Cielo... salgo, me voy a ver al marido de Alicia
Escuchar a mi amiga decirme... Tengo la fantasía de realizar un intercambio, me gustaría ver cómo te follas a tú mujer, y deseo que vieras como me coge mi marido, ¡y ver si te atreves y te acercas para comerme los pechos... uuuffff!!.
Cielo... salgo, me voy a ver al marido de Alicia
Mi amistad con ella comenzó en primero de primaria, cuando llevábamos a nuestros cri@s al mismo colegio, amistad reforzada día a día, aprecio y afecto sobre todo con mi mujer, y en un segundo término conmigo. De esas amistades que con el pasar del tiempo, comenzábamos a salir, ya sea con los cri@s o ambas parejas, amistad que comencé a quedar con su marido Dani para irnos a correr, pues este llegaba a correr hasta maratones. Amistad que fuimos forjando poco a poco, dándonos por contarnos un poco vida de cada uno, notando que había buen feeling desde el principio.
Y con el tiempo, Mónica supo que mi matrimonio no es perfecto, primero por momentos puntuales de mi esposa, pues le dio por contarles en su momento que, yo estaba más casado con el trabajo que con ella misma. Confesándole mi mujer a Mónica las veces que yo la sorprendía por detrás, puntualizando sobre todo en la cocina, veces que aparecía y tras el beso. Le contaba que continuaba con besar el cuello, oreja y mejilla, besos al tiempo que mis manos acariciaba muslos, caderas y pechos.
Todo eso sin que mi mujer dejara de hacer lo que estuviera haciendo en ese momento, continuando por acariciar sus nalgas y magrearlas, cuyas manos mías se metían por el interior de su prenda inferior, comenzando a acariciarle con suavidad y continuar con hacerle un dedo... uuummm!!. Soltándole a Mónica...
- “Le decía que era muy malo, y que notaba que venía aun peor, que si deseaba meterla que lo hiciera con cuidado”.
Continuando con su confesión ante la atenta mirada de nuestra amiga, siguiendo por relatarle... ‘pues si hija, coge el muy cabrón y me baja el pantalón de pijama hasta caer este al suelo, sintiendo sus manos en mis nalgas y alojar su miembro entre estos, ¡deslizando su capullo hasta entrar en mi orificio... ooohhh!!’. Calla y prosigue su narración, contándole... ‘tuve que ponerme de puntilla, pues como bien sabes José es mucho más alto que yo, comenzando esté a penetrarme con fuerza y no me quedo otra que sujetarme donde pude, mientras comenzaba a jadear’... uuummm!!.
Siguiendo... ‘pues sí hija, como venía mi marido, daba la sensación que no me follaba desde hace días, y lo hicimos ayer, pero también es verdad que solíamos hacerlo todos los días. Ya que José es muy ardiente y eso es algo que me gusta, siempre dispuesto y rara vez me dice no, aunque no tenga un gran tamaño y se quede en el estándar’. ‘Pero me gusta que cuando me la introduce desde atrás, no solo disfruto del roce de su miembro, sino que me da mimos, me besa y me come el cuello, llegando a apartar sus manos de mis caderas, para tomar mis pechos, dedicándole la atención debida... aaahhh’.
‘Y tras esos intensos diez minutos, cuyo cuerpo mío se estremece y mis espasmo me delata al obtener mi orgasmo, este frena su frenética penetración... uuuffff!!. Continuando más lento, como le gusta que yo disfrute de mi orgasmo, dándome por sacármela al ver la hora. Y como no deseo dejarlo de esa manera, me arrodillo y tomo su polla, llevándomela a la boca, comenzando a chupársela hasta que acaba por correrse... uuummm!!. Y luego, continuamos con nuestra rutina...’.
Confesión que tuvo que dejar a Mónica sin palabra, no precisamente por la experiencia, sino por el grado de está, pues no pensó que mi mujer se la llegara a contar con tantos detalles, cosa que con el tiempo está me relato. Y precisamente con el paso de los años, vio que no era del todo cierta, pues Alicia mi mujer pasaba tanto tiempo fuera como yo, eso por no mentar los fines de semanas que se perdía.
Pero bueno, debo decir que mi inclinación hacia Mónica venía desde lejos, no solo por aquel año en el cual estábamos de vacaciones, donde nos dio como tantas veces caminar por la orilla. Cogíamos camino desde la playa de ‘Punta Candor’ (costa Gaditana) hasta Rota o algo más lejos, caminata que, pasado unos kilómetros, te encuentras parejas haciendo nudismo. Pareja como ese día en concreto que reconocí a Dani, pero no porque esté estuviera de pie desnudo, sino simplemente porque estaba de pie. Dándonos por acercarnos a saludar, llevándonos la sorpresa al ver a Mónica tumbada bocabajo desnuda, cuyo culote blanco, pero que al escuchar las voces se giró, pudiendo ver y fijarme sobre todo en su coñito depilado... uuummm!!.
Amiga que debió de darse cuenta, pues fue ver mi rostro y darle por taparse de cintura hacia abajo, levantándose y comenzar a hablarnos, comentando la coincidencia de vernos. No mostrando tanta vergüenza de mostrar sus pechos, cuya talla como mínimo tiene la ‘ciento veinte’. Despidiéndonos, no sin antes quedar una noche para salir a tomar algo.
Pareja que con el tiempo aumentamos la confianza, obviamente mucho más con ella que con su marido Dani, pues este hombre era más tímido, menos abierto, retraído por no mentar callado. Persona que como me contaba Mónica, mi marido es súper bueno, un marido ejemplar, padre como pocos, atento, cariñoso, y que me da todo y me deja mi espacio. Pero le falta precisamente eso que tú tienes, ese atrevimiento, esa picardía, ese arranque, esas ganas de hacer locuras y sin importarte el lugar, y pienso que, si tuviera todas esas virtudes, sería el hombre perfecto.
Bueno eso y las ganas de follar, pues me considero una mujer muy ardiente, alegre, divertida y diferente, y claro está, me gusta probar cosas nuevas y me encanta el morbo, como las locuras. Y para locura la de aquel día que me la encontré de compras, volviendo a hablar está de las coincidencias, acabando por invitarme a acompañarla, confesándome...
- “Sabes, me pierden las compras, bueno eso y otras cosas”.
Comentario que me sonó con segundas, eso como cuando cogió unos vaqueros y fue al probador, llamándome a los pocos minutos, pues deseaba mi opinión. Y fue llegar, hacerle saber que estaba ya, abrir esta las cortinas sin pudor alguno, mostrándome que su vaquero colocado y su sujetador. Mirándome y sonriente, cuya pícara sonrisa y pregunta burlona, me preguntaba...
- “¿Qué tal?”.
No quedándome otra que contestarle que le quedaba genial, acabando ella por decirme...
- “Pues no vez, eso que acabas de hacer a Dani mi marido le daría mucha vergüenza, no llegando ni hacerlo, tú te imaginas”.
Y luego hablando con ella, yo no dejo de defender a su marido, no dejo de hacerle ver que sus virtudes son buenas, dándole por ejemplo que las mías no son tan buenas, haciéndole ver donde me han llevado. Interrumpiéndome ella a mi favor y poniéndose en contra de mi mujer, dejando el comentario... ‘vamos a ver no te tienes que culpar, es ella la culpable, pues se está comportando con todos igual de cerda’. Y preguntarme...
- “Dime... ¿qué le echo yo, para darme de lado?”.
Y vuelve a hablarme de su marido, contándome que Dani le da espacio, dejándola los veranos irse una semana entera con sus amigas, semanas que nos vamos a un hotel y lo pasamos súper bien, recuperándome del stress del año. O dejarme ir a la playa nudista, donde voy sola o con él, pero de ambas maneras me gusta ver esos cuerpos y sobre todo esas pollas. Calla y puntualiza...
- “No digo que Dani mi marido no tenga una buena polla, cosa que sus dieciocho centímetros me encanta, pero no porque la tenga grande me tiene que satisfacer, pues eso es algo que logra a cuenta gotas”.
Acabando por...
- “Como bien sabes, no siempre el que la tiene más grande sabe hacerlo”.
Dice como si supiera de que está hablando, acabando está por retomar de nuevo a la conversación, contándome que en una ocasión mi mujer le conto una loca experiencia que le dio envidia, Alicia mi mujer le confeso en una ocasión una de mis locuras. Aquella en la que entramos en un local que era tipo sex-shop, pues deseaba comprarle unas bolas chinas, un vibrador y algo de sado. Pero dándonos cuenta que ese local tenía una parte trasera que era más de tipo liberal. Donde accedías por una serie de puertas, entrando nosotros por una, encontrándote con paredes de cristales ahumados, donde veías a otras parejas.
Y debo confesar que aquello me puso, comenzando por darme por besar a mi mujer, aun sabiendo que me veían los demás, mi mujer iba con una chaqueta, un vestido, ropa interior negra, ligueros y medias de ligas, y zapatos. Y como he dicho, comencé a besarla, acariciándole todo su cuerpo, magreando senos y culo, llegando a introducir mi mano por debajo de su falda y acariciar su coñito... uuuffff!!.
Desatándose ella, agachándose y sacar mi miembro del interior de mi pantalón, comenzando a chupármela, continuando por darle bocaditos desde mi glande hasta la base, no dejando parte de mi tronco que no mordiera... uuuffff!!. Chupándola y devorándola como si tuviera una enorme polla, disfrutando de ella, engulléndola hasta la misma base, notando por su rostro las arcadas y las náuseas, sacándola y ver como las babas caen por su barbilla hacia el escote... uuummm!!.
Acabando por hacerla levantar, girarla como tanto le gusta, levantarle el vestido, echar a un lado el hilo de su tanga e introducírsela... uuuffff!!. Comenzando a penetrarla, allí mismo, pero con el deseo de aumentar el morbo, dándome por cogerla y meternos en una de las cabinas. Cerrar la puerta con pestillo, quitarle la chaqueta y echarla sobre un ‘cheslón’ que había, comenzando por comerle el coñito, dándome por quitarle el tanga y ponerle mi pañuelo como venda. Volviendo yo a lo mío, escuchándola como disfrutaba, ¡como gemía y jadeaba... ooohhh!!, escuchando los porrazos y peticiones de los vecinos contiguos de las cabinas. Peticiones que en un momento se lo hice saber a mi mujer y esta desatada de placer, me hizo saber que vale, dándome por abrir las puertecillas y que esos miraran, aumentando el morbo.
Y tras su primer orgasmo, acabar por introducírsela aprovechando la postura, mientras las pollas de esos desconocidos se colaban por esos agujeros, vergas que pedían una atención que deseaba que mi esposa diera, pero está ignoraba... uuummm!!. Dándole a mi mujer por pedirme que me corriera, aunque mi idea era follármela por el culo, y hacer que se comiera alguna polla, cosa que finalmente no pudo ser. Acabando por salir de ese local muy satisfecho, cuyo morbo lo puso el grado de excitación, pero con la pena de que mi mujer no se haya comido ninguna en mi presencia. Y tras acabar Mónica de relatarme esa confesión relatada por mi mujer, me quede en verdad de piedra, pues no esperaba que la verdad que se lo contara. Mónica me dijo...
- “Me puso tú mujer con la dichosa experiencia muy caliente, tanto que en el mismo coche me tuve que masturbar, y nada más llegar a casa decirle a mi marido que deseaba follar, y no hacer el amor”.
Pero pensando que en verdad le confeso la primera vez, pues pasado unos meses volvimos a ese local, donde tras comerle el coñito y hacerle que se viniera. Era tal su grado de calentura, que cuando apareció esa primera polla, ni llego a pedirme permiso, viéndola desatada, como se acercaba y tras tomarla, comenzar a chupar esa verga. Acabando por acercarme, y ver como mi mujer alternaba ambas pollas, estaba todo caliente al ver a la puta de mi mujer disfrutar... ooohhh!!.
Dándole a ella por desnudarse, quedándose con tan solo el ligero, las medias y los zapatos, tomar un taburete e inclinarse, viendo lo que deseaba. Acabando por meterse desde atrás, mientras se la comía a ese desconocido, y escuchar a este proponernos entrar con nosotros, pudiendo permitirle follarla también, cosa que ignoramos hasta que nos vinimos... aaahhh!!. Esta confesión con el tiempo se la hice saber a Mónica, la cual, tras escucharla, me soltó...
- “Que puta es tu mujer, después dice de ti, y yo que me sentía mal cuando le ponía los cuernos a mi marido Dani”.
Mirándome y darle por preguntarme...
- “Tú crees que nuestras parejas, estarían a favor de un intercambio de parejas, ya sabes podríamos quedar en un hotel y liarnos con nuestros conyugues, acabando por intercambiarnos. Dime... ¿qué crees?”.
Y le miro y me dan ganas de decirle... ‘tú eres tonta o que’, pero con confianza le respondo...
- “Ni de coña, ya que ni Alicia mi mujer ni Dani tu marido, se prestarían para realizarla”.
Y escuchar a Mónica decirme...
“Pues yo tengo la fantasía de realizarla, me gustaría veros como folláis, y que me vieras como me coge mi marido, ¡y ver cómo te acercas para comerme los pechos... uuuffff!!”.
“Acabando por intercambiarnos, pudiendo ver como mi marido se folla a tú mujer y que vea él, ¡como gozo yo con otro hombre... uuummm!!”.
Y debo confesar que la conversación hizo que la mañana se nos pasara volando, dando la sensación que ninguno de los dos, teníamos ganas de irnos a casa con nuestros respectivos. Pero finalmente no nos quedaba otra, acabando por intentar quedar para el jueves, pues Mónica me hizo saber que quiere comprarse un vestido, y desea la opinión de alguien. Y llegado el jueves, salió de su casa, diciéndome más tarde ante mi extrañeza sobre qué le dijo a su marido, y ella responderme...
- “Le dije la verdad, que quieres que le mienta... no hombre. Le dije... ‘Cielo... salgo, me voy a ver al marido de Alicia”.
Y mi marido me contesto con un vale, acabando por decirme que no gaste mucho y que no me canse. Bueno y antes de dejaros, debo decir hacia aquellos lectores que comparte conmigo sus criticas que, acepto todas ya que me enseñan a ver mis defectos. Pero no es mi intención entrar en un intercambio dialéctico al respecto, tampoco pido que nadie se crea mis vivencias, solo las comparto, porque son tan reales como la vida misma. No me tengo que excusar porque un día me dio por ahí, y desde entonces vivo y disfruto mi vida de una forma libertina y con pasión, dándome por compartirlo con vosotros como manera de desahogo.
Así que, aquellos que me leáis esto y no me crees, pienso que es tu problema, pero pienso que la vida hay que disfrutarla y vivirla, como uno sepa mejor porque pasa muy rápido. Y lo dicho, agradecer a todos aquellos que me seguís y me leéis, deseando que os haya gustado, espero que no os hayáis manchado demasiado. Si queréis saber más de mí, me lo hacéis saber a mi email es: jhosua 1974 @ gmail . com (obviamente todo junto).