Cien Euros
Las chicas tan jóvenes no deben tener obtener el dinero tan fácilmente, verdad?
Eran las seis de la tarde. Como cada día, Olivia se reunía en la plaza con sus amigas de siempre. Risas cómplices y un tema central: los chicos. Cada día se enamoraban y desenamoraban y entre bullciosos comentarios, el verano transcurría cálido y alegre como las pequeñas ropitas que lucían las chiquillas adolescentes embutidas en cuerpecitos casi de niñas descaradas que, sin saberlo o descaradamente, lucen todo tipo de tops, minifaldas y pantaloncitos que, lejos de tapar, no hacen más que resaltar la carne (la mayoría de sus espigadas anatomías) para deleite de espectadores.
Ellas, no se dan cuenta el efecto que provocan en los hombres. Inocentemente mueven sus caderas como juncos barridos por la mar. Traseros descarados que no hacen más que levantar a su paso todo tipo de pasiones y reavivar la sexualidad de más de un ser viviente.
Nuestra protagonista, no era menos. Lucía habitualmente pequeñas blusitas que se adhieren a la piel dejando poco que adivinar a los ojos hambrientos y sus piernas siempre al aire, morenas por el sol, despertaban suspiros de pasión. Era una muchachita realmente hermosa, una adolescente que poco a poco abandonaba su infancia pero aún mantenía la lozanía y frescura de la juventud temprana.
Él la miraba cada día. No perdía detalle. A Rafael el verano le producía el efecto contrario. Una camisa de manga corta, sudada, se pegaba a su cuerpo igual que a las muchachas pero a él le daba un aspecto lamentable, que, junto con sus shorts caídos por la cintura, prácticamente inexistente y calzado con chancletas, era la viva imagen de un viejo verde de esos que estamos acostumbrados a ver baboseando detrás de las jóvenes que inalcanzables, solo sirven para ser el fruto de sus más calenturientas fantasías ya que con sus ojos saltones, su boca desdentada y canosa calvicie, el sexo hacia años que había quedado abandonado años atrás cuando su mujer, harta de aguantar su mal carácter, se fué del hogar a una ciudad bien lejana del que fuera su marido.
Risas en aquel banco del parque llegaban hasta los oídos de nuestro amigo que, mal disimuladamente, se palpaba la polla que se le ponía dura con la reunión de la chavalería. Babeaba por siquiera tocar una tetita dulce, casi plana de aquellas palomitas ruidosas. Cuando llegaba a casa, su imaginación no dejaba tregua: Se hacía la ilusión de tocar apenas un muslo prieto de Olivia, su favorita, la rubita de pelito largo y rostro angelical de ojos tremendamente azules, casi transparentes. De inocente expresión, aparentaba menos edad de la que tenía y se sentía acomplejada con respecto a sus amigas, todas ya con más pecho que ella pero para Rafael, ese era el morbo que desprendía y el causante que cada noche se la cascara hasta casi rompérsela a la salud de la chiquilla, ignorante de los deseos que era capaz de despertar sin proponérselo.
Cierta tarde, Olivia, no llegó a tiempo para la reunión del parque lo que la contrarió. Compró unas chucherías y se sentó en el banco acostumbrado a esperarlas.
El salido, no le quitaba ojo. La protagonista de sus más lividinosas fantasías, sentada allí frente a él y sola. Pocas oportunidades se le presentarían así y debía armarse de valor y aprovechar la circunstancia de modo que cruzó toda la plaza y como el que no quiere la cosa, se sentó al lado de su presa.
Naturalmente, ella no se dió ni cuenta. Abstraída en sus pensamientos comía pipas a la espera de sus compañeras que no llegaban y al acabar la última bolsa de aperitivos, rebuscó en su pequeño monedero pero no encontró una sola moneda.
"Te puedo invitar?" Rafael tragó saliva antes de hacerle la pregunta. Le encantaba la chiquilla pero era un hombre introvertido y hosco. La chica aceptó: "vale" y raudo le ofreció todo tipo de golosinas del kiosko cercano lo que hizo iniciar una pequeña charla tipo "como te llamas" "donde vives" etc. datos de interés para controlar los pasos por donde su adorada se movía.
La chica, era muy simpática y risueña lo que hizo que Rafael se sintiera relajado a la hora de decirle "damos un paseo?" inesperadamente contestó Olivia "claro!" Se levantaron y con bastante intención por parte del tío, se iban desviando hacia el lugar más oscuro, aquel donde las parejas iban a meterse mano a salvo de miradas indiscretas. La intención era bien clara: Quería tocar un poquito aquel cuerpo divino y escultural y no iba a desperdiciar lo que el azar le estaba ofreciendo.
En el paseo, la confianza en Rafael se hizo más grande para Olivia contándole todo tipo de detalles sobre amigas, novietes y esas cosas amén de los apuros que pasaba cada vez que quería comprarse un CD de algún cantante o grupo de música que le encantaba. Le comentó que estaba ahorrando para reunir 40 euros para asistir a un concierto de nivel internacional ayudando en pequeñas tareas domésticas a los vecinos, cuidando algún niño...
La polla del hombre, saltó de alegría bajo el pantalón: por fín la oportunidad se le había presentado y no estaba dispuesto a que se le escapara de modo que le propuso "Yo puedo darte ese dinero, és más, si quiere podrías ganarte 100 euros esta misma tarde"
De todos es sabido la falta que hace el dinero a determinadas edades. La joven sintió el corazón ponérsele a mil por hora al imaginarse esa cifra entre sus manos, eran cien euros enteritos para ella! así que le contestó "Qué tengo que hacer?" Muy fácil, continuó él "Ves aquel bar? (preguntó refiriéndose al merendero no muy lejano) Pués tiene el lavabo fuera del recinto. Podríamos ir allí dentro, hablar unas cosas y así te doy el dinero sin que nadie te lo vea, a salvo de ladrones que quieran quitártelo o de amigas que quieran buitreártelo, que te parece?"Y sin esperar la respuesta, cogió a la chiquita de la mano para dirigirse hasta el establecimiento al que no tardaron en llegar.
Rafael, sudoroso, cachondo y con no buenas intenciones, pidió al encargado de la taberna, el llavín del lavabo que tenía la suficiente discrección como para entrar dos personas sin que nadie se percatase de ello. Entraron los dos: la chavala y el viejo. Ella sin saber muy bien a qué iba allí, él deseoso de tocar el cuerpo prieto de una muchacha púber.
Cerró el pestillo tras de sí y cogiendo en brazos a la chica, la sentó en el mugriento lavabo antes de que se diera cuenta siquiera.
El tío, sudando como un cerdo, iba desabrochando su camisa al tiempo que decía: "Te voy a decir que vamos a hacer: yo te voy a dar 100 euros pero me vas a dejar que te toque solo un poquito" Diciendo esto, se sacó el pantalón dejándolo caer hasta el suelo. La imagen era de lo más triste. Ese cuerpo barrgón con esas delgadas piernas, parecía más bien un barril con patas, ofreciendo al aire una polla gorda, grande, brillante por el sudor y maloliente. Al desnudarse, el baño se inundó de un fuerte hedor a sudor, a pies sin lavar de hace días, a pis. El tipo estaba completamente desaseado y el olor que de por sí despedía el habitáculo hacían la permanencia allí más que insoportable.
Olivia estaba asustada sentada en el lavabo. "Qué hace usted? por qué se desnuda?"Rafael trataba de tranquilizarla "No te va a pasar nada, solo vamos a jugar a las caricias un poco para ganarte el dinerito y ya está. Tú estate tranquila pero si quieres lo tuyo, tienes que cumplir el trato" Le levantó la blusita. Era elástica, de modo que bastó una vuelta hacia arriba y las pequeñas tetitas hicieron su aparición.
Rafael magreó aquellos dos bombones de incipientes pezones de areolas sonrosadas. Con la yema de los dedos, los acariciaba. Olivia, temblaba, estaba nerviosa y se mordía el labio en actitud de desagrado. No le gustaba que el tío la tocara así pero no decía nada porque el dinero pactado, así lo merecía.
Con una mano el viejo tocaba las tetas, una u otra o abarcaba las dos a la vez, con la otra mano, se tocaba la polla. Escupió en su mano inundándola de saliva y se pajeaba sin cesar.
Iba a estallar.
Levantó la muchacha y la dispuso de rodillas ante él "MAMA, CÓMEME LA POLLA, GUARRA" le gritó "No en vano vas a beneficiarte media pensión mía por tu cara bonita, anda, cúrratelo" Ninguna experiencia tenía la pobre al respecto pero hizo lo que pudo. Asqueada chupó la polla ensalivada como si de una piruleta se tratara pero el tío se desesperaba de lo mal que lo hacía de modo que cogiéndola por los pelos, le folló la boca entre sollozos de la heroína de sus sueños.
Al tío se le caía la baba. Un hilo de saliva, recorría su boca hasta caer al suelo o al cuerpo semidesnudo de la niña.
La levantó y de nuevo la situó en el lavabo sentada. Le bajó las bragas y con un dedo le tocó el coñito "No, eso no, no me toque Vd. ahí" protestó ella sin ser tenida en cuenta porque él se chupaba el dedo para mojar el seco y cerrado chochito casi infantil.
Tenemos a Olivia sentada en un sucio lavabo donde la mayoría de los tíos meaban, con las tetas al aire y la blusa arremangada, sin bragas y una falda subida por la postura al sentarse. Al situarse el gordo entre las piernas, éstas quedaban bien abiertas lo que al muy cerdo le hizo volverse loco.
"Tranquila, niña, verás esto" dijo mientras con la punta del nabo resfregaba la entrada de su cuevecita "Estate quietecita, solo vamos a jugar, piensa en los 100 euros, eh?" Ella, quieta, aterrada, temblorosa, contestó "sí, no se preocupe Vd. no voy a moverme, pero solo eso, vale? solo me hace Vd. eso un ratito y me puedo marchar, si?" El tío asintió y continuó el meneo. Elevó un poco las piernecitas canijas de la maltrecha joven. No podía más, se moría de asco pero aquello tenía pinta de no acabar pronto. El reloj se paró para ella y el tío disfrutó del que para él era el más dulce de los contactos.
La abrazó mientras la frotaba con el capullo en lo más íntimo de su ser. Al pegarse la embadurnó en el sudor que emanaba por todos los poros de su cuerpo y la polla, sola, casi sin darse cuenta, se le coló por entre la cueva virgen de la dulce Olivia.
La muchacha, sintió que la abrían toda por dentro, que le desgarraban las entrañas de dolor. Rafael tenía la polla dentro y había desvirgado sin querer aquel coño tiernecito y tibio.
El viejo, no se movió, no hubo mete-saca, no hubo bombeo, no se la folló, no hubo tiempo. Al notar tan dentro de aquel ser puro su falo endiablado, se corrió entre gemidos y temblores.
Ella, lloró. Lágrimas de dolor, de pena, de asco de sí misma, corrieron sus mejillas. No en vano, todo eso ocurrió por su culpa, por su interés al vil metal. Se merecía aquello y comprendió para siempre que todo tiene un precio, solo que a ella le costó un valor muy alto.
El semen corrió por su cueva estrecha y sangre y leche corrió por sus rodillas recordándole que su infancia había acabado en ese instante.
El tío se vistío y ella se lavó como pudo pero aún no había acabado las decepciones de aquel día, quedaba la burla y la falta de respeto hacia su persona cuando el cerdo asqueroso le dijo al salir "Ya cobrarás tus cien euros, jajajaja, qué putas sois las niñatas hoy día, joder!"y la dejó sin dinero, sucia y profanada en lo más hondo.
Dedicado a mi querido cómplice de la Costa Brava. Compañero de fantasías y del caminar por el camino del vicio