Circulo de vicio
Una madre caliente, puta y cuarentona traza un plan para atraer a su hijo nalgón a sus garras y comenzar una relación de vicio y lujuria en vacaciones navideñas.
No podía creer estar lamiendo y tocando la totalidad de su cuerpo, su abdomen labrado por horas de gimnasio, sus poderosas piernas y ese culo que me volvía loca, lo nalguee varias veces y después sin piedad le di un mordisco que de nuevo hizo que mi bebe me sonriera con lujuria, viendo mis tetas de silicón y mi cara de puta como si de un caramelo se tratara.
Toda esta locura había empezado unos meses atrás, una mujer en la mitad de sus cuarentas empieza a cuestionarse su atractivo físico. En mi caso aunque desde hace unos cinco años asisto al gimnasio de mi ciudad y me cuido más que suficiente en mi alimentación sentía que mi atractivo sexual había disminuido tanto que no sabia si realmente lograba atraer a alguna otra persona a parte de mi marido.
Aunque mis amigas me daban ánimos diciéndome que seguía estando buena y que tenía un cuerpo de infarto mi confianza había bajado mucho, me sentía vieja y fea. Un día regresando de clases de Pilates bañada en sudor me encontré con mi reflejo en el espejo, el sudor transparentaba mi musculosa y mi malla ceñida dejaba ver que llevaba una tanga, me veía muy buena y sin embargo no me sentía bien con mi cuerpo.
Una mañana en medio de toda mi depresión me desperté y mientras bajaba a preparar el desayuno me encontré enfrente de la habitación de mi hijo Ángel, mi hijo mayor de unos veinte años estudiaba en una ciudad cercana y venia cada fin de semana, ese día dormía en su cuarto y sentí el impulso de entrar y al hacerlo me encontré con una visión de los dioses, durmiendo de espaldas a la puerta de su cuarto, la sabana estaba corrida y dejaba ver su espalda entera, dormía desnudo, dejaba ver su espalda trabajada en el gimnasio pero lo que me impresionó fue el pedazo de culo más precioso que hubiera visto jamás, las sombras de su habitación y la iluminación lo hacían lucir aún más apetecible, tan sólo de verlo me humedecí y con las piernas temblando cerré la puerta.
El fin de semana pasó normal aunque en más de una ocasión me encontré viendo con disimulo el trasero perfecto de mi hijo bajo sus jeans. El domingo que nos dejaba y se despedía con un abrazo, casi me desmayó al sentir su olor de macho en mi cuello y sus brazos fuertes en mi espalda, baja más le decía con mi mente deseando que tocará la totalidad de mi cuerpo y mis caderas.
El lunes sin embargo mientras regresaba a casa después de un día que se me fue observando culos de hombres por las calles tratando de encontrar uno que m hiciera sentir lo mismo que el de él. Entre a su cuarto y revolví en su habitación buscando uno de sus calzones, al encontrarlo pude olerlo y sentir en mi nariz el dulce sabor de su semen juvenil. Lo lamí sin apenas darme cuenta y me imagine haciéndolo con él presente, mis pezones reaccionaron y se apuntaron al cielo.
Después de esa escena que me reproche apenas terminó me dirigí a mi teléfono y marque a una amiga.
- Barbará ¿estás libre?
- Sí-. Me respondió tras unos minutos-. Estoy comiendo.
- Amiga quiero preguntarte algo.
- Soy todo oídos amiga.
- Has visto a mi hijo ángel últimamente ¿Qué te parece?
- Bueno que quieres que te diga es todo un hombre.
- No seas tonta quiero que me digas ¿está bueno o no?
- Esta buenísimo amiga.
- No te quiero mentir me trae húmeda el cabrón-. Le dije finalmente.
- Eres una puta ¿lo sabias?
- Dime algo que no sepa.
- Es tu hijo.
- Más morbo me da saberlo.
- La verdad está buenísimo tiene un culazo, se lo vi la ultima vez que fuimos a cenar.
- Yo se lo vi este sábado, desnudito, dios mío casi me vine sólo de verlo.
- Amiga que envidia ver un chico de su edad y con su cuerpo es un placer a cualquier edad.
- Lo sé amiga.
- Te repito eres una puta-. Me dijo riéndose y mientras yo me tomaba una copa de vino blanco.
- Nos vemos amiga…
- Espera estás pensando en tirártelo.
- Amiga no nos engañemos-. Le dije-. No creo que logré seducirlo, no soy lo suficientemente atractiva.
- Lo eres amiga.
- Lo pensare entonces-. Dije entre bromas y colgué el teléfono.
Mi amiga barbará sabia que no era una mujer fiel al cien pro ciento sabia de mis aventuras y que amaba el sexo con buenos hombres desde que éramos jóvenes habíamos sido compañeras de aventuras sexuales y más de una vez habíamos compartido hombre. Después de hablar con ella me puse más ansiosa. En el gimnasio me trace un plan para saber si le atraía a mi hijo y se debía seguir adelante con mis planes de comérmelo. Para todo eso tendría que esperar hasta el siguiente fin de semana.
Ese día viernes a diferencia de lo que hacia siempre, me fui a mis clases de Pilates y aerobics en lugar de recibirlo. Todas las clases estuve ansiosa, al llegar a casa me rocié un poco de agua en mi blusa y me cerciore que todo estaba en su lugar. Al entrar escuché que mi hijo bajaba de su habitación tal como lo pensaba bajo en unos pequeños bermudas. Al verme se detuvo en el ultimo escalón, me acerqué y lo bese en la mejilla rozando lo más que pude mi teta contra su brazo luego lo invité a que me siguiera a la cocina, mi tanga de color amarillo atrajo su atención, notaba sus miradas en mi culo. Estaba buena y aunque me viera como su madre también podía oler en mi toda la pasión de una hembra.
Al llegar a la cocina me recargue en la mesa y le enseñe todo el culo y mi tanga a mi hijo. Al verme se detuvo con sus ojos abiertos y al voltearme y verlo de frente, vi como apenado se daba la vuelta, diciendo que estaba un poco cansado, dios mio la visión de su culo en su bermudaz me calentó y más saber que se ocultaba de su poderosa erección, lo disculpe y lo deje irse. Sabia que le atraía o al menos lo excitaba.
El fin de semana entero se paso en verle el culo, tocar sus brazos y dejarme ver, rozarme contra su paquete y sentir como la tensión sexual aumentaba cada día finalmente el domingo mientras su padre le compraba el boleto de autobús, me dio un abrazo y un beso en la mejilla y yo sin pensarlo mucho le metí mano, le di una buena cogida de nalga que lo dejo colorado. No te preocupes mi amor le dije cóbrate y llevé su mano a mi propio culo para dejar que me lo apretará con timidez. Tenia muchas ganas de agarrártelo mi amor le dije al ver venir a mi marido distraído leyendo el ticket.
El lunes temprano me reuní con Barbara y le conté todo mientras ella me miraba con lujuria y retándome a ir más lejos.
- Tengo un plan infalible-. Le dije.
- Siempre son infalibles contigo. ¿Recuerdas al profesor?
Claro que lo recordaba cuando era más joven tenía un profesor que era muy estricto conmigo, yo le tenia ganas, era guapo y joven. Un día me ofrecí a ayudarlo a llevar su maletín a su cuarto y al hacerlo me deje caer sobre el sillón trasero de su auto dejando que viera todo mi culo. Cada semana se repetía lo mismo hasta que un día lo hicimos a cuatro en el capo de su auto a unos kilómetros de distancia del pueblo.
- Claro mi amor, espero que mi hijo no sea tan aburrido como su padre.
- Con ese cuerpo no puede serlo.
Los siguientes fines de semana la seducción continuo, yo esperando que las cosas aumentaran de intensidad para mi ultima estocada, cada fin de semana, era toqetearnos, manosearlo y lentamente irlo envolviendo en mi juego, sabia que mi niño era un don Juan pero conmigo era un animalito temeroso de dar el siguiente paso.
Sin embargo un domingo cercano ya a sus vacaciones de invierno, mientras su marido se iba por los boletos y yo le agarraba el culo y el me metía la mano en la vagina, le dije que teníamos que parar y que por lo mismo el siguiente fin de semana no estaría para el en la casa. Mi hijo se interrumpió y me dijo que no era posible, que no podía dejarlo así como así pero luego comprendió y me dio un beso de lengua hasta la garganta de despedida, era la primera vez que e besaba y me puso mal. Esa noche cogí con mi marido y aún así tuve que masturbarme salvajemente en la ducha.
Como le había dicho a mi hijo el siguiente fin de semana no estuve, tenía una cita muy importante para dar finalmente el último golpe.
A la semana siguiente mi hijo llegó como siempre cansado y con fastidio de una semana dura. Entonces lo llame a la cocina, allí lo esperaba con mi sorpresa.
Al verme se le cayó la baba y el fastidio desapareció de su mirada, me vio en lencería, con una pequeña tanguita blanca y un sostén de encaje para que viera mi nueva adquisición, unas nuevas tetas, más grandes y apetitosas. En aquel entonces la cirugía las mantenía hinchadas y sensibles.
- Mami ¿Qué te paso?
- Nada mi amor quería darte un regalo por ser buen hijo, tan respetuoso de mami.
- Pero…
Lentamente se acercó a mi y con su juguetona lengua me desato el sostén.
- Espera amor, antes quiero verte desnudo a ti.
- Mamá será un placer.
Lentamente se fue quitando todo, su cuerpo era mejor de lo que imaginaba, marcado y fuerte por el gimnasio, sus pectorales estaban para comérselos, sus brazos lucía tan fuertes y su espalda era la de todo un hombre.
Pero lo que más me dejo pasmada fue cuando dándose la vuelta se quitó la trusa, me acerque ya sin nada y lentamente lo bese… primero sus sensuales labios, luego su cuello tenso, sus pectorales, su piel le daba a todo un sabor canela, baje hasta su vientre, sus abdominales cóncavos, mis labios se amoldaron a ellos y cuando llegue a su pene, mi lengua lo supo tratar, para absorber en toda su grandeza su sabor a hombre y a especias.
Pero no podía ignorar que era otro el más obscuro objeto de mi deseo, le indique que se girará y al hacerlo contemple las nalgas masculinas más preciosas, le di un mordico y con lujuria me vio desnuda, arrodillada frente a él, como una perra en busca de satisfacción.
Me levantó y al hacerlo me beso los labios, luego me mordisqueo las tetas, sacándome gritos de dolor y placer. Sus manos mientras las mías se entretenían en sus duras nalgas, entraron en mi vagina dándome gritos de placer y mientras movía sus dedos dentro de mí tuve el primero de mis muchos orgasmos esa noche.
- Tu padre trabajará hasta tarde y tu hermano dormirá con unos amigos.
Me apoyó contra el frío concreto de la pared y sin advertírmelo me metió todo su pene caliente hasta el fondo. Yo tomándolo del culo lo introducía más dentro todavía. El vaivén de su cuerpo sobre el mío y el olor de su sudor sobre mi me hizo venir de nuevo antes que me tomara con violencia y me apoyara contra la alacena de espaldas y me lo encajara de nuevo. Así en esa posición me lleno de su leche mientras ambos soltábamos rugidos y gemidos de bestias en celo.
Ese fue el inicio de unas vacaciones navideñas llenas de lujuria y de sexo mientras esperábamos ser descubiertos o en su defecto ampliar nuestro circulo de vicio.