Cintia, Adicta a los Placeres Carnales...
Para todos los que me escribieron pidiendo el final de mi historia con mamá y el abuelo, y mi foto actual...
Aquí estoy nuevamente.
Me tomé un buen tiempo en seguirles contando mi historia, es que durante estos meses estuve demasiado ocupada para escribir, fui mamá nuevamente y ahora tengo un varoncito que junto con mi primer nena son mi locura.
A veces pienso que ya es hora de sentar cabeza, he tenido una vida muy movida y por primera vez en años tengo una pareja estable, un amorcito que me quiere tal cual soy y me comprende... también me soporta... y de a poco nos fuimos integrando en uno: él me hizo una mujer más adulta, seria y responsable... y yo lo fui pervirtiendo con mis mañas por el sexo, haciéndolo probar el placer de nuevas experiencias y el gustito por lo que no siempre está bien visto por los demás... y que a mí me encanta!
Él fue el primero en conocer mi historia, y de sorprendido... pasó a sentirse excitado en todas sus fibras, al final terminó ayudándome a escribir esta historia. Fue un placer que compartimos juntos, él sabe que me gusta mostrarme como buena gatita provocativa... y yo sé que él disfruta compartiéndome con ustedes... después de todo, me tiene en su cama cada noche, y cada día...
Hasta allí habíamos llegado con nuestros juegos... más hace un tiempo pasamos ese límite y ocurrió algo que me hizo decidirme a seguir escribiendo.
Fue durante el bautismo de mi nene...
Ese día invitamos a varios conocidos y estuvimos festejando hasta tarde. Bebimos más de la cuenta y al final de la noche todos se fueron despidiendo y sólo quedó uno de sus amigos. Quedamos los tres solos...
Yo ya había descubierto su mirada clavada en mis pechos, los tenía hinchados y llenos de leche y sabía que se asomaban por demás tentadores en el escote de mi vestido.
Cuando bailábamos me apretaba descaradamente y yo reía jugueteándole y espiaba de reojo a mi amorcito que nos contemplaba y me asentía con la cabeza como diciendo... te gusta ser putita... Yo sé que eso lo calienta y seguí con mi jueguito, hasta que su amigo perdió la total compostura y sin dejar de frotarme su erección contra la pelvis comenzó a acariciarme el culo enloquecido de calentura... yo también estaba excitada pero sabía cuál era mi límite... busqué nuevamente la mirada de mi amorcito esperando su consentimiento... y él por toda respuesta se acercó desde atrás y me besó en el cuello bajo mi oreja... haciéndome suspirar...
Fue todo lo que recuerdo.
Después ya estaba en mi habitación... en la cama... envuelta en un coro de gemidos que mezclaban sus voces meciéndose al ritmo que el desenfreno del sexo le marcaba al traqueteo de la cama...
Montada sobre su amigo subía y bajaba enloquecida mis caderas sintiendo como me enterraba hasta el fondo la pijota y al mismo tiempo me devoraba, llenándose la boca con mis pechos, apretándolos mientras chupaba y mordisqueaba con furia mis pezones endurecidos succionándolos ávido de mi nata dulzona de nodriza..., haciendo que mi leche mojara su rostro y se derramara por mi vientre...
Mientras, mi amorcito se colocaba detrás de mí acercándose afiebrado de la calentura que le provocaba el verme coger... él también quería participar de la fiesta y deseoso comenzó a tocarme... haciéndome gritar de placer y dolor cuando metió sus dedos entre mis nalgas dilatando mi ano, preparándome... Con su otra mano ensalivaba la cabeza de su pijota endurecida... enardecido por enterrarme su erección me sujetó de la cintura para tenerme quieta antes de penetrarme de un solo golpe, para luego comenzar frenético a bombearme el culo con su verga... ohh! Siií!!
Aaahhh!!! Aaahhh!!!
¡Cómo me gustaba sentirlos a los dos así, dentro de mí llenándome a más no poder, entrechocando sus vergas en esas embestidas de machos desbocados y enloquecidos por poseerme!! Sacudiendo mi cuerpo en acometidas lujuriosas... Dándome su semen caliente en esa doble penetración!! Yo gemía... gritaba de gusto creyendo morirme nuevamente... retorciéndome en interminables espasmos de placer...
No sé cuántas veces lo hicimos ni el tiempo que duró esa locura...
Solo sé que terminé la noche extenuada... y con sus sabores mezclados en mi boca... tragándome la leche de los dos... Y recordando...
No era la primera vez...
Ya había probado esos placeres...
... Doble penetración...
Hacía mucho tiempo que no lo hacía... más ya había probado esa sensación de abandonarme por completo entregada a dos hombres... retorcerme sacudida por dos machos a dúo, mi cuerpo en el aire sujetado sólo por sus miembros... sudor, humedad y semen surtidos por duplicado... doble y placentera emoción...
Sí, podía recordarlo bien, no había llegado a cumplir quince años cuando supe en carne propia lo que era la doble penetración.
Y esta nueva experiencia hizo aflorar los recuerdos de aquella otra primera ocasión, por demás especial, que quedó grabada en mi cuerpo y en mi mente para siempre...
Y que todavía no les conté. Porque también es parte del final de mi relato.
Como sabrán, esta historia comenzó hace tiempo.
Si leyeron mis anteriores relatos de "ADICTA A LAS PERVERSIONES DEL ABUELO" sabrán ya de lo que soy capaz, si no les recomiendo que los recorran para tener una mejor comprensión, y así no se sorprenderán de lo que van a encontrar en estas líneas.
Sí, yo soy Cintia, la que se atreve a todo y a hecho de todo... así comencé mi primer relato.
Y es verdad, aunque a algunos no les guste y se refieran a mí como la putita o ramera...
No, las rameras cobran por el sexo, y yo nunca he cobrado, lo hago por gusto, lo disfruto, lo saboreo... me embriaga el placer y la sensación de débil satisfacción en la piel después de hacerlo... en la cama,... en cualquier lugar, en todas las formas, a toda hora... cuando alguien me gusta nunca he dicho que no, me entrego de lleno... y no tengo límites.
Si soy pervertida... será así entonces, pero no me arrepiento.
En mis primeros relatos les conté como siendo todavía una niña al mudarnos con mamá a la casa del abuelo Juan nuestras vidas cambiaron para siempre.
Y como descubrí en medio de la noche los incestuosos gemidos de la relación que los unía... Y la perversión del abuelo por mi cuerpito de niña en crecimiento... Y sus caricias que estimulaban mi curiosidad lujuriosa... Y mi boquita inocente conociendo la rigidez de su deseo... el sabor tibio de su hombría..., y el placer de las caricias de mamá y su piel suave... Y mi conversión a mujer, a hembrita provocativa y deseosa, que me llevaron a jugar con el abuelo hasta el borde mismo del abismo... y a terminar en medio de gemidos de placer y llanto entremezclados mientras me poseía anal y salvajemente...
Para llegar al descubrimiento final... la verdadera identidad de mi padre...
Hasta ahí había llegado milagrosamente virgen pero no inocente, y de no ser por mi aún intacto himen podría haber competido en experiencia con una ramera... y aventajarla...
Sí, ahora llegaba al tiempo de mi cumpleaños número trece, y no iba a ser una fecha más...
...En varias oportunidades estuve a punto de preguntarle a mamá la verdad sobre mi padre y confirmar así finalmente mis presentimientos sobre el abuelo y su sospechada paternidad.
Más llegado el momento me cohibía y no me salían las palabras, me quedaba atragantada con la interrogación sin saber que decir.
Hasta que un día antes de salir para el colegio junté coraje y casi parada en la puerta de la casa antes de despedirme disparé la pregunta de improviso, sin pensarlo demasiado para no dudar.
-¿ Mami,... el abuelo es mi papá???-
La tomé tan de sorpresa que no supo que decir, ni siquiera trató de negarlo, improvisó una defensa nerviosa balbuceando que no preguntara tonterías... más el brillo de sus ojos verdes iluminados por el reflejo de las lágrimas que se asomaban no hizo más que contestar mi pregunta.
No insistí más con el tema.
Ya sabía la respuesta.
Esa tarde al regresar pasé directamente por el taller del abuelo, necesitaba verlo.. estar con él.
Lo encontré atareado debajo de un auto haciendo reparaciones, y me quedé allí de pie a un lado sin hacer ruido, no me animaba a hablarle. Había sido suya, me había entregado a él casi completamente y ahora estaba nerviosa como si tuviera a un desconocido frente a mí. Después de todo nada cambiaba, fuera mi padre o mi abuelo, o ambos, era mi hombre, y en ese momento solamente eso era lo que me importaba.
Solo que ahora comprendía porqué mi cuerpo estallaba de gozo cuando me tocaba... estaba en mi sangre, en mis genes, era una verdadera herencia de familia: mi abuelo, mi padre, un abusador... mi madre una verdadera ramera entregada... yo no podía ser menos, sino la suma de todas las perversiones... y así era, la más adicta al sexo... esclava de los placeres, capaz de animarme a todo, y hacer de todo...
-Hola chiquita, ¿qué estás haciendo aquí?-
La voz del abuelo interrumpió mis pensamientos mientras se asomaba bajo el auto, y su vista golosa desde esa perspectiva se clavaba entre mis piernas por debajo de la pollerita del colegio... Le devolví una sonrisita cómplice al tiempo que poniéndome en puntitas de pie separaba aún más las rodillas dejando que se regocijara con el panorama... sí, era toda una putita bien entrenada para provocar, sabía bien lo que le gustaba, y lo que yo deseaba... y ahora deseaba estar con él, más que nunca, para eso lo había ido a buscar...
Lo tomé de la mano y sin decir palabra lo llevé al cuartito del fondo...
Sentada en el borde de la cama bajé el cierre de su overol apresurada, quería sentirlo ya, tenerlo, aspirar su olor de macho viendo asomarse su miembro embrutecido por la erección, y sentirlo palpitar en mi boca, acariciarlo con mis labios lentamente, untándolo con la saliva húmeda y caliente mientras mis manos aferraban el tronco venoso ordeñándolo cada vez más intensamente... Sí, eso me agradaba, me enloquecía... me hacía sentir oleadas de calor que mojaban mi entrepierna deseosa y latir intenso de deseo mi corazón...
Y el abuelo, mi papá, gozando de satisfacción por mi mamada complaciente y entusiasta y a medida que se enloquecía de gusto se aferraba a mis cabellos sujetando mi cabeza con ambas manos, hundiéndome con fiereza la vergota hinchada hasta el fondo de la garganta, jadeando de placer en un mete y saca desenfrenado, cogiéndome por la boca buscando saciarse...
Estaba enloquecido y deseoso, sacaba su vergota enorme y a punto de explotar fregándomela por la cara, mientras yo la besaba con pasión, como adorándola, era el fruto de todos mis pecados y quería más y más... me la metí de nuevo en la boca ansiosa, apresando la cabezota caliente con mis labios, reteniéndola suavemente con mis dientes para que no escapara mientras mi lengua lamía la hendidura de su punta amoratada... para volverla a succionar imperiosamente... quería más, más... me sujeté a su cintura con fuerza, como si alguien quisiera arrebatármela, tragándomela toda hambrienta, mi boquita de nena devoraba por completo su miembro de hombre, quería más y más... y el abuelo atormentado por mi boquita perversa resistió un tiempo demasiado largo para mi gusto ansioso, hasta que bramando entre gruñidos de satisfacción se descargó en mi garganta con chorros de leche espesa, cremosa, leche tibia burbujeante de vida que yo tragaba sin desperdiciar una gota, relamiendo golosa un hilito de miel que pretendía escapar por la comisura de mis labios...
Quería más y más... y ahora el sabor del semen me excitaba como el condimento de un fino bocado, quería más...
Y el abuelo también, yo lo sabía, y por eso seguía lamiendo su tronco hasta dejarlo dispuesto a complacerme, listo para la acción...
Me volteé dándole la espalda, poniéndome en cuatro patas como una gata en celo dispuesta a recibirlo, con mis manos apoyadas contra la pared completamente rendida a sus deseos...
Y el abuelo enloquecido por mi actitud de putita complaciente levantó mi faldita sobre mi cintura y ni siquiera me sacó la tanguita, la tironeó a un costado con fuerza hundiendo el encaje entre los labios de mi vagina haciéndome estremecer a su contacto y dejando libre el camino a mi colita al mismo tiempo, hundió su cara entre mis nalgas y con un lengüetazo lujurioso en mi ano humedeció el camino antes de embestir sin compasión, me penetró ansioso buscando saciarse haciéndome gritar... enardecido por completo al ver que me retorcía gimiendo... y que al mismo tiempo mis manos separaban mis nalgas abriéndome a sus deseos, facilitándole la tarea... incitándolo todavía más...
-Ahhh!! Ahhh!!!-
-Te duele putita...?? Te duele!!-
Sí, me dolía... pero ahora me gustaba... quería más, y más... ya no me importaba nada, no tenía ninguna traba que me impidiera disfrutar, solo gozar, gozar.. -
Yo gritaba y gemía disfrutando y oscilaba el culo al compás de sus embestidas, y el abuelo disfrutaba de mí sintiendo que me hacía gozar, y los dos nos embarcábamos en un círculo vicioso de placer que nos llevaba al paroxismo...
-Ahhh!!Ahhh!!!-
Mis gemidos de placer llenaban el aire, se mezclaban con los bufidos de satisfacción del abuelo en un coro enloquecido y lujurioso...
-Te gusta, perra, te gusta... -
Me decía al oído el abuelo mientras besaba y mordía mi cuello, tiraba de mis cabellos como si fueran las riendas de una yegua en servicio, girando mi cabeza a un lado para lamer mi rostro... su lengua buscaba mi lengua... sus manos apretaban mis pechos, tironeaban de mis pezones haciéndome jadear... tocaban los labios húmedos de miel de mi vagina... y su miembro llenaba mi interior sin cesar en sus embates abriéndose paso en mi esfínter dilatado, deliciosamente usado, roto..., dentro y fuera, dentro y fuera... más y más, quería más y más... y más... y él me daba más y más...
-Abu... Abuu!!! Aaahhhh!!! Aaaaahhhh!!!!!!!-
Acabé deliciosamente gritando mi primer orgasmo, todo mi cuerpo conmovido por espasmos de glorioso placer hasta casi desvanecerme, mis gritos se deben haber escuchado hasta la calle... tanto que el abuelo me tapó la boca al tiempo que me clavaba de nuevo con su vergota... enloquecida de gusto en pleno clímax lo mordí, clavé mis dientes con fuerza en su mano, solo para recibir como respuesta otra embestida aún más violenta de su miembro de semental endurecido, hundió su tremenda pija calzándome hasta los huevos en dos embestidas finales tremendas que casi me parten... y me hicieron acabar nuevamente en otro orgasmo de lujurioso placer anal...
-Mi putitaa... Puta... Putaaaa!!! Aahhhgg!!!!!
Un río de semen caliente se derramó en mi interior y desbordó de mi culo poseído, deliciosa sensación que disfrutaba con mi cara apoyada en la pared, casi desvanecida y empapada en sudor, mientras recuperaba como podía el ritmo de la respiración y me relajaba... y sentía escurrirse lentamente entre mis muslos las mieles tibias y húmedas con que me había bañado mi abuelito... o mejor dicho mi papito querido.
-Te quiero abu... te quiero... papito... -
Susurraron despacito mis labios mientras el abuelo me acariciaba mimoso y se reponía... y ponía frente a mi rostro su biberón musculoso y viril, para que yo lo lamiera hasta dejarlo limpio y lustroso en premio por haberme saciado...
Y por supuesto, volví a complacerlo...
En tres días cumplía años, y estaba segura cual iba a ser mi regalo, lo esperaba ansiosa... incluso el abuelo me había preguntado que quería de obsequio... y sin dudarlo, le susurré al oído: ...QUIERO SER TU MUJER...
Él me sonrió mientras me abrazaba y dándome un beso colocó unos billetes en mi bolsillo, para que " me compre algo lindo". ¿Qué podía ser?
Tenía de todo, ropa, vestidos, zapatos... tal vez algo que a él le gustara... que pudiéramos disfrutar los dos... Sí!! ya sabía lo que me compraría.
Lo había visto al volver de la escuela, en la vidriera de un negocio a dos cuadras de casa, una mercería con ropa femenina.
Más al entrar presentí que había cometido un error, un escozor me recorrió la piel...
El dueño resultó ser un compadre conocido del abuelo, un cuarentón amigo al que llamaban "el Turco", yo lo había visto pasar por el taller y mucho no me agradaba, tenía una mirada sombría, depravada...
Le gustaba manosear a sus empleadas y "cogerlas contra el mostrador... o echarlas" como le contaba al abuelo en charlas al atardecer copas de por medio.
Al verme se quedó observándome desde la caja registradora mientras su empleada me atendía. Y pude sentir de inmediato su mirada recorriendo con lujuria cada curva de mi cuerpo como evaluando la mercadería... Yo me puse roja de la vergüenza... más aún cuando le pedí a la mujer con voz baja y entrecortada ver ropa interior, me desnudó con la vista como si fuera una ramera parada en la esquina...
Un escozor me erizó la nuca cuando lo oí acercarse y pararse junto a mí... estuve a punto de salir corriendo...
¿Eres la nieta de Juan, no?-
Asentí con la cabeza mientras bajaba la vista para no cruzarme con sus ojos penetrantes y me dedicaba nerviosamente a tratar de ocultar entre mis manos un par de medias de seda de malla negra y un conjuntito de encaje con portaligas haciendo juego que había elegido...
Sí,... Juan me contó que eras muy bonita... y muy buenita...
Y rozó suavemente mi mano sintiendo mi piel, sin dejar de mirarme fijamente.
Ese último "buenita" sonó por demás a "putita"... acaso el abuelo había comentado entre copas lo que hacíamos? Esa posibilidad me hizo ruborizar por completo, me sentí descubierta...
Pagué y salí de allí lo más pronto posible sintiendo su mirada babosa pegada en mis caderas...
El día había llegado... por fin! Mi cumpleaños número trece. Y no iba a ser de mala suerte.
Era viernes, por lo que tendría todo un fin de semana en casa para festejar... a lo grande...!!
El abuelo me despidió con un beso cuando salía para el colegio,... más tarde vendría la fiesta...
A la noche estaba arregladita como una muñeca, maquillada y con los labios y los ojos pintados tal vez exageradamente debido a mi deseo de parecer mayor. Cuando me vestía para la ocasión el solo contacto de la seda en mi piel me excitaba, soñando con ese momento anhelado me quedé recostada en la cama... tocándome lentamente... humedeciéndome... la espera me ponía por demás ansiosa...
Después de cenar todo estaba preparado para el festejo, y la atmósfera se calentaba lentamente igual que mi piel.
Estábamos con mamá, las dos nos sentamos en el sofá, una a cada lado del abuelo cuando destapó una botella y el estampido del descorche pareció marcar la largada de la lujuria y el deseo familiar.
El vino se desbordó de las copas y el abuelo acercó el pico a la boca de mamá para que mamara de la botella... como estaba acostumbrada. Entre risas dejó escapar un hilo dorado de líquido que escurrió de sus labios y se abrió camino hacia su escote, seguido por la mano del abuelo... que comenzó a tantear sus pezones, poniéndolos duros al roce y provocándola, arrancándole suspiros como ronroneos de gata.
Me paré frente a él, después de todo era mi festejo y yo debía ser el centro de la atención, así que cautivé su mirada mientras me quitaba la ropa sonriéndole, invitándolo a contemplarme, mi piel de jovencita virgen con deseos de ramera... dejé mis pechos paraditos al descubierto y me quedé solo con las bragas y las medias ofreciéndome dispuesta... y al abuelo mi aspecto de hembrita sexy lo enloqueció, podía verlo en sus ojos llenándose con mi cuerpo apenas cubierto por la seda y el encaje...
Mamá bajó su cierre y la vergota escapó libre de un salto dándole en la cara, solo para que ella la atenazara entre sus labios lamiéndola de arriba abajo, poniendo la cabezota brillante con su saliva mientras se la chupaba, y haciéndolo exhalar al abuelo un gruñido de gusto, satisfecho por la mamada hambrienta que le daba la muy perra...
Entonces yo me acerqué reclamando mi parte, me incliné y comencé a besar al abuelo en los labios, jugando con mi lengua mientras él me comía la boca, luego los pechos, mordiéndome los pezones duritos de ganas... el ombligo... para terminar baboseándome las bragas antes de arrancarlas de un tirón y meter su lengua en mi conchita húmeda y ansiosa, un lengüetazo rudo sorbiendo mis jugos y mi sabor, mi olor de hembrita en celo...
...Cojeme... abuelito... cojeme... Ya!!- alcancé a musitar entre gemidos mientras él me exploraba con su boca haciéndome perder el aliento, y loca de ganas le arrebaté el trofeo a mamá manoteando su vergota... sintiendo latir sus venas calientes... y sólo anhelé tenerlo muy dentro de mí haciéndome mujer por siempre...
Pasé mi pierna sobre el cuerpo del abuelo y decidida monté sobre él, sujetaba su pija entre mis manos como si no quisiera perderla mientras acomodaba la cabezota entre los labios de mi sexo húmedo... Quise sentarme sobre él más su tremenda y gruesa erección no me entraba... Mi vagina virgen y cerradita se negaba a recibir semejante trozo de carne palpitante y tieso como una piedra...
Aahhh!!! Aahhh!! No pude dejar escapar un grito mientras el abuelo empujaba hacia mi interior abriéndose paso, levantando su vergota hacia mis entrañas... me tenía calzada llenando mi canal de ingreso hasta donde el himen ofrecía resistencia... mis labios inflamados chorreaban jugos tratando instintivamente de allanarle el camino... pero a cada envión me dolía más y más...
Recordé el calvario de mi debut anal... tendría que sufrir lo mismo?
Por un momento mis miedos superaron al deseo... y estuve a punto de querer huir, levanté mis caderas asustada...
Más el abuelo me sujetaba de la cintura...
Y entonces mamá, viéndome la carita de espanto que tenía en ese instante, se apretujó a mi lado dándome su respaldo y calor... besándome suavemente, consolándome como a la nena que todavía era...
Pasando su mano por detrás entre mis piernas aferró el miembro del abuelo conteniéndolo... me pregunté si ella estaría recordando su propio desvirgue por el mismo semental... y su propio dolor al hacerse mujer.
Y mientras me acariciaba con su otra mano, me recorría el sexo mansamente relajándome y preparándome para la ocasión... masturbándome delicadamente hasta hacerme gimotear de gusto... al ritmo de sus dedos... Y yo inocente me dejaba llevar hechizada por sus caricias...
Flojita... relajate... es solo un momento... susurraba su voz en mi oído angelicalmente
Y entonces...
Ahahh!!! Grité al sentir como si una aguja se clavara en mi rincón más íntimo desgarrándome...
Por un momento no entendí que pasaba... hasta ver el dedo de mamá ensangrentado...
Ella misma me había desvirgado...
Y dejaba abierto el camino para el miembro del abuelo. Antes que yo reaccionara ella acomodó la cabezota de nuevo en mi sexo incitándolo a penetrarme.
AAAHHH!!! Mi grito fue todavía más intenso que el anterior... el abuelo me había dilatado por completo y estaba en mi interior... empujando... acomodando bien adentro su vergota... mientras mamá me sostenía y yo creía desmayarme en cualquier momento.
No sé bien cuánto tiempo pasó, para mí era una eternidad. Empujando y empujando lo sentía en mi interior llegando hasta el fondo dejándome empalada por completo con su miembro hasta los testículos... Entonces resopló tomándose un respiro y dejándome revivir... sólo para abrazarme y acomodarse mejor dándome vuelta... como si fuera una muñeca sin voluntad propia me puso de espalda contra el sillón levantando mis piernas sobre sus hombros... completamente abierta a sus deseos...
Y se tomó su tiempo para montarme como a una yegüita en servicio... me enterró bien la vergota comenzando con un mete y saca lento, incrementando sus enviones junto con su excitación y sus deseos por fornicarme... cada vez más intenso... me la metía y la sacaba solo para volver a empujar con más bríos, inmune a mis gemidos... enloquecido de gusto sacudía mi cuerpo a voluntad... hasta hartarse de tenerme y sentirse satisfecho de estrenarme.
Y ebrio de gozo sacó su pijota untada en mis jugos salpicada con manchas sanguinolentas y agitándola fervoroso se corrió en chorros de semen sobre mi abdomen, mientras la puta de mamá, como siempre complaciente, se arrodillaba a lamer la leche caliente que se derramaba por mi vientre y todavía goteaba de la cabezota morada...
Por suerte esa noche no me buscó más, estaba demasiado agotada y débil para otro encuentro cercano con su erección... y además mamá se encargó después de sacarle hasta las últimas ganas poniéndose en cuatro patas y dejándose culear sobre la alfombra... aunque mientras el abuelo se la metía y ella se retorcía jadeando como una perra, no pude evitar ver el brillo duro de sus ojos fijos en los míos: ahora éramos dos mujeres adultas en la casa... y ella bien lo sabía.
Como sucedió con mi colita... Yo ya le tomaría el gusto a los placeres del abuelo... y en ese momento la competencia sería sin reglas...
Ella bien lo sabía.
Y yo sería la favorita.
De eso podía estar segura.