Círculo Incestuoso (10)

Purificación se acaba exhibiendo desnuda ante su hijo. Luego reconocerá implícitamente ante mí que la posibilidad de una relación sexual con su hijo no le escandaliza tanto como aparenta.

CÍRCULO INCESTUOSO

(Parte 10. – Puri muestra sus encantos a su hijo)

En el capítulo anterior yo había tratado de ligarme a Puri, la prima de mi madre, sin demasiadas esperanzas pero, como ocurre con casi todas las mujeres, esta atractiva cincuentona escondía algunas facetas completamente desconocidas para mi y creo que incluso para ella. Desde luego no resultó ser la beata y mojigata señora que nos tenía a todos acostumbrados a ver y puedo dar fe de que pasé con ella, como ya les relaté en el Capítulo 9, una excelente tarde de sexo. Ahora el reto era incluir a su hijo Oscar en esas relaciones con su madre y así contar en nuestro círculo con una nueva pareja incestuosa compuesta por madre cachonda e hijo vicioso, como de hecho lo somos mi madre y yo o mi tía Flora y su hijo Dani, mi primo.

No hubo que esperar mucho porque la oportunidad se presentó al día siguiente. Yo le había contado a mi madre mi aventura con Puri pero, aunque estaba deseando, no había tenido ocasión de hablar con Oscar con lo que éste era completamente ignorante de cómo estaban las cosas entre su madre y yo.

Ese día a la tarde fui de nuevo a casa de Puri de visita. Mi intención era volver a pasar un buen rato con ella y de paso ir preparando el terreno para que tanto mi madre como el hijo de Puri, Oscar, pudieran gozar con nosotros. Que Puri aceptara follar conmigo había sido excepcional pero entraba dentro de lo ortodoxo, en cierta medida, pero contarle que yo también tenía relaciones sexuales con mi propia madre y que su hijo Oscar deseaba tirársela también a ella eran cuestiones que debían plantearse poco a poco y con mucho tacto.

Cuando llegué a casa de Puri ésta estaba sola. Nos saludamos y tras darnos unos calientes Puri enseguida me avisó de que esa tarde no podríamos hacer nada puesto que su hijo iba a llegar pronto a casa. Yo le dije que mientras tanto no podía dejar de tocar un poco su bonito cuerpo y le empecé a meter mano sin que ella protestara lo más mínimo, más bien me animaba tácitamente con sus risitas complacientes. Le toqué las tetas y el culo y nos dimos unos cuantos besos húmedos y excitantes. Puri besaba realmente bien la muy cabrona; mueve la lengua con mucha habilidad y me chupaba los labios, las encías y se enroscaba en mi propia lengua con enorme avidez. Me resultaba muy excitante besarme de aquella manera con Purificación pues mientras nos besábamos yo pensaba en la imagen de mojigata reprimida que siempre ha tenido Puri para todos los de la familia y me resultaba morboso constatar lo calentorra que esta cincuentona prima de mi madre es en realidad.

Momentos después, y cuándo yo ya había sobado a base de bien tanto las tetas como el culo o los muslos de Puri haciendo que ella riera complacida y mostrando por tanto su disposición a que aquellos atrevimientos continuasen, apareció Oscar. Yo, decidido a sacar partido a la situación y a llevarla adelante, le expliqué abiertamente al chico que estaba hablando con su madre de lo atractiva que es y lo buena que está. Puri me miró con una cierta aprensión y con un más que evidente nerviosismo al considerar mis palabras una indiscreción. Pero como Oscar reaccionó de modo muy natural señalando que las madres de ambos estaban muy bien y que ello debía ser motivo de orgullo para nosotros, Puri se tranquilizó. Continuamos entonces los dos con los piropos aunque éstos eran razonablemente suaves. Le decíamos a Puri que se conservaba muy bien, que tenía unas piernas muy bonitas y que muchas jóvenes darían algo por tener un cuerpo como el de ella. Puri en un principio se mostró algo nerviosa pero pronto, dado el cariz amable y correcto de nuestros piropos, se reía cómoda y halagada a pesar de que su hijo estaba participando activamente en la conversación sin mostrarse en absoluto inquieta ni a disgusto.

Al hablar del atractivo de nuestras madres inevitablemente salió a colación el incidente del día en que los tres habíamos visto desnuda a mi madre al salir de la ducha. Comentamos, sobre todo Oscar y yo, que en efecto mi madre también ser conservaba muy bien y que resultaba muy atractiva. Ambos volvimos a insistir en el orgullo que nos hacía sentir el hecho de que nuestras madres fueran unas mujeres deseables y atractivas y yo me atreví a hacer algún comentario algo más subido de tono sobre algunos de los atributos de mi madre. Señalé sin arrobo que a mi me encantaba el culo de mi madre pues me gustan así, grandes, redondos, salidos y respingones. Purificación nos dijo en tono de broma que éramos unos desvergonzados al hablar así de mi madre y entonces yo pedí opinión al respecto a su hijo Oscar y éste, aunque algo más comedidamente que yo, también señaló que mi madre le gustaba mucho como mujer. Puri nos decía que estábamos locos pero se reía visiblemente complacida por nuestras opiniones a favor de las mujeres maduras.

En un momento dado y tras lanzarle varios piropos yo señalé que era una pena que no pudiéramos verla desnuda como habíamos visto a mi madre. Puri me miró con una cara un tanto compungida y nerviosa pero yo le guiñé un ojo tratando de transmitirle confianza.

  • Sí, Puri, si no pasa nada. Tanto a tu hijo como a mí nos gustas mucho; nos pareces una mujer muy atractiva así que no tendría que haber nada de malo en que te pudiéramos ver un poco mejor esas fantásticas piernas que tienes.

Oscar iba percatándose de lo que yo estaba intentado y colaboró de la mejor manera posible en lograr que su madre acabara enseñándonos algo de su bonita anatomía. Para ello también la piropeó y le dejo ver repetidamente que sería un placer verle por completo las piernas, que a su juicio eran de las más bonitas que había visto.

Purificación, un tanto nerviosa nos decía que estábamos locos por sugerirle que nos enseñara los muslos pero nosotros seguíamos insistiendo con simpatía.

No era fácil que Puri accediera a desnudarse estando su hijo delante, lógicamente, y así, al principio, mostró más que reservas con respecto a la posibilidad de enseñar por entero sus piernas estando delante su hijo pero nuestra sistemática insistencia, nuestras alusiones a la discreción unidas a nuestros cálidos piropos y al hecho de que estábamos en un entorno de confianza del que nada iba a salir y creo que sobre todo mis guiños cómplices, unidos probablemente también a su creciente calentura, hicieron que tras un rato de requiebros, piropos y solicitudes, algunas ya decididamente atrevidas, Puri empezara a sonreír de una forma más condescendiente. El punto decisivo creo que fue cuando yo le dije "Venga, Puri, enséñanos esos muslazos que seguro que son de lo mejorcito que hay". Puri sonrió pero lo que acabó de decidirla fue que acto seguido su propio hijo Oscar le dijera: "Eso, mamá, enseña las piernas y haz que babeemos al verte. Venga, mamá, que quiero presumir de madre maciza y atractiva; que vea el primo que estás tan buena como vimos el otro día que está Nati".

Ante estos decididos ánimos por nuestra parte Puri acabó diciendo:

  • ¿Entonces de verdad queréis que os enseñe las piernas? Bueno, vale, pero un poquito porque sois vosotros y porque estamos en familia, pero esto que no salga de aquí bajo ningún concepto ¿eh? – Y mientras decía, primero tímidamente pero luego con mayor decisión, procedió a levantarse la falda hasta bastante más de medio muslo dejando a la vista su bonitas piernas y sus bien torneados muslos. Oscar y yo, que nos habíamos dirigido miradas significativas durante todo el proceso, la piropeamos tanto que la terminamos animando a que se desprendiera de la bata de modo que quedó ante nuestros ojos en bragas y sujetador. Ella al principio se mostró enormemente reticente ante esta petición pero nosotros le recordábamos que aunque se quitara la bata no se quedaría desnuda del todo y que aún estaría mucho más tapada de lo que lo había estado mi madre el día que la vimos desnuda al salir del baño. Puri dudaba pero sonreía cada vez más mostrando que nuestras peticiones, lejos de incomodarla, la halagaban. De vez en cuando Puri mi miraba a mí con una cierta inquietud pero yo la animaba guiñándole y haciéndole breves gestos de asentimiento.

  • Venga, Puri. El otro día tanto Oscar como yo vimos a mi madre desnuda y ahora tenemos una inmejorable opinión de ella, te lo puedo asegurar, así que porque te veamos a ti ahora sin bata

Para entonces tanto su hijo como yo teníamos una erección de caballo que creo que se nos notaba de forma ostensible.

  • Claro, mamá; venga, anímate que tú también estás buenísima, tan buenísima como Nati así que déjanos que te veamos un poquito también. – Le decía su hijo.

  • ¡Qué voy a estar buena! – respondía ella haciéndose la modesta pero sin duda halagada. – Si tengo todo caído y ya veis, las tetas pequeñas… Seguro que no os gustaría

  • Bueno, mamá, vamos a verlo – insistía su hijo.

  • Vale, vale, me quito la bata pero sólo eso ¿eh? Yo si me quedo como el otro día Nati delante de vosotros me muero de vergüenza. Si tuviera un cuerpo para presumir pero con más de 50 años y con estas tetas pequeñas y caídas, hijo, una no está como para hacer desnudos integrales.

Finalmente Puri se deshizo de la bata con nuestra ayuda y ambos pudimos contemplar su razonablemente esbelto y atractivo cuerpo. Oscar creo que estaba poco menos que al borde de la eyaculación viendo a su madre en bragas y sujetador.

Tras unos segundos contemplando el atractivo cuerpo de Purificación yo repliqué a su comentario de que ya no estaba como para hacer desnudos integrales diciendo:

  • Ya lo creo que tienes un cuerpo para presumir, Puri, y mucho. Estás realmente estupenda, como nos gustan a nosotros las mujeres, ¿no es cierto, Oscar? – Y mientras su hijo asentía con la excitación pintada en los ojos yo continué: - A nosotros ya sabes que nos gustan las cosas de verdad y auténticas: culos gordos como el de mi madre y no esos culos que no hay por dónde agarrar de las veinteañeras de ahora y tetas de verdad como las tuyas y no esas de silicona.

Y diciendo esto, en una acción que podía resultar definitiva, me atreví a tocárselas por encima del sujetador a pesar de estar delante de su hijo. Como éste también le piropeó las tetas decididamente, Puri pareció asumir que la presencia de su hijo en aquella situación no suponía un problema. No obstante trató de hace ver con un suave gesto de su mano sobre la mía que no se iba a dejar tocar las tetas pero como yo insistí en mi manoseo y Oscar arreció con una tandada de encendidos piropos hacia las mujeres maduras y hacia su madre en particular, Puri acabó dejándose hacer sin mayor problema permitiéndome que le tocara las tetas sobre el sujetador mientras reía abiertamente. Finalmente intervino Oscar diciendo:

  • Mamá, estás estupenda de verdad; aunque seas mi madre lo justo es reconocer que eres una hembra atractiva de verdad. Y que sepas, mamá, que yo estoy muy orgulloso de que estés así de buena y de que nos dejes que te veamos.

  • ¿De verdad, hijo? ¿No te parezco una desvergonzada estando así en bragas y sujetador delante de ti y de tu primo?

  • ¿Desvergonzada? Todo lo contrario, mamá. Para poder presumir en condiciones de tener una madre bien buenorra tenías que dejarnos verte como Nati el otro día, ¿no te parece? Si a ella la vimos completamente desnuda no hay razón para no verte a ti igual. Seguro que completamente desnuda estás tan buena como ella.

  • ¡Pero bueno! ¿No tenéis bastante con verme en bragas y sujetador? – Decía Puri más halagada que indignada por la propuesta, desde luego. - ¿De verdad queréis que me desnude completamente delante de vosotros? Y encima eres tú el que me lo pide, Oscar. Mira que soy tu madre

  • Claro que te lo pido, mamá. A mi me encantaría verte desnuda. – Dijo Oscar con suavidad y yo vi en los ojos de Puri que con esas palabras la había convencido para cualquier cosa. – No sabes lo que me gusta presumir de tener una madre bien atractiva y maciza y tú con ese cuerpazo, mamá, es lo que eres una mujer muy atractiva.

  • ¿De verdad, hijo? ¿Te gustaría verme desnuda aunque sea tu madre? – le respondió Puri casi obnubilada por las palabras de su hijo.

  • Me gustaría y mucho, mamá. – Le respondió Oscar de nuevo suavemente mientras su madre sonreía como hipnotizada. – Y no pasa nada porque seas mi madre; el otro día vimos desnuda a Nati y estaba su hijo delante y creo que él se sintió muy orgulloso porque la verdad es que tener una madre tan atractiva como Nati es para presumir de ella. A mi también me gustaría que pudiéramos verte ahora como el otro día vimos a Nati. Total, por verte así no pasa nada… Con Nati no pasó nada desagradable el otro día ¿no es verdad?

  • Pues claro – intervine yo. – Con lo bien que tienes que estar... Tiene que ser delicioso ver a una mujer madura como tu desnuda. Venga Puri. – Y le volví a tocar las tetas por encima del sujetador aprovechando para deslizar una de las copas de la prenda hasta dejar uno de sus pezones a la vista. Puri también en esta ocasión se dejó hacer y no hizo ningún intento por cubrir su teta. Sonrió y aceptando nuestra propuesta dijo:

  • Bueno, si ya me estáis viendo los pezones...

  • Que por cierto son preciosos, mamá. – Le dijo Oscar pasando una mano suavemente sobre una de las tetas de su madre y provocando en ésta un electrizante escalofrío.

A continuación Puri se deshizo del sujetador dejando sus pequeñas pero excitantes tetas al aire. Los dos elogiamos ampliamente sus tetas y a pesar de que ella insistía en que eran muy pequeñas nosotros opusimos los argumentos de que eran naturales y muy elegantes y que eso nos gustaba tanto o más que unas tetas gordas y por supuesto mucho más que unas tetas artificiales.

Como Puri se mostraba a esas alturas tan colaboradora con nuestros requerimientos no nos costó mucho convencerla también finalmente para que se quitara las bragas. De hecho lo hizo casi de inmediato cuando se lo demandamos y pudimos verle el culo y hasta el coño mientras ella se exhibía notoriamente orgullosa del efecto que la visión de su cuerpo causaba en nosotros. La piropeamos largamente y le dimos unas cuantas palmadas en el culo a las que ella reaccionó muy positivamente. La cosa no podía ir mejor pero las circunstancias no permitieron que la cosa fuera a más aquel día ya que una llamada telefónica atendida por Puri anunció la inminente llegada de un familiar con lo que, muy a pesar creo que de todos, tuvimos que dejar allí aquella excitante exhibición. Yo estoy seguro de que si no llega a ser por esa llamada nos la acabamos follando ese mismo día pero no pudo ser así que tras los oportunos comentarios halagando una vez más la belleza de su cuerpo Puri ya se vistió.

Tras vivir esta situación, horas después y ya a solas, Oscar y yo comentamos, lo cerca que estábamos de tirarnos a su madre conjuntamente. Ambos nos felicitamos también de lo razonablemente sencillo que había resultado entablar esa intimidad con Puri y hasta lograr que se desnudara ante nosotros. Yo por mi parte decidí omitirle a Oscar el hecho de que yo ya me había follado a su madre pues me pareció que era más excitante para todos que Oscar pensara que entre los dos nos estábamos ligando conjuntamente a su madre.

Sería unos días más tarde, cuando yo volví a casa de Puri encontrándomela sola. No tardamos mucho en sacar el tema de nuestras relaciones y de la presencia en ellas de Oscar. Purificación me contó que el día anterior había pasado un gran apuro por la presencia de su hijo y por nuestras continuas solicitudes de que se mostrara desnuda ante los dos. Pero también me confesó que junto con mis señales de complicidad en forma de guiños y asentimientos, se había ido sintiendo más favorable a la exhibición ante Oscar porque la había puesto cachonda la idea de resultarle atractiva como mujer a su hijo.

  • Te pareceré una depravada pero creo que si no llega a ser porque me llaman por teléfono no se si no hubiera acabado no solo en pelotas sino haciendo algo peor con vosotros. Menos mal, porque luego pensando en frío que casi me comporto como una golfa estando mi hijo delante… ¡Uff, que vergüenza!

  • Nada de vergüenza, Puri. Si Oscar también estaba encantado de verte el culo y las tetas ¿o es que no te fijaste en la erección de caballo que le provocaste?

  • Sí me fijé, sí, y no sabía si eran imaginaciones mías o si ere real pero ahora que tú me lo confirmas… Pero es que siendo mi hijo

  • Puri, recuerda que aunque sea tu hijo es un hombre al que le gustan precisamente las mujeres como tú y como mi madre; no lo olvides.

  • ¿A ti también te gusta tu madre? – Pregunto entonces ella con evidente interés.

  • Pues claro que me gusta, y no tengo ningún inconveniente en confesarlo siempre que sea así entre gente de confianza, claro. Mi madre es una mujer maciza y desde luego que me gusta, Puri, te lo aseguro.

Los dos sonreímos enigmáticamente y a continuación nos fundimos en un apasionado beso que dio pie a unos excitantes escarceos entre ambos. Tras meterle un poco de mano en las tetas y en el culo ella me dijo que a ella también le apetecía ver y tocar y acabamos los dos en pelotas para luego terminar follando como locos. Los dos estábamos muy calientes y de hecho resultó un polvo muy breve porque Puri tuvo dos orgasmos casi de inmediato y yo no tardé ni cinco minutos en descargar con gran satisfacción mi andanada de semen en su cálido chocho.

Después del satisfactorio polvo retomamos el tema previo y comentamos, a instancias mías, lo atractiva que ella le resultaba a Oscar y cosas así. Ella volvió a interrogarme sobre lo atractiva que mi madre me resultaba a mí y yo le confirmé esa atracción aunque sin darle más detalles. Pero utilicé el tema para señalarle que con toda seguridad ella también le resultaría muy atractiva a su hijo Oscar.

  • Es lo normal porque tanto mi madre como tú, como ya te he dicho, sois nuestro tipo ideal de mujer.

Tal como iba la conversación yo decidí dar un paso más y llegué a apuntar, aunque en tono de broma, lo excitante que sería para ella disfrutar de la polla de su hijo. Puri en un primer momento se mostró escandalizada pero el intenso brillo de su mirada me dijo claramente que la idea no le había disgustado precisamente. Hablamos de ello y yo apuntaba argumentos a favor de la relación incestuosa como que no iba a pasar nada malo al estar descartada la posibilidad de embarazo dada la edad de Puri, la tremenda discreción de una relación así, la confianza y el morbo y el atractivo que sin duda tenía para ambos. Puri acabó estando de acuerdo conmigo pero señaló que en la práctica nunca haría nada de eso con Oscar porque le daría una enorme vergüenza y corte. A continuación me lanzó a mí la siguiente pregunta:

  • De todas maneras eso ya sería demasiado ¿no? Porque tú eres un buen vicioso y dices que te gusta Nati pero ¿lo harías con tu madre?

  • Bueno... – contesté yo con un deje de asentimiento que le hizo sonreír a Puri con un brillo de picardía en los ojos que dejaba perfectamente claro que ambos habíamos entendido incluso lo que no habíamos dicho.

Continuará