Cibercornudos III

Un nuevo relato que mi cibercorneador especial me hizo llegar por sorpresa a mi correo.

En esta nueva entrega quiero compartir un relato que mi cómplice me hizo llegar hace ya algún tiempo.

Hola Miguel,

Espero que en la fiesta te diviertas mucho y después obtengas la recompensa que esperas junto a tu esposa. Yo aquí sigo solo y muy caliente recordando todo lo que hablamos e imaginamos haciéndole a nuestras esposas.

Ya que me has comentado que quieres conocer mis fantasías te contare una de reciente inspiración. Originalmente era distinta pero después de que nuestras mentes pervertidas incluyeran a hombres más jóvenes en nuestras cosas la historia ha cambiado.

Como sabes me gusta mucho la playa y especialmente acampar. Te propongo salir de acampada los seis, nosotros cuatro y mis hijos que aun siendo ya mayores todavía quieren ir con sus padres de viaje. Te invito a un camping en Lanzarote, perfecto, no masificado, playa espectacular a pocos metros y ubicado entre una arboleda que da mucha tranquilidad.  Todos en una sola tienda de dos dormitorios y zona común. Al comienzo seria todo normal, mis hijos a lo suyo y nosotros compartiendo como dos parejas de amigos “normales”. Pero a medida que entramos en confianza tu mujer pierde la vergüenza y decide hacer topless. Imagina a dos jóvenes que apenas acaban de estrenar la mayoría de edad con unas tetas espectaculares a poca distancia. Ocurre lo inevitable, nace la confianza, comienzan a jugar juntos. Primero a las palas en la arena, con las tetas saltando libremente, y las pollas de todos reventando los bañadores. Nosotros observamos impasibles como la cosa va a más y juegan como críos a ahogadillas, roces bajo el agua con las manos que van de un lado a otro. Mi mujer por su parte no está muy cómoda con todo aquello. Por las noches no deja de mostrar su disgusto ante la influencia que tiene esa mujer en los chicos y hasta en mí pues ha notado que no quito los ojos de encima a esa “zorra”. No comprende que tenga tanta amistad contigo cuando ella ni siquiera te conocía de antes.

Tu mujer está cada vez más caliente y según lo acordado no encuentra alivio por tu parte, la dejas caliente a pesar de que te suplique que la folles. Una mañana los chicos y María bajan a primera hora a la playa mientras tú y yo vamos a la población cercana a por víveres. Al volver encontramos a mi mujer cabreada, nos relata que ha bajado a la playa y no había rastro de ellos tres. Nos miramos a la cara y ambos deseamos que fuese la señal de que se había consumado lo que tanto esperábamos. Fingimos preocupación y nos dirigimos a buscarlos, indicando a mi vieja que se quede para avisar si aparecen.

Exploramos la arboleda cada vez más lejos sin resultado alguno. Luego de una larga búsqueda distinguimos unos ruidos cercanos y sabiendo lo que esperábamos  ncontrar nos acercamos con sigilo. Nuestro sueño se había consumado. En medio de un claro, sobre una roca, estaba tu mujer sentada, con los dos jóvenes de pie a su lado, flanqueándola. Ella asía sus pollas, una en cada mano, y las estaba engullendo con frenesí. Ellos permanecían de pie como estatuas y los ojos cerrados con fuerza, como muestra del placer que les estaba brindando aquella misteriosa amiga de su padre.  Ella suspendió la mamada, se puso de pie y su lugar sobre la roca lo ocupo mi hijo mayor. Se quitó la braga del bikini y se sentó muy despacio dejando que aquella polla joven abriera paso por su hambriento coño hasta límites inalcanzados hasta ese día. Mientras cabalgaba a uno, tomo la polla del otro y continuó comiendo con afán. El espectáculo que se nos brindaba era inigualable: tu mujer ensartándose aquella polla vigorosa y morena con las tetas botando al ritmo de sus envestidas y sin dejar de mamar la polla del otro muchacho.

La excitación era tal que comenzamos a manosearos nuestras pollas mientras no perdíamos detalle del show. No nos dimos cuenta de que nadie se aproximara hasta que lo sentimos ya a nuestro lado. Al girarnos por el susto quedamos asombrados  y expuestos con nuestras pollas en la mano. Habíamos sido sorprendidos por mi esposa, que sospechando alguna cosa rara había salido en nuestra búsqueda al poco de marchar nosotros. Ella no daba crédito a lo que veía, sus hijos follando a una misteriosa nueva amiga de su padre, mientras su esposo lo observa todo mientras y se pajea junto a la pareja de la mujer ¡Joder, qué fuerte!

Sus ojos iban de un lado a otro, las pollas jóvenes, las de los adultos. Pero permanecía en silencio, sin decir palabra. Ella tampoco quería descubrir nuestra vigilancia. Se acercó a nuestra posición y continuamos observando los tres. Ella también estaba caliente. La acerqué a nosotros para hacerla participe de nuestro vínculo. Mientras, continuamos viendo como tu mujer ahora estaba a cuatro patas sobre el follaje siendo bombeada desde atrás por el mayor mientras el otro la tomaba por las orejas y le follaba la boca. Coloqué un brazo sobre los hombros  de mi esposa, que ya se encontraba de pie entre los dos, tomé su mano más cercana y se la puse en mi polla para que me masajeara mientras disfrutaba de aquella visión. Ante la sumisión que mostró me envalentoné y saqué uno de sus pechos del sujetador, ella con vergüenza usó su mano libre para cubrírselo pero yo se la retiré tranquilizándola y llevé su mano hacia tu polla. Tú no sabías muy bien a dónde mirar, si a tu mujer siendo penetrada de forma salvaje por dos jóvenes o a la madura de tu lado que estaba iniciándose en un mundo nuevo.  Con mucho reparo al comienzo, pero con pasión después, ella nos comenzó a pajear a ambos mientras  seguíamos de pie mirando como mi hijo, con torpeza, trataba de introducir su polla en el ano virgen de tu mujer deseosa de ser penetrada sin parar. Poco a poco fuimos perdiendo el pudor y mientras éramos pajeados, nuestras manos fueron explorando el cuerpo tembloroso de mi mujer, dejando sus pechos al aire e introduciendo ambos nuestra mano en sus bragas para meter un dedo cada uno en su mojado coño. Ella se arrodilló, situándose de manera de no perder detalle de la follada de sus hijos, y comenzó a comerse nuestros rabos al unísono, llegando a meterse las dos pollas a la vez dentro de la boca. Por los gritos de tu mujer ya había logrado meter todo su nabo dentro de su cerrado orificio, pero no dejaba de mover el culo de delante a atrás con vigor mientras el otro ahogaba sus gritos metiendo cada vez más adentro la polla en su garganta.

Fue una experiencia sublime, solo se escuchaba el choque de sus cuerpos y los gemidos. De repente todo fue interrumpido por las explosiones de placer al acabar casi al mismo tiempo mis dos hijos, bañando de leche tanto el culo como la cara de tu mujer entregada al éxtasis de sus orgasmos encadenados. Por miedo a ser sorprendida mi mujer se repuso, acomodando su ropa para salir casi corriendo en dirección al campamento, nosotros salimos tras ella sin saber muy bien la razón.

La historia continua si quieres, dime si te gusta.