamente desnuda mostrando sin pudor alguno sus tetas y su bonito, rosado y juvenil coñito. Y esto no era lo más chocante. La joven no estaba sola sino que con ella estaban dos hombres bastante maduros ya que ambos andarían en torno a los 65 años si no más. Los dos también estaban desnudos flanqueando a la chica y ésta les estaba dando alternativamente unas soberbias chupadas en las morcillonas pollas a los dos viejos. A la vez les acariciaba los peludos y colgones huevos y también parecía que deslizando sus manos por entre las piernas de los dos hombres les acariciaba el ojete y que hasta les metía un dedo por el ano. A su vez los dos viejos suspiraban y le dedicaban toda clase de expresiones obscenas a la caliente joven.

A mi no me atraen especialmente las jovencitas y a priori aquella chica de 19 años no iba a ser precisamente el tipo de mujer que más me excita; a mi me gustan más las cuarentonas jamonas como Pepita o incluso las cincuentonas macizas como mi madre. Pero he de reconocer que al ver a aquella chavalita con todo su brillante chocho al aire lamiéndoles las pollas a aquellos dos viejos viciosos mi polla se puso como el acero bajo mi pantalón.

Los dos viejos resoplaban de placer ante las aparentemente expertas mamadas y maniobras de la joven mientras sus pollas iban adquiriendo una creciente consistencia y la animaban con expresiones del tipo:

  • Chupa, guarrilla. Cómete bien toda mi pollaza, viciosilla, que te gusta la polla de un macho más que los caramelos ¿eh, putilla?

  • Así, así, cerdita, chúpamela bien y tócame el culo, golfilla, que lo haces muy bien. ¡Hay que ver lo cerda y viciosa que eres para la edad que tienes! – Le decía el otro, un hombre gordito con una panza enorme.

Tras contemplar brevemente la escena tanto sus padres como mi madre y yo nos apartamos en silencio para no ser vistos y tratamos de situarnos para seguir contemplando las evoluciones del caliente trío sin que nos vieran mientras seguíamos atónitos pero tremendamente excitados. Pepita en voz baja le decía a su marido:

  • ¡Joder con la cría! Y yo que creía que igual se nos asustaba si nos encontraba a nosotros follando... ¡Joder cómo mama polla la chavalita, a pares y encima a dos viejos! Esta zorrita tiene el chocho más abierto que su madre.

-Vaya joyita que tenéis en casa y vosotros sin saberlo ¿eh? – les decía en voz baja mi madre sorprendida pero riendo divertida. – ¡La de pollas que se habrá metido en la boca la chavalita! Porque hay que ver cómo la mama; desde luego no es la primera vez que enseña así el coño y que se come una polla. Y además, por lo que se ve, sabe traginárselas a pares... Y además de chupárselas debe estar tocándoles el culo y todo. ¡Menuda guarra!

  • Ahora sí que estoy deseando reventarla a pollazos – decía su padre completamente excitado. - ¡Menuda putita! ¡Mi hija está hecha una auténtica guarra viciosa y he de reconocer que eso me pone la polla a reventar de verdad! Estoy ahora más caliente viendo lo puta que es y lo que es capaz de hacer con esos dos tíos que antes, que sólo pensaba en follármela yo. Mirad cómo les mama los nabos y les toca los huevos mientras está ahí toda espatarrada con el chocho al aire entre los dos… Esto es increíblemente morboso, mi hijita comiendo polla como toda una profesional.

  • Ya me gustaría saber a mi cuándo empezó a hacer cosas de estas y a cuántos se la ha mamado. – Decía su madre. – Y dónde ha conocido a estos, claro, porque precisamente compañeros suyos de la universidad no son.

  • Bueno, ¿qué hacemos? – dije yo entonces. - ¿Entramos y nos unimos, esperamos, nos escondemos... nos la machacamos?

  • Hombre que si entramos – decía el marido de Pepita completamente salido y babeando. – Entramos y le lleno el chocho de leche a esa zorrita mientras esos viejos le llenan la boca, vaya que sí. Si no, como dices tú, voy a tener que machacármela o igual hasta me corro sin tocarme, fíjate. ¡Qué calentura! ¡Menuda zorra! ¡Pero si estoy soltando líquidos por la polla sin ni siquiera tocarme de solo ver a mi hija ahí agachada comiendo polla como una furcia…!

Como a mi semejante ímpetu me parecía que podía traer más problemas en forma de nerviosismo que ventajas les señalé que en mi opinión lo mejor sería tomarse las cosas con tranquilidad. Sugerí que en principio irrumpieran en la escena sólo mi madre y Pepita, que éstas tranquilizaran a la chica ante su previsible susto y que si lo veían plausible que se sumaran a la fiesta con los viejos mostrándole a la joven que eran tan putas como ella o más. Si eso funcionaba luego ya podrían averiguar si la presencia de su padre era viable o no y en caso afirmativo ya seríamos el marido de Pepita y yo mismo los que apareciéramos para disfrutar de todo el puterío de aquellas cachondas hembras. Mi idea les pareció bien a todos ya que era la menos traumática en caso de que la chica se pusiera realmente nerviosa al ser descubierta en aquel plan por su madre. MI madre entonces le dijo con picardía a Pepita:

  • ¿A ti te calientan los viejos, Pepi? Lo digo porque a mi, aunque lo que más me gusta es una polla joven y bien dura, sí que me ponen cachonda los viejos verdes, ¿eh? Especialmente si son tan viciosos y guarros como estos que están con tu hija, porque esos desde luego que no son precisamente dos caballeros con maneras elegantes ante una dama ¿eh?. Y a mi verlos ahí con esas pollazas, metiéndoselas en la boca a tu hija… ¡Uff, me está poniendo!

  • ¡Pero qué mamá más guarrilla tengo, que le gustan hasta las pollas morcillonas de los viejos! – Le dije yo en voz baja y riendo mientras le metía mano en el culo a mi madre.

  • Cuando me dicen un piropo guarro por la calle lo que más me calienta es que me lo diga un viejo o un jovencito; - decía mi madre. - Si me lo dice uno de mi edad me hace gracia pero si me lo dice un chaval de 20 años o un viejo de 70 es que me pongo como una moto, la verdad. ¿Entonces, Pepi, te ponen cachonda los viejos…?

  • A mi, con la calentura que tengo, me va todo lo que tenga una polla, hija. – Contestó Pepita con desparpajo para añadir a continuación dirigiéndose a su marido: - ¿A ti no te molestará, verdad cariño?

  • Todo lo contrario; me pone muy cachondo ser un cornudo y ver como mi puta mujer les enseña las tetas y folla con unos viejos viciosos. Y si además también está mi hija pues ni os cuento. Venga, venga y daros prisa que a este paso me voy a correr sin tocarme, ya os digo.

Una vez establecido y aceptado el plan lo pusimos en marcha. Para empezar tanto mi madre como Pepita hicieron un poco de ruido como de entrar en casa y antes de que el trío vicioso formado por la hija de Pepita y aquel par de viejos pudiera reaccionar ambas entraron en la sala pillando in fraganti a la joven Marta con la polla de uno de los viejos en la boca y acariciándole el ojete y los huevos al otro. Al principio los tres se asustaron y la joven se incorporó visiblemente nerviosa. Los viejos también se mostraron nerviosos y trataron de dirigirse hacia donde habían dejado sus ropas. La joven Marta había empezado a mascullar alguna especie de disculpa pero la boca se le había quedado seca y apenas pudo soltar algún sonido gutural mientras casi comenzaba a sollozar. Entonces fue mi madre la que intervino empezando a aclarar el camino:

  • ¡Vaya con tu hija, eh, Pepi! Es casi tan viciosa como tú, ¿eh? Aunque tú no te extrañarás de encontrarla así teniendo en cuenta lo que te gusta a ti tragar pollas por todos tus agujeros, golfa. ja, ja, ja.

Esta primera frase de mi madre sin duda sorprendió al trío aquel pero tuvo la virtud de mostrarles que ni mi madre ni la propia Pepita se iban a escandalizar como probablemente hubiera sido lo normal en aquellas circunstancias y como sin duda esperaban los tres sorprendidos. Tras unos momentos de estupor tanto los viejos como la joven Marta repararon en los tranquilos semblantes de mi madre y de Pepita y también en sus socarronas sonrisas. Así las cosas tanto la joven hija de Pepi como los dos viejos comprendieron que no iba a ser una bronca cargada de reproches de boca de una madre airada lo que iban a recibir. Las palabras de mi madre a todas luces auguraban más comprensión que enfado y eso restó nerviosismo tanto a los dos viejos como a la hija de Pepita aunque los tres estaban aún tremendamente azorados.

Tras esa primera intervención ya fue Pepita la encargada de tranquilizar a su hija señalándole que no se preocupara y que no iba a pasar nada por haberla sorprendido en aquel plan. Apuntó que ella entendía muy bien lo que era estar caliente y además puntualizó, descargando así de culpas a todos los allí presentes, que con lo que estaban haciendo no hacían mal a nadie.

  • Tranquila cariño, - añadió Pepita dirigiéndose a su hija. – A tu edad a mi también me picaba el chocho una barbaridad y una hacía lo que podía para calmar los picores. Ojalá hubiera tenido yo a mano un buen par de pollas siempre que hubiera querido, ja, ja, ja.

Las palabras de Pepita unidas a sus risas así como la correspondiente carcajada que soltó mi madre hicieron que los temores tanto de los viejos como de la chica comenzaran a desaparecer.

  • ¿Entonces no te enfadas, mamá? – Preguntó la joven aún un tanto compungida.

  • Claro que no, cariño. ¿Por qué iba a enfadarme? A mi también me encantaría tener entre las manos dos pollas bien gordas de vez en cuando, ja, ja, ja

Con esta respuesta de Pepi la calma se empezó a asentar tanto en la joven Marta como en los dos maduros hombres que la acompañaban. Para acabar de tranquilizar a todo el mundo Pepita añadió dirigiéndose a los dos viejos:

  • Y ustedes caballeros, pueden estar tranquilos; por lo que se ve mi hija estaba con ustedes por su voluntad y además pasándoselo muy bien así que yo no tengo nada que reprocharles.

Luego ya todos más calmados tanto mi madre como Pepita, en plan jocoso, terminaron por aclarar que también ellas eran un buen par de cachondas y que no les parecía en absoluto mal que la joven gozara del sexo cuanto pudiera pues ellas mismas también aprovechaban toda oportunidad que se les presentara para gozar de una buena polla. Una vez aclarada con bastante humor la cosa, tras agradecer todos y especialmente Marta el talante demostrado por su madre, y ya todos más tranquilos fue la propia Pepita la que le dijo a su hija:

  • Bueno, Marta, en vista del panorama que tenéis aquí Nati y yo nos vamos y te dejamos aquí disfrutando con estos señores, que a nosotras no nos gusta interrumpir y menos en cosas de estas.

  • No, si no hace falta que os vayáis, estos dos amigos ya se van y yo… -dijo Marta ya tranquila pero, lógicamente, no con el ánimo como para continuar chupándoles la polla a aquellos dos viejos viciosos.

  • Si, nosotros, señoras, con su permiso ya nos vamos. – Dijo el viejo más alto y delgado muy educadamente.

  • Bueno, Marta, - intervino mi madre sonriendo con malicia - no irás a dejar a estos dos señores así, a medias… Eso que les estabas haciendo hay que acabarlo, no se puede dejar a un caballero con toda la leche dentro una vez que se le ha empezado a mamar la polla, ja, ja, ja.

  • Bueno, la verdad es que estoy muy contenta de que tanto mi madre como tú, Nati, seáis tan comprensivas pero… bueno, es que me parece que todavía tengo el susto en el cuerpo y no… Todos los días no te sorprende tu madre en pelotas y chupándoles la polla a dos tíos y

  • Bueno, cariño, - dijo Pepita. – Ya sabes que puedes estar tranquila del todo. Y por otro lado Nati tiene razón; no irás a dejar a estos caballeros a medias, con lo ricas que parece que tienen las pollas ¿no?

  • ¡Mamá, no me digas que quieres que siga…! – Exclamó la joven aún sorprendida por la actitud de su madre.

  • Bueno, ya te digo que tanto a Nati como a mí nos parece de lo más normal que acabes lo que has empezado con estos señores y si quieres nosotras te dejamos sola para que estés más a gusto, aunque… - añadió Pepita comenzando a reírse con malicia – aunque decía, lo menos que podías hacer era compartir este par de pollas con tu madre y con Nati ¿no?

  • ¿O es que las quieres todas y en exclusiva para ti? – remató mi madre también riendo alegremente.

La chica vio ahí que en efecto tanto su madre como la mía eran verdaderamente dos calentorras y riendo con ganas asintió y les dijo a sus dos maduros amigos:

  • Bueno, ¿a vosotros os parece bien que este par de zorras que han resultado ser mi madre y su amiga os coman la polla?

Todos estallaron en una alegre carcajada y uno de los viejos, el más alto, dijo ya completamente tranquilo:

  • Joder, hoy debe ser nuestro día de suerte. No sólo tenemos a nuestra disposición a este bomboncito de 19 años sino que además nos la quieren comer estas otras dos calentorras. ¿Qué más podemos pedir? Esto es mucho mejor que un aumento de la pensión, ja, ja, ja

  • Bueno, nosotras no somos unas jovencitas... – dijo mi madre con una voz tan insinuante y provocativa que daban ganas de follarla al instante.

  • Sí, - intervino el más gordito – vosotras seréis unas cuarentonas pero para nosotros que ya andamos cerca de los 70 podéis estar seguras de que sois dos bomboncitos, guapas.

  • Y por otro lado a la vista está que estáis buenorras de cojones ¿eh, zorras? – remató el viejo más alto. – Que ya se ve que tenéis buenos culos y buenas tetas, macizas.

Los viejos piropearon con calor tanto a mi madre como a Pepita y poco a poco les empezaron a meter mano entre la complacencia y la excitación de las dos maduras hembras, que se dejaban tocar entre risas.

  • Lástima no haberos pillado hace 20 años, golfas – decía el viejo gordito mientras le tocaba el culo a mi madre. – Ahora haremos lo que podamos pero hace 20 años os hubiéramos estado jodiendo hasta dejaros el coño escocido y bien lleno de leche a las dos.

Poco a poco las dos jamonas, con la ayuda de los dos viejos, se fueron quitando la ropa hasta descubrir su excitante lencería. Mi madre llevaba unas medias transparentes sujetas con un liguero blanco y cuando se quitó la blusa y la falda el marido de Pepita y yo pudimos ver con sorpresa que no llevaba nada más debajo, ni bragas ni sujetador; todo su enorme y excitante culo así como su peludo chocho y sus preciosas y redondas tetas quedaron a la vista de todos mientras ella sonreía complacida por el efecto que su desnudez causaba en los dos viejos, que la miraban con los ojos como platos y babeando de deseo.

  • ¡Menuda guarra, si no llevaba ni bragas! – Le dije yo a Arturo, el marido de Pepita, mientras observábamos escondidos la escena.

Luego fue el turno de Pepi. No necesitó mucha ayuda y ella misma se desnudó mientras el más bajito de los viejos le metía mano ya con todo atrevimiento en sus gordas tetas. Pepi llevaba bajo su ropa de calle unas medias transparentes, un tanga y un sujetador bastante transparente. El sujetador apenas le duró nada puesto pues ambos viejos enseguida se lo quitaron, casi con ansiosa violencia, haciendo saltar al aire sus enormes y rellenas tetazas. La propia Pepita se deshizo del tanga exhibiendo así su chochazo de forma totalmente impúdica ante los dos viejos golfos. Los dos viejos, viendo las facilidades que daban tanto mi madre como Pepita, enseguida se lanzaron a sobar sus rellenos cuerpos y a chupar a placer las tetas de ambas hembras. Luego mi madre se inclinó hacia abajo apoyando sus manos en sus propias rodillas y dejando todo su enorme y precioso culazo en pompa empezó a chupársela a conciencia a al más bajito y barrigón mientras Pepita adoptaba la misma postura y dejando que sus enormes tetazas colgaran y se balancearan como campanas, se ocupaba del alto. Mientras tanto Marta se daba la lengua en unos calientes morreos con ambos viejos y se dejaba sobar y meter los dedos en el coño como una auténtica guarrilla.

  • Mamá – dijo Marta en un momento dado. – Tengo que decirte que me alegro un montón de que te hayas tomado así el descubrir que tu hijita es un poco puta pero todavía me alegro más de comprobar que vosotras también sois un buen par de golfas ¿eh?. La verdad es que estoy encantada de participar en una orgía compartiendo nabo con mi madre y contigo, Nati. Es cojonudo y súper excitante.

  • Sinceramente, hija, me alegro de que seas una calentorra. – Le contestó su madre interrumpiendo un instante la mamada que le estaba haciendo al vejete. - Así tú disfrutarás más, que ya veo que de eso hay que darte pocas lecciones, y por otro lado yo, cuando tenga algún rollete pues podré contar con tu complicidad que siempre será bueno ¿no crees?

  • Claro, mamá. Ya verás que bien nos lo vamos a pasar las dos. Te voy a presentar a un buen montón de pollas que yo ya me he metido en el conejo. Y ya verás el exitazo que tienes tú con tus tetas. Y lo mismo te digo ¿eh, Nati? Las conozco de todos los tipos; jóvenes, de viejos, de casados, de solteros, largas, gordas… Aunque debo reconocer que soy una depravada porque independientemente de su tamaño las que más cachonda me ponen son las de los viejos viciosos como estos, ja, ja. A guarros no hay quien les gane y me encanta comerme sus pollones flácidos y lograr a base de lengua y toqueteos en los cojones y en el culo que se les pongan duros a tope.

Mi madre asintió y agachándose ahora hasta ponerse de cuclillas frente al tipo siguió dándole gusto con la boca al viejo. Pronto derivó la comida de polla que le estaba haciendo mi madre a aquel tío en una comida del ojete del viejo. Esto excitó tanto al hombre que pronto dijo que quería joderla. También la viciosa Pepita le estaba haciendo un fenomenal trabajo al que estaba con ella y este también dijo a su vez que deseaba taladrarla.

  • Como a Martita ya la hemos jodido más veces ahora vamos a tirarnos a la golfa de su madre y a la puta de su amiga. Esto es el copón de la baraja. – Dijo alegremente el más gordito de los dos viejos mientras las dos maduras se apoyaban en el sofá ofreciendo sus culos a los dos hombres para que estos las penetraran por detrás..

Instantes después ambos viejos, bien agarrados a las amplias caderas de ellas, estaban follando a todo tren a las dos jamonas maduras mientras Marta les animaba y les decía especialmente que follaran bien duro a su madre.

  • Dale buenos pollazos a mi madre, Ambrosio, que sepa el gusto que da la polla de un viejo verde. Trátala como una puta, como tú sabes, que ya has visto que es tan o más golfa que yo.

Los dos viejos se emplearon a conciencia con las dos maduras hembras. Daba gusto ver las enormes tetas de Pepita balanceándose sobre el sofá al ritmo de la follada. También resultaba muy excitante ver a mi madre bien ensartada por el coño y luciendo aquel excitante liguero blanco sujetando sus bonitas medias mientras sus nalgas se movían como gelatina al recibir los empellones del viejo que la estaba jodiendo. Pocos minutos después ambas alcanzaban un fenomenal orgasmo casi a la vez que los dos viejos eyaculaban su semen en el conejo de las calientes hembras.

  • ¡Qué gusto, qué gusto me da que me joda un sesentón bien vicioso! – decía mi madre disfrutando inmensamente. – Así, así, guarros; disfrutad de mi coño, llenádmelo de lefa. ¡Qué gustazo!

Tras el polvo las mujeres se sentaron a descansar y a comentar lo ocurrido mientras ya los viejos se vestían diciendo que por aquel día habían cumplido con su cupo y que de todas formas esperaban repetir pues además del morbo y el placer que les daba tirarse a una guarrilla de 19 años habían disfrutado mucho con las dos maduritas que el azar les había puesto en el camino. Se despidieron con una ronda de morreos, bastante guarros y babosos por cierto, con las tres hembras y ya se vistieron.

Cuando por fin ellos se fueron las tres mujeres, aún desnudas, siguieron hablando y Pepita trató de llevar la conversación al terreno que le interesaba. Le preguntó entonces a su hija cómo hubiera reaccionado sin en lugar de ella y mi madre hubiera sido su padre el que la hubiera sorprendido en aquella situación.

  • Pues te lo puedes imaginar, mamá. ¡Menudo corte! Bueno, y supongo que me habría caído una bronca de las buenas ¿eh? Tú, como también has resultado ser una calentorra, has sido muy comprensiva pero si papá se entera de que yo… Bueno, no quiero ni pensarlo.

  • Menos mal que hemos sido nosotras y no tu padre… - dijo mi madre.

  • Sí, desde luego; he tenido mucha suerte. Ahora, que si papá es igual de cachondo que vosotras igual hasta me lo había pasado también de miedo, ja, ja, ja. Bueno, ahora en serio, menos mal que habéis sido vosotras y que sois tan cachondas y que os lo habéis tomado así porque si es papá creo que me da algo, de verdad. Hubiera sido terrible.

  • Bueno, - intervino mi madre. – Pudiera ser que fuera un cachondo, como tu dices ¿no?

  • Igual tu padre también es muy comprensivo…- Añadió Pepita.

Marta rió de forma escéptica y le dijo a su madre:

  • Anda que si papá supiera lo que tiene en casa ¿eh? Como para ser comprensivo; una mujer que le pone los cuernos a las primeras de cambio y una hija puta como pocas y que folla hasta con viejos verdes a pares. Vamos, como para ser comprensivo, ja, ja. Esperemos que no se entere ¿eh, mamá? Más nos vale a las dos

  • Igual no le parecía tan mal – intervino mi madre. – Después de todo se trata de que las dos mujeres que seguro que más quiere disfruten y se lo pasen bien… Igual hasta él también está a favor de que gocéis con todas las pollas que queráis.

  • Sí, sí, Nati. No sueñes, anda. Eso está bien en la teoría pero en la realidad… ¿A ver a qué hombre le gusta que las hembras de su familia sean todas unas zorras, que su mujer le ponga los cuernos y que su hija folle a todo tren? Me parece que a pocos

  • Bueno, mira, ya te digo que tampoco son esas cosas tan raras. Yo soy una buena zorra como has podido comprobar y estoy segura de que por ejemplo a mi hijo no le molestaría verme follando y disfrutando con un par de tíos, fíjate.

  • Bueno, pues será porque es joven y moderno y sabe que el sexo es para disfrutar y le parece bien que su madre también disfrute de los placeres de la vida. Estupendo, aunque tengo mis dudas. Puede que tu hijo diga eso si le preguntan o sale el tema pero ya me gustaría ver a mi la cara que pone si te llega a ver antes ahí mamándole el rabo a Ambrosio; seguro que no le hacía tanta gracia ver que su madre es una buena comepollas, que de boquilla todos somos muy modernos pero en la realidad... Y en cuanto a mi padre, bueno, bueno… No quiero ni pensar en cómo reaccionaría si se entera de todo lo que ha pasado aquí...

  • Bueno, pues igual habría que decírselo, que yo que lo conozco bien puedo decir que tu padre también es un buen calentorro y no estaría bien que no disfrutara de las putas que tiene en su propia casa ¿no? – Respondió Pepita riendo y causando un cierto desconcierto en la joven putilla.

  • ¡Pues sí, lo que faltaba! – exclamó la joven sin saber si tomarse en serio o en broma las palabras de su madre.

  • ¿Te parece increíble que tu padre también pueda ser un viciosón y que le gusten los chochos tanto como te gustan a ti las pollas? – intervino mi madre. – Pues chica, ten en cuenta que tu padre también es un tío, tiene una polla como todos los demás y se le pondrá dura con los mismos motivos que a todos los demás. Seguro que también le gustan los bomboncitos como tú y muy bien podría ser que no le pareciera mal que su hija sea un poco atrevida, ¿no?

  • ¿Pero qué me decís? – Dijo la joven completamente asombrada por lo que estaba oyendo. – Que sea un cachondo y que le guste follar me lo creo; después de todo la mayoría de los tíos son así, pero ¿creéis que le parecería bien enterarse de que su hija es una golfilla y su mujer una puta que follan con cualquiera a la primera oportunidad? Venga ya, hombre… Por muy vicioso que sea eso es demasiado para papá.

  • Bueno Marta – prosiguió mi madre. – No me digas que te parece increíble que tu padre sea un calentorro; la mayoría de los tíos lo son ¿no? No es para extrañarse tanto; no va a ser tu padre la excepción. Si tú eres una guarrilla ¿no puede ser él un cachondo vicioso?

  • Bueno… eso ya te digo que lo entiendo y me puede parecer hasta normal, de acuerdo. Pero una cosa es ser un calentorro, como cualquier tío y otra que le haga gracia que su hija sea una putilla a la que ya se han follado un buen montón de tíos y su mujer una golfa que le pone los cuernos en cuanto puede. Pudiera ser pero… me parecería increíble, la verdad.

  • Hay muchos tíos que se ponen cachondos si ven a otros follándose a sus mujeres; hay cornudos vocacionales… - Apuntó mi madre.

  • Puede, pero no me digas, Nati, que eso es lo más normal del mundo. Puede que mi padre sea un calentorro, vale; ya te digo que hasta ahí estoy de acuerdo. De hecho yo todos los cuarentones que conozco son unos cerdos de mucho cuidado, vale. Pero que le parezca bien que su mujer y su hija sean dos buenas zorras… Eso ya es demasiado digáis lo que digáis.

  • ¿Te parecería mal, hija? – Le preguntó su madre.

  • Mal no, en absoluto; lo que me parecería es increíble. Ojalá fuera así, tendría su punto de interesante pero no me lo creería ni aunque lo viera entrar ahora mismo por la puerta de la sala con la polla en la mano diciendo que se ha puesto caliente viéndonos en pelotas a las tres, ja, ja, ja. ¡Sería tremendo!

Entonces mi madre le reveló en tono serio que no dejaba lugar a la duda:

  • Pues mira, Marta, te voy a confesar una cosa sobre la cachondura de tu padre. En efecto tu padre es un calentorro de mucho cuidado, de verdad. Yo te lo puedo asegurar. – Y tras hacer una pausa mi madre afirmó: - A mi me folla de vez en cuando y te puedo decir que sabe como darle gusto a una mujer. Y tiene buena polla ¿eh?

  • ¿Qué me dices? – exclamó la joven sorprendida. - ¿Estáis hablando en serio? ¿Papá es un vicioso? ¿Folla con Nati? ¿Y tú lo sabías, mamá?

  • Claro, hija. – Intervino Pepita. - ¿Qué tiene de raro que a tu padre le guste follar? Realmente la mayoría de la gente es un poco viciosa; otra cosa es que lo reconozcamos o no pero a todas nos pica ¿a que sí? Y a los tíos pues para que hablar… Y tu padre no va a ser diferente. ¡Claro que es un viciosón, y de los buenos!

Continuará