Circe 15

El mejor ejemplar de marido es el cornudo y sodomizado. Al principio rinden poco. Ponen cara de superados. Luego de un tiempo de esclavitud alcanzan el máximo rendimiento. Dan la mejor calidad y cantidad de leche.

Circe 15

La fiesta de los consoladores

El mejor ejemplar de marido es el cornudo y sodomizado. Al principio rinden poco. Ponen cara de superados. Luego de un tiempo de esclavitud alcanzan el máximo rendimiento. Dan la mejor calidad y cantidad de leche. La cantidad de zumo masculino que le extraigo a un cornudo, o a un sodomizado, es superior a la de cualquier otro.

Cuanto más los humillo…más se calientan. La tienen dura a cada instante esperando ser ordeñados. Yo les tanteo los huevos para saber cuanto cargan. Los miro sonrientes, me les echo encima y les digo:

-- ¡Qué rico estás…!.... ¡Cómo te amo…!..... ¡Cómo me gustas…!..... ¡Te quiero…!... Estás bien cargado…….Dale a mami lo que es de ella antes que te meta los cuernos..

La polla se yergue durísima. Los masturbo violentamente hasta que eyaculan….en mi mano. Me la llevo a la boca y chupo su leche haciendo ruidos y mirándolos a los ojos. Seguidamente, les vuelvo a tantear los huevos diciéndoles:

-- Aquí tienes más…Dámelo putito mío...…..Lo quiero ahora mismo…..!

La segunda lechada la dejo caer al suelo pisoteándola con mis tacones. El hombre se angustia al ver como desperdicio su semen. Cuando tienen los huevos secos como pasas de uva los dejo para ir en busca de refresco.

Estando sodomizados se vuelven dependientes. Putitas serviles. Andan por la casa meneando el culo para excitarme. Los papeles se invierten. Yo soy la hembra dominante y ellos los esposos dóciles. Están desesperados.

Mis dos maridos son un claro ejemplo. Me llevó un tiempo ponerlos en estado de esclavitud. Ahora, aunque quisiera liberarlos, están encadenados a mí. A veces los echo por un tiempo para que vuelvan más sometidos aún. Mientras ellos se desesperan añorándome en su soledad, yo nunca me privo de follar y darme todos los gustos. Saben que los esclavos están en la fila, de modo que se cuidan muy bien de darme disgustos. Incrementan su sumisión al máximo para evitar ser desplazados. Saben cuánto me excita el servilismo total.

Mufy, mi primer marido, lleva los cuernos desde mucho antes. Está sodomizado, es mi mujer. Su culo es mío.

Tenía un socio en una empresa de financiaciones. Lo conocí y me gustó. Tomé la determinación de apropiarme de los dos y de la empresa.

July, que así se llamaba, venía con frecuencia a casa. Presenciaba mi avasallante personalidad. Bastaba verlo para catalogarlo como futura víctima en reserva. En su presencia yo adoptaba poses escandalosas. Mufy es incapaz de controlarme u oponerse a mis deseos. El pobre July probó el veneno de mi sensualidad. Solo debía esperar el efecto...

Para poner mis planes en práctica comencé por el punto más débil. Mufy mi marido. Lo tengo sometido a mi antojo. Me lo follaba constantemente todas las noches varias veces. El pobre idiota quedaba agotado. A la mañana no podía levantarse para ir a trabajar. Iba yo en su lugar.

Llegaba a la oficina ataviada con minifaldas y tacones stiletto. Mi impresionante altura sobre los tacones aplastaba a cualquiera que tuviera delante. July no era una excepción. Bastaba verme para que baje la mirada ruborizado. Yo coqueteaba descaradamente para subyugarlo. Soy muy amable cuando quiero esconder mis intenciones. July cayó en mis garras de inmediato. Ni él mismo supo que estaba en mi poder. Ahora lo sabe. Entonces me obedecía en todo siguiéndome a todas partes con los ojos puestos en mis tacones. Tenía esa mirada vidriada de los machos cargados de leche. Están deseosos de ser exprimidos. Pronto le llegaría la hora. Lo fui envolviendo en mi mundo de voluptuosidad. Lo envenenaba con las miradas, los olores, los tacones, la ropa. La primera vez que lo sometí estaba sentada cruzada de piernas, le pedí que me lustre los zapatos con una sonrisa. No sabía como hacerlo. Como un tonto me pidió que me los quitase.

-- Dámelos que te los dejaré brillantes.

-- Puedes hacerlo estando puestos…………No hagas que me moleste contigo.

Obedeció de inmediato, se colocó de rodillas y lustró mis zapatos con la manga de su chaqueta. Yo me puse de pié mirando para abajo. Estoy acostumbrada a verlos de rodillas ante mí. Los hombres son esclavos. Es su propia naturaleza. Uno más en el lazo. Mientras él estaba arrodillado yo comencé a masturbarme despacio con la mano por encima de la falda. July levantó la vista al notar el movimiento.

-- Sigue lustrándolos…Déjalos brillantes…Mírate….Tan arrogante que eras

Tuve unos estremecedores orgasmos. July estaba de rodillas con su culo levantado, lustrando mi zapato con la manga de su chaqueta. Con la otra mano aferraba el otro zapato y lo oprimía para calentarme.

La segunda vez lo mandé a comprarme unos nuevos. Se los hice cambiar tres veces. Al final le hice comprar los tres pares. A través del pantalón le notaba la dureza de su polla. Su voz pastosa de calentura me excitaba.

Una tarde decidí dar el golpe final y devorarlo de una vez por todas. Ya estaba bien cebado. Me introduje en su despacho alfombrado……que pronto sería el mío. July se levantó en seguida para recibirme sonriente. No le di tiempo a nada. De un violento empujón cayó al suelo sobre la mullida alfombra. Su sonrisa dejó lugar al miedo. Le salté encima. Con una mano le sujetaba el cuello aplastándolo con la fuerza de mi enorme cuerpo de puro músculo. Con la otra le buscaba la polla... Se la saqué afuera. Estaba durísima. La solté un momento para levantarme la falda. La volví a coger con la mano para pajearme el clítoris con la polla dura. Mi vulva es una ventosa que ejerce una fuerte succión. Desde niña supe de este efecto de ventosa y me entrené para perfeccionarlo. No llevo bragas. Me fui montando lentamente sobre él. La polla era un mástil en mi homenaje. Con la polla en mi mano la arrimé a la vulva. Cuando sentí el contacto empecé a succionar con los labios mayores. Me la tragué en un segundo……sin más vueltas.

-- ¡Qué rico estás…!.... ¡Cómo te amo…!...... ¡Cómo me gustas…!...... ¡Te quiero…! Estás bien cargado…Dale a mami todo lo que tengas dentro….

Mientras le hablaba succionaba su polla con mi coño. Estuve un buen rato cabalgándolo con una lluvia de orgasmos. Esto los inhibe por completo, les impide eyacular. Mejor así. A mi me permite una serie de corridas espléndidas.

Él estaba tan inhibido que no podía correrse. Me levanté satisfecha. Bajé la falda. Él me miraba el coño desnudo que todavía se estremecía de tantos orgasmos.

Lo dejé acostado en el suelo cargado de leche. Salí del despacho, saludé a los empleados y me fui a casa taconeando fuerte. Me lo follaría a Mufy como todas las noches…cornudo y sodomizado. Suelta buena leche.

Al otro dia su mirada lo decía todo. Yo había triunfado como siempre. De verlo tan sometido me bajaban los calores. Quise violarlo allí mismo pero el trabajo era lo más importante. Ese día llevaba unas botas negras por encima de la rodilla, de tacón altísimo. A modo de saludo me acerque a su sillón y adelanté una pierna invitándolo a que besara las botas. Le hice lamerlas desde el suelo hasta el muslo. Lo hizo sumisamente. El olor del cuero es un alucinógeno para los esclavos. Ese día solo le permití lamerme las botas. Lo hizo a cada momento que yo le adelantaba una pierna y mis ojos iban hacia las botas. Se arrodillaba impecablemente vestido, sacaba la lengua y lamía mis botas un buen rato. Yo me masturbaba para no quedarme con la calentura y poder pensar con frialdad la manera de exprimirles la empresa a los dos socios. Ya los tenía devorados.

El personal jerárquico era el gerente (que luego lo esclavizaría para que fuera un perro fiel) y la secretaria. El resto estaban en otra oficina. Se imaginaban lo que estaba sucediendo porque la actitud de July y la ausencia de Mufy lo decían todo.

Al día siguiente entré al despacho con decisión. Llevaba una minifalda con unas pantys negras y unos zapatos de charol al tono. Las pantys tenían una abertura en el pubis. La vulva amenazante a la vista... Le hice señas que no se levantara y me acerqué al sillón. Le di un beso en los labios chupándole un poco los suyos para excitarme con este "desayuno". Seguidamente alcé la pierna derecha poniéndola en el apoya brazos del sillón. El movimiento dejó a la vista mi coño moviendo los labios. Le tomé su cara con una mano y le encastré el coño en su rostro para que me lo chupara. Yo me movía apoyada en la otra pierna. Así estuve un buen rato corriéndome como una posesa. A cada orgasmo detenía el movimiento y me apretaba contra su rostro para que sienta los estertores de la vulva. Luego me apartaba para continuar fregándome el clítoris sobre su cara. Al llegar al clímax me apretaba nuevamente. Toda mi vagina se estremece, comienzan los espasmos y me aprieto para evitar que los estertores me vuelvan loca. Lo obligué a lamerme un buen rato.

Seguidamente lo hice ponerse de pié a mi lado. Yo continuaba con la pierna sobre el sillón. Mis manos desprendieron su bragueta. Saqué la polla afuera. La misma que me había comido hace dos dias. Desde entonces estaba esperando. La rodeé con los dedos en los huevos tanteando la cantidad de leche que tendría guardada.

Comencé a exprimirlo con energía. No duró mucho el pobre. Le hice soltar la leche dentro de un tubo de ensayo que traje de casa. Una idea malvada. Un hermoso tubo de laboratorio sobre un soporte para tenerlo vertical. Llenó casi la mitad del tubo con el zumo de su cuerpo. No lo dejé descansar…comencé a hablarle.

-- ¡Qué rico estás…!.... ¡Cómo te amo…!..... ¡Cómo me gustas…!....... …….Dale a mami todo lo que te queda….antes que te meta los cuernos..

Mientras lo besaba para excitarlo, manoseaba la polla para evitar que se ablande. Y con la misma mano extendía el dedo índice para buscarle el culo……Le metí el dedo. La polla respondió al momento. Le saqué una segunda lechada menos abundante, suficiente para llenar un poco más el tubo de ensayo. Lo solté para que cayera de nuevo en su sillón.

Nos pusimos a trabajar. El tubo de ensayo quedó sobre su escritorio a la vista. Dejé pasar una hora. Llamé al gerente que vino en el acto. No retiraba los ojos del tubo. Le pedí que nos traiga café. Me levanté y fui en busca del idiota para exprimirlo de nuevo. Cuando llegó el otro con la bandeja el tubo ya estaba lleno. Sirvió el café con los ojos puestos en el tubo. Estaba por retirarse cuando le hice un gesto para que se quedara. Con una taza de café en una mano me acerqué hasta donde estaba el tubo. Mi figura en el espejo es impactante. Tomé el tubo con la otra mano y me lo bebí de un trago a la vista de los dos hombres haciendo ruido con la lengua al chuparlo todo. Cuando estuvo vacío lo estrellé contra el suelo pisoteándolo con los zapatos.

Me gusta saturarme de semen aunque el hombre quede seco. Por eso necesito más de uno.

Ese dia July quedó sometido definitivamente. Ya era otro esclavo más. Le hice limpiar todo los vidrios rotos. Desde entonces solo tuve que vaciarle la leche constantemente para dejarlo seco como una pasa de uva tal cual hice con su socio... Demoré un par de semanas. De tanto follarlo terminó entregado a mi voluntad. Igual que Mufy. Los hombres duran poco.

Estando como estaba totalmente devorado solo me quedó ordenarle que se venga a vivir con nosotros. Le dije que Mufy no era suficiente para saciarme. Entre los dos podrían lograrlo. July obediente dejó a su mujer y se vino conmigo ese mismo día sin llevarse nada y sin decir palabra.

Cuando llegamos a casa, Mufy comenzó a chillar. Sabía lo que estaba sucediendo. Acostumbro contarles mis andanzas a los maridos así como se las cuento a ustedes ahora. El verme llegar acompañada lo habrá trastornado un poco al pobre. Mufy no es muy fuerte de carácter. Cada tanto se desequilibra emocionalmente y se pone a llorar, lo cual me excita mucho. Se puso de rodillas para decirme que él se esforzaría en servirme en todo. Reconoció que su vigor sexual estaba lejos de satisfacerme. Ya era tarde.

-- Mírame --...le dije.

El levantó la vista. Bastaron un par de bofetadas para que se volcara al suelo besando mis zapatos. Le puse un pié encima y el otro en la boca haciendo presión para que lo besara. Estaba tan enloquecido de calentura que ni tuve que molestarme en ordeñarlo. Se corrió solo de frotarse contra el suelo. Una mancha de semen se iba extendiendo ante mi zapato. La pisoteé en el mismo momento.

July estaba a mi lado hipnotizado.

-- Arrodíllate… Putito…Pon la cara en el suelo – le dije a July.

Entonces, con la suela del zapato húmeda de la leche de Mufy se la pasé por la boca a July para que la lamiera. Ambos supieron, en ese momento, como las gasto con los esclavos.

Desde entonces viven conmigo. Los trato bien. Los devoro lentamente para que me duren. Me gusta la fidelidad. Están entrenados para servirme. Lo hacen bien. No trabajan más. Yo los mantengo. Me apropié de los dos, los hice abandonar sus núcleos familiares, me apoderé de la empresa y de todo el dinero. Ahora yo gobierno todo mientras ellos quedan en casa. Como buenos esposos lavan y plancha mi ropa, lustran mis zapatos y me preparan sabrosas comidas. Los mandé a cursos de cocina, masajes, decoración, gimnasia, de todo un poco.

La empresa la manejo con la ayuda del gerente y la secretaria a los que convertí en perros tal como les contaré en seguida.

Pocos dias bastaron para esclavizar a mi gerente. Tenía la mirada del cautivo que exacerba mi libido. A la secretaria antigua la despedí y la reemplacé por una de las empleadas que tenían la misma mirada de cucaracha. De solo imaginarme lo que haría con ellos me "bajaban" los calores.

Me dispuse a esclavizarlos a los dos. Su tarea sería satisfacerme y acarrear dinero a mi tesoro.

El gerente se llamaba Jaime y la secretaria Elena. Puse un tercer empleado Rubén el más joven de todos como semental de reserva. A ellos tres les di un despacho contiguo al mío. El resto del personal estaba en otra oficina.

Ni bien llegaba por las mañanas llamaba a Jaime para que me traiga el café. Lo tomaba en su presencia con las piernas cruzadas sentada en la mesa así el quedaba más bajo y podía oler el cuero. Lo observaba como se iba embruteciendo el pobre. Le dije un día.

-- Te ocuparás de mis consoladores. Tengo cuatro. Uno lo llamaremos Jaime, el otro, Elena y el tercero Rubén. El cuarto será para cada uno por turno. Lleva un arnés para sujetarlo a la boca. Es largo para que me pajeen desde lejos. Te ocuparás de tenerlos limpios y lustrados. Tendrás un preservativo lubricado puesto en cada uno. Quiero pilas frescas siempre. Estarán disponibles para cuando te los pida. Los traerás en una bandeja. Serás el Jefe de los Consoladores.

El imbécil asintió entusiasmado. Acomodó un cajón de su escritorio para guardarlos. Desde ese dia le pedía por el intercomunicador.

-- Jaime tráeme a Elena.

-- Jaime tráeme a Rubén.

Los otros dos le preguntaron de qué se trataba. No tuvo otra alternativa que contarles. Los tres pasaron a mirarme con esa cara de víctima que me vuelve loca. Los incluí a todos en el juego de los consoladores.

-- Rubén tráeme a Jaime.

-- Elena tráeme a Rubén

-- Jaime tráeme a Elena.

Una tarde que estaba con Elena vibrando en el coño lo llamé a Jaime. Le dije que cambie la pila porque notaba poca efectividad. Él fue en busca de una pila nueva. Me pidió entonces a Elena.

-- Cámbiala así como está….hazlo pronto porque está agotándose como un marido….

Jaime se puso de todos colores. Yo estaba en mi sillón ejecutivo con el cuerpo ladeado, la falda levantada, las piernas recogidas hacia un lado, el culo y el coño a la vista y mis tacones cerca. Jaime se agachó avergonzado. Los tacones le obstruían la vista. Sujetó con cuidado el consolador vibrando. De torpe que es se le salió de los dedos. Tuvo que volver a sujetarlo tratando de ver entre los tacones. Yo me corría a cada momento. Finalmente lo tuvo firme con una mano y, sin sacarlo, lo abrió con la otra. Yo miraba mi trabajo pero no perdía detalle a través del espejo para ver como se las apañaba. Estaba muerta de risa gozando como una loca. Movía los zapatos para pincharlo con los afilados tacones. Cada torpeza del pobre me provocaba un orgasmo…..Quitó la pila vieja dejándola caer al suelo…...Llevaba en la boca la pila nueva. Se acercó con suavidad tratando de embocarla en el consolador. Sus intentos me provocaron más orgasmos. Como mis labios se estremecían en cada uno…más trabajo le costaba embocar la pila. Al final me quedé quieta un segundo y lo consiguió…..Apretó la tapa. Comenzó a funcionar y provocar un inmediato orgasmo. Esa tarde se esclavizó del todo. Pasó a ser el perro de la oficina. Trabajaba sin pausa para concertar negocios en mi beneficio.

Elena y Rubén participaban del juego.

-- Elena tráeme a Jaime lo lustras, lo lubricas con tu saliva, me lo introduces y lo pones en marcha.

Así ellos dos lo hacían por turno. Llevaba puestos los consoladores mientras trabajaba. Paseaba por el despacho de ellos consultando temas de trabajo. El zumbido del vibrador los ponía colorados. Cuando estaba satisfecha le hacía señas a alguno para que lo retiren del coño y se lo chuparan por turno uno por uno. Se peleaban por chuparlo primero. Tuve que ordenarles que le dieran una sola chupada cada uno para dejarle a los demás.

La idea del tubo de ensayo me pareció muy buena. Puse uno más grande en la mesa de Elena. Quedó la costumbre de llenar el tubo de ensayo entre Jaime y Rubén. Se desesperaban por cumplir. Si al final del día, cuando me retiraba, lo encontraba lleno me lo bebía delante de todos. Si no estaba a mi satisfacción lo arrojaba al suelo para romperlo y pisotearlo. Ellos tenían que limpiar.

Rubén como era más joven lo terminaba de llenar y se lo echaba en cara a Jaime que, avergonzado se esmeraba en producir una buena ración. De tanto pajearse su matrimonio hizo crisis. Entró llorando a mi despacho. Nada me calienta más que un esclavo llorando de angustia.

-- Pero hombre,..,¿Cuál es el problema…? Aquí tienes lugar para dormir. Así estarás más tiempo a mi servicio. Alégrate. Tráeme al Nº 4 y me lo pones tú mismo……Mírame mientras lo haces

Fue corriendo a buscarlo. Volvió con el Nº 4 en su boca. Parecía una cigüeña de pico largo. Yo estaba de pié. Levanté la pierna y la apoyé sobre la silla. Jaime se arrodilló y me colocó el consolador delicadamente mientras lloraba su desgracia. Me miraba. Yo lo veía allí de rodillas con el largo consolador masturbándome mientras las lágrimas le corrían por su rostro. Someterse a mí es lo prioritario

Dejó su casa y se vino a vivir en la oficina en un cuartucho pequeño donde apenas cabía su cama. Los fines de semana se lo pasaba limpiando mis cosas mientras yo me revolcaba con mis maridos.

Cuando Mufy y July venían a verme. Jaime los saludaba respetuosamente. Ellos pasaban a mi oficina. Me traían la comida caliente recién hecha. Se sentaban frente a mí en el escritorio de cristal para verme comer.

-- Jaime ven en seguida con el Nº 4 preparado.

Jaime entraba al despacho con el consolador largo sujeto por la boca y se agachaba para meterse debajo del escritorio. Yo cruzaba una pierna encima de la otra dejándole lugar a Jaime para que metiera al Nº 4 en el coño sujeto por la boca. Mis maridos miraban a través del cristal. Así como yo. Por ambos lados.

El Nº 4, como era muy largo, me permitía visualizar el rostro de quien lo estaba aplicando y verle la expresión de su mirada a través del cristal del escritorio. Me ponía a mil esa cara de terneros.

Luego, como mis maridos la tenían durísima al ver esto, les hacía señas que contribuyeran a llenar el tubo del escritorio de Elena.

Todos miraban el tubo y esperaban el final del dia para presenciar como lo bebía de un trago o lo rompía disgustada.

Llevo una vida de maravillas. En casa ando desnuda con la prótesis puesta. Mis dos maridos desnudos también con la polla tiesa en mi presencia. Bastaba entusiasmarme con uno para penetrarlo en el momento. Siempre que sodomizo a uno de ellos el otro oficiaba de ayudante. Me acostumbré a follar con los dos. Llevaba a July a mi armario para arrodillarlo donde guardo los zapatos. Mufy le hundía la cara entre ellos para que olfateara bien mis olores personales. Además le sostenía el culo levantado para que yo lo pueda sodomizar sin incomodarme. Le metía la prótesis hasta el fondo. Mis prótesis son especiales. Además del pene llevan vibradores, uno para la vagina, otro para el culo y un tercero, en forma de mariposa, para el clítoris. Cualquiera de los dos tenía el mando remoto en sus manos para sentir mis deseos y hacerme gozar.

Cuando sacaba la prótesis el otro marido estaba atento a limpiarla y lubricarla con la saliva.

Eso no me impedía atenderlos con toda cortesía. Soy amable con ellos pero implacable en lo que a servilismo se refiere. No les dejo pasar ni una.

Al momento de la comida por supuesto que los mejores manjares son para mi. Ellos miran y esperan para disputarse las sobras.

Me gusta exasperarlos con mi conducta escandalosa hasta que sueltan las lágrimas del dolor. Nada me excita tanto como quebrarles la personalidad una y mil veces para que se arrastren por el suelo a mis pies.

Los hombres me temen de modo que debo ser yo quien tome la iniciativa para violarlos.

Lo mejor con mis maridos llegó una noche que me esperaban en una reunión de Dominación Femenina de la cual yo era protagonista activa...

Les dije a Mufy y July que comiencen a calentarme para estar bien alzada cuando llegue el momento de la reunión así podía desenvolverme con mayor violencia y descaro.

-- Vengan a chuparme toda para que esté bien caliente esta noche. Mufy chúpame el culo….Mete la lengua dentro para succionarla pajeándome con ella. Tú July haz lo mismo en el coño. Vengan los dos a halagarme. Rápido…Masajéenme los muslos…Chupénme los pies, entre los dedos, los pezones. Bésenme el cuello, la boca

Ellos obedecían sin decir nada.

-- Caliéntenme bien para que puedan lucir unos buenos cuernos...

Regresaba por la noche satisfecha, pero no saciada…..Ellos esperaban desnudos en el suelo detrás de la puerta. Se arrastran detrás de mí. Me quitan el vestido y me cambian los zapatos mientras camino por la casa. Cada noche me esfuerzo en humillarlos un poco mas antes de ordeñarlos. Se ponen boca arriba bajo mi vulva para que los mee por turno. Hacen gestos con las manos igual que un perrito. Me vuelvo a calentar de inmediato al verlos tan arrastrados. Abro las piernas para mearlos desde las alturas. Dirijo el chorro con precisión a cada uno por vez. Sigo caminando. Ellos se incorporan y limpian todo. Me traen un trago…… Van a ducharse y vuelven perfumados listos para el ordeñe con la polla al frente. Primero deben soportar mis innumerables orgasmos. Luego, si se han portado bien, los ordeño mientras les cuento como les metía los cuernos a los dos. Les prometí llevarlos alguna noche si están dispuestos a que los presente como mis maridos, verme gozar con otros en presencia de mucha gente y que todos supieran que eran los cornudos.

Ellos lo soportan todo.

circelamalvada@hotmail.com