Cine turco (1)

Llego a un cine lleno de machos y empiezo a mariposear de polla en polla hasta que me reboso de gusto.

En un cine porno turco.-

Esto ocurrió hace tres años en Ankara. Fui de vacaciones a Turquía con una mariquita amiga mía y cuando llegamos a esta ciudad nos decidimos a ir a un cine porno para morbosear un poco con los machitos que van a ver pelis y a tocarse por encima del pantalón. Pero lo cierto es que nos llevamos una grata sorpresa, los machitos no solo se tocaban la polla por encima del pantalón sino que también se las sacaban e incluso se dejaban hacer una mamada (al fin y al cabo, una boca golosa mientras ves sexo en la pantalla nunca debe rechazarse). Lo cierto es que aquella tarde dio para mucho, aunque empezaré por el principio y, si os gusta, iré desarrollando la historia en sucesivas entregas.

Según entré en la sala, aunque estaba bastante oscura, pude apreciar muchísimas siluetas de hombres sentados. Como ya sabéis, a los turcos les encanta llevar bigote (y a mi me encanta que lo lleven), por lo que la casi veintena de machos solitarios que había allí me gustaban y ojo ¡no había competencia!. Me senté donde pude hasta que se me aclarara la vista y observé que en una fila había dos tíos hablando en voz baja, uno de ellos era bastante varonil, con camisa abotonada hasta la mitad y con una enorme mata de pelo que recubría su pecho; el otro en cambio, parecía más joven (de unos 30 años) lampiño y como algo retrasado (aunque eso solo me lo pareció a mi). Decidí sentarme en la misma fila que ellos a ver si veía algo de movida pero, cual fue mi sorpresa al ver que el mayor de los dos (de 45 años aproximadamente) cuando se percató de que miraba con cierto disimilo hacia ellos, comenzó a frotarse el pantalón y en un santiamén, se sacó tremendo trabuco que me dejó "muerta". Era un pollón descomunal, y más aún tratándose de un turco puesto que mi experiencia por esos mundos me permite afirmar que los turcos no suelen tener grandes ejemplares aunque en cuestión de huevos (junto con los machos de Georgia y Uzbekistán) son de los más agraciados.

Bueno el hecho es que el tipo se frotaba aquel rabote mientras miraba a la peli y, de reojo, miraba mis reacciones. Y como era de esperar, sin ningún preámbulo, me lanzé como una araña voladora sobre su presa y enseguida, me arrodillé ante aquel mástil digno de aparecer en las galerías de fotos de las páginas porno que muestran "super_cocks" y a las que yo soy adicta. Cuando yo, una experta mamona, me metí el rabo en la boca y empecé a trabajarlo, fue tal el gusto del macho que me agarró la cabeza con ambas manos y pasó olímpicamente de la película para deleitarse con la visión de su polla ensalivada mientras mis labios la recorrían. El cabrón me apretaba la cabeza llegándome a dar arcadas pero eso, lejos de disgustarme, me ponía más caliente.

A todo esto, debo decir que el otro tío, que estaba sentado junto a "mi nuevo marido", actuaba como si nada estuviera pasando ya que no quitaba la vista de la pantalla. Bueno, pues yo a lo mío, a darle gusto a aquel madurito peludo con un bigote negro como el betún y una cara de vicioso que nunca antes habría puesto. En una de estas le intenté desabrochar el pantalón para comerle los huevitos pero, en un turco incomprensible para mi formación europea occidental, deduje que el pensaba que el sitio no era el más adecuado para bajarse los pantalones, y sin dejarme casi pensarlo, me volvió a enterrar la polla en la boca. Seguí haciendo mi trabajo y de pronto sentí como aquello se ponía más duro y él me la enterraba más profundo y a mayor velocidad hasta que, ¡oh divino elixir!, me tragué una leche espesa y abundante que me inundó la garganta y me llenó de placer al probar ese sabor ácido que hacía tiempo que no probaba ya que por aquí hay que andarse con mucho ojo ya que las mariquitas están muy desesperadas y hacen locuras. Una vez tomado mi biberón, me levanté dignísima y me dirigí al baño para lavarme las manos y recomponer el pelo y la ropa. Cuando aún estoy ensimismado, veo que el tipo se me acerca y me tira del brazo.

Yo pensé: - ¡Otro que quiere dinero!-

pero se sorprenderán al descubrir que lo que quería es que le diera una mamada a su amigo ( que en realidad era su hermano y al que nunca se la habían comido). Lo cierto es que con la cara aniñada que tenía y aquel cuerpecillo enclenque, no me apetecía nada comérsela pero, "como una se debe a su público", al final cerré los ojos y le hice un favor al pobre chiquillo. No tardó mucho en correrse ya que dos lengüetazos fueron suficientes para que la fuente se rebosara. Salí de nuevo tras el segundo biberón y observé que el tipo que limpiaba los baños me miraba de una forma especial, no me gustaba nada pero lo que me propuso si que me encantó y espero que a ustedes también les guste aunque para esto tendrán que esperar al próximo episodio.

P.D. Es mi primer relato y os aseguro que es verídico. Espero que os guste y que me animéis a seguir contando todo lo que me ocurrió durante las 6 horas que estuve metido allí. Aseguro que fueron 16 las pollas probé aquella tarde. Saludos