Cinco años de infidelidades
Una aventura con una mujer casada se convirtió en un amorío de cinco años.
Por cosas de la vida, en 1990, antes de cumplir mis 36 años tuve la suerte de ser el gerente general de una empresa del ramo agroindustrial en la que laborábamos por todo el país un poco más de dos mil quinientas personas de ambos sexos. Los primeros tres meses prácticamente los ocupé en conocer la empresa, por lo que tenía que reunirme con todos los directores(as) de áreas muy seguidamente y recorrer las diferentes sucursales diseminadas por el país.
A los quince días de haber iniciado antes de una de las reuniones, el director de producción me planteó la necesidad de acelerar los trabajos de construcción de unos laboratorios, sugiriéndome que me reuniera con el ingeniero jefe del proyecto. En vista de la premura del caso, le solicité al director de producción que lo citara para esa tarde y que veríamos el caso en consejo de directores.
El consejo inició puntualmente a las 2:00 pm y un poco antes de las 3:00 pm entró mi secretaria a decirme que ya había llegado la ingeniera Victoria Ramos, inmediatamente el director de producción le dijo que la hiciera pasar, lo cual hizo. Hasta ese momento de las 9 personas que estaban conmigo, ninguna me habían dicho que la persona encargada de los proyectos de construcción era mujer, por lo que cuando la Ing. Ramos entró a la sala de reuniones, mi sorpresa fue doble y lo que vi hizo que inadvertidamente se me escapara una exclamación de: Oh Dios mío!
Quien había entrado era una mujer de unos 30 años, de 1.80 de estatura, con una cara angelical, pelo largo rizado, anudado en una cola y de color castaño con algunos pocos rayos. Vestía un vestido blanco que le caía un par de centímetros arriba de la rodilla, con un escote cuadrado que pronunciaba sus hermosos pechos y del mismo vestido salían de sus costados unas tiras que las llevaba amarradas en un lazo a la parte trasera de su cintura, resaltándola, calculo que su peso andaría por las 135 lbs o 61 kgs., sus piernas eran largas y bonitas y llevaba calzado unos zapatos cerrados del mismo color de su vestido. Saludó a todos los integrantes de la reunión y al finalizar el director de producción nos presentó. Yo estaba sentado en una de las cabeceras de la mesa de reuniones y ella se sentó a mi lado derecho.
Lo que había entrado a la sala de reuniones, no era una mujer bonita, era una belleza, digna de competir en el concurso de belleza de Miss Universo y estoy seguro que si no hubiese ganado, limpiamente hubiese quedado entre las finalistas. Como mi debilidad han sido siempre las mujeres altas y esta era toda una belleza, desde que la vi quedé hechizado por ella.
Todo el resto del tiempo del consejo la pasé nervioso, producto de esta mujer que sentada a mi lado hablaba con una gran soltura, conocimiento de su trabajo y se movía con una coquetería natural que me tenía pensando en cómo hacerla mía, más cuando se movía hacia delante que mostraba sus pechos y la diferencia de color de éstos producto del bronceado. Decidí acelerar la reunión del consejo y a las 4:15 pm estábamos finalizando.
Al salir de la sala de juntas, le solicité a la Ing. Ramos si nos podíamos ver al día siguiente a las 8:00 am en el Laboratorio que se estaba construyendo, contestándome afirmativamente, me extendió la mano y nos despedimos con lo saludos de rigor.
Al día siguiente de mi casa a la oficina pasé por el laboratorio, al llegar ella estaba esperándome, nos saludamos y efectuamos un recorrido por todas las áreas en construcción, recibiendo la explicación de para qué serviría cada ambiente. Casi al finalizar el recorrido, en un momento que estuvimos solos, le dije que quería discutir con ella varios casos, sobre otros proyectos, pero que mi agenda estaba sumamente apretada en los próximos 4 días, ya que saldría de la ciudad, por lo que le dije que la invitaba a cenar y durante la cena, hablaríamos al respecto. Me aceptó la invitación y quedamos de vernos en mi oficina a las 7:30 pm.
Pasé todo el resto del día con un gran entusiasmo y alegría pensando que podría reunirme con semejante preciosidad. A las 6:30 pm se fue mi secretaria y me quedé solo revisando correspondencia y eso me distrajo de la idea que andaba en mente desde en la mañana. A las 7:25 pm tocaron la puerta de mi oficina e inmediatamente imaginé quién era, dije adelante y entró ella vestida con un vestido suelto, de color negro que se le pegaba al cuerpo, tenía un escote en "V" y de largo le llegaba unos 5 cms arriba de la rodillas, por lo demás era un vestido sencillo.
Lógicamente me levanté a saludarla y le dije que salíamos apenas recogiera mi maletín. Dejamos su automóvil en la oficina y nos fuimos en el mío sin saber para donde iba. Le pregunté que quería cenar y me dijo que adoraba los mariscos por lo que opté por llevarla a un restaurante a unos minutos fuera de la ciudad. Al llegar pedimos una botella de vino blanco la cual degustamos y casi al final de la misma pedimos la segunda botella y ordenamos de cenar. Le había solicitado que me dejara ordenar por ella, le ordené de entrada unos caracoles gratinados y de plato fuerte unos camarones al coñac y ordené lo mismo para mi. La cena estuvo exquisita y entre copa y copa de vino conversamos sobre los otros proyectos. Posterior a la cena iniciamos las investigaciones de rigor, si éramos casados, cuántos hijos teníamos, etc.
Salimos del restaurante pasadas las 11 pm y conduje por una calle poco traficada hacia la oficina para que ella recogiera su automóvil. En uno de los semáforos se me ocurrió y sin previo aviso pasarle mi mano detrás de su cuello, la halé hacia mi y le di un beso en la boca. Por su repuesta me pareció que ella lo estaba esperando y más que eso deseando, por lo que continué el beso acariciándole su cuello. Tenía unos labios carnosos, sus besos eran dulces, apasionados y le encantaba usar su lengua, lo que me puso a mil. Traté de acariciarle sus pechos y me detuvo diciéndome que no fuera tan rápido. De pronto tuve que arrancar y me parqueé ya casi al llegar a la oficina y me confesó algo que me dejó mudo. Me dijo: José, estoy más deseosa de hacer el amor que tú, tengo 4 meses de que mi marido no me toca y no es por que él ande con otra, como comprenderá mis deseos van más allá de lo imaginable, pero desgraciadamente en este momento no podría acostarme con vos. Nunca le he sido infiel a mi esposo y él a mi tampoco, él está pasando por un mal momento y no me gustaría serle infiel en este momento, te pido que me des tiempo, ten la seguridad de que llegado el momento me entregaré a ti en cuerpo y alma y vas a pasar uno de los mejores momentos de tu vida. Acto seguido me dio un beso en la mejilla y se arrecostó en el asiento y se puso a llorar.
Sin estar muy seguro de lo que tenía que decir, le dije: Victoria, perdóname si te causé problemas, no era mi intención molestarte, ni que te sintieras mal. Solamente quería hacerte pasar un rato agradable, mejor dicho que pasáramos un rato agradable. Contestándome ella: Por favor no digas nada, acaso no ves que desde que te vi en la reunión del consejo, me enamoré de vos y no paro de pensar en cuánto deseo estar contigo.
Los dos meses siguientes nos vimos en innumerable de oportunidades y excepto uno que otro beso en mi oficina, no pasó a más la cosa. Una mañana del mes de Julio, después de regresar de un viaje de 4 días, me llamó a las 9:00 am y me preguntó: cómo esta tu agenda? Como regresé de mi viaje un día antes de lo planificado, mi agenda estaba prácticamente en blanco, a lo que le contesté: vacía, dándole la explicación del por qué, e inmediatamente ella me dijo: si, ya lo sabía, y agregó: si me invitas a almorzar al mismo lugar de la primera vez, te ofrezco la mejor tarde de tu vida, pásame trayendo a la 1:00 pm por el parqueo del supermercado que esta a 100 mts de los laboratorios.
A la media hora, le solicité a mi secretaria que no aceptara a nadie por la tarde, ya que me la tomaría para hacerme unos chequeos de rutina, terminé la mañana de revisar documentos y a las 12:30 pm salí de mi oficina. Al llegar al parqueo del supermercado Victoria se bajó de su carro, me hizo señas, acercándome a ella se montó en mi carro, saludándome con un beso.
Llegamos al restaurante e inmediatamente ordené una botella de vino blanco, al llegar el mesero con el vino le dijo ella que estábamos listos para ordenar, el mesero se retiró un momento y ella me dijo: Por la mañana te ofrecí la mejor tarde de tu vida y verás que así será, solamente te pido que a partir de este momento y por única vez en mi vida me dejes hacer u ordenar lo que yo desee, contestándole: así sea.
Al inicio la conversación se trató sobre mi reciente viaje por las sucursales de la empresa, al servirle la tercera copa de vino, ella me dijo: José, desde que te conocí me impresionó tu carácter, tu rapidez y firmeza en la toma de decisiones ante los problemas y tu mirada me subyugó, tienes una mirada profunda, penetrante. Ese día me pusiste nerviosa de cómo me quedabas viendo, no sabía si me estabas analizando o me estabas comiendo, cosa que me excitó.
A mi primer marido siempre le fui fiel mientras duró, mi viudez dilató dos años, luego conocí a Guillermo y no resultó y posteriormente conocí a Marcelo y en mis once años de matrimonio con él nunca le he sido infiel. Como te dije la primera noche que venimos aquí estábamos pasando por un mal momento, él se quedó sin trabajo y eso le afectó mucho, a tal punto que perdió el deseo de hacer el amor. Ahora ya lo convencí y está bajo tratamiento, todavía no se ha podido recuperar, no sé en que va a terminar todo esto, no sé si mi relación con Marcelo será igual o si seguiré con él, pero independientemente de lo que pase, quiero estar contigo, no te pido nada a cambio, solamente sinceridad, así como yo he sido sincera.
Le contesté que a mí ella me había impresionado tanto que por primera vez en mi vida se me había salido una exclamación, que desde ese entonces tenía algo así como una obsesión de querer estar con ella, le dije que tenía 14 años de casado y que no podía decir lo mismo que ella en cuanto a la fidelidad, le hice ver que mi matrimonio no era desdichado pero que tampoco era una felicidad, si le dije que para mi lo más importante eran mis hijos y a menos que exista una poderosa razón nunca dejaría a mi familia. Victoria me agradeció la sinceridad, terminamos la comida y salimos hacia un hotel.
Llegamos y después de los trámites de rigor, nos trasladamos a la habitación, pidiéndome ella que pidiera una botella de vino, acto seguido se metió al baño y se duchó, mientras tanto yo me desvestí quedando en boxer, al salir lo hizo con una toalla enrollada alrededor de todo el cuerpo, trayendo en su mano una botella de crema para las manos, dirigiéndose a la cama me pidió que le sirviera una copa de vino. Sirviéndole el vino estaba cuando observé que se acostó en la cama y se quitó la toalla quedando completamente desnuda. Al verla me quedé petrificado, qué belleza! Jamás había visto algo parecido y aún hoy, nunca lo he visto, no al natural. Me quitó el vino de las manos y me dijo: José, observa bien lo que te vas a comer, que no se encuentra todos los días, acto seguido abrió las piernas, las volvió a cerrar y se dio la vuelta quedando boca abajo, abriendo de nuevo las piernas y volviéndolas a cerrar muy lentamente. Se puso de nuevo boca arriba y me preguntó: te gusta el bocado? Y si que me gustaba! tenía un culo, perfectamente redondo, firme, con una piel blanca y suave y unos muslos bien formados.
Apuré mi copa de vino, me desnudé y metiéndome a la cama le comencé a acariciar las piernas, inmediatamente me detuvo diciéndome: espera, te prometí que sería la mejor tarde de tu vida y me indicó que me pusiera boca abajo, me pidió que cerrara los ojos e inició un masaje por mis hombros y mi cuello al mismo tiempo que me decía que me relajara que estaba muy tenso. Continuó con el masaje, por toda mi espalda, mis piernas, volvió a los hombros y el cuello hasta estar segura que me había relajado. Entonces me pidió que me diera vuelta, me puso una toalla de manos en mis ojos e inició a masajear mi pecho, mi estómago, mi vientre, mis piernas, repitiéndolo una y otra vez. Lógicamente ya me tenía a mil y sentía mi humedad chorreando por mi pubis, de pronto ella con una de sus manos se esforzó por limpiarme, por coger todo ese líquido y me comenzó a masturbar. Se acomodó a mi lado y mientras me masturbaba, me besó los labios, el cuello, el pecho, las tetillas, bajando poco a poco hasta llegar a su meta final.
Se introdujo mi pene en su boca y mientras me masturbaba con una mano, acariciaba mis testículos con la otra, era toda una experta, muy conocedora de los placeres del hombre. Recorría con su lengua todo mi pene, suave, muy suavemente, bajaba hasta los testículos, los que chupaba muy seguidamente, luego regresaba al pene y así se mantuvo en ese ir y venir. Cuando ya me tenía a punto de venirme, me dijo que me diera vuelta boca abajo e inició de nuevo el masaje en los hombros y cuello, de pronto sentí un líquido frío en mi espalda, era vino, logrando bajar mis deseos de explotar, sin embargo comenzó a besarme la espalda absorbiendo el vino derramado, hasta quedar completamente seco, luego me dejó caer vino en mis nalgas, en mi culo y besando y absorbiendo llegó hasta mi culo jugando con su lengua revoloteó en mi culo, causándome olas incontrolables de placer.
De pronto ella se separó, se acostó en la cama y me dijo: es tu turno, haz lo tuyo! Lo primero que hice fue acariciarle su vientre mientras admiraba su cuerpo, sus pechos eran perfectos, blancos, firmes, aureolas pequeñas, pezones firmes y rosados. Su vientre era liso a pesar de sus 37 años y dos partos, sus piernas firmes producto del aprendizaje y prácticas de judo, era toda una divinidad! Era una muñeca!, una belleza!, una hermosura! Una vez que terminé de admirar todo su esplendor, acaricié sus pechos, de pronto ella se incorporó, me agarró del cuello y me atrajo hacia ella, acercándome la boca a sus pechos invitándome a besarlos, pase mi lengua por sus pezones, me los introduje en mi boca succionándolos, jugando con ellos entre mi lengua y mis labios, mordisqueándolos suavemente, mientras en círculos acariciaba su vientre, bajé mi mano y toqué su pubis acariciándolo, halando algunos pelitos de manera suave y restregando mi mano en sus labios vaginales. Su humedad era notoria e invitaba a introducir un dedo en su canal vaginal, haciéndolo despacio, suave, metía y sacaba y en cada metida lo introducía más hacia adentro, hasta llegar al final sin parar de besar sus pechos.
Toqué su clítoris, acariciándolo entre mis dedos, hasta hacerla venirse en una explosión de placer. Poco a poco fui bajando mi boca sin parar de besarle su estómago, su vientre, hasta llegar a la entrada de su sexo, con mis labios besé sus labios vaginales, con mi lengua los recorrí haciéndolos abrir a fin de tener entre mis labios su clítoris, al que con mis labios succioné y con mi lengua acaricié haciéndola explotar en un orgasmo intenso y prolongado. Se contorsionó gritó, gimió, no podía estar quieta y llevó una de sus manos a mi cabeza, me la acariciaba pero también me la apretaba contra su sexo, invitándome a no cesar de mamarla, de comérmela, quería que todo lo que yo oliera, saboreara y bebiera fuera su sexo; me decía papito comeeeeeme, tengo necesidad de que lo hagas, por favor no dejeeeeees de hacerlo, por favor dame, dame más de lo que no he tenido en meses, hasta que arqueando su cuerpo y apretando mi cara a su sexo capturé su clítoris y chupé con fuerzas, estalló en un fuerte orgasmo, dejando mi cara completamente bañada de sus jugos y gritando como una endemoniada. Pasado el orgasmo, liberé u clítoris y me acosté a su lado, en un abrir y cerrar de ojos se me encaramó encima, frotando su vulva con mi pene hasta que con una de sus manos lo agarró, se lo metió y comenzó a cabalgar como una posesa, de vez en cuando con una agilidad fuera de serie ponía sus piernas al lado de mis hombros queriendo introducirse mi pene más allá de lo permisible, sentí que hasta los testículos se le metían y en cada envión gemía de placer. Una perfecta sincronía acompañaba nuestro ir y venir, nuestro mete y saca. Sentía como le tocaba con mi pene las profundidades de su vientre y en cada roce ella trataba de repetirlo, gemía hasta más no poder y en una de esas escuché que dijo: Me veeeeeeeeennnnngo, apuraaaaaate, y nos venimos juntos estallando en paroxismos de placer incontrolable, sintiendo sus espasmos en mi verga, la que aprisionaba entre sus músculos causándome infinitas oleadas de placer.
Nos quedamos abrazados un buen rato, más no podía desaprovechar la oportunidad de volvérmela a coger y en un impulso me baje a su conchita y me entregué a besarla, a mordisquearla y beber de esa mezcla de sus jugos con mis jugos, ella por su parte me acariciaba mis testículos haciendo que poco a poco tuviese de nuevo una erección y sin mucho más preámbulo me puse encima de ella, separando sus piernas le introduje mi verga e iniciamos de nuevo un frenético vaivén.
Lógicamente producto de mi corrida mi aguante fue fuera de lo común lo que me sirvió para que con mis mismos movimientos rozar su clítoris con mi verga causándole sin mucho esfuerzo dos orgasmos antes de terminar. Al final ambos totalmente extenuados nos quedamos abrazados y dormimos plácidamente cerca de dos horas, nos levantamos, nos bañamos el uno al otro, nos vestimos y salimos del hotel, sabiendo ambos que nuestra relación no sería una aventura pasajera. En efecto nuestra relación se mantuvo por cinco años y durante ese tiempo nos encontramos muchas veces y cogimos en diferentes lugares y circunstancias, pero esa es otra historia que poco a poco les contaré.