Círculo Incestuoso (06)

El goce de mi primo y mío con nuestras madres llega su máxima expresión. Tanto mi madre como mi tía son mucho más cachondas de lo que pensábamos nosotros e incluso bastante más de lo que ellas mismas creían.

CÍRCULO INCESTUOSO

(Parte 6 )

En el anterior capítulo mi primo y yo habíamos experimentado el indescriptible placer de que tanto mi madre como mi tía nos la chuparan a ambos pero la cosa había ido a más y acabamos follándonos yo a mi tía Flora y mi primo Dani a mi madre. Los orgasmos de los cuatro fueron extraordinarios y mi madre acabó con las nalgas bien cubiertas de semen de su sobrino mientras yo acababa el polvazo con mi tía lanzándole mi descarga de lefa sobre sus enormes tetazas.

Tras esta fenomenal explosión de sexo familiar descansamos un rato mientras mi madre se limpiaba con un pañuelo el semen que mi primo había dejado sobre sus gordas nalgas. Luego nos sentamos comentando el polvazo que habíamos echado y la curiosa forma en que todo se había originado. Los cuatro estuvimos de acuerdo en que nos agradaba que los acontecimientos se hubieran desarrollado de aquella inesperada manera. Nosotros volvimos a reiterarles que ellas eran unas mujeres extraordinariamente deseables para nosotros por ser unas maduritas jamonas, como a nosotros nos gustan, y especialmente por ser nuestras madres y tías respectivamente pues la relación familiar añadía un morbo fabuloso y que nos agradaba enormemente. Tanto mi madre como mi tía convinieron con nosotros en que aquellas relaciones familiares también les resultaban muy morbosas y placenteras y nos confesaron que aunque seguían considerándose sexualmente activas no practicaban el sexo a menudo y que desde luego ya habían descartado tener relaciones con chicos jóvenes y potentes como nosotros. Por eso mismo todo lo sucedido aquella tarde con nosotros les había parecido sencillamente extraordinario y enormemente satisfactorio.

Mientras comentábamos todas estas cosas yo, que me había sentado en el sofá al lado de mi madre, le comencé a acariciar suavemente las tetas, y mientras ella me sonreía aprobadoramente, empecé diciéndole:

  • Mamá, tienes unas tetas preciosas.

  • Me alegro de que te gusten, hijo; me alegro mucho de que te gusten las tetas de mamá.

Entonces nos dimos un breve beso en la boca en el que nuestras lenguas entraron en contacto. Al finalizar el beso ambos sonreímos y yo continué:

  • Bueno, mamá, igual os parece una burrada lo que voy a decir pero… bueno, lo voy a decir de todas formas. La cuestión es que si antes nosotros os hemos tocado el chocho a las dos y vosotras nos habéis chupado la polla a ambos ahora sería una tontería que no… bueno, ya me entendéis, que creo que sería perder una estupenda oportunidad de gozar si no os jodiéramos los dos a las dos ¿no? – Como ellas me miraban con gesto serio y sin decir nada yo añadí: - ¿O eso ya os parece excesivo?

  • ¡Pero hijo! ¿Hablas en serio? ¿Es que también quieres joderte a tu madre? – Me dijo ésta aunque ahora ya con un semblante risueño y más en tono de broma que de verdadera sorpresa. – Mira que ponerle los cuernos a vuestros padres ya está bien y hacerlo además precisamente con vosotros pues ya ni te cuento; esto han sido unos verdaderos cuernazos. Pero que acabemos follando con nuestros propios hijos

  • Bueno, mamá. Pensaba que ya puestos y después de todo lo que hemos hecho… Pero bueno, era sólo una idea. Si no os parece correcto pues nada. – Hice una pausa y añadí sonriendo: - Aunque sigo pensando que es una pena porque con lo buena que estás, mamá, y con lo que a mí me gustan las jamonas culonas como tú...

  • ¿Entonces de verdad quieres follar con mamá? – me preguntó ella de forma retórica y con un mohín mientras me acariciaba de una manera harto significativa la polla.

  • Pues la verdad, mamá, es que sí. ¿Qué más quieres que te diga? Me apeteces mucho, macizorra y más viéndote ahí en pelotas y después de haber echado ese polvazo con Dani. Estás cojonuda y eres una calentorra y una golfa de cuidado y que seas todo eso me gusta un montón. Me pareces una hembra apetecible de verdad y el hecho de que seas mi madre hace que me apetezcas aún más, la verdad.

  • ¿De verdad, hijo, de verdad te apetece mamá? – Me dijo ella dándome un nuevo beso en los labios.

  • Claro que me apeteces, golfona. ¿Cómo no me vas a apetecer con ese culazo gordo tan bueno que tienes ahí al aire? Me apeteces por lo buena que estás y por lo zorra que eres.

Todos reímos y mi madre siguió:

  • Bueno hijo, la verdad es que no se lo que pensarán tu tía ni tu primo y yo no me atrevía a decirlo, por lo menos todavía, pero lo cierto es que aunque os parezca la más zorra y viciosa de las madres, ahora mismo lo que más me apetece, hijo, es que me metas en el chocho esa tranca que le has metido antes a tu tía. Hoy me he sentido una verdadera puta como nunca antes en mi vida y ahora la guinda no puede ser otra cosa que joder con mi propio hijo.

Mi madre y yo nos dimos entonces un morreo ya con lengua y con abundante intercambio de saliva y luego ella le dijo a su cuñada:

  • ¿Y tú qué dices, Flora? No me digas que no te apetece follar con tu hijo, putona, que nos conocemos, así que venga. Si somos unas guarras vamos a serlo del todo. Y si hay que follar con los hijos pues se folla y ya está, que a mi bien calentorra me pone la idea de que mi propio hijo me joda como a una puta.

  • Así me gusta, mamá, que seas la tía más putorra del mundo.

Todos volvimos a reír y para entonces Dani ya estaba de pie y pasándole la polla por la cara a su madre al tiempo que le decía:

  • Venga, tetuda; ponte en posición que yo también tengo ganas de taladrarte bien el coñazo ese que tienes, mamaíta zorrona.

  • ¡Pero bueno! ¿Tú también quieres joder con tu madre?

  • Pues claro, ¿tú no quieres que te eche un polvo o qué?

  • ¿Qué si quiero…? Claro que quiero, hijo. Y si te dijera que no es hoy la primera vez que pienso en que seas tú el que me montes... – Le respondió mi tía Flora mientras le acariciaba los huevos y le daba un beso en el glande a su hijo.

  • ¡Será guarra! - decía mi madre riendo mientras se levantaba y me acariciaba a mí la polla.

  • ¡Venga, Nati, como que tú nos has pensado nunca en follar con tu hijo, puta...! – le respondió en tono de broma mi tía. – Yo ya os digo que no es la primera vez que pienso en que este me toque las tetas. La verdad es que me avergonzaba de mis pensamientos pero hay que ver lo cachonda que me ponía, sólo que hasta hoy nadie me calmaba la cachondura porque mi marido en este del sexo ya dio todo lo que tenía que dar, ja, ja, ja.

  • Bueno, alguna vez seguro que he pensado cosas de esas, no lo voy a negar. Cuando veía a mi hijo en bañador debo confesar que me fijaba en el paquete pero también me parecía que eran pensamientos sucios y nunca me hubiera atrevido a confesarlos ante nadie y menos decirle algo a él pero hoy está visto que todo es posible. – Contestó mi madre.

  • Pues puestos a confesar, mamá, que sepas que yo cada vez que te veía un poco los muslos o el escote lo que pensaba es que eres una hembra absolutamente apetecible, y lo mismo pensaba de la tía Flora. Y puestos a decirlo todo os confesaré también que unas cuantas pajotas ya me he hecho a la salud de las dos. Al principio con un cierto sentimiento de culpa pero cada vez más con la idea de gozar con vosotras sin ningún prejuicio.

  • ¡Ay, qué golfón! – decía mi madre abrazada a mí y visiblemente satisfecha por mis palabras. – Así que te gustaría de verdad joder a tu madre ¿eh, picarón? Bueno, pues entonces… ¿cómo quieres que me ponga, cariño, a cuatro patas como antes con tu primo o echada en el suelo?

  • Me encanta tu gordo culazo, zorra, y me apetece mucho agarrártelo mientras te penetro pero ahora creo que me apetece más ver cómo se te mueven las tetas y verte la cara de zorra viciosa que pones al follar, así que ponte ahí echada en el sofá. Ya tendremos tiempo de hacerlo a cuatro patas.

  • Claro que sí, hijo, tú jódeme bien jodida que esta no va a ser la última vez que se la metas en el chocho a tu madre. Ah, y llámame zorra y puta todas las veces que quieras, que me encanta.

  • ¡Hala, pues a gozar se ha dicho! – corroboró mi tía Flora riendo alegremente. – Si ya está claro que somos todos unos buenos cerdos y unos calentorros sería una bobada no seguir disfrutando ¿no?

  • Cacho golfa, a ti tampoco te va a faltar polla, pierde cuidado, que tu querido hijo también quiere cepillarse a la golfona de su mamá. – Le contestó su hijo riendo.

Mi madre se situó en el sofá tal como yo le había dicho y entonces yo, poniéndome sobre ella, apunté mi durísimo cipote a su peluda cuevita y se la metí suavemente empezando a follarla con gran placer mientras ambos empezábamos a gemir y a suspirar de verdadero placer y excitación. Follar con mi madre resultaba sencillamente sublime, superior a cualquier otro polvo que hubiera echado antes. Para mi era especialmente excitante ver cómo se movían las tetas de mi madre al ritmo de mis emboladas así como ver su lujuriosa expresión de placer. Y es que follarse a la propia madre es una de las más maravillosas y excitantes experiencias sexuales que se pueden tener.

Por su parte mi tía enseguida se puso a cuatro patas en el suelo y le dijo a su hijo:

  • Venga Dani, si tu tía Nati lo hace con tu primo tú no dejes de follarte a tu madre, cariño, que esto me pone caliente a más no poder.

Dani entonces se dispuso a penetrar a su madre desde atrás mientras le decía socarronamente:

  • Así a cuatro patas a ver si se te van a rozar mucho las tetas con la alfombra, ¿eh, mamá?

  • Tu deja de preocuparte de mis tetas y rózame tu otra cosa con la polla, cabrón. – Respondía ella con desparpajo.

  • ¿Cómo voy a dejar de preocuparme de tus tetazas, con lo que me gustan, cacho furcia? – le contestó su hijo echándose sobre ella y agarrándole ambos pechos para amasárselos con ganas. Luego Dani ya buscó con su polla el agujero de su madre y se la enchufó iniciando una follada tremenda y que hacía que las tetazas de la madura mujer se movieran terriblemente desde delante de su cara prácticamente hasta su ombligo cuando alcanzaban el otro extremo de la amplia semicircunferencia que describían dado su gran tamaño. Parecían dos enormes campanas echadas al vuelo. Sus pezones, por cierto, estaban tremendamente salidos y en efecto, cuando en su trayectoria las tetas pasaban más cerca del suelo a menudo rozaban la alfombra, cosa que sin duda debía aumentar el placer de la golfa de mi tía en sus sensibles tetazas.

Las de mi madre por su parte seguían moviéndose arriba y abajo al ritmo de mis emboladas mientras ella me decía:

  • Así, hijo, así. Fóllate a la putorra de tu madre. Fóllame bien que me da mucho gusto que me jodas tú, cariño. ¡Ay, cómo me gusta tener tu rica pollaza ahí dentro! Dame, dame fuerte, cariño. Fóllame con ganas y date gusto con mi chocho, mi amor. Soy tu puta y puedes joderme cuando quieras y hacerme todo lo que quieras. Hoy has descubierto que tu madre es una puta y creo que yo también lo he descubierto. Y esto hay que aprovecharlo, hijo, hay que aprovecharlo. Si de verdad te gusta tu madre aquí me tienes para lo que quieras, cariño. Si de verdad te gusto goza con mi cuerpo, mi amor; disfruta de tu mamá.

  • Ya lo creo que me gustas, zorra, ya lo creo que me gustas. Tu cuerpo de jamona me gusta mucho, y viendo que eres tan golfa todavía más, mamá.

Yo la había agarrado de sus amplias nalgas colocando sus piernas sobre mis hombros para levantarle un poco más el culo y hacer que la penetración fuera más intensa. Esto ella lo sintió enseguida:

  • ¡Ay, cabrón, qué me haces, que me matas de gusto con ese cipotón tan gordo que tienen, cabronazo! Qué dentro la siento, hijo. ¡Pero cómo me estás jodiendo de bien, cariño! Sigue, sigue, jódete a tu mamaíta siempre que quieras, amor, jódeme siempre que me encanta que me jodas. ¡Ahhhhh! ¡Ahhhhhhhh!

Mi madre estalló entonces en un tremendo orgasmo y al final de sus gritos aparecieron tomando el relevo los alaridos de mi tía que también acababa de orgasmar. Dani y yo seguimos taladrando a las dos maduras putonas y estas tuvieron aún otro tremendo orgasmo antes de que nosotros nos corriéramos. Primero lo hice yo y anuncié mi corrida diciendo:

  • ¡Me corro, puta, me corro en tu chochazo de guarra, mamá!

  • Sí, hijo, échame toda tu rica leche en el chocho. Llénale el chichi de crema calentita a tu madre.

Dani también eyaculó en aquel momento pero éste decidió, como antes hiciera con mi madre, sacarla en el momento de correrse para echarle la mayor parte de la lefa en las nalgas a su madre.

Después de recuperarnos de nuestros respectivos orgasmos todos nos sentamos en el sofá a excepción de mi tía Flora, que se estaba limpiando el culo de semen con unos pañuelos de papel. Cuando acabó de hacerlo también se sentó en un butacón y entre todos comentamos lo bien que nos lo habíamos pasado y lo que nos había satisfecho aquella sesión de sexo en familia. Todos estuvimos de acuerdo en que había sido la experiencia sexual más satisfactoria que habíamos tenido y acordamos que no sería la última y que mantendríamos el adecuado secreto para que nuestras relaciones no trascendieran y pudiéramos seguir gozando nosotros de los maduros y atractivos cuerpazos de aquel par de jamonas que eran nuestra madre y tía respectivamente y ellas de la potencia y virilidad de su hijo y sobrino respectivos.

  • Anda, que si supieran vuestros padres todo lo que hemos hecho hoy… y sobre todo con quién. – Decía mi madre riendo.

  • Sobre todo teniendo en cuenta que hace tiempo que ellos ni nos tocan. – Apuntó mi tía Flora.

  • Pues hace falta ser frío como un témpano para descuidar unos cuerpazos como estos. – Dije yo mientras acariciaba el amplio culo de mi madre.

  • Es que después de cumplidos los 50, cariño, no creas que una mujer gusta a todo el mundo… y a su marido seguro que menos que a nadie, ja, ja, ja. Menos mal que con vosotros nos hemos vuelto a sentir unas mujeres deseadas y atractivas y, todo hay que decirlo, muy, muy golfas. Seguro que ni nosotras pensábamos que podíamos llegar a ser tan calentorras y a hacer todo lo que hemos hecho con vosotros.

Los cuatro reímos satisfechos y a continuación proseguimos charlando y disfrutando de una caliente conversación sobre sexo en general. Nosotros les hablamos de nuestro gusto por las mujeres maduras y por ellas en particular; también comentamos algunas prácticas que nos gustaban especialmente como el 69 o corrernos sobre sus gordos culazos, tetas, etc. Ellas a su vez nos contaron lo reprimidas que en materia sexual habían estado durante su juventud e incluso durante su matrimonio en la relación con sus maridos. Nos hablaban de cómo poco a poco, paradójicamente según lo iban haciendo menos con sus maridos, habían llegado a la conclusión de que gozar del sexo no era malo sino todo lo contrario aunque también reconocieron que nunca, hasta ese día, habían convertido sus anhelos y deseos sexuales más ocultos en realidad. Pensaban que a su edad ya no era posible ligar y además tampoco se atrevían a intentarlo. Al hilo de esto nosotros les expusimos nuestro parecer de que debían disfrutar del sexo a tope y sin tapujos. Ellas nos decían que no era fácil por las restricciones sociales y las dificultades que entrañaba tener que aparentar que se es una esposa fiel y una abnegada ama de casa cuando en realidad se es una zorra sedienta de sexo. Tanto mi tía como mi madre se mostraron muy satisfechas de que gracias a nosotros eso ahora pudiera cambiar y pudieran mantener una doble vida de placer y disfrute sexual sin que corrieran peligro ni su reputación ni sus matrimonios.

  • Esa es otra de las ventajas de hacerlo con nuestros hijos, además del morbazo que supone; todo queda en casa y no hay indiscreciones. - decía mi madre.

  • Eso está bien, mamá, pero no tenéis porqué conformaros con ello. Nuestras pollas siempre las vais a tener a vuestra disposición y podéis estar seguras de que no os vamos a dejar el chocho tranquilo, faltaría más. Pero eso no significa que no probéis más cosas ¿no?

Entonces nosotros les expusimos e insistimos en la idea de que ellas debían también gozar con otros hombres y ellas, viendo nuestra favorable disposición, acabaron aceptando la idea siempre que se dieran las adecuadas circunstancias de seguridad y discreción aunque por otro lado no veían muy factible la posibilidad de ligar con otros hombres.

  • ¿Entonces no te importaría que mamá follara con otros hombres, de verdad? – Preguntaba mi madre, quizá un poco sorprendida ante nuestra actitud tan liberal.

  • ¿Importarme? Todo lo contrario, mamá. Me encantaría. Y cuando lo hagas espero que me lo cuentes ¿eh? La verdad es que me encantaría verte incluso, fíjate. Lo que espero es que si follas con otros no dejes de hacerlo conmigo ¿eh, golfilla?

  • De eso puedes estar seguro, mi amor; el coño de tu madre lo tienes para ti siempre que quieras. ¿Pero de verdad te gustaría ver a tu madre follando con otro? – Me preguntaba mi madre aún un tanto extrañada.

  • Claro que sí, mamá. Antes me ha encantado ver cómo te follaba Dani. Es muy erótico y excitante ver a tu propia madre jodiendo como una puta delante de ti, de verdad. Me ha gustado mucho, sinceramente, y por eso también me gustaría verte con otros. Es muy cachondo verte portándote como una guarra y gozando sin tapujos como una cerda con otros hombres. Pero es que además te mereces gozar mucho y para eso ya sabes; cuantas más pollas mejor.

Mi madre reía divertida casi sin creerse que su propio hijo le estuviera diciendo aquello y hablándole en aquellos términos. Por su parte Dani asentía y le decía lo mismo a mi tía y ésta, quizá en broma, prometía poner todo de su parte para ser una buena golfa.

  • Aunque ya a mi edad, hijo, y con este cuerpo – decía mi tía agarrándose sus enormes y caídas tetas – me parece que no voy a ser una precisamente una ligona, ja, ja, ja.

  • Ya sabes mamá que a algunos chicos jóvenes las mujeres que más nos gustan son precisamente las de tu edad y con un cuerpo relleno como el tuyo… - Le replicaba su hijo.

Seguimos hablando un rato de estos temas en un tono de lo más cachondo hasta que finalmente, dada la hora, ya decidimos dar por concluida aquella primera fiestecita sexual entre madres e hijos hasta otra ocasión.

Continuará