Circe 16

Como pude cumplir una promesa de fidelidad que hice a mis maridos sin privarme de meterles los cuernos.

CIrce 16

Como pude cumplir una promesa de fidelidad que hice a mis maridos

sin privarme de meterles los cuernos

Mi personalidad dominante la heredé de mi madre que esclavizó y sodomizó a mi padre aún frente a los hijos. Se sacó todos los gustos con papá que ya era cornudo antes de la boda. Tampoco se exactamente quien es mi padre. Conociendo la fuerte personalidad de mi madre dudo que se haya atado a una cuestión formal por este tema. No era de las que "quedan". Sabía cuando lanzar un óvulo para engendrar un hijo. Los romanos decían. "madre cierta es". Pudo suceder con cualquiera de sus servidores sexuales ocasionales. Mis dos hermanos varones y yo salimos del útero de nuestra madre pero los tres somos diferentes. Por supuesto que usó el apellido de mi padre sin consultarlo siquiera. Ella lo empujaba por la vida metiéndole el dedo en el culo. El pobre infeliz firmaba cualquier cosa.

Al principio tuve cierta pena por él y por mis hermanos. Mi madre les pegaba a los tres juntos ensañándose aún más con mi pobre padre...frente a sus hijos. Luego fui dejando los remilgos de lado. Los esclavicé yo también. Fueron mis primeros sirvientes. Nunca me acosté con ellos pero sus pajas dejaban rastros a la vista. El cornudo de mi padre me enseñó las debilidades de los hombres para dominarlos. Todo lo que me enseñaba lo ponía en práctica con él mismo y con mis hermanos. Con mi madre nos hicimos las jefas absolutas de los tres. Ella me permitía experimentar con sus víctimas para enseñarme el arte de dominarlas. Hacíamos lo que nos venía en gana. Por supuesto que las tareas domésticas estaban a cargo de los tres sirvientes.

Fui criada sin asumir culpas, como sucede con las mujeres a quienes el cristianismo las llena de pecados antes de que nazcan. El cuerpo femenino es poderoso (el mío por lo menos). El hombre no es más que un sirviente. No se trata de ser "superior" a los demás sino de sentir que lo soy. Nada es más importante que mi placer. Soy lujuriosa al extremo, una autentica depredadora. Donde encuentro alguna víctima y siento que me bajan "los calores" le clavo las garras sin remordimientos utilizando cualquier medio, desde el engaño mas sutil hasta la agresividad descarnada. Con los hombres soy falsa y traidora, con las mujeres violenta al máximo. Mis orgasmos son inacabables. Voy por la vida cosechando sirvientes de ambos sexos para servirme de ellos. Basta mirarlos fijamente para distinguir una víctima. Tienen expresión de la cucaracha que ansía un pisotón. Cuando encuentro un ejemplar o bien le salto encima en el acto o bien lo guardo en "el congelador" para usarlo en algun momento. Tengo la agenda llena.

Mufy, el primero de mis maridos, me pedía constantemente que le diera la oportunidad de salir con él a solas y que le fuera fiel por una semana. Solamente una semana sin follarme a otros hombres. Yo me reía. Le decía que si pero nunca lo tomé en serio.

Terminaron aliándose con July, el segundo. Así fue como una noche, luego de cenar, mientras estaban de rodillas chupándome los pies, preguntaron si podían hacerme una petición.

Como estaba en medio de uno de mis orgasmos accedí sin pensarlo demasiado.. Eligieron el momento justo. Lo habían planeado todo. Comenzó hablando July. Ellos se dirigían hacia mí con el mayor respeto sin utilizar el vocablo ama que parecía destinado a montajes de escenas dominantes. Lo mío es la más absoluta realidad.

-- Divina Esposa y Jefa Circe, te hemos obedecido en todos tus caprichos durante los años que nos tienes a tu servicio. Estamos muy orgullosos de haber sido elegidos para ser tus sirvientes. Mufy y yo nos atrevemos a pedirte, si no es mucha molestia para ti, que nos concedas una semana de premio a cada uno. Una sola semana a solas con cada uno…..….¿Podrás, por favor, abstenerte de follarte otros hombres en esa semana como premio a nuestro servilismo…? ¿Puedes comprender que el peso de los cuernos que nos pones constantemente nos agobia…?

Mufy le hacía coro

—……………..no follarte a ningún hombre en una semana

Me quedé asombrada. Se pusieron de acuerdo. Lo planearon juntos. El tema era divertido. Me sentí halagada. Nuca se me había pasado por la cabeza que podía estar una larga semana con un solo hombre. ¿Resistiría el pobre mis sucesivas extracciones de leche? Respondí sonriéndoles a los dos.

-- Podría acceder para divertirme,….pero…. ¿Estáis vosotros en condiciones de satisfacerme…?

-- Divina Esposa y Jefa Circe. Nos entrenaremos para estar a tu altura…..Nos esforzaremos. Además llevaremos todo nuestro arsenal de consoladores para ti.

Mufy:

--…………. llevaremos todos los consoladores para ti.

Me conmovió lo dominados que debían sentirse para llegar al extremo de formar una alianza. Esa noche se habían portado de maravillas. Lo tenían todo estudiado. Ni bien llegué a casa estaban esperándome con una bata de refresco uno y las sandalias de casa el otro. Allí mismo en la puerta me quitaron la ropa de calle poniéndome la elegante bata y las sandalias de casa. Se pusieron de rodillas para besar por turno mi vulva. Este era un ritual entre nosotros. Yo lo había impuesto para que no anden preguntando si había estado follando. Así besaban el coño sin preguntas. Caminaron de rodillas a mi lado. Fuimos al lavabo. El baño estaba preparado y a punto. Las sales perfumaban el agua de mi jacuzzi personal. No me dejaron hacer nada. Mufy, de rodillas, levantó mi pie derecho poniéndolo de punta. Sumergió apenas el dedo en el agua para ver la temperatura….mirándome desde abajo a la espera de mi aprobación. July me quitaba la bata. Mufy retiraba la otra sandalia al mismo tiempo que yo sumergía el pie en el agua. Acomodaron dentro del agua el banquito giratorio preparado para el baño. Me senté. Se introdujeron los dos desnudos con las pollas tiesas. Tomaron del borde el jabón, las sales y me frotaron el cuerpo en medio de la espuma perfumada. Yo me limitaba a levantar los brazos, estirar las piernas, mostrarles el cuerpo para que ellos se apresuraran a enjabonarme... Lavaron mis pies, dedo por dedo, los tobillos las axilas, el pubis, el cuello, el rostro. Había una maquinilla de afeitar nueva preparada. Ellos se colocaron a cada lado. Estaban muy entrenados. Yo abrí las piernas echándome hacia atrás y apoyando cada pierna en cada hombro. Ellos de rodillas ante mi vulva me depilaban con dedicación religiosa.. Mufy levantaba los labios de la vagina y July pasaba la maquinilla…..¡Cuánta devoción…! Yo los premiaba con algún orgasmo de los preliminares que agitaban los labios vaginales obligándolos a esperar que cesara para seguir con la tarea. La depilación del pubis era lo que mas tiempo les llevaba por las demoras que causaban mis orgasmos. Ellos se agachaban para contemplar los. Echaban agua tibia sobre los labios vaginales que se movían como queriendo tragárselos.

Luego de esta ceremonia me puse de pie, volteando el cuerpo, apoyándome en el banquito para que limpiaran mi culo y lo depilaran. De solo ver a los dos observándome el culo tuve otro orgasmo que se tradujo en estertores del culo. Se abre y se cierra como si los comiera. Ellos miraban asombrados. El espectáculo de mis orgasmos ya sean de la vagina o del culo paraliza a los hombres y mujeres que los contemplan. Yo los utilizo para gozar y someterlos.

Me envolvieron en una toalla y salimos del baño. Ellos extendían toallas en el suelo para que mis pies se mantengan frescos y limpios. En el gimnasio y salón de masajes me recostaron boca abajo en la camilla para masajearme el cuerpo. Mi piel caliente con los poros abiertos absorbía las cremas hidratantes como si fueran de esperma. Me gustaban los manoseos sobre mi cuerpo. Estando boca abajo ellos pasaban sus manos por el culo, las nalgas, los pies, los muslos. Me metían por turno el dedo en el ano para estimularme. Jugábamos a adivinar de quien era cada dedo. Yo chupaba el dedo con el culo y decía quien era el dueño. No me equivocaba nunca. Me gusta tragarme los dedos con el movimiento succionador del esfínter. Luego me daba vuelta y dejaba el clítoris enorme y erguido a la vista de ellos que se apresuraban a acariciarlo con las manos repletas de crema. Debían turnarse para halagarme. Uno a cada lado. Manoseaban el pecho con una mano chupando el pezón, con la mano libre me metían dos dedos en el coño para pajearme. El otro hacia lo mismo del otro lado. Yo tenía cuatro dedos en el coño, dos bocas en los pezones y dos manos en las tetas. Unas pajas fenomenales Mi sensibilidad, con estos servicios, era tremenda.

Mientras ellos aplicaban los masajes yo me entretenía jugando con sus pollas endurecidas.

Al terminar la sesión de masajes y masturbaciones, se acercaron cada uno con un zapato en la mano.

– Te hemos comprado estos zuecos para ti.

Eran unos magníficos zuecos de madera con una pequeñísima tira de cuero dorada para sujetar el pie y una más larga para entrelazarlos en los tobillos hasta la pantorrilla. Muy sensuales y llamativos. Su tacón altísimo era un estilete de acero.

Me los calzaron devotamente no sin antes masajearme los dedos con abundante crema hidratante. Luego cada uno entrelazó las tiras por los tobillos apretando delicadamente atentos a mis gestos de aprobación.

Finalmente me puse en pie yendo hacia el salón principal. Ellos dos a mi lado sobándome las nalgas. Mi casa está repleta de espejos. Cada paso refleja una imagen de sumisión de estos dos hombres frente a la belleza imponente de mi cuerpo. Me gusta mirarme de espejo a espejo mientras me muevo.

Me recliné en el diván. Con todas esas atenciones mi estado de animo era magnifico de modo que accedí a sus deseos….Les dije.

-- Chúpenme los pies mientras les cuento mi decisión…….Aceptaré el pedido vuestro. Me divertiré agotándolos. Tendrán que estar bien alimentados para que puedan rendirme lo que yo necesito. Tomarán medicinas revitalizantes y energéticas….Prometo no follarme a ningún hombre si ustedes consiguen dejarme satisfecha. No vacilaré en ordeñarlos hasta la extenuación…… ¿Habéis entendido? Creo que ya me conocéis lo suficiente. Mi placer es prioridad absoluta. Llevaréis los consoladores: Los sodomizaré en caso que me quede deseosa. No tendré clemencia.

Ellos dejaron de chupar. Se miraron un instante. Había ido demasiado lejos, pero el juego estaba iniciado. Ahora no los dejaría retroceder. La idea de no poder montarme a otro hombre, exprimir salvajemente a uno solo y dejarme llevar por mis bestiales instintos con una sola víctima causaba un nuevo estilo de "calores" que bajaban como un torrente.

Ellos vieron mi determinación. Ya era tarde. Estaban jugados. Les dije.

-- Saldremos de viaje la semana próxima. Primero iré con Mufy. Ocúpense de todo y que no me falte nada. No se olviden del maletín de los consoladores. Como estamos en pleno verano iremos a un lugar pequeño donde haya una hermosa playa para cabalgarlos en medio de la arena. Los llevaré al médico para que los fortalezca un poco más. Ahora sigan chupando que me estoy corriendo.

Estuvieron toda la semana consultando Internet en busca de un destino adecuado. Fuimos los tres a nuestro médico de cabecera. Ya me conocía. Siempre veníamos a lo mismo. Estaba al tanto de mi desenfrenado apetito sexual. Mi presencia lo perturbaba.

-- Querido doctor -- le decía cruzando las piernas frente a él -- ¿Puedes aumentar el rendimiento de mis maridos...? Recétales vitaminas y energizantes para que rindan lo más posible.

Su rostro lo decía todo. Cuando se levantaba para examinarlos le miraba la polla provocativamente. Se cansaba de darles afrodisíacos.

Me propusieron ir a Cadaqués, en el Hotel Rocamar ubicado en el Cap de Creus sobre la playa de Conça. Un lugar apto, elegido por los sirvientes, para mis escarceos lujuriosos.

Antes del viaje no me privé de sus servicios... Me los continué follando como si nada sucediera. Siguieron un régimen de comidas para mejorar su vigor sexual. Para colaborar salí todas las noches de esa semana para que otros amantes me alivien la calentura. Ellos agradecidos a pesar de que a mi regreso solía requerir un servicio adicional, pero, como ya estaba aliviada, me limitaba a una o dos extracciones de leche nada más...

Salimos el viernes por la mañana en mi coche. Ellos prepararon todo. No llevábamos mucho. El maletín de los consoladores estaba en primer lugar. Mi maleta personal la había preparado July esa misma mañana. Estaba un tanto celoso. Era la primera vez que salía con uno de ellos a solas. Cuando me despedía le cogí la polla a modo de saludo y le dije

-- Consérvala fresca para mi regreso que vendré hambrienta. No creo que Mufy aguante una semana. Tendremos que ingresarlo en el hospital para que se reponga.

Subí al coche. Mufy iba a mi lado vestido con un simple pantalón de baño y una camiseta musculosa. Estaba muy guapo. Yo llevaba una minifalda semi transparente sin bragas. Un largo pañuelo envuelto en el cuerpo ocultaba mis senos. No llevaba sujetador. No lo necesito. Mis tetas son estructurales. Se soportan solas. Tengo unos pezones enormes y puntiagudos que sobresalen marcando cualquier prenda. Cada chupada de los hombres me vuelve más bella aún. Lucía una abundante bijouterie que se movía al andar y me volvía mucho más provocativa. Mi cuerpo, alto y musculoso, vestido con esas prendas minúsculas, no hizo más que calentarme todo el trayecto. Para aumentar mi escandalosa apariencia calzaba los zuecos de madera que me regalaron ellos con las tiras de cuero dorado que me subían hasta la mitad de la pantorrilla.

Sentada en el volante atraía las miradas de la gente que iba a bordo de los buses a nuestro lado. Se me veía todo.

Salimos de Barcelona con rumbo Norte escuchando buena música. Lo primero que hice fue decirle a mi marido.

-- Mufy pajéame mientras conduzco. Prepárame para que esta noche. Mira.

Levanté la pequeña falda para que el clítoris quedara a la vista. Grande y puntiagudo. Se inclinó a mi lado para masturbarme y acariciarme con ambas manos. Son mis orgasmos preliminares. Puedo tener infinidad de ellos. Me preparan y calientan para el instante final cuando vienen los orgasmos "gordos" Si tengo muchos "preliminares" durante el día por la noche me vuelvo loca y comienzo a tener de "los gordos" hasta dejar agotado al hombre. Conozco mi sexualidad y la manera de satisfacerla. Al hombre lo voy atontando con mis "preliminares" de manera que cuando llegan "los gordos" está excitadísimo cargado de buena leche fresca. En ese momento debo sacarle el mayor provecho antes de que se agote.

Nos detuvimos en una gasolinera para desayunar y repostar gasolina. Aparcamos el coche y fuimos al bar. Mi figura impresiona. Todos se detenían para mirarme.

Entramos al bar en medio de la expectativa general

El destino viaja conmigo procurándome placer de cualquier manera. Vaya donde vaya siempre encuentro una víctima propicia para mis apetitos.

Nos sentamos en una mesa. Envié a Mufy en busca del desayuno. Miré alrededor descaradamente. Había dos mujeres sentadas en una mesa cercana que quedaron pasmadas por mi entrada y no lograban quitarme la vista de encima.

Un malvado pensamiento corrió por mi cuerpo. Había prometido no follarme a ningún hombre pero no dijimos nada de las mujeres.

Las miré fijamente para perturbarlas. Ellas bajaron la vista. Pero al rato volvieron a mirarme ruborizadas. Esperaba ese gesto de futuras víctimas. Me bajaron los calores. Las miré fijamente y les hice señas que vengan a sentarse a mi mesa. Todo el mundo miraba lo que hacía

Ellas se levantaron y vinieron a mi mesa. Eran jóvenes, de estatura mediana, fáciles de dominar, bonitas y apetitosas. Un bocado para esa mañana. Además su mirada era tan elocuente como si me dijeran

-- Devóranos, utilízanos, sírvete de nosotras.

Cuando Mufy volvió con los desayunos ellas estaban a mi lado. Ofuscadas y ruborizadas, con esa mirada de cucaracha que me excita tanto. Sentía más calores en mi vulva.

-- ¡ Qué hermosa eres…!....Nos quedamos paralizadas de verte…Eres divina….Qué porte tienes al andar…Qué piernas atléticas, que pechos fabulosos, esos zuecos son geniales. Eres una mujer maravillosa…Nos gustaría ser como tú.

A Mufy ni siquiera lo miraron. Estaban embobadas con mi figura. Más fácil de lo previsto. Me las comería esa misma mañana.

-- Mírenme…. -- les contesté con arrogancia -- Desayunaré y viajaré un tramo con ustedes para conocerlas bien.

Tenía a una de las chicas a mi lado y a la otra enfrente. Levanté una pierna para apoyarla en el regazo de la que tenía delante y cogí la mano de la otra para ponerla sobre mi muslo.

-- Acaricien mi piel mientras desayuno.

Ellas fascinadas por mi insolencia acariciaron mis piernas. Mufy miraba con cara de sospecha. Yo ponía expresión de inocencia. No estaba faltando a ninguna promesa. Desayuné con apetito un croissant y un café con leche. Ellas me miraban masticar más pasmadas que nunca.

Cuando terminamos le dije a Mufy

-- Conduce mi coche y ven detrás de nosotras. Estate atento a mis deseos. Mira bien lo que sucederá.

Asintió sumiso. Nos pusimos en marcha. Salimos del bar de la gasolinera frente a todas las miradas. Yo caminaba con una chica a cada lado que me tomaba de la cintura. Mufy detrás….derrotado como siempre. Se llamaban Anabel y Mariana. Eran lindas y estaban fascinadas conmigo, verdaderas victimas para mi personalidad avasallante. No me costaría mucho devorármelas. Anabel su puso al volante. Me invitaron a sentarme al lado pero yo me fui detrás empujándola a Mariana. Mufy vendría en el otro coche.

El de ellas era un pequeño Clío monovolumen de tres puertas. Ni bien arrancó el coche no perdí el tiempo. Me eché sobre Mariana con mi cuerpo que apenas cabía en el auto. La abracé con la pierna para inmovilizarla y comencé a chuparla toda. Nuestros cuerpos en un coche tan pequeño eran como un enjambre de brazos, piernas y bocas. Me excitaba su piel blanca. Le besaba la boca mordiéndole los labios rojos, le chupaba las orejas y le mordía el cuello. Estaba sentada frente al vidrio trasero. Por el rabillo del ojo miraba a Mufy que avanzaba a poca distancia nuestra. La puse a ella de de costado, levantándole al falda para sobarme el clítoris en sus nalgas mientras seguía chupándola. Tuve tres orgasmos de "los gordos". Ella estaba enloquecida con una mezcla de miedo y calentura. Pedía cada vez más y más. Le gustaba que la fuerce. Anabel miraba cada tanto por el espejo

Tome el móvil y lo llamé a Mufy

--Alcánzame la prótesis que tú sabes…... Engánchala en mi tacón que sacaré por la ventanilla.

Así como estaba, fregando el clítoris en las nalgas de Mariana, le dije a ella que baje el vidrio, alcé la pierna derecha y la saqué por el hueco sin dejar de fregarme ni un segundo. Las dos miraban asombradas. Mufy se adelantó por la izquierda y enganchó el arnés con la prótesis en mi tacón. Flexioné la rodilla para pasárselo a Anabela en el asiento delantero. Lo cogió con la mano y me lo pasó detrás.

-- Cálzamela -- le dije a Mariana. Me puse de rodillas encorvada sobre el asiento Ella me ajustaba el arnés. Miré para atrás. Mufy estaba a corta distancia observando todo.

-- Ajústalo bien e introdúceme los consoladores…uno en el coño y el otro en el culo…Deja el clítoris al descubierto para fregarme en tu cuerpo.

Me asombra como me obedecen las víctimas. Mariana ajustó todo con mucha eficiencia.

Una vez que lo tuve calzado me erguí en el asiento del Clío para que Mufy pudiera ver. Seguidamente la acomodé a Mariana de rodillas con el rostro mirando hacia donde estaba Mufy. Anabela no se perdía nada por el espejo.

-- No te distraigas y atiende al camino….ya te tocará tu turno – le dije. Estábamos en la autopista a Girona. Íbamos a la velocidad máxima permitida.

Le hice salivar a Mariana en la prótesis para lubricarla bien. Le abrí las piernas. Me coloqué detrás con las mías más abiertas aún. El filo de los tacones rompió el tapizado del asiento. Un recuerdo. Mufy conducía detrás con mirada de perro apaleado. Le introduje a Mariana la punta del consolador apoyándola con suavidad en su coño. Mientras, le tomaba el cuello con las manos, obligándola a que mire a Mufy en el otro coche. Yo puse mi cara al lado con la vista fija en Mufy. En esa posición, de inmediato di un fuerte empujón y mandé el consolador para adentro. Mufy vio la expresión de dolor en su rostro y el placer en el mío. Con un solo empujón salvaje….me bajó un orgasmo descomunal.

Continué montada sobre ella, cabalgándola, empujando con fuerza y sujetándola con mis manos. Mientras Mufy miraba ambos rostros, el que sufre y el que goza. Mis orgasmos fueron de película.

-- Dame tu móvil -- le dije a Mariana.

Ella metió la mano en su bolso y me lo dio. Yo cogí el mío, puse la opción de llamadas en vibrador y me lo coloqué en el clítoris.

-- Mariana…Sujétalo con tu mano así, en esta posición, que no se te salga.

Ella obedeció y extendió el brazo derecho para sujetarme el teléfono vibrador sobre el clítoris al rojo vivo.

Lo llamé a Mufy por el móvil de ella.

-- Llámame cornudo…. Tengo el móvil en modo vibrador. Mariana lo tiene apoyado en el clítoris. Llámame….pajéame con tu llamado. Mira como me corro. Mira como me follo a esta mujer.

Mufy tomaba su móvil y marcaba mi número. Al rato comenzaron las vibraciones en el clítoris. Una paja.

-- Llámame otra vez

Otra paja.

Las vibraciones que me enviaba mi sirviente mientras follaba a Mariana me volvían loca.

Le pasé el móvil a ella. Le quedaba una mano libre. Le sujetaba el cuello mirando hacia Mufy. Le dije al oído.

-- Dile lo que te estoy haciendo……Ese es Mufy mi marido…. uno de ellos…uno de mis cornudos.

-- Mufy…soy Mariana….tu mujer me está follando. Es una diosa. Llámala para que pueda pajearse mientras me folla.

Mufy obedecía. Cada llamada una paja.

Cuando terminé de follar a Mariana estábamos en otra gasolinera.

-- Entra y aparca para cambiar de montura --le dije a Anabela -- Vendrás tú ahora.

Mufy aparcó detrás. Se acercó a nuestro coche por el lado donde no miraba nadie. Pensé que venía a hacer alguna escena de celos. Excitadísima como estaba, bajé del coche en tacones y con la prótesis colgando. El se puso colorado de solo verme avanzar así ataviada. No le di tiempo a nada. Le propiné un fuerte bofetón en presencia de las chicas. La mejilla se le puso colorada. Dio media vuelta y volvió a su puesto. Yo regresé para mirarlas a ellas. De solo verles la cara de sometidas tuve un orgasmo. Estaban dominadas.

Cambiamos de montura. Yo me ubiqué detrás con las piernas abiertas en la misma posición que me follé a Mariana.

-- Anabela ven y escabúllete por debajo de mis piernas.

Ella se acercó agachada para pasar entre mis piernas rozándome toda y rozando el dildo que colgaba de mi cuerpo. Se ubicó bajo mi cuerpo como estuvo Mariana un rato antes. El coche arrancó con ella al volante.

La puse a Anabela de espaldas mirando hacia atrás. Mufy seguía detrás a corta distancia. Cornudo y humillado como siempre. Debía tenerla durísima. Ya se la ordeñaría por la noche.

Con Anabela tuve menos contemplaciones. Primero me masturbé metiéndole la prótesis entre sus muslos. Luego, usando la fuerza, le abrí las piernas y se la metí hasta el fondo sin tanto aspaviento.

Me follé a Anabela en la misma posición y a la vista de mi marido sin la más mínima vergüenza. Otros autos pasaban a nuestro lado velozmente. Algunos parece que se dieron cuenta pues detrás de Mufy se formó una fila que se adelantaban para mirar y volvían a la fila. Mufy no los dejaba adelantar. Estaba pegado a nosotras.

Me follé a estas dos mujeres usando la violencia que uso con mis victimas femeninas. Quedé muy satisfecha. Les dije que detengan el coche y que se fueran. Sin saludarlas me bajé con la prótesis puesta, fui caminando hasta nuestro coche. Mufy rojo de vergüenza. Subí dando un portazo.

-- Muévete cornudo…arranca —

El no atinó a nada. Estaba con los ojos húmedos. Angustiado. Me encanta llevarlo al límite de su personalidad. Es un hombre débil y sumiso. No estaba en condiciones de seguir conduciendo.

-- Eres un inútil. Conduciré yo. Tú no dejarás de servirme. Recuéstate sobre el asiento del pasajero y pon tu rostro hacia arriba en el otro asiento.

Él obedeció. Lo acomodé en la pose que yo quería. Los hombres son torpes. Su cara estaba en el asiento de la izquierda apuntando hacia arriba. Bajé del coche y di la vuelta. Aún llevaba la prótesis con la que le metí los cuernos. Contemplé su cara en el asiento y me senté encima

-- Saca la lengua y métela en el culo. Conduciré con tu lengua pajeándome.

Recorrimos la distancia que nos quedaba en esas condiciones. Mufy debajo de mi culo chupándomelo con su lengua. Cada tanto me levantaba para dejarle un poco de aire. Cogí una de las manos de Mufy para que manosee la verga postiza que llevaba y me presione con ella el coño. Tenía unos orgasmos descomunales. Mufy se esforzaba en pajearme. Por el culo con la lengua y por el coño con la verga. Con mi mano derecha le saqué la polla afuera. Estaba durísima. Tomaba la polla de Mufy para hacer los cambios de marcha riéndome como una loca. Me entretuve conduciendo muy divertida utilizando la polla como una palanca. Cuando veía que se hinchaba para eyacular le daba un fuerte apretón para detenerlo. Quería conservarlo fresco para la noche. Mis orgasmos del coño se juntaban con los del culo para vaciarse sobre su cara.

Llegamos al hotel. Pedimos la cena en la habitación. Yo estaba súper caliente por todos los episodios de dominación que había vivido ese dia. Ni bien se desnudó lo llamé para que se acercara donde yo estaba. Con su rostro pegado al mío aspiré profundamente sintiendo el olor de mi culo en su boca.

-- Hmmm…hueles bien….vete a duchar. Ahora es tu turno.

No tuve ninguna contemplación. Lo follé sin interrupción toda la noche. Cabalgaba encima de su cuerpo hasta dejarlo exhausto. Le palpaba los huevos buscando más leche. Me la tragué toda. Lo follaba a la par que comía. Primero él se sentaba en la silla y yo lo montaba para comer mientras me movía con su polla dentro de mí. Luego lo puse de espaldas para que coma mientras yo lo penetraba con la misma polla que penetré a las dos mujeres. Su cabeza no le da mas que para una sola cosa por vez. Yo gozaba a lo loca con su impotencia.

A medianoche llamó July desde Barcelona para ver si todo estaba bien. Se ofreció a venir en seguida para apoyar a Mufy. Yo estaba satisfecha y, por una extraña circunstancia, luego de la maldad que le hice a Mufy durante el viaje, me sentía muy bondadosa.

-- Mufy resistió bien -- le dije a July – no hace falta que vengas. Esta vez lo cuidaré yo.

A la mañana siguiente estaba tan agotado que no pudo levantarse. Le serví el desayuno en la cama y las píldoras para el vigor. Lo dejé descansar todo ese día. Era mi marido.

El resto de la semana descansamos. Fuimos a la playa. Tomamos el sol desnudos. La polla de Mufy no podía evitar erguirse ante mi presencia. No había mucha gente. Para disimular su turbación lo ponía de costado detrás de mí y le apoyaba el culo en su polla. En esa posición, con su polla entre mis nalgas, empezaba a succionarlo despacio con toda calma. Movía el culo como una ventosa. Una vez que empezaba a moverme él eyaculaba sobre mi cuerpo sin poder evitarlo. Me ponía de espaldas y le obligaba a limpiarme en seco con la fina arena de la playa al calor del sol. Al rato lo acostaba atravesado delante. Manoseándolo con los pies lo ordeñaba de nuevo. La leche caía sobre los dedos. El limpiaba con arena. Cada eyaculada del pobre hombre nos llevaba bastante tiempo con la limpieza de arena seca que había que pasarla suavemente con la piel hirviendo del sol.

Por suerte para el pobre hombre el sol se movía en su ayuda. Al caer la noche íbamos de regreso al hotel.

Regresamos a Barcelona felices. Él con dos kilos menos….seguramente de leche.. Yo cumplí mi promesa y él también la suya a su manera. Quedó destrozado el pobre. Es su destino….

En casa esperaba July bien fresco luego de una semana entera de abstinencia. Ellos son fieles pero yo no. Ni bien llegamos le palpé los huevos a modo de saludo. Estaban hinchados. No durarían mucho.