Círculo Incestuoso (07)

Aparecen nuevas personas con posibilidades de entrar formar parte de nuestro círculo. Un primo lejano, al igual que yo apasionado de las maduras, y su atractiva madre aparecen en escena.

CÍRCULO INCESTUOSO

(Parte 7 – Aparecen nuevas personas.)

En el anterior capítulo mi primo y yo habíamos acabado follando con nuestras respectivas madres dando así carta plena de naturaleza a las emocionantes relaciones incestuosas que de manera tan casual habíamos iniciado aquella misma tarde. Tras este primer y enormemente satisfactorio polvo de cada uno de nosotros con nuestra madre, habíamos tenido una animada charla sobre sexo con nuestras madres hasta que, dada la hora, mi tía y mi primo se tuvieron que marchar dando por finalizada aquella soberbia tarde de sexo familiar.

Cuando mi tía y mi primo se fueron, tras intercambiar unos buenos morreos yo con mi tía y mi madre con Dani, ya no hicimos nada más pues en cualquier momento podían llegar el resto de miembros de nuestra familia. Sin embargo al día siguiente cuando mi madre y yo nos quedamos un rato solos en casa no pudimos resistir la tentación. Ella me empezó provocando dejando que la bata que llevaba se le aflojara mostrando buena parte de sus ajamonados muslos y su sujetador. Entonces yo le empecé a tocar las tetas y el culo por encima de la ropa y seguimos hasta quedarnos los dos prácticamente en pelotas. Yo la notaba a ella muy caliente y excitada y yo no lo estaba menos. Nos besamos dándonos la lengua con verdadero vicio, nos magreamos y ella acabó haciéndome una señora mamada hasta que me corrí. Esta vez mi madre recibió todo mi semen en su boca aunque fue tanto que parte del mismo le resbaló fuera por la comisura de los labios. No se lo tragó sin embargo y se fue a escupirlo al water.

  • Espero que no te importe que no me lo trague, hijo. No me importa que te corras en mi boca, cariño, incluso me gusta pero tragarme la leche me da un poco de asco, la verdad, aunque sea la tuya, mi amor.

  • No te preocupes, mamá. A mi me das el mismo gusto si te lo tragas que si lo escupes. Lo importante son esas mamadas tan cojonudas que me haces, zorra, que la chupas mejor que una profesional. Se nota que te gusta tener una polla en la boca ¿eh, guarra?

  • Es muy excitante y más si es la tuya, hijo. Desde luego me encanta mamarla pero no creas que siempre ha sido así ¿eh? A tu padre, como ya te dije, no se la habré chupado ni media docena de veces; hasta ahora me daba asco. Pero ahora me pone muy cachonda chupártela a ti, cariño. – Y añadió con coquetería: - De todas formas, todavía más que en la boca me gusta tenerla en el chocho ¿eh?, ja, ja, ja.

  • Pues venga, mamá, ponte ahí a cuatro patas que te voy a follar, guarra.

  • Eso, eso, hijo. Jódeme, trátame como a una furcia y dame gusto con esa tranca que tienes, cabronazo.

  • ¿Quién iba a pensar que mi recatada mamaíta escondía realmente una verdadera puta viciosa en su interior?

  • Sí, hijo; para mí también es una sorpresa, no te creas. Nunca hubiera pensado que podía llegar a ser tan lanzada y menos aún contigo, pero desde el otro día… ¡Ummm! Sólo de pensar en las cosas que hicimos se me pone la raja como un bebedero de patos, cariño. Y pensar que tú eres tan vicioso como para que te guste follar conmigo siendo tu madre me pone calentorra del todo, mi amor.

  • Ya lo creo que me gusta, mamá. Sólo verte ese culazo y esas tetas que tienes ya me ponen como un toro y saber que es mi culona madre la que se me pone así para que la joda ya es el no va más. Venga, mamá, espatárrate ahí que le voy a dar un homenaje a ese chochazo tan bueno que tienes.

Siguiendo mis indicaciones mi madre se tumbó de espaldas en el suelo y yo empecé a darle una buena tandada de lengüetazos en el chocho.

  • ¡Hijo, pero qué me haces! Me estás chupando ahí abajo, en el… en el chichi… ¡Ahhh! ¡Qué gusto, pero qué gustazo! Pero qué cerdo eres, cariño, qué guarro eres con mamá ¡Y cómo me gustaaaa!

Mis intensos lengüetazos en su chocho hicieron que al poco rato mi madre experimentara un orgasmo realmente espectacular. Apenas se había recuperado del mismo cuando le indiqué que se pusiera a cuatro patas, como había dicho en un principio, y ya la estaba follando a todo tren. Me encanta follar a mi madre; es realmente delicioso, y hacerlo estilo perro con ella a cuatro patas es verdaderamente excitante. Todo su culazo queda a mi disposición y sus amplias y blanquísimas nalgas se mueven como inmensos flanes mientras la jodo. A eso hay que añadir el excitante movimiento de sus colgonas tetas para componer un cuadro realmente sugerente y morboso al máximo. Desde luego follar con mi madre es verdaderamente fascinante.

Seguí jodiéndola con fuerza mientras ella gemía y gemía cada vez más sonoramente hasta que alcanzó un nuevo orgasmo entre gritos de placer. Entonces, como yo aún no me había corrido, le dije que se diera la vuelta y me situé sobre ella en la postura tradicional reanudando la follada. Me apetecía ver la cara de mi madre mientras la jodía. Ella me sonreía viciosamente y me sacaba la lengua con lascivia mientras yo metía y metía mi polla en su encharcadísimo chocho. Cuando sentí cerca mi orgasmo se lo anuncié diciéndole:

  • ¡Me corro, mamá, me corro dentro de tu putísimo coño, guarra!

  • Sí, hijo, échamelo todo dentro, échame tu cremita en el chichi, que no hay ningún problema y disfruto como una loca sintiéndola salir de tu rabo tan calentita.

En ese momento mi madre coronó un nuevo y tremendo orgasmo mientras yo eyaculaba en el interior de su delicioso chochazo. Mi corrida fue tan abundante que cuando le saqué la polla del coño aún estaba escupiendo semen de modo que acabé de correrme sobre su suave tripita de hembra madura.

Después de este polvo charlamos un poco y ella me comentó que desde que se le había retirado la regla, hacía unos meses, al contrario de lo que les pasa a otras mujeres, mi madre había sentido un renacer de sus deseos sexuales. Según ella esto se debía a que por primera vez en su vida había desaparecido el temor a quedarse embarazada ya que mi madre nunca había utilizado anticonceptivos, y esa liberación había azuzado su deseo sexual. Según me confesó esto mismo también les había ocurrido a algunas otras amigas y conocidas suyas, mujeres todas de su generación y que habían vivido siempre su sexualidad con el temor a un embarazo no deseado cuando ya habían tenido los hijos que querían. Acabó diciéndome también que el día anterior, cuando habíamos acabado follando juntos en compañía de mi primo Dani y mi tía Flora, se sintió en todo momento dominada por la excitación y el morbo y no se sintió culpable o incómoda porque en todo momento pensó que, puesto que ya no podía quedarse embarazada, el tabú del incesto no tenía sentido.

  • Cuando se nos retiró la regla – me decía – recuerdo que tu tía Flora y yo comentábamos "Ahora a follar sin preocupaciones". Pero lo que pasa es que ya no follábamos porque a nuestros maridos ya no les apetecemos y tener un lío fuera del matrimonio no es fácil porque además de darnos miedo, a nuestra edad tampoco es que podamos ligar como unas modelos de 20 años.

  • Mamá, pues ahora tienes a dos jóvenes, a Dani y a mi, dispuestos a darte todo el placer del mundo en ese chochazo tan bueno que tienes y que tanta polla se merece. Y además yo sí pienso que tú puedes ligar y mucho con otros y además creo que debes hacerlo, ya lo sabes. Si papá tiene desatendida a una hembra como tú lo lógico es que le pongas unos buenos cuernos. Y si hace falta yo te ayudaré a ello.

  • ¡Hijo, qué vicioso eres!

Mi madre reía divertida y excitada con mis palabras. Seguimos charlando y entonces ella me comentó lo que se había excitado y gozado con mi mamada en su coño, algo que según me dijo nunca le había hecho nadie antes. Yo le hablé entonces del 69 y ella se mostró entusiasmada con semejante práctica pero no nos pusimos a practicarlo porque el tiempo se nos echaba encima y alguien más de la familia podía llegar a casa así que nos vestimos y dimos la sesión por finalizada.

No tuvimos ocasión de hacer nada más aquel día y de hecho no pudimos volver a tener una sesión de sexo ni entre nosotros ni con mi tía y mi primo en las siguientes semanas. Lo que sí hacíamos mi madre y yo de vez en cuando era hablar de las ganas que teníamos de volver a joder y, a veces, nos metíamos un poco de mano aunque sin pasar a mayores. Yo le tocaba las tetas y sobre todo el culo y ella me acariciaba los huevos con verdadera maestría en cuanto tenía ocasión. Me resultaba especialmente excitante meterle mano en casa cuando llevaba puesta la bata que suele vestir para estar haciendo sus labores. Normalmente sólo lleva debajo la ropa interior y era fantástico meter la mano por entre los pliegues de la bata y tocarle sus jamones, sus gordas nalgas o sus atractivas tetas bajo el sujetador. Si había alguien más en casa mi madre se ponía muy nerviosa y casi se enfadaba conmigo pero yo siempre tenía cuidado de que nadie nos pudiera ver.

Finalmente, unas semanas después nos quedamos un viernes a la tarde solos en casa mi madre y yo y llamamos a mi tía Flora para que vinieran ella y Dani a darnos otro buen lote los cuatro pero ellos no podían. Dani tenía que trabajar esa tarde y mi tía tenía que ir con mi tío a ver unos electrodomésticos. Mi tía expresó su pesar por teléfono pero no podía ser. Lo que sí hizo la muy calentorra fue recomendarle a mi madre que no perdiera la ocasión y que aprovechara que tenía mi polla a su alcance para gozar.

Entonces mi madre y yo nos dijimos con una sonrisa que nos las tendríamos que arreglar nosotros solos para pasarlo bien y empezamos a besarnos y a meternos mano. Estaba yo con la mano por dentro del sujetador de mi madre estirándole sus bonitos pezones cuando sonó el teléfono. Cogí rápidamente pensando que podía ser la tía Flora que había cambiado sus planes y podía venir pero no; se trataba de Oscar, un primo lejano mío pero con el que mantengo una buena relación de amistad. De hecho mi madre y la suya son primas y se llevan muy bien manteniendo una estrecha relación. Oscar me dijo que enseguida se pasaba por nuestra casa para traerme unas revistas de motos que yo le había pedido días antes. No me dio opción así que no pude decirle que me venía mal o inventarme cualquier excusa.

Cuando se lo expliqué a mi madre ésta dijo que parecía que no íbamos a poder encontrar el momento de gozar en condiciones pero se lo tomó con humor.

  • Bueno, qué le vamos a hacer – dijo al tiempo que se recomponía su vestido.

  • Lo que podíamos, o más bien, podías hacer tú era ligar con Oscar, mamá. Ya que él nos impide gozar goza tú con él... – Le dije yo en plan de broma y sin que fuera verdaderamente una sugerencia real aunque nada más expresar la idea me pareció enormemente morboso y excitante que mi madre tratara de ligar con Oscar.

Mi madre sonrió con cara de vicio pero dijo:

  • Si fuera así de fácil... ¿Cómo voy a tratar de ligar con él, hombre?

  • Por intentarlo... Yo más de una vez he hablado con él de mujeres y sé que también prefiere una madurita maciza que una veinteañera moderna así que... Oye, podemos intentar algo que no nos comprometa mucho; si sale bien pues adelante y si no pues no hacemos nada y asunto cerrado. Ya sabes, mamá, que me pone muy cachondo verte con el culo al aire y haciendo guarradas con otros tíos.

  • Sí, pero ¿qué hacemos? No le voy a enseñar el culo así de buenas a primeras ¿no?

  • Pues hombre, yo creo que lo mejor y lo menos comprometido es que de alguna manera tu le dejes ver un poco tus encantos para ver cómo reacciona él y a partir de ahí ya veremos: No hace falta que te lo acabes llevando hoy a la cama pero si vemos interés por su parte igual te lo acabas follando otro día. A mí me encantaría.

  • Menudo cerdo vicioso estás hecho, hijo. – Decía mi madre riéndose.

  • Y, tranquila, que si hace falta ya hablaré yo con él para sugerirle con tacto que igual tú eres una buena calentorra dispuesta a darle gusto a un joven apasionado de las maduras como es Oscar.

  • ¡Sí, hombre! – replicó mi madre un tanto escandalizada. – Le vas a decir que tu madre es una calentorra y que si quiere se la puede follar ¿no?

  • Hombre, no de esa forma, mamá. Ya sabes que lo prioritario es siempre la discreción. Pero tranquila, que Oscar y yo ya hemos hablado muchas veces de mujeres y en algunas ocasiones ya hemos llegado a utilizar expresiones como que nos gustan "del tipo de mi madre", "del tipo de tu madre", "vaya piernas tiene tu madre" y cosas así y ninguno de los dos nos hemos ofendido ni escandalizado ¿eh?

  • Bueno, bueno. ¿Entonces qué hago? ¿Me cruzo de piernas y le enseño muslamen..., le enseño un poco de escote...?

  • Mira, mamá. La verdad es que pienso que tenemos que ir a lo grande, sin comprometerte demasiado pero poniendo toda la carne en el asador.

  • Sí, ¿y cómo lo hacemos? No querrás que le enseñe el chocho de buenas a primeras ¿no? Porque tú capaz

  • Mira, yo creo que deberías ponerte el vestido ese azul que a veces usas para estar en casa, que se transparente bastante, pero sin ponerte ropa interior debajo. Seguro que se te ven sin dificultad las tetas y el culo y hasta los pelos del chocho ¿eh, qué te parece?

  • ¡Hijo, qué ocurrencia! Muy atrevido ¿no? Me daría vergüenza. Pero bueno, la verdad es que igual tienes razón. Hay que poner toda la carne en el asador y cada vez me está apeteciendo más chuparle la polla a ese pimpollo. Además, aunque se me transparente todo a mi no me importa y si no pasa nada pues no pasa nada. Eso que dices además es bastante poco comprometido porque aunque se me vean los pezones yo llevo un vestido, estoy en mi casa y no tengo porqué ir de una o de otra manera.

  • Claro, mamá. Muy bien, pues venga, despelótate y ponte ese vestido azul. Ah, mamá, y ponte las sandalias de tacón...

  • Oye hijo, ¿sabes lo que estoy pensando? Pues que si vamos a lo grande como tú dices lo mejor será que me vea en pelotas del todo.

  • Mamá eres una cachonda ¿Qué se te ha ocurrido ahora, eh?

  • La verdad es que cada vez estoy más caliente pensando en Oscar y… Bueno, para acelerar los acontecimientos se me estaba ocurriendo que podía hacer como si me hubiera estado duchando y cuando él ya esté aquí salgo del baño desnuda como que se me ha olvidado la ropa o que se me ha olvidado poner toalla en el baño y que me vea desnuda. Hago como que me tapo un poco el chocho con las manos pero que me vea bien las domingas y hasta el culo ¿eh, qué te parece? Bueno, no. Creo que me estoy dejando llevar por la calentura. Eso sería demasiado ¿no?

  • No, no, perfecto. La verdad es que me parece cojonudo, mamá, mucho mejor idea que la mía. Si te ve los pezones transparentándose a través del vestido seguro que se lleva un calentón del copón y que se acaba haciendo una paja a tu salud luego en su casa pero lo más probable es que no pasara nada. Pero si te ve en pelotas, además de calentarse, seguro que él y yo comentamos algo. Ya te he dicho que tenemos confianza en estos temas y que a menudo hemos hablado del atractivo de varias maduritas e incluso hecho comentarios sobre ti y hasta sobre su madre aunque siempre muy descafeinados, claro. Si te ve desnuda seguro que hablamos del asunto y ya trataré yo de conducir la conversación al terreno que queremos.

  • ¿Y si no le gusto? Recuerda hijo que tengo más de 50 años y que estoy un poco gordita

  • Eso le encanta, mamá; te lo puedo asegurar. Ya te he dicho que yo a veces hablo de mujeres con Oscar y se que le gustan las maduritas tanto o más que las de nuestra edad. Y lo que también es seguro es que a mi me vas a calentar de tal manera que te tendré que echar un buen polvazo en cuanto podamos.

  • Igual me lo echáis los dos... – concluyó ella riendo y con una voz llena de picardía.

Lo preparamos todo así y un cuarto de hora más tarde ya estaban llamando al timbre del portal. Como cabía esperar era Oscar y yo le indiqué que subiera. Pero aún nos aguardaba otra sorpresa. Cuando llamaron a la puerta de nuestra casa yo fui a abrir mientras mi madre se metía, completamente en pelotas, en el baño. Al abrir la puerta me fui a encontrar con que Oscar no venía solo; con él venía su madre, Purificación. Puri, como familiarmente la llamamos todos, es una mujer un par de años mayor que mi madre pero extraordinariamente bien conservada. No está gorda en absoluto, al contrario que la mayoría de las mujeres de su edad, y conserva un tipo estupendo. Tiene unas piernas bien torneadas y realmente bonitas rematadas por un soberbio pandero que sin ser tan gordo como el de mi madre sí que resulta de lo más atractivo pues también es redondo y respingón. Sus tetas no son grandes, usará una talla 90 o puede que menos, pero resultan armoniosas y en conjunto se puede decir de ella que es una madurita con mucho estilo, elegante y muy atractiva. Además Purificación es muy guapa de cara y los años no han eliminado esa belleza. Yo alguna vez ya había pensado en lo que me gustaría echarle un polvo pero siempre consideré que la posibilidad de llegar a algo con Puri era tremendamente remota pues ella es una mujer simpática y de carácter afable, cierto, pero muy seria y sobria por otro lado; nada dada a bromas de índole sexual o cosas parecidas. Y eso que a veces, para mi sorpresa, se había mostrado curiosamente tolerante cuando yo, a modo de broma y acompañando algún comentario elogioso hacia ella, por ejemplo al decirle que le sentaba bien un vestido, le había dado alguna palmada en el culo. Me sorprendía que nunca me hubiera reprochado esos ligeros atrevimientos cuando se producían estando solos ella y yo, mientras que cuando había más gente se mostraba excesivamente puritana y estricta en estos asuntos. De todas formas esos atrevimientos míos tenían más la forma de cariñosos contactos que de caricias con cierta carga erótica. Por otro lado Purificación es una mujer bastante religiosa lo cual contribuía a que yo desterrara cualquier idea de llegar a tener un encuentro sexual con ella.

Como he comentado antes, en ocasiones yo había hablado con Oscar sobre mujeres y habíamos descubierto que a ambos nos gustan las maduritas. A la hora de describir nuestros gustos ninguno de los dos nos habíamos cortado en utilizar frases como "A mi me gustan las cuarentonas que tienen un culo como por ejemplo tu madre" y cosas por el estilo e incluso hablando entre nosotros les habíamos dedicado piropos a nuestras madres aunque del tipo suave como "tu madre tiene unas piernas realmente bonitas". "qué elegante es tu madre" y cosas así, siempre suaves pero que dejaban ver con bastante claridad que nuestras madres nos gustaban, por lo menos a cada uno la del otro. Por eso yo sabía que había una más que cierta posibilidad de que Oscar acabara ligando con mi madre pues me constaba lo atractiva que mi jamona madre le resulta a Oscar. La presencia ahora de Purificación, sin embargo, echaba por tierra el atrevido plan que habíamos trazado poco antes mi madre y yo.

Según les hacía pasar a la sala yo saludé a Puri efusivamente y diciendo su nombre en voz alta para que mi madre supiera que aquélla también había venido. Una vez en la sala comencé a charlar con Oscar y su madre suponiendo que mi madre habría tomado medidas para cambiar nuestro plan. Sin embargo, y para mi sorpresa, la presencia de Puri aparentemente no alteró los planes que teníamos pues a los pocos minutos, y mientras yo seguía charlando en la sala con Oscar y con Puri, mi madre salió del baño, como teníamos previsto, completamente desnuda y cruzó por delante de la sala en dirección a su habitación.

Al vernos a todos hizo un gesto simpático de vergüenza, como el de alguien a quien le han pillado en una pequeña falta más bien simpática y sin importancia y poniendo una mano por delante del chocho aunque sin taparlo demasiado y su brazo por delante de las tetas, nos explicó a todos, simulando estar un poco apurada por su desnudez, que se había metido a la ducha sin haber llevado ropa interior al baño y sin darse cuenta había mojado toda la toalla de modo que tenía que salir así.

  • Bueno, no te vamos a comer, así que tranquila. Además estás en tu casa, chica, y no te va a ver nadie de la calle. – Dijo Puri divertida. – Como mucho les alegrarás el ojillo a estos dos al verte así.

  • ¡Uy, no creo, estos a una cincuentona ya ni la miran! – respondió mi madre.

  • Eso también es verdad. – Respondió Purificación riendo divertida.

  • Estos ya no nos miran ni aunque nos quedemos desnudas delante de ellos todo el rato. De todas formas bueno… no me preocupa mucho salir así del baño y que me vais vosotros; somos todos de la familia y estamos en familia ¿no?. Otra cosa sería que me viera así gente de la calle. – Siguió mi madre explicándose a la vez que hacía un gesto con las manos dejando ver por un instante completamente tanto sus tetas como la abundante pelambrera de su coño.

La verdad es que mi madre estaba actuando sorprendentemente bien y mientras tanto yo como sobre todo Oscar mirábamos embobados su relleno y excitante cuerpazo, ella siguió hablando con Puri como si tal cosa. Comentó de forma casual algo sobre una falda que pensaba comprarse y que al parecer habían visto juntas y estuvieron así hablando un breve rato, nosotros en la sala y ella en la puerta de la misma, sin mostrar la menor preocupación por estar desnuda ante nosotros mostrando su relleno y macizo cuerpo de jamona madura cubriendo a duras penas sus encantos con las manos. Me hacía gracia como trataba de poner su mano izquierda ante su vello púbico sin lograr taparlo por completo y mostrando por tanto buena parte de la pelambrera de su chocho. Al principio también trataba de poner su brazo derecho por delante de sus tetas para ocultar sus pezones pero pronto dejó de aparentar que le preocupaba mostrarlas y las dejó enteramente a la vista sin el menor recato.

Oscar la miraba embobado y eso no pasó desapercibido para mí. Luego Oscar me dio las revistas que traía para mi y yo fui a dejarlas en mi habitación. El me acompañó y al pasar al lado de mi madre, que seguía hablando animadamente con la suya, le echó una mirada de arriba a abajo fijándose en el tremendo culazo de mi madre. Cuando pasábamos a su lado mi madre, en tono de broma, dijo:

  • ¡Lo que es ser ya una vieja, eh Puri! Mira estos, están viendo a una mujer desnuda y como si nada; se van tan tranquilamente. Como se nota que ya no tenemos un cuerpo de 20 años.

  • Sí, hija – contestó Purificación riendo divertida también. – Estarán acostumbrados a ver a veinteañeras en bikini o enseñándolo todo y a nosotras ya no nos miran aunque lo enseñemos todo.

  • No creáis, no creáis, – dije yo – que vosotras estáis muy buenas; mucho mejor que esas veinteañeras que decís. Y un buen repaso visual ya merecéis, ya, lo que pasa es que nos da corte...

Luego ya en mi habitación, a solas con Oscar, yo dije para sondear el terreno:

  • ¡Joder, aunque sea mi madre creo que me estaba poniendo cachondo verla así! No se ve a una madurita en pelotas todos los días

Y entonces Oscar me contestó:

  • Ya lo creo, y con lo buena que está tu madre

  • Sí que lo está, sí. Está un poco rellenita pero hay que reconcer que está bien buenorra, aunque sea mi madre. – Seguí yo para darle pie a Oscar a que siguiera haciendo comentarios sobre mi madre.

  • Pues ya que tú mismo dices eso no te importará que yo te diga que ver a tu madre desnuda a mí si que me ha puesto cachondo de verdad. Espero que no te moleste...

Yo tranquilicé a Oscar señalándole que no me molestaba que dijera aquello sobre mi madre sino todo lo contrario; le dije que incluso me halagaba y entonces ambos recordamos riendo alguna conversación que habíamos tenido sobre mujeres y en la que ambos habíamos manifestado nuestras preferencias por las mujeres maduras. También comentamos que aunque la que estaba allí en el pasillo desnuda fuera mi madre lo cierto es que estaba muy buena y que resultaba muy excitante verla en pelotas. Yo traté de transmitirle que no me importaba en absoluto que la viera desnuda y él lo captó perfectamente porque no se cortó en absoluto en elogiar abiertamente tanto el culo como las tetas de mi madre.

  • La verdad es que es una suerte ver una madurita así desnuda. Yo creo que así en directo no he visto nunca a ninguna. Algún vistazo a los muslos de mi madre alguna vez y poco más. – Decía Oscar mientras yo asentía con entusiasmo. – Y además tu madre está realmente buena si me permites que te lo diga ¿eh?. Menudo culo que tiene.

  • Sí, lo cierto es que nuestras madres están las dos muy buenas. Lástima que la tuya esté vestida porque desde luego también tiene un cuerpo muy bonito ¿eh? – dije yo para ver cómo reaccionaba a la alusión de su madre en pelotas aunque esperaba que bien, sobre todo después de haber reconocido que de vez en cuando trataba de verle los muslos.

  • Pues sí, lástima, porque también tiene que estar muy buena en pelotas y no me importaría verla ligerita de ropa. Ya te digo, además de mirarle los muslos cuando se sienta, alguna vez la he visto solo con un camisón y transparentándosele todo el culo y... bueno... que está bien buena, la verdad. Si no fuera porque es mi madre

  • Eso del culo de tu madre me lo tienes que contar con más detalle ¿eh? – dije yo sonriendo en tono cómplice y viendo que podía haber más posibilidades con Oscar de las que yo había imaginado en un principio.

  • Desde luego que lo haré aunque me temo que sólo te podré contar cómo la he visto algunas veces, que casi siempre ha sido un momento y poca cosa. Ojalá la hubiera visto alguna vez como hoy a tu madre... eso sí que es excepcional. Oye, volviendo al tema de tu madre; si de verdad no te importa que la vea desnuda ¿qué te parece si vamos otra vez a la sala? Es que a mi estas maduritas me ponen... y si a ti no te parece mal me gustaría ver otra vez a tu madre antes de que se vista con todos sus encantos al aire, porque mira que está buenorra la tía ¿eh?

Continuará