Círculo de poder (Introducción)

No es el comienzo, es solo una aventura...

Círculo de poder. Prólogo: Instalaciones.

Sonó el teléfono y me desperecé, me levanté de mi sillón y dije adiós a la pantalla del ordenador.

Cogí el teléfono algo turbado, por no decir más. Era mi tía Charo que preguntaba por mí. Me dijo si podía ir esa tarde a su casa a instalarle el adsl, lo había comprado en un pack y no tenía servicio de instalación. Yo gran amante de los ordenadores y, porque no decirlo, del cuerpo de mi tía, si dudarlo un instante, le dije que sí.

Puedo deciros que desde hace bastante tiempo, el final culminante de la mayoría de mis masturbaciones era pensando en ella. Estaréis pensando en una mujerona maciza, de medidas potentes… no es así. Ella siempre ha sido rubia, no pasa del uno cincuenta y cinco. Algo gordita, con un gran culo (al tamaño me refiero) y unos pechos que a sus cuarenta y cinco años se mantienen perfectamente. Su cara es el morbo, sus labios no son gruesos ni inflados pero tienen un extraño deje, que hace que siempre estén entreabiertos; su mirada sumada a todas estas cualidades, hacen que mi tía, sea un extraño objeto de deseo con el que soñar cada día en el baño.

Colgué el teléfono y me dirigí de nuevo al ordenador, la pantalla me enseñaba un relato en el que un sobrino se lo hacía con su tía. Para mí esto no era más que una fantasía y en mi mente jamás he tenido otra cosa que pasar de mirarle los pechos o espiarla cuando entra al baño. Cerré los ojos y como otras veces imaginé.

Tras comer, me puse en marcha y camino arriba me dirigí a casa de mi tía. Para nada nervioso ni excitado, ya que como siempre, nada pasaría ni yo intentaría nada.

Llamé al timbre, subí en el ascensor y ella estaba en la puerta. Me acerqué y le di dos besos. Charo llevaba un pijama verde, un tanto holgado que no dejaba nada a la imaginación, exceptuando su hermoso culo, que se aplastaba sobre la tela del algodón, la cual daba pistas para conocer que llevaba un tanga puesto.

Pasamos a su habitación, en la cual estaba el ordenador, y me dispuse a instalar el kit de adsl. No tardé más de veinte minutos, en los cuales, ella, sentada tras de mí, fumaba en silencio, observando mis pasos. Aquello me angustió un poco, puesto que me empecé a notar excitado y no quería que ella lo notara. Además, por miedo a represalias, ni se me pasaba por la cabeza, intentar nada. En ese momento creí, que la tensión era solo para mí; que ella no tenía mas cosa en la cabeza que aquella estúpida instalación.

Terminado el proceso, la conecté; pinché en el Google y le expliqué un poco de que iba esto. Le creé una cuenta de correo electrónico, y le guié en algunas cosillas. Media hora más de excitación con su cuerpo junto al mío, y su mirada perdida en la pantalla, que luego le daría más de una satisfacción.

  • Tengo que ir al baño- dijo Charo, en seguida vuelvo.
  • Estás en tu casa- dije yo riendo, esta era mi oportunidad para mirar paginas "adultas". Lo hacía diariamente, pero hacerlo en casa de mi tía, con ella en el baño, aumentaba el morbo.

Sin duda, todorelatos , la primera que visité. Leí algún relato cachondo y decidí algo especial, masturbarme allí mismo. La ducha se oía al fondo y no había problema, estábamos los dos solos en el piso. Me bajé los pantalones hasta abajo, retiré el calzoncillo a un lado y me recosté sobre la silla que cada día albergaba el orondo culo de mi tía.

Mientras leía, cambiaba los nombres de los protagonistas de los relatos, poniendo el mío y el de mi tía en su lugar. Durante unos minutos, cerré los ojos. Movía mi pene de arriba a abajo, lubricándolo con saliva cada cierto tiempo. Cuando estuve a punto de terminar, sonó el teléfono. Como pude me subí los pantalones, y fui al salón a cogerlo. Era, claro está para Charo, que en ese momento, salía de la ducha en albornoz, toda mojada. Contestó a la llamada, mientras yo iba al baño, aquello no podía quedar así, pero entre los nervios y el susto, digamos que la vasocongestión era inminente y necesitaba aliviar como fuera el instrumento, aunque fuera meando. Me coloqué mirando a la taza del váter, y cuando el líquido amarillo iba a salir, mi tía entró sin llamar.

Esto era lógico, ella se estaba duchando y al oír el teléfono salió corriendo sin haberse terminado de duchar. Cuando abrió la puerta yo la miré a los ojos. Precisamente a los ojos no me miró ella. Mi miembro, aun en erección, luchaba por acertar en la taza. Ella de pie, en albornoz, mojada

  • ¿Qué te pasa?- me dijo, - ¿es que no sabes mear dentro?
  • Eso intento- dije un tanto avergonzado
  • Pero, ¿por qué estás así? Dijo ella a la vez que mi micción terminaba.
  • Uno que es humano- mientras me intentaba colocar como pude el pantalón.
  • He entrado a mi habitación, acabo de ver lo que estabas haciendo.

En ese momento, recordé, la pantalla con una foto de una mujer, muy parecida a mi tía, abierta de piernas y siendo penetrada por un chaval. Junto a la foto, en otra ventana, un relato de esta sección. El olor de la pequeña habitación no podía ser más esclarecedor.

  • Te lo puedo explicar Charo, en fin, yo, yo- empecé a balbucear con la cabeza gacha, mi pene a medio tapar y la camisa por fuera. Creo que no existía una situación más ridícula. Ahora, pensé, se lo dirá a mi madre y se armará una buena. Mientras tanto mi tía me miraba, con una cara de extraña; se estaría masturbando en mi cuarto por que le doy morbo, podría llegar a pensar ella. El caso es que se acercó a mí y me dijo.
  • ¿Acaso te gustan las mujeres de ese tipo?
  • Si, me atreví a decir, me excitan. Pero no quise ofenderte.
  • Salgamos del baño, vamos a mi cuarto- dijo mientras se cogía una coleta y se encendía un cigarrillo. Se sentó delante del ordenador y cogiendo el ratón, me señaló a la mujer.- ¿Así te gustan? ¡Si tienes veinte años! Deberían de gustarte las modelos o las actrices porno, pero esta mujer… si se parece a mí!
  • Ya- se me escapó la obviedad y ella me miró con los ojos muy abiertos, descubriendo la verdad.
  • ¿Me estás diciendo que yo te gusto?- a esa pregunta no respondí, digamos que, quien calla, otorga.
  • O sea que te estabas masturbando pensando en la gorda de tu tía?- dijo con un tono más coloquial, mas morboso. Mirándome a los ojos mientras aspiraba una nueva calada de su cigarro.

Yo permanecía tras de ella, como antes estábamos pero al revés; se giró y lo hizo con las piernas entreabiertas dejando sus rollizos muslos al aire, su pecho se entreveía un poco más, ya que el albornoz se había soltado un poco y había soltado de su presión los pechos de mi sabrosa tía Charo.

Yo hacía lo posible porque me comiera la tierra, que aquello no estuviera pasando, una cosa es que pienses en tu tía morbosamente, y otra muy diferente que ocurra. Nunca me había planteado esta situación. Mi pene se levantaba solo, y aun con el pantalón sin cerrar, se salió de su sitio dejando el bulto al aire.

  • Veo que tu respuesta es que si- acercándose a mi.- Pues no te creas que no te veo yo apañado para ser un jovencito- sonrió mi tía.

Diciendo esto, me cogió el pene, y lo tocó por encima del calzoncillo. Una de sus manos cogió el cigarrillo y dio una nueva calada. Esta vez, todo el humo fue para mi cara. Esa fue la señal, normalmente, cuando quieres algo con alguien, le echas el humo a la cara. Esta situación había cambiado. Yo me hice fuerte y la miré a los ojos. Me envalentoné y le toqué uno de sus desnudos muslos.

  • Solo será esta vez, pero ha de ser especial. Hazme tuya.- y diciendo esto, me tiró hacia atrás en la cama y se puso sobre mí. Aquello era casi una violación, pero la sensación de estar sometido a una mujer de las características de mi tía, sumándole el morbo de ser ella y no otra hizo que me dejara hacer.
  • ¿Te gusta lo que ves Chico?- desnudándose completamente y haciéndome ver todo su cuerpo.

Su monte de Venus era peludo, pero bien delimitado, se abrió sus labios mayores para dejarme ver el interior rojo y húmedo de su sexo. Se colocó de rodillas sobre mi cara. Y se sentó sobre mi boca, diciéndome que por favor, le lamiera. Y así lo hice. Acababa de ducharse y estaba muy limpia, su sabor era diferente a cualquier sabor que hubiera probado antes. Su culo se posaba sobre mi pecho y yo, como niño con un juguete nuevo, me dispuse a revisarlo todo, mientras seguía con mi lengua en su vagina. Le abrí las nalgas y con un dedo fui explorando toda su extensión. Llegué a su centro, un pequeño agujero cerrado y peludito. Me mojé un dedo y mi tía me miró.

-¿Qué vas a hacer?, soy virgen del culo, aunque siempre he jugado con todos mi agujeritos. Ten cuidado.- diciendo esto se levantó un poco y se desplazó hacia delante, colocando su enorme culo en mi boca.-

Chúpamelo cielo.- Y ella misma se abrió las nalgas para que mi lengua pudiera entrar en su ano. Las contracciones de su cuerpo iban en acorde con los gemidos.

Cuando llegó al orgasmo bajó de mi cara, chorreante de sus líquidos calientes y empezó a vestirse. Mi cara era de estupidez y de no entender nada. Mi erección era totalmente visible y amenazante.

  • ¿Me vas a dejar así?
  • Tengo prisa, otro día acabaremos esto, te lo prometo.- Y diciendo esto, cogió su bolso y se marchó. Me quedé en su habitación, semidesnudo y semierecto. – Ahora se va a enterar- pensé.

Me levanté de la cama y fui a su armario. Busqué entre su ropa interior. Una ropa interior de una talla más o menos grande pero que a mí me gustaba porque siempre tenía encajes. De color negro la mayoría, me llamó la atención que usaba ligas para las medias muy a menudo. Me la imagino desnuda, delante de cualquier tipo salido, y ella, maquillada y ardiente, pidiéndole, "fóllame" mientras le daba la última calada al cigarrillo antes de la acción.

Eso me excito, decidí buscar fotos suyas, en bañador, de más joven, alguna en la que saliera provocativa. Y las encontré. Y no solo fotos normales, no; en uno de los álbumes, escondido tras una caja, que después sabréis lo que tenía, contenía fotografías dignas de cualquier revista erótica. Una especia de book, con mi tía Charo posando semidesnuda, maquillada al estilo "Emmanuelle" y provocando. Cogí ese álbum y me lo guardé en la mochila. Podría servirme en u futuro

Me acerqué a la caja que tapaba el álbum, y la abrí. Un consolador negro, venoso y de unos veintiún centímetros ocupaba la mayor parte del espacio. A su alrededor, algunos dvd´s y más de una revista con contenido para adultos.

Llegados a este punto, he de decir que mi tía es (al menos eso creía), la típica solterona que tan solo una vez tuvo un novio, muy recatada y que nunca dio un paso en falso, una mujer que, hasta que murió mi abuela, hace un año, vivió con ella. Por lo tanto, podéis imaginar, mi sorpresa. Aunque es normal, tanta represión la habrá llevado, al vicio.

Una agenda, negra, dentro de la caja del deseo, dentro de ella muchos números de teléfono, tanto de hombres como de mujeres. Hasta ahí normal. Al lado de cada nombre, venía una descripción: "David, hetero, 16cm, solo fines, gratis". "Ana R. bisex, sin rasurar, tardes, gratis" Así una gran lista del placer, que seguro mi tía había ido cosechando durante sus años de soltería.

Sin darme cuenta, había pasado más de una hora, y el ruido de la puerta me despertó de aquella ensoñación lujuriosa. Con la curiosidad no me había dado tiempo ni a recoger ni masturbarme.

Cuando mi tía entró en su habitación, me vio con sus "juguetes" y con su sexagenda en las manos, su cara no pudo ser más expresiva.

  • ¿Qué estás haciendo? ¡Eso no es tuyo! – y pegando un grito me quitó de las manos la agenda.
  • Lo se todo Charo, ahora tu secreto está también conmigo. No diré nada, pero con una condición: Déjame participar en tu círculo de placer.
  • Tú estás loco, no sabes qué tipo de gente es; imagínate, yo soy de las más jóvenes, casi todo son, amas de casa reprimidas, abuelas a los cincuenta, marujas con ganas de marcha, treintañeras sin pareja
  • Y crees que a mí no me gustan así, yo pienso que el cuerpo de una mujer ha de ser como el tuyo, bien prieta, con tus carnes para poder cogerte mientras follo.- Habiendo dicho esto le toqué el muslo por su cara interior y le subí un poco la falda.
  • Estas mintiendo- dijo casi jadeando Charo.
  • No miento, por cierto, me encantan tus bragas de encajes, me ponen a mil.

Me quitó la mano de su pierna y se puso delante de mi; se arremangó la falda y me dejo ver sus braguitas, que resultaron ser tanga, cuando se dio la vuelta. El espectáculo era increíble; mi tía, sueño erótico de mis pajas desde niño, estaba ante mi, enseñándome el culo, su enorme y blanco culo mientras yo me tocaba por encima del pantalón.

  • Prométeme que no dirás nada a nadie- dijo mirándome por encima de su hombro mientras yo solo fijaba la vista en su gran trasero.
  • Te lo prometo, pero ayúdame con esta calentura.
  • Lo haré, pero antes… iré al baño; quiero ponerme guapa para mi sobrinito. Te voy a dejar seco chaval.- Y me plantó un beso en la boca.