Círculo Incestuoso (20)

Una verdadera orgía incestuosa con seis participantes ya conocidos. Tres madres cachondas y tres hijos viciosos compartiendo todo el morbo del incesto.

CÍRCULO INCESTUOSO

(Parte 20. – Orgía incestuosa a seis)

En el capítulo anterior apareció en escena otra amiga de mi madre, Celia. Sin esperarlo en absoluto acabé siendo partícipe de un fabuloso trío con ella y con mi madre que nos dejó a los tres realmente satisfechos. Esta mujer de sesenta y tantos años (no se su edad exacta pero no me extrañaría que estuviera cerca de los 70) demostró no sólo ser una cachonda y una calentorra sino que dejó entrever, tras ser testigo de las familiaridades amatorias entre mi madre y yo, que a ella las relaciones incestuosas no le desagradaban en absoluto.

A los comentarios de Celia sobre el morbo que le causaba pensar en llegar a tener relaciones con su hijo yo le respondí diciéndole que contara con nuestra colaboración para tratar de ligar con su hijo en el caso de que hubiera posibilidades reales de incluirle a él también en nuestro creciente círculo de amantes del incesto. Ella sin embargo, se mostraba muy poco confiada en que esos deseos pudieran llegar a hacerse realidad. De todas formas, antes de exponerle a Celia plan alguno y de llevarlo a la práctica ocurrieron otras cosas en las que participaron otras personas de las que ya he hablado en estos relatos.

Como decía, antes de lograr la integración de Enrique, el hijo de Celia, en nuestro selecto Club del Incesto, tuvo lugar otro episodio incestuoso que nos reunió de nuevo a mi madre y a mí con su amiga Elena y con su hijo pero contando además esta vez con la participación de Puri, la prima de mi madre y de Oscar, su hijo. Fue una verdadera fiesta del incesto con nada menos que tres madres absolutamente viciosas y cachondas y tres lujuriosos hijos dispuestos a joderse a sus propias madres y a compartirlas con los otros dos machos de la reunión.

La cuestión empezó cuando una tarde mi madre y yo íbamos a casa de Purificación con intención de darnos unos buenos magreos con ella y acabar follando con ella y con Oscar pero cuando nos estábamos acercando a su portal nos encontramos con Elena y con su hijo, que salían, ya que como señalé en su momento las dos familias son vecinas y residen en el mismo inmueble. Al preguntarnos a dónde íbamos y decirles que a casa de Puri, nos informaron de que no había nadie puesto que hacía unos minutos habían visto que Puri y Oscar habían salido. Entonces, y una vez iniciada la conversación con Elena y con su hijo, nuestros más recientes fichajes para el club del incesto, les propusimos pasar una buena tarde en familia y como ellos sonrieron con lujuria comentamos la posibilidad de que se unieran a nosotros pues estábamos terriblemente calientes todos y nos apetecía una sesión un tanto especial y con más gente. Tanto Elena como su hijo no sólo no tenían ningún problema para pasar un rato de sexo con nosotros sino que de hecho, tal como nos confesaron, habían salido con intención de acercarse precisamente hasta nuestra casa por si fuera posible organizar una fiestecita como la del día en el que José, el hijo de Elena, se había unido a nuestro círculo.

Estando todos de acuerdo en la forma en que queríamos que transcurriera la tarde, y puesto que en su casa estaba el marido de Elena, les invitamos a que vinieran con nosotros a nuestra casa, distante apenas unas calles de la de ellos.

Mientras nos dirigíamos a nuestra casa mi madre y yo les íbamos explicando que nos habíamos dirigido a casa de Puri con intención de charlar un rato con ésta. Dejamos caer entonces, aunque en tono de broma, puesto que José aún no sabía que Purificación también formaba parte de nuestro grupo de madres viciosas, que no descartábamos que la visita hubiera acabado con las dos mujeres en pelotas y con mi polla bien ensartada en ambos chochos.

Elena ya conocía sobradamente que Puri formaba parte de nuestro círculo de relaciones sexuales puesto que en una ocasión la propia Elena ya había estado gozando de mi polla en compañía de mi madre y de Puri y de hecho Purificación había sido una parte importante, al menos en términos logísticos, para lograr que José, el hijo de Elena acabara follándose, precisamente en casa de Puri a mi madre y a la suya propia en una orgía incestuosa digna de recuerdo.

José celebró mucho la idea apuntada de que yo acabara follando con Puri aunque supongo que se la tomó más como broma o como un deseo que como otra cosa y no se lo creyó del todo. En cualquier caso dijo:

  • No estaría mal, no, disfrutar del cuerpo de la zorrita de nuestra vecina, que a sus años la verdad es que me pone y mucho, tan elegante y hasta esbelta aunque pase ya de los 50. Tiene que dar gusto verla en pelotas

  • Pues no es precisamente como tu madre ¿eh? Que Elena ya se que os gusta mucho tanto a ti como a mi hijo pero de esbelta tiene poco… – intervino mi madre con ironía haciendo referencia a las redondeces de Elena en contraposición con el cuerpo esbelto de Puri.

  • Pues igual es por el contrapunto. Me gusta mi madre que es rechoncha y tetona y también me atrae Purificación que es justamente todo lo contrario.

  • Y es que en cuestión de maduritas hacemos ascos a poco... – intervine yo provocando la risa de todos.

Seguimos conversando y Elena y su hijo comentaron que también les acuciaba el deseo de sexo incestuoso y por ello les pareció fenomenal el plan de pasar un rato en nuestra casa disfrutando de nuestra pasión. Nos confesaron entonces que aquella mañana ya habían echado un buen polvete y que ahora, antes de salir de su casa, José había empezado a meterle mano de nuevo a su madre en el culo y en las tetas pero que dado que el marido de Elena estaba en casa no habían podido hacer nada más. Habían comentado entonces lo excitante que resultaría compartir de nuevo una tarde de sexo con mi madre y conmigo y que así, se habían excitado enormemente con la idea de celebrar una orgía con nosotros y que por eso habían salido para acercarse hasta nuestra casa y llamarnos directamente a casa.

Yo entonces le dije sin ambages a José:

  • Chico, pues me excita un montón que nos follemos los dos una vez más a nuestras guarrísimas madres. Ardo en deseos de verle otra vez esas tetazas a tu madre mientras tú le comes el chochazo a la mía...

Los cuatro reímos y José contestó:

  • Estupendo, no perdamos el tiempo, que cada día que me junto con vosotros parece que mis más fabulosos sueños sexuales se hacen realidad. Es cojonudo. Disponer de estas dos zorras es que es lo máximo y follárnoslas entre los dos es lo más excitante que se me puede ocurrir...

Con esto habíamos llegado ya a nuestra casa y nada más entrar los dos nos dimos un soberano morreo con la madre del otro mientras les sobábamos a conciencia el culo. Yo por cierto, al meterle mano a Elena bajo su estrecha falda de tubo, pude constatar que la muy golfa no llevaba bragas. Tras este prólogo yo le dije a José:

  • Para empezar, José, propongo que mi putísima madre te chupe la polla para preparártela y que a continuación, como primer acto, se la ensartes hasta las pelotas en el chocho a la golfa de tu madre ¿eh?, que veo que viene preparada con el chocho al aire la muy puta.

  • Pues no está mal para empezar, no. – Dijo Elena riendo.

  • Una fiestecita incestuosa hay que empezarla como dios manda, follándose a la madre de uno ¿no te parece, Elena? Que a mí también me apetece un montón trajinarme a la zorra de mi madre.

José miró a su madre cómo interrogándola acerca de mi proposición. Elena entonces sonrió y sacando la lengua con vicio le dijo a su hijo:

  • Cariño, estoy deseando sentir otra vez tu pollaza en mi chocho de guarra y más si es delante de Nati y de su hijo, pero antes de metérmela estrújame bien las tetas mientras yo se la chupo al hijo de Nati ¿eh?.

La cosa no podía empezar mejor; era evidente que a todos nos apetecía una orgía incestuosa y las dos hembras parecían tener el chocho particularmente caldoso aquella tarde.

Nuestras pollas estaban de nuevo más erectas que nunca. Yo creía que íbamos ya a disponernos a meterles la polla en la boca y luego a follar cada uno a nuestra respectiva madre y de hecho a mi me apetecía tremendamente joderme a la mía mientras veía cómo Elena y su hijo hacían lo propio. Pero entonces el hijo de Elena demostró ser un muy buen fichaje para nuestro círculo incestuoso pues sin duda se trata de un enorme vicioso como quedó patente al decir:

  • Muy bien, vamos a follarnos a este par de putas, pero ¿qué te parece si primero ellas nos chupan el culo? Es que tu madre no ha dejado de tocarme el culo ahora mientras hablábamos y la verdad es que me estaba sabiendo a gloria...

  • ¿Te gusta que una cachonda madurita te de gusto en el ojete, eh, cabroncete? - Le dijo mi madre mientras le acariciaba el culo ya por dentro del desbrochado pantalón a José.

  • Bueno, chicas pensaréis que soy un depravado y un vicioso pero es que dadas las circunstancias...

Las dos maduras jamonas rieron divertidas y tras desnudarnos por completo empezaron a tocarnos los culos acariciándonos el orificio anal con sus dedos. Mi madre le tocaba el ano a José y a mi los huevos mientras Elena se ocupaba de mi culo y también le acariciaba los huevos a su hijo. Yo entonces dije:

  • Sí, la verdad es que me parece estupendo que nos chupen los culos, me apetece mucho y de hecho no sé quién me apetece y me excita más que se ocupe de mi ano, si la zorra de mi madre o la viciosa de la tuya. Pero primero, ¿qué tal si les comemos a ellas el chumino? Hay que darles un gustito y las almejorras de este par de golfas están de lo más sabroso ¿no?

  • Venga. – Dijo el chico con entusiasmo. – Sí, también me apetece comerles el potorro a estas putonas. Empezaré por el de la puta de mi madre si te parece, que antes se lo he tocado un poco y lo tiene baboso a tope la muy guarra.

  • Hijo, ¿cómo puedes decir esas cosas del chichi de mamá delante de nuestros amigos? ¿Qué van a pensar de tu madre? – dijo Elena en broma, con humor y mientras hacía un simpático mohín.

Y así, tras dejarlas completamente en pelotas, nos pusimos a comernos los coños de las dos jamonas, yo el de mi madre y él el de la suya. Disfrutamos un montón con el banquete y ellas no tardaron ni cinco minutos en empezar a orgasmar. Cuando hubieron coronado ambas el primer orgasmo cambiamos de plato y entonces fui yo el que le comió el coño a Elena mientras el hijo de ésta le daba gusto en la raja a mi madre. De nuevo en un breve plazo ambas zorras estaban gritando de placer y es que nuestros trabajos sobre sus sensibles clítoris estuvieron a la altura de lo que necesitan dos perfectas guarras cachondas como nuestras madres.

  • Ahora vais a ver vosotros lo que saben hacer vuestras madres con la lengua, viciosos. – Dijo mi madre mientras me indicaba que me pusiera de rodillas sobre el sofá para dejar mi culo en pompa y mi ano al alcance de su viciosa lengua. Mi madre empezó a lamerme el culo con gran maestría. Me daba besitos en la zona cercana a al ano, luego pasaba su lengua por el agujero y finalmente metía la puntita de la lengua en mi ojete provocándome un enorme placer. Ese rito lo repetía una y otra vez llevándome al paroxismo del placer. Elena, por su parte, no debía hacerlo nada mal a juzgar por los gemidos que daba su hijo.

  • Chupa, guarra – le decía. Mira que tienes que ser guarra y puta ¿eh? Y cómo manejas la lengua, cacho perra. Cómeme el culo, así, bien adentro, bien adentro, puerca. ¡Quién lo hubiera dicho, mamá, quién hubiera dicho que mi madre es la tía más puta, más guarra y más viciosa del mundo y que mete la lengua en el culo con ese arte! Yo que me hubiera contentado con verte alguna vez las tetas para cascarme una paja con esa visión en la imaginación y resulta que te tengo aquí con todas esas tetonas colgando y habiéndote comido el potorro y ahora tú chupándome el culo. Es lo máximo, y espera que te joda, puta, que te vas a enterar de cuánto te quiere el vicioso tu hijito, marrana.

  • Te pone cachondo que mamá sea así de cerda ¿eh, cariño? – Le decía Elena a su hijo.

  • Por supuesto. Y ya para que todo sea redondo la puta de Nati aquí en pelotas y demostrando ser una guarraza de marca mayor y comiéndole también el culo a su propio hijo. Es fabuloso. Si es que es para correrse de solo pensarlo.

Disfrutamos de lo lindo de la comida de culo y no solo nosotros sino las dos putas también, tal es su vicio. Cuando nuestros culos estaban realmente bien lamidos y nosotros excitados a tope les dijimos que nos apetecía joderlas pero ellas, con un vicio enorme, nos dijeron que antes querían probar el culo del otro y sin más se pusieron a lamernos el ojete esta vez Elena a mí y mi madre a José. En efecto Elena también sabía lo que se hacía al chupar un ano. Me dio un gusto y un morbo tremendo y sin duda a José también pues le decía a su madre mientras la mía le metía la lengua en el culo y le acariciaba las pelotas:

  • Ahí, mamá, ahí, chúpale bien el culo, guarra, lámele el ojete a tope a mi amigo, que no diga que mi madre no sabe meter la lengua en el culo de un tío para darle gusto; y que no se te olvide acariciarle los huevos, zorra. Quiero que diga que mi madre es la tía más guarra que conoce, así que aplícate y dale gustazo del bueno en el ojete ¿eh?

  • Bueno, José – le contesté yo – en efecto tu madre es una de las mujeres más guarras que conozco pero va a ser imposible que diga que es la más guarra porque ahí tienes tú otra lamiéndote el culo que no le va a la zaga ¿eh?

  • Ja, ja, ja. Es verdad – reía José. – Me parece que en un campeonato de putas viciosas estas dos no iban a andar lejos de empatar siempre, ja, ja, ja.

Después de otro buen rato de chupeteo de anos ya les indicamos que lo que nos apetecía sobre todo era joderlas de una vez pues no habían puesto a cien. Ellas estuvieron de acuerdo y nos dispusimos a joderlas no sin que ellas antes, por cierto con mucho vicio y lujuria, se dieran un beso con lengua y se tocaran las tetas mientras reían divertidas. Esto a mí me calentó aún más pues me excitaba ver a mi madre besándose y toqueteándose con otra mujer.

A continuación ambas jamonas se pusieron a cuatro patas y nos indicaron con un gesto que las penetráramos.

De nuevo el hijo de Elena demostró ser un vicioso con mucha imaginación ya que les indicó a las dos hembras que en efecto estuvieran a cuatro patas para recibir nuestras pollas pero que se pusieran una frente a la otra.

  • Quiero ver como mi amigo se folla a su madre y ver a la vez la cara de viciosa de ella y sus tetas colgando, y supongo que a él tampoco le molestará verle las tetas a mi madre moviéndose como campanas mientras la jodo como la puta que es. Así, además, si os parece bien a vosotras, viciosillas, también podéis daros la lengua entre vosotras mientras vuestros hijos os machacan el higo, que seguro que también os gusta ¿eh, putas? ¿Qué os parece?

Fue mi madre la que contestó diciendo:

  • Hombre, no se a Elena pero a mi, aunque me gustan los rabos ya habéis visto que no le hago ascos a darle un morreo a una mujer o a chuparle las tetas y a que me hagan lo mismo. Eso, sí, tiene que haber siempre polla de por medio y estar en este plan de vicio porque lío entre tías sin más ni más no me gusta. Un buen pollón es imprescindible, ja, ja, ja.

  • Es evidente que yo pienso lo mismo – respondió Elena – y si estoy calentorra como ahora ya habéis visto que me gusta darme la lengua con quien sea, con vosotros y también con esta puta. Ahora, eso sí, el chocho tiene que acabar bien repleto de polla ¿eh? ja, ja, ja...

  • Menuda puerca estás tú hecha, Elena. – Le dijo mi madre con humor.

  • Claro que sí, no lo voy a negar, y ya os digo que ahora mismo me siento tan zorra que me encantaría darte la lengua para que vean tu hijo y el mío lo guarras y viciosas que somos.

Y seguidamente Elena sacó la lengua a escasos centímetros de la boca de mi madre y entonces esta hizo lo mismo empezando a darse la lengua una vez más entre ambas con pleno vicio. Era muy excitante verlas a las dos allí a cuatro patas dándose la lengua con las tetas colgando y con sus tremendos y gordísimos culos en pompa esperando a recibir nuestras ansiosas pollas.

  • ¡Sí, señor, dos perfectas marranazas! – lo celebró el hijo de Elena.

Enseguida nos acomodamos cada uno detrás de su madre y tras penetrarlas suavemente, disfrutando de la calidez de sus conejazos y entre bromas y comentarios obscenos, empezamos a joderlas con ganas mientras ellas disfrutaban de nuestras embestidas. Entre tanto ellas, siguiendo con aquel juego bisexual que habían empezado, se daban de vez en cuando la lengua o se tocaban las colgonas tetas entre risas y gemidos.

Así estábamos cuando de repente oímos que llamaban a la puerta de la calle. Muy a su pesar mi madre se desenganchó de mí y fue a ver por la mirilla quién era ya que el visitante llamaba de manera insistente. Elena, su hijo y yo nos quedamos expectantes aguardando el regreso de mi madre pues esperábamos que una vez hubiera comprobado quién llamaba simularía que no había nadie en casa y volvería a la sala para continuar nuestra fiestecita.

Pero nos llevamos una sorpresa porque instantes después mi madre aparecía en la sala, en efecto, pero acompañada nada menos que de Puri y de su hijo Oscar. Elena se sorprendió un tanto al ver a Oscar y por su parte el hijo de Elena, José, pareció asustarse un poco al ver a sus vecinos y darse cuenta de que éstos lo estaban viendo completamente en pelotas, en compañía de su madre, la cual también estaba completamente desnuda, y por si fuera poco con la polla bien ensartada en el conejo de su madre. Los instantes de estupor que pudiera haber por parte de Elena y sobre todo de su hijo enseguida desaparecieron al anunciar mi madre con gesto efectista y teatral:

  • Queridos amigos, permitidme anunciaros que aquí tenemos a otra pareja incestuosa; otra madre bien puta y un hijo que le gusta darle placer en el chocho a su madre, ja, ja, ja.

José entonces enseguida se percató de lo implicados que estaban los recién llegados en la situación y más cuando Purificación, dirigiéndose a él, dijo:

  • Así me gusta; los hijos follándose a sus madres para demostrarles lo mucho que las quieren. Eso es lo que tiene que hacer todo buen hijo; ocuparse de que su madre tenga el chichi bien atendido.

Además Oscar enseguida se empezó a quitar los pantalones y le dijo a su madre:

  • Pues venga, mamá. Donde fueres haz lo que vieres así que ya te estás quedando en pelotas y poniendo el culo en pompa, que voy a joderte como están haciendo estos dos con las putas de sus madres.

Puri entonces se empezó a desnudar y mientras lo hacía mi madre y yo le aclaramos a José la especial relación que también unía a sus vecinos. Elena también celebró la situación dándole a instancias de mi madre un señor morreo a Oscar. A su vez José fue convenientemente presentado a su vecina Purificación en clave sexual por mi madre y por mí mismo haciendo una divertida parodia de lo que habitualmente es la presentación de dos desconocidos, pero en esta ocasión en vez de los habituales besos en las mejillas ellos se dieron un espectacular morreo con lengua.

Tras las oportunas y hasta cierto punto innecesarias explicaciones, quedaron perfectamente aclaradas las relaciones que sexualmente nos unían a los allí presentes quedando claro que todo estaba no sólo a gusto sino a la entera satisfacción de todos. También nosotros tres intercambiamos, sobre todo entre José y Oscar, nuestras ideas a favor del incesto y nuestra admiración y atracción sexual por nuestras madres y por las madres de los otros dos. Tras este rato de charla mi madre le dijo a José:

  • Bueno, ya ves que también vas a tener a tu disposición a la zorra de tu vecinita ¿eh, José? Antes has dicho que también te apetecía tirártela así que...

  • ¿De verdad te gusto, José? – le preguntó Purificación coqueta.

  • Sí... la verdad es que estás muy bien Puri, y así desnuda y con todos tus encantos al aire... pues mucho mejor. – Respondió el chico aún un poco cortado con respecto a su vecina.

  • Tranquila, putorra – le dijo mi madre a Puri – que ya tendrás tiempo de que te demuestre tu vecinito lo mucho que le gustas, zorra. Ahora si os parece vamos a seguir con lo que estábamos y que no es otra cosa que hacer que nuestros hijos nos follen a cuatro patas como a unas verdaderas perras, que es lo que somos. Así que como dice tu hijo donde fueres haz lo que vieres...

  • Sí, sí, y encantada. – Dijo Puri riendo

Enseguida Puri se puso también a cuatro patas y perpendicular a mi madre y a Elena de modo que formaban una especie de estrella de tres puntas cuyas extremos eran precisamente los culos de las tres mujeres y en cuyo centro estaban las cabezas de nuestras viciosísimas madres.

Nosotros entonces nos acoplamos detrás de nuestra respectiva madre y Oscar empezó a joder a Puri con ganas mientras nos felicitaba, especialmente a José como recién llegado al círculo, por la fiestecita que teníamos montada. A su vez José y yo retomamos la tarea que habíamos interrumpido y de nuevo se la metimos a nuestras cachondas madres en sus jugosos chochos. Por su parte Puri, como vio el juego que se traían mi madre y Elena de besos y toqueteos, también decidió participar y enseguida estuvo sacando y dándose la lengua con una y con otra y tocando y dejándose tocar las tetas.

Las tres hembras sin duda estaban cachondas de verdad porque enseguida Elena alcanzó un orgasmo bestial que fue seguido por el de mi madre, también muy intenso. Puri tampoco tardó en orgasmar entre gritos de placer.

  • Esto es tratar bien a una madre, hijos – decía Puri feliz. – Venga, venga, ahora seguid vosotros y disfrutad con los chochos de vuestras madres hasta echarnos toda la cremita dentro. ¡Ummm! Gozad con el chochito de mamá.

Entonces Oscar dijo:

  • Bueno, ya que tenemos a estas tres extraordinarias putas a nuestra disposición habrá que montar una buena ¿no? Porque a mi me gusta joder a mi madre como al que más pero no vamos a desperdiciar toda esta carne que tenemos aquí...

  • Desde luego, hay que gozar a tope con estas zorras, no vamos a conformarnos cada uno con la almeja de nuestra madre, que esa la tenemos a mano casi a diario.

  • Claro, - continuó Oscar. – Eso quería decir, así que ¿por qué no gozamos todos con todas? Hay que compartir a nuestras madres como buenos amigos que somos. Propongo que a cada orgasmo que se produzca, sea de quien sea, se cambie de posición avanzando los machos una posición en el sentido de las agujas del reloj. Así iremos probando y disfrutando todos de los chochos de estas tres golfas.

Todos estuvimos de acuerdo y recibimos la idea con alborozo. Como las mujeres acababan de orgasmar, casi todas a la vez, tocaba cambiar así que procedimos como había establecido Oscar y yo me coloqué a la grupa de Elena, su hijo se ocupó de Purificación y Oscar de mi madre. Nuestras pollas se deslizaron en los respectivos coños y empezamos de nuevo la follada. Oscar le daba fuertes palmadas en el culo a mi madre mientras la jodía y le decía:

  • Menudo culazo, Nati, menudo culazo de puta que tienes.

  • Para que tú, y alguno más, lo disfrutéis, cabronazos. – Reía mi madre.

José, por su parte, mientras follaba a Puri le decía que estaba en la gloria porque Puri también era una de sus obsesiones sexuales:

  • Vecinita, no sabes la de pajas que me he hecho a tu salud – le decía – y ahora aquí te tengo, con el culo en pompa y dándote unos pollazos en el coño que me voy a correr en un santiamén, golfona.

En ese momento Elena, a la que yo estaba follando a todo trapo a la vez que magreaba una de sus imponentes tetazas, coronó un tremendo orgasmo así que, entre las risas y la complacencia de todos, los chicos tuvimos que volver a movernos en el sentido de las agujas del reloj. Yo entonces pasé a follarme a Puri, José, el hijo de Elena, se puso detrás de mi madre y a Oscar le correspondió, lógicamente, Elena.

Empezamos a joder a nuestras nuevas parejas entre comentarios cachondos y risas por parte de todos.

  • Elena, como me alegro de que estés en esto – le decía Oscar a su madura vecina. – Ya tenía yo ganas de gozar de tus carnazas, cacho guarra, que siempre he pensado que eras una golfa calentorra. Llevo desde pequeño atento a tu escote y mirándote el canalillo con verdaderas ganas y ahora aquí te tengo, las tetazas colgando y con la polla bien metida.

  • Pues sí, hijo, aquí me tienes; para que goces de mis carnazas, de mis tetazas, de mi culazo y de lo que quieras, cabroncete.

En ese momento José, el hijo de Elena, seguro que influido también por las palabras que acababa de oír pronunciar a su madre, no aguantó más y se corrió inundándole el chocho de lefa a la mía.

Nuevo cambio de pareja entre risas de todos. A mi volvía a tocarme joder a mi madre, a Oscar a la suya y a José a Elena. Todos estábamos de nuevo con nuestra respectiva madre. Ahora fui yo quien a los pocos minutos volvía a regar el coñazo de mi madre con semen y a la vez ella coronaba un tremendo orgasmo también. Nuevo movimiento. Oscar con mi madre, yo con Elena y el hijo de ésta con Puri. A los pocos minutos corrida de Oscar en el conejo de mi madre.

  • Voy ya tres corridas de macho consecutivas en el chocho – decía mi madre con alegría. – Tendrías que darme un premio por ser la puta que más pollas está exprimiendo.

Todos reímos y yo le dije:

  • Tranquila, mamá, que aquí sin premio no se va a quedar ninguna que haga méritos. Ya verás como te llevas un buen trofeo, cacho cerda.

De nuevo yo con Puri, Oscar con Elena y José con mi madre. Corridón de José, de nuevo con el coño de mi madre como receptor y orgasmo de Elena y de Puri casi simultáneo.

  • Cinco, cinco corridones me van metiendo estos cabrones en el chocho – decía mi madre. – Lo tengo lleno de lefa a rebosar, y de tres tíos diferentes. No me digáis que no es de campeonato.

De nuevo cada chico con su madre. Esta sin duda fue la traca final. Follamos como cerdos con nuestras tres putísimas madres hasta que finalmente y casi en el espacio de un minuto nos corrimos los seis. Primero fueron Oscar y Puri, seguidamente mi madre y yo y finalmente José se corrió en el peludo conejazo de su madre provocándole a ésta un orgasmo bestial que le hizo estar gritando de gusto durante al menos medio minuto.

  • ¡Esto es el no va más! – decía Elena gritando y satisfecha como nunca.

Continuará