Cine de barrio

Un Amo y su sumisa pasan una agradable tarde en el cine

La idea de ir a un cine de barrio, de los que ya no quedaban, de sesión continua y dos películas había sido de Paqui, su Amo le había dado a elegir entre varias opciones y había tenido que elegir precisamente esa.

La primera película había sido un rollo, a Paqui no le gustaban las películas policíacas, pero a su Amo si y había estado todo el tiempo pendiente de la pantalla, mientras que ella se inflaba a comer palomitas y a beber coca cola, tal había sido su aburrimiento que salió hasta dos veces a recargar bebida en el bar del cine.

Al llegar el descanso Paqui le afeó su conducta, no le había hecho el más mínimo caso, ni siquiera le había pasado un brazo por el hombre, tampoco aceptó que ella apoyara su cabeza sobre él. Estaba realmente molesta.

El Amo puso sobre Paqui la mirada que ella siempre temía, se había enfadado y no le quedaba otra opción que bajar la cabeza y callarse.

SE sentó mientras él salía sin decir nada y estuvo varios minutos preocupada, no sabía si se había marchado y la había abandonado en el cine, no quería pensar en ello pero no podía evitarlo, las lágrimas empezaban a brotar.

Por fin su Amo volvió, venía cargado con varias botellas de agua, se sentó a su lado y sólo le dijo una cosa "quítate las bragas".

Paqui se puso de todos los colores, era el descanso, las luces estaban encendidas, la gente entraba y salía, preguntó tímidamente si lo había entendido bien, pero la cara de Amo dejaba claro que era así y que tenía que hacerlo ya.

Mirando a todas partes, roja de vergüenza y mojada por el morbo de la situación, se sentó, se tapó las rodillas con el abrigo y se bajó las bragas, primero hasta medio muslo, una nueva mirada a izquierda y derecha y las bragas caían hacia los tobillos, un rápido juego de piernas y las bragas quedaban en el suelo, iba agacharse a recogerlas pero Amo se lo impidió, en el suelo quedaron.

En el vestíbulo sonó el timbre de final de descanso y la gente volvió a sus asientos, varias personas pasaron por delante de Paqui para llegar a su sitio y todas ellas pudieron ver las bragas en el suelo, a una chica se le engancharon en los tacones y el Amo tuvo que cogerlas, Paqui se habría querido morir en aquél momento.

Por fin se apagaron las luces y comenzó la segunda película.

El Amo le alcanzó una botella de agua y le pidió que bebiera.

Al mismo tiempo le subió la falda le abrió las piernas con la mano derecha y comenzó a jugar con su coño.

Labios mayores, labios menores, orificio de la vagina, clítoris, todo fue manoseado, mientras Paqui se retorcía. El jueguecito de las bragas había sido como un afrodisíaco y Paqui estaba completamente cachonda.

Cada vez que paraba de beber el Amo  paraba de tocar a Paqui, había dejado en ella el poder de decidir si quería ser tocada o no y ella bebía sin parar. A la primera botella le sucedió la segunda y a esta una tercera.

Paqui se había corrido varias veces, mientras seguía bebiendo y su Amo le decía al oído lo bonita que era, le besaba la oreja, le tocaba las tetas, ya completamente al aire o le pellizcaba los pezones.

Tenía ya irritado el coño, pero el Amo era su tentación y quería correrse para él. No quería parar.

Después de una hora sin parar le dijo que tenía que ir al servicio, pero no pudo ser.

El Amo se lo impidió y comenzó un nuevo juego, con una mano le seguía masturbando, mientras con la otra acariciaba y apretaba su vientre.

Fue una lucha entre dos poderes, quería correrse, pero no quería orinarse, tampoco pudo ser.

Con un gritito que no pudo contener se corrió y se orinó, la mano del Amo moviéndose a gran velocidad de arriba abajo convertía el coño de Paqui en un aspersor, la orina, los jugos salpicaban y ella seguía en un orgasmo sin fin.

Llegó la paz, había llorado, estaba sudada y meada, pero satisfecha.

El Amo le cogió de la mano y tirando de ella salió del cine, Paqui a duras penas lograba guardar sus tetas.