Chupándosela a mi traumatólogo.
Chupándosela a mi traumatólogo....
Gracias por sus estimulantes comentarios después de mi primer relato, me encantaron todos. Este relato que les ofrezco a continuación con mi traumatologo, es parte realidad, parte fantasía, yo creo que sí quedaron ganas por parte de los dos de que sucediera algo de esto.
Frente al mar iluminado por un sol matutino divino, en una mañana con una brisa espléndida, y el olor del rocío todavía en aire; me lleva el demonio, pero estaba de nuevo en el piso con otro esguince en el tobillo, no había terminado de reponerme para sentarme a un lado del camino y ya tenía una inflamación del tamaño de un mango, eso significaba otro año de reposo sin poder correr. Dios soy muy inquieta y competir en carreras ha sido mi escape. Lo único bueno es visitar a mi traumatólogo, que es un tipo grande, de manos gruesas, su perfume me encanta, y combinado con el alcohol del consultorio me mata, la primera vez, me inyectaron la articulación y los nervios me dieron por decir vulgaridades, y se me salió decirle al Dr. Cuanto me atraía y otro montón de cosas inapropiadas, todas referentes al sexo. Uff que bochorno si mi marido no hubiera estado allí algo hubiera pasado con ese Doctorcito.
Llegó el día, me había esmerado en embellecer mis pies, me gustaba verlos lindos en las manos de Manuel. Ya estaba frente a la puerta del Dr. La secretaria me llama y entro yo apoyada en una molesta muleta.
---Hola Manuel el esguince ahora es en el otro pie.
Lo saludo con un abrazo y una sonrisa, ruborizada. Ese perfume mezclado de alcohol satura mi olfato; que rico hueles Manuel de mis fantasías.
---Siéntate por aquí, debes tener más cuidado, tu pie ya tiene una lesión.
Me llevó hasta la camilla, quedé con los piecitos desnudos colgando. Manuel se sentó al lado, pegado a mis pies en su taburete de Dr. Su bata blanca cae sobre sus muslos fuertes que rellenan su pantalón y dejan la tela tensa. Y me hace apoyar mis pies sobre sus muslos. Que tentación la de deslizar mis pies hasta su cierre, seguro algo grande había allí abajo, se notaba; ya se estaba formando un charco en mi ropa interior debido a estos pensamientos que me infunde.
---A ver voy a revisar ambos pies. Evaluamos como sigues del otro pie, y del esguince; a ver.
Sus manos estaban heladas y la punta de sus dedos me daban cosquillas. Movía hacia arriba, abajo y palpaba para detectar si sentía dolor. Me dolía solo para reírme.
---El otro pie se ve muy bien, tienes unos pies muy lindos y me da pesar verlos lastimados. Pocos pies me gustan tanto. No viniste a la evaluación que te correspondía conmigo.
--- Sí, es que la consulta anterior me dio mucha pena haberte dicho cosas tan inapropiadas, fueron los nervios.
---No tengas pena es verdad que el sexo quita el dolor, no dijiste una barbaridad.
---Síííí, pero confesarte que me calienta que me cojan dos hombres, fue como demasiado.
---A mí no me molestó, pero tu marido si lo estaba. Bueno relájate un poco.
Toma mi pie del tobillo y desliza su mano hasta la punta de los dedos, lo vi subir por mi pantorrilla. Allí estaba yo temblando, perdiendo el control de mis palabras, para explicarle acerco mis manos rozando las suyas, siguió paseándose por mi muslo. Mis piernas se abrieron de par en par. La mano siguió por debajo de mi corto bermuda, y sentí sus dedos hundirse en mi coñito bañado en sus jugos.
---¿Manuel que haces? Pude articular casi con el corazón en la boca.
---Estoy revisando un poco más a fondo, no te me muevas… Que cuca tan rica tienes, desde la consulta anterior vi cómo me miras el gûevo, y lo nerviosa que te pones cuando te toco, respiras más rápido y pierdes el control. Tu marido se dio cuenta, de que su esposa puta quiere cojerse al Dr.
Su mano metida entraba y salía frotando el interior de mi sensible vagina, expandiéndola alrededor de sus dedos gigantes; un dedo de él es el doble de uno mío; ummm… acariciaba el clítoris todo empapado. Me excita muchísimo que me cojan con la mano, así que desabroche mi pantaloncito para que quedara más holgado, Manuel aprovechó para bajarme la pantaleta y meterme la mano a sus anchas y ponerle mayor intensidad al movimiento, girando la mano adentro, rodeaba su brazo y apoyaba mis labios contra su bata, me veía en sus ojos como una sucia cuatrera.
---Acuéstate para revisarte mejor. Te voy a llenar la boca de gûevo y leche medicinal, te la tomas toda.
Mis ojos saltaron ante el anuncio, y mi boca se abrió para probarlo
Al colocar mi cabeza en la camilla ya me tenía el palo carnoso en la boca, me lo metió hasta la garganta. Comencé a chupar ávidamente como una bebé, uff tan grande como lo revelaban sus manos, enredadas en mi cabello haciéndome una llave apretada de la que no podía, ni quería escapar; me ofreció su glande coronado por dulces gotas viscosas, me daba duro en mi pequeña boca, la saliva escapaba y corría por mis labios y mejillas; frenaba su cadera para no ahogarme, recuerdo en mis manos su pantalón todavía puesto, y la cara de mi doctor distorsionada de placer primitivo. Se desbordó de leche en mi boca y pintó mis labios de un sabor que perdurará en mis sueños aún despierta.
Jugaba con la leche de Manuel en mis labios cuando llamaron a la puerta. Era la secretaria; me limpié la cara y Manuel se arregló la ropa. Nos sentamos junto al escritorio para definir el tratamiento.
Bueno la semana que viene vuelves para más inyecciones…