CINCO SENTIDOS:Vista - Espía y Testigo

EL primero de cinco relatos relatos ya escritos que exploran experiencias eróticas y sexuales a través de los cinco sentidos... Cinco historias, cinco universos, cinco orgasmos... O tal vez más... "Santiago era mi obsesión."

CINCO SENTIDOS: Vista


ESPÍA Y TESTIGO…

Receptáculos de color

Sensores de inercia y cercanía

Panorámicas al universo

Mis ojos…

Si no pudiera ver

Sencillamente

Yo no “viviría”


Conocí a Santiago en mis años de universidad; época en que aunque me encontraba en lo más profundo del closet, mis ojos, aunque no inquietos, habían aprendido a captar universos complejos de forma discreta y aunque mantenía la mirada gacha para disimular su azul bahía que me hacía víctima de comentarios incómodos, sabían captar imágenes de todas las direcciones posibles… Así me encontré un día con su presencia distinguida, un cuerpo rubio y espigado que se bamboleaba seductoramente como quien está completamente cómodo consigo mismo. A simple vista lucía delgado y proporcionado, pero siendo un poco más detallista se notaba el resultado su afición deportiva.

Santiago era mi obsesión.

Me costó mucho aprender a controlar mis reflejos de inseguridad, aceptar que la belleza de mis ojos sólo recibía cumplidos aunque no pudiera comprenderlo; mientras para todos eran focos de atención y hasta admiración o envidia, para mi eran como literales focos que alumbraban en mi cara y resaltaban violentamente entre mis tez morena y mis pestañas y cejas tupidas. En definitiva no me gustaba mirar a nadie a la cara

- “¡Vaya hombre! Si  yo tuviera esos ojos no me lo pensara en robarme unos cuantos corazones” - me dijo cuando congeniamos por primera vez; mientras tanto, yo pensaba, que él con sus ojos pardos se había robado el mío con inmensa facilidad.

La primera vez que le vi, quise volverme invisible para que no notara que involuntariamente mis pies imitaban sus pasos; y difuminándome con las paredes y detrás de algunas columnas, le observé memorizando todos sus movimientos; en especial, ese de cuando cierra sus ojos y gira la cabeza de lado a lado, estirando su cuello en cada pausa… En mi cabeza es como si pudiera viajar a él y morderle cual si fuese un vampiro hambriento.

Aún recuerdo como me masturbé esa tarde al llegar a casa, con los ojos cerrados repasando cada escena de aquél inocente, víctima de mi perversión.

Sin darme cuenta me fui convirtiendo en un espía, literalmente sabía dónde encontrarlo en cada hora del día, sabía con quien estaría y lo que estaría haciendo; así fue como un día asistí a una práctica amistosa de su equipo de natación… aunque había poca gente en las gradas, pude mezclarme fácilmente y debí luchar con mi erección explosiva y mi injustificada eyaculación al ver desfilar su cuerpo apenas vestido con un pequeño speedo de tela negra y ajustada… Sus piernas musculosas y depiladas dejaban ver unas hermosas pantorrillas marcadas y voluminosas como si desfilara en cámara lenta, más arriba sus muslos aderezados con pequeñas gotas de humedad y un poco más arriba sus perfectas y firmes nalgas, que aunque pequeñas lucían preciosamente respingadas dentro de su bañador… su espalda se expandía con gracia desde la estrechez de su cintura sin ápices de grasa hasta sus hombros redondos y fibrados llenos de  millares de pecas castañas y delante su torso, perfectamente esculpido por manos de dioses; no lucía grotesco ni mucho menos hinchado, sin embargo su pecho resaltaba elegantemente en la medida justa para acompañar el resto de su cuerpo y su abdomen se lucía con el celaje de su tableta de lavadero en construcción que servía de antesala a la preciosa “V” de su vientre y a aquél majestuoso trozo de carne que apuntaba a la derecha sin disimular las líneas de su poderío.

Extasiado como ningún otro mortal, mi atención nunca se centro en la acción o la finalidad de aquellas brazadas y vueltas bajo el agua; todo mi azul bahía estaba destinado a él; a su figura, a su nariz perfilada asomándose de primera a cada que salía del agua; a su cabello desordenado cuando se quitaba ese odioso gorro y a sus movimientos distinguidos con una inexplicable mezcla entre gracia,  masculinidad y erotismo.

Sentí nervios en el momento en que se acercó a mi lugar y abrazó a la chica a mi derecha salpicándome un poco con su cabello… sentí que la vida se me iba en el toque de aquél breve rocío proveniente de sí… y de pronto…

-“¡Hey! ¡Yo te conozco de la universidad! El pana de los ojazos…”-

Sonreía hermosamente mientras me tendía una mano en señal amistosa. Yo sin saber qué hacer o cómo disimular mi asombro y la pena le tendí la mía casi automáticamente y solté un simple y tímido “sí, hola” , mientras él me apretaba la mano con firmeza y mucha fuerza.

Allí comenzó nuestra “amistad”… A partir de ese día cada vez que mi mirada lo conseguía, ya él me miraba y venía hacia mí para saludarme. No fue sino por pura casualidad que de pronto coincidimos en la misma clase y por fin debió preguntarme mi nombre… Luciano…

De la nada nos hicimos confidentes y la creciente confianza que me brindaba me permitía ampliar el repertorio de gestos, movimientos y partes de su cuerpo archivadas en mi memoria. Y al mismo tiempo, la confianza que yo iba sintiendo me permitía verle directamente para detallarlo disimulando mi ausencia de pudor.

Una tarde al salir de la universidad me propuso ir a su casa a terminar una asignación para el día siguiente… Sin poder negarme le acompañé disfrutando de sus temas de conversación sin sentido y de su risa despreocupada, noté entonces los incipientes vellos de su barba apenas naciente  y una pequeña cicatriz  en su mentón que parecía hecha con una maquinilla de afeitar.

Sin reparo y por sorpresa, comenzó a quitarse la ropa una vez llegamos a su habitación y encendimos el ordenador; no supe que hacer, pero dada su naturalidad vi por primera vez su cuerpo como protagonista de su casi desnudez, en esta oportunidad cubierto por un fino que se notaba recién nacido y entre la escasa luz que se colaba por las cortinas terracota, los relieves de su musculatura y los surcos en todo su cuerpo… me interrumpió su voz y la pequeña toalla blanca que tomo de la cama matrimonial que se enrollaba en la cintura cubriendo su bóxer gris

-“Me daré una ducha, hoy no he soportado el calor y siento que he sudado como loco… Puedes iniciar la investigación y yo no tardo… Debemos adelantar lo más posible antes de que llegue Luifer…”-

Santiago era tan espontáneo como la brisa y tan misterioso como un eclipse; su casa no daba pistas profundas sobre su vida, lo que me hizo reparar que hasta el momento no conocía nada de él más allá de lo superficial… Siempre di por sentado que era un chico afortunado, de familia cómoda y con gran éxito entre las chicas… Pero a ciencia cierta todo en mi cabeza sobre él no eran más que sueños e idealizaciones… Sin embargo; tratando de no abrumarme y ser productivo, me fui directamente a Google y terminé aturdido con las pestañas que se me sirvieron en bandeja de plata… Santiago parecía visitar mucho Men.com y SeanCody.com, y en favoritos muchas entradas a todorelatos.com en la categoría “Gays”… En lugar de alivio o alegría por confirmar su homosexualidad y alguna posibilidad de tenerlo para mí, me sentía confundido y en cierto punto hasta decepcionado… No comprendía lo que ocurría dentro de mí.

Como pude accedía a algunas páginas para iniciar nuestro trabajo, congelándome de nuevo cuando un bello hombre con aspecto de príncipe árabe, piel morena, ojos oscuros y profundos, cabello corto y barba y cuerpo perfecto, me sorprendió en la habitación preguntándome quien era… pregunta que respondió Santiago, que envuelto en su diminuta toalla, con el cuerpo húmedo y el cabello revuelto, ponía su mano en la cintura de aquél bello hombre y le daba un pequeño beso en los labios…

-“Luifer, él es Luciano, un compañero de clases, vinimos a hacer un trabajo que debemos entregar mañana mismo… ¿Cómo te fue con tú mamá?

Pasado el protocolo de tender y dar la mano, me enteré además de que Luifer era pareja de Santiago hace dos años, que juntos habían decidido alquilar aquella bonita casa ayudándose con sus respectivos padres y el trabajo que mensualmente Luifer hacía para su madre como gestor o más bien mandadero…

Terminamos el trabajo bien entrada la noche, yo esperé impacientemente mi taxi entre las conversaciones de aquellos dos… Mi obsesión había sido pisoteada, bombardeada, congelada, mutilada y burlada, todo en un mismo día… ¿A caso él siempre supo que yo era gay, o daba por sentado que era heterosexual y además muy mente abierta? No sabía cómo volver a mirar a Santiago el día siguiente, sabiendo que era una persona más, y que jamás sería para mí… Por momentos me imagine siendo un completo cabrón luchando por lo que quería y separar a aquellos dos, pero sabía que ese no era más que un producto fantasioso de los deseos que nunca cumpliría…

Me fui, acordando que Santiago llevaría el trabajo en su pendrive para imprimirlo en la universidad, y al llegar a casa me duche y me tendí en la cama a pensar en lo idiota que había sido fijándome en un completo imposible… Ya no valía de nada dejarme derretir cuando me llamara “ojos bellos”, “mirada de ángel” o “azul bahía”… y sin saber por qué, quise imaginar cómo fornicaban esa noche, masturbándome desenfrenadamente para terminar en un orgasmo vacío…

La mañana siguiente, me sorprendí al ver llegar a Santiago con una bota inmovilizadora y una muleta, además de unas inmensas ojeras… Me contó que por la noche al trotar con su pareja como siempre lo hacía, piso el borde de un bache y sufrió una torcedura que le terminó enviando al hospital… pero que a pesar del dolor y de no haber dormido nada, no podía perder los exámenes de las dos primeras clases ni dejarme defender el trabajo solo. Realmente me daba pesar ver su estado… su cabello más revuelto que nunca y sus ojos apagados tenían mi cámara mental trabajando a toda marcha, mi corazón estaba enternecido y como medida cautelar para no retroceder le pedí su pendrive para ir yo a imprimirlo y él pudiera pasar al menos las primeras tres horas del día sentado…

-“¡Lucho! Entre tantas cosas y el corre corre se me olvidó… y te juro que el camino venia pensando era en tus ojitos bellos y no en si se me quedaba algo o no…”

No hallaba que responder…  Pero el mismo lo resolvió

-“Tú tienes libre la segunda hora y la materia que te toca ahorita es con el profesor que siempre llega tarde ¿no? ¡Puedes ir a buscar el pendrive! Toma la llave. Ya sabes llegar a mi casa, además es bastante cerca. Le pediría el favor a Luifer, pero me dijo que hoy se vería temprano con un cliente…”-

No hubo espacio para discutir opciones, realmente sólo atiné a pedirle que no abusara de su pierna y que le escribiría en cuanto estuviera en su casa.

Salí y tomé el primer bus, llegué rápidamente y de inmediato llamé a Santiago, como perro por su casa llegué al dormitorio y sin encender las luces ubique el pendrive justo donde me lo indicaba a través del teléfono y yo mismo lo había dejado la noche anterior… pero al disponerme a salir escuché cerrarse la puerta principal… No quería que Luifer me viera allí aunque tuviera la mejor explicación en mis manos; y como acto reflejo me escondí en el clóset esperando no ser descubierto y poder salir pronto de allí.

-“Acaba de llegar tu novio” –le dije – “no quiero que me vea aquí”-

Las luces de la habitación se encendieron y vi a Luifer entrar y lanzar sobre la cama una pequeña bolsa blanca y sentarse en la orilla… Por un momento pensé que sólo haría una breve parada para ir a la reunión con su cliente, hasta que otro hombre con un perfil físico similar a él entró y se paró frente a él dándole un beso realmente salvaje…

Aunque no quería estar allí, mis ojos estaban deslumbrados, mi pecho confundido y mi pene a reventar. Sólo atiné a guardar silencio y bajar mi teléfono mientras veía aquella escena.

El desconocido se desprendía de su franela deportiva y ajustada dejando ver un cuerpo grueso y masculino perfectamente depilado, mientras Luifer le desabotonaba el pantalón con desespero, para luego dejarse abrir su camisa y proseguir con el bóxer del otro, tomando con una mano aquél enorme y grotesco miembro para tragárselo por  completo mientras el desconocido suspiraba con la cara puesta al techo y bufaba sujetándole la cabeza… sus movimientos eran animales, rápidos y toscos, parecía que se hicieran el amor con profundo odio y aunque no lo comprendía y Santiago se mantenía en mi cabeza, estaba completamente excitado.

Una vez Luifer se sacaba aquella poderosa pieza de su garganta se levantó dándole vuelta al desconocido para que fuera este quien sentado se comiera entera la erección del infiel… también era grande, pero mucho más estética que el del otro, quien se la chupaba como si tuviera años de práctica y lo disfrutara más que a nada… entre esos jadeos guturales me enteré de la voz de Luifer que su amante mamador se llamaba Jorge, y que según él lo hacía mucho más rico que el predecible de su novio…

Aquellas palabras me golpearon en el estómago como si fuese de mí mismo de quien hablaba, pero eso no fue motivo suficiente para que yo evitara acomodar mi verga en el pantalón y comenzara a sobarla por encima…

Desprendidos de su ropa los observaba revolcarse sobre la cama como buscando un ganador en la pelea por someter al otro, y fue Jorge, el desconocido, el que quedó patas arriba mientras Luifer le lamia el ano con desespero y le penetraba la garganta en un 69 a lo bestia, del que levantándose en la cama y recostándose de la pared, tomó a Jorge por sus nalgas y lo levantó haciéndolo quedar sobre su cabeza y hombros, equilibrándose con sus pies contra la pared y sus piernas alrededor de él… Estaba tan sorprendido en su manera de tener sexo que no noté cuando Luifer se puso el condón y comenzó a llenar al otro de lubricante como si quisiera desbordarlo… De pronto tomo su miembro y apuntó al agujero, y lo metió completamente mientras Jorge gruñía y elogiaba sus habilidades amatorias.

El ambiente se llenó de gemidos y el sonido de la pelvis chocando contra las nalgas abiertas inundaba el lugar… durante un par de minutos le vi entrar y salir de aquel hombre abierto y ofrecido, hasta que este mismo le pidió cambiar de posición y terminó montado sobre él cabalgándolo de espaldas a una velocidad frenética… Mis calzoncillos ya estaban completamente húmedos de líquido preseminal y solo quería sacármelo para pajearme con libertad, pero temía ser descubierto como un intruso y testigo de aquella infidelidad…

Para ese momento ya había asumido que Santiago era el pasivo de la relación y en mi cabeza se iban construyendo algunas imágenes de mi miembro en sus entrañas mientras lo sodomizaba tal como su novio lo hacía con su amante… sin embargo Jorge dijo en voz alta de pronto, interrumpiendo mi fantasía y haciéndome replantearla en la versatilidad…

-“Es tu turno, dame a mí… recuérdame por qué es que sigo metiéndote en mi cada vez que me quedo solo… quiero sentir todo esto rompiéndome por dentro”-

Jorge sonreía y se levantaba con cara de vicio mientras el pene acondonado de Luifer salía de dentro de él… Luifer de inmediato se volteó y empinó el culo, que rápidamente fue lamido por breves segundos y sin mayor preparación violado por el gran y grotesco pene de Jorge ya enfundado en un condón y babeante de lubricante… El gruñido de Luifer me estremeció al punto de yo mismo sentir dolor y hasta escalofríos.

Jorge le penetraba violentamente mientras Luifer mordía la almohada para acallar sus gritos que bien no sabía distinguir si eran de placer o de dolor; pero al verlo cambiar de posición, y boca arriba poner sus piernas en los hombros mientras jorge le penetraba aún más duro si era posible, vi su cara de vicio y hasta una sonrisa mientras jadeaba sin parar… No pasó mucho tiempo para que comenzara a masturbarse frenéticamente y Jorge sacara su bestia de él y ya sin condón también se masturbara sobre él mismo acabando ambos en una casi perfecta sincronía entre jadeos y besos ya desganados…

-“Justo por eso… por puro placer… No puedo esperar a la próxima semana” - dijo Luifer mientras Jorge empezaba a vestirse y él se limpiaba con unas toallas perfumadas…

Se alistaron rápidamente, se dieron un par de besos en un abrazo y salieron de allí… yo había terminado con mi pene en mis manos y un gran charco de semén a mis pies sin darme cuenta… y al volver en mí y ver mi teléfono la llamada aún estaba en marcha… Mi interior se congeló y me sentí paralizado…

-¿Estás ahí? – pregunté nervioso a Santiago

-Sí… Sólo trae el pendrive… - dijo él y colgó.

Limpié rápidamente la evidencia de que había disfrutado de aquello y me fui de  nuevo a la universidad. Al llegar, la expresión de Santiago no tenía nombre, y la mía asumo que igual, no supe que decirle y sólo pude ofrecerle un abrazo…

Me abrazó fuertemente por un largo rato mientras trataba de contener el llanto, mientras mis ojos cerrados me permitían repasar todas aquellas escenas y pensar en cómo pronto la historia cambiaría, y mis ojos seguirían mirando a Santiago, tal vez por las noches, tal vez al despertar, pero siempre perdiéndose en mi azul bahía que esta vez sí buscaría robar su corazón.