Chúpamela en todos los idiomas que sabes, perra 2
Continúan las vicisitudes de Julia, la bella diplomática, a manos de los albañiles que hacen reparaciones en su mansión.
Chúpamela en todos los idiomas que sabes, perra (2)
Kleizer
Hola, me llamo Julia, y soy una importante diplomática. Ahora les narraré lo que me pasó luego de mi primer testimonio, que titulé "Chúpamela en todos los idiomas que sabes, perra" , el cual recomiendo que lean antes de proseguir con éste. Hace dos días tuve el encuentro sexual más intenso de todos mis treinta añitos ni más ni menos que con cinco albañiles
Ellos me dejaron ir casi al amanecer, luego de que se divirtieran conmigo como les dio su real gana; casi en shock, me pasé un buen rato en la bañera, tratando de asimilar esa inesperada y aún increíble orgía yo participé, el tal Saúl tenía razón, de haber querido, hubiera bastado un grito mío para dar la alarma, y con todos ellos a la cárcel pero no lo hice, ¿por qué? Porque me encantó lo que esos hombres me hicieron, así de sencillo.
De vez en cuando tuve un par de tríos, sea con dos chicos o con un chica y una chica, pero lo que acababa de vivir rebasaba todas mis expectativas, hasta hace pocas horas, creía que escenas como esa sólo se daban en filmes para adultos sólo hizo falta la cámara en mi caso.
Pasaron tres días, a cada rato me veía en el espejo, y los raspones y moretones se iban quitando. Estuve nerviosa, mis familiares me preguntaban qué sucedía, pero me inventaba cualquier excusa la vergüenza sería inimaginable si mis aristocráticos padres se enteraran de mi numerito con esos cinco garañones que me sonreían y me lanzaban besitos las pocas veces que tuve el valor de asomarme esos tres días.
Pronto partiría, de nuevo hacia el extranjero. Al tercer día, me dí una ducha vespertina, depilé mis blancas piernas, me observé en el espejo, complacida con mi bien formado cuerpo se apoderó de mí una repentina oleada de morbo al saber que todas mis curvas fueron acariciadas por manos tan zafias al asimilar que cinco penes bien tiesos pasaron por todos mis agujeritos empecé a sentir cierto escozor en mi sexo, pero no, Julia, no puedes permitirte otra humillación semejante
Así, desnuda, salí de la bañera, secándome la cara. Entonces sucedió. Dos robustos brazos me sujetaron por la espalda.
-Así te quería agarrar, mamacita, ¿creíste que te ibas a salvar de otro polvito? -me dijo el albañil llamado Saúl, trigueño, con sus musculoso antebrazos manchados con partículas de cemento.
Me quedé muda y helada, me sentí tan bien entre sus brazos mi vagina vibró emocionada, pero me empeñé en salvar las vanas apariencias:
-¿Qué cree que hace? ¡Suélteme! -mascullé, sin mucha convicción. Saúl se rió y me pasó la lengua por el cuello por poco y me corro al sentirla el albañil me apoyó contra el lujoso lavamanos, sobándome los muslos - Déjeme, esta vez no no otra vez
-¿Por qué no, tesoro? ¡Qué pedazo de culo se carga esta perra, vení mirá, Tadeo! -y me descargó una terrible cachetada. Sobre mi hombro, ví atravesar el umbral al tal Tadeo, con un gorrito gris, un poco más alto y joven que Saúl.
-¡No, lárguense de aquí! -les conminé, sin alzar mucho mi voz.
Entonces, Saúl metió sus dedos en mi coño, sonriendo al sentirlo tan húmedo. Casi me desmayé ante sus caricias, se me nubló la vista y me incliné sobre el lavamanos. El tal Tadeo, al verme así de sumisa, una vez más, empezó a tocarme las nalgas me dieron unas cuantas palmadas más
-Esta putita quiere verga, Saúl
-Y se la vamos a dar, compa.
Sus rudas voces, sus ásperas manos traveseando mis partes más íntimas, mis esbeltos muslos, mis nalgas blancas, mis senos
-Deténganse, por favor -les musité, a punto de llorar, porque me daba vergüenza admitir que se me hacía agua la boca por estar con ellos de nuevo.
-Si te estamos violando, gritá, pendeja -me espetó Saúl, quien me tomó de un brazo y me forzó a arrodillarme en medio de los dos.
-Con ésta te hice chillar como puta la vez pasada -me dijo Tadeo, y se sacó su largo y duro pene, no muy aseado que se diga. Las pieles curtidas y trigueñas de esos individuos contrastaban de sobremanera con mi piel blanca y delicada. Yo me quedé casi hipnotizada viéndole la animala, y entonces me fijé en el cipote de Saúl, grande y venoso, duro apuntando a mi cara, mi quijada temblaba, insegura sobre a quién abalanzarse primero.
Y así, con mis ojos lacrimosos, fue Tadeo quien me puso una mano en la barbilla y atrajo mi entreabierta boquita hacia su ansiosa pija me la pasó por los labios, una parte de mí se resistió y quise levantarme, entonces, no sé cómo, ese obrero me enchutó su polla en la boca, y acto seguido, me aferró la cabeza para obligarme a mamársela hubiera podido mordérsela si fuera una violación, pero lo que hice fue darle un chupetón con toda mi alma, le acaricié la verga con mi refinada lengua, y pronto ni tuvo necesidad de sujetarme le agarré el largo y pétreo miembro y le empecé a dar sexo oral por mi cuenta estaba realmente feliz de tenerlos conmigo en tanto que, ni cuenta me dí sobre a qué horas había agarrado la espléndida pinga de Saúl con mi mano libre, a la cual ya estaba obsequiando una suave paja
-Mmmmmm mmmmmm -mugía yo, extasiada, mamando como una bebé.
-Aaahhh, qué perra, eso era todo, metérsela en las tapas para que se callara aaahhh, qué rico, preciosa -decía Tadeo, ya acariciando mi cabello castaño y corto, que me llegaba hasta la nuca.
Saúl, mientras tanto, ya me rozaba la pija contra mi oreja y mi mejilla. Sin pensarlo, se la agarré y me la metí en la boca, tuve que abrirla más, por el enorme capullo, pero se la chupé con inusitada felicidad los tíos me sobaban los pechos, dejándomelos tiesos y manchados de cemento y polvo
-Mmmmmmm mmmmmm -seguía yo, puta obediente y sumisa, resonando los chupetones por todo el amplio y lujoso baño me tenían en sus zarpas una vez más me turné de nuevo, para saborear la exquisita verga de Tadeo.
-Qué buena perra salió -suspiró mi amado Tadeo.
-Y ni un cinco tuvimos que pagar, vamos, a ver si nos las chupas en todos los idiomas que sabes, ramerita barata -me dijo Saúl y tales palabras, lejos de indignarme, me emputecieron todavía más, y hasta jadeaba, esmerándome en brindarles unas mamadas que recordaran todas sus vidas.
-¡Aaaaahhh, puta, rico, mami! -rugía Tadeo, que entonces me la sacó para pasármela por la cara, dándome golpecitos con ella y yo con mi boca abierta y me lengua extendida
Fue el turno de Saúl, la pija más sabrosa me la tragué con gusto, ni siquiera me importó recordar que la puerta de mi habitación no estuviera con llave les pajeaba con furia sus vergas y me las comía con gran deleite.
Tadeo se corrió en mi cara, hasta mi orgía con esos albañiles, nunca le permití a un hombre hacerme tal cosa pero mi felicidad fue sublime cuando los primeros chorros de la caliente esperma de ese obrero se estrellaron contra mi delicada cara, él apuntó a mi boquita y pude saborear los últimos chorros, luego le limpié el glande, dejándoselo bien rojito y nítido, y así, sin limpiarme el rostro, seguí comiéndome toda la carne que Saúl me ofrecía, hasta conseguir, en medio de sus bufidos bestiales, una segunda dosis de leche ardiente en mi cara heme allí, la gran doctora en leyes internacionales, de rodillas con su elegante cara bañada con el semen de dos burdos albañiles
-¡Aaaaajjj buena perra, ahora tragáte la lechita -me ordenó Saúl, y sin poder creerlo yo misma, me llevé ambas manos a la cara y me las embadurné con la tibia y grumosa sustancia, para llevármela a la boca y chuparme los dedos incluso me lo pasé por el pelo Tadeo y Saúl se reían de mí, me vitoreaban y se burlaban de mis poses de niña rica
-Tan presuntuosa que te las tirás, y mirá como te gusta comer mazacuatas bien paradas -se burló Saúl.
Me lavé la cara, que me había quedado toda pegajosa. Me enjuagué la boca también. Apenas hice esto, Saúl me sujetó de nuevo y estampo su bocaza sobre mis finos labios, y pronto le respondí en ese bizarro beso. Entonces Tadeo me arrebató para redefinirme lo que era besar me hizo ver las estrellas, mientras sus manos sobaban mi tembloroso y hermoso cuerpo
Entonces, oí que abrían la puerta de mi dormitorio. De inmediato, me zafé y cerré la puerta del baño. Mis plebeyos amantes intercambiaron miradas, angustiadas.
-¿Julia, hija, estás ahí? -preguntó mi madre, al otro lado de la puerta.
-Este sí, mami, me acabo de bañar -respondí, y a pesar de las circunstancias, Tadeo y Saúl, al comprobar mi lujuriosa complicidad, empezaron a tocarme cerré mis ojos y quise apartarlos, pero mis machos siguieron con sus manos sobre mi febril carne
-¿Está todo bien, hija? Me pareció oír ruidos, como que habían dejado caer algo -dijo mamá.
Yo, sudando sangre en brazos de mis sementales, con los ágiles dedos de Tadeo hurgando en mi sexo, como pude, me las arreglé para contestar:
-No, mami, todo está muy bien fue un bote de crema que se me cayó -Saúl me lamió una oreja, me chupó el lóbulo, creí que me estaba muriendo.
-Ah, ya veo, hijita, pero cómo has ensuciado el piso de tu cuarto, ¿has estado en las áreas de la construcción, Julia? -dijo ella, sin duda, al ver los rastros de los tipos que ahora me tenían viendo las estrellas con sus caricias, cuyo semen ardía en mi estómago de perra bien hecha.
-Sólo fue un paseíto, prometo limpiar papi, digo, mami -dije, y aproveché el instante para besarme con Saúl.
-Ah, ya veo, ¿quieres que mande una criada para que te limpie esto?
-¡No, no! -respingué, cuando Tadeo insertó un dedo en mi sensitivo culo- No, no es necesario, cuando me cambie, yo llamaré a alguien -y Tadeo me besaba y lamía mis bien formados glúteos.
-Bueno, Julia, pero no me guste que vayas a la construcción, no me gusta como te ven esos hombres al menos pronto se van a ir -comentó la elegante dama, sin imaginar el espectáculo a menos de dos metros de ella.
-Ok, mami, ok rico -se me escapó, cuando Saúl me chupó un pezón.
-¿Disculpa?
-Todo bien, mami, ya bajo para cenar
-Bueno, hijita, ¿te cierro con llave?
-¡Sí, sí! -gruñí, cuando Tadeo me lamió el ano.
-Bueno -y oí la puerta cerrarse.
-Sí que tenés ganas de verga, ah, ¿putita? -me dijo Saúl, y lo besé de nuevo.
Salimos del baño, comprobé que la puerta estuviera con llave, y Saúl me retuvo de la mano les sonreí:
-Par de cabrones, jódanme
Y ellos se rieron, vitoreando. Puse la televisión con volumen bien alto, porque esos tipos iban a hacerme lloriquear como Dios manda. Saúl me metió sus sucios dedos en la boca y me guió a mi amplia cama. Me tendieron sobre ella mientras los observaba desnudarse Saúl era feo, en definitiva, aunque no por eso me derretía menos en sus brazos Tadeo pues, más delgado pero bien macizo, sus vergas bien tiesas, ansiosas de introducirse en mí
-¿Quién va a ser el primero? -les pregunté.
Tadeo se hincó tras de mí, y me coloqué como perrita, cerré sus ojos al sentir sus ásperas manos aferrar mi redondo trasero Saúl se sentó sobre mis almohadas con cobertores de seda, posando su sucio culo sobre ellas, con su verga casi rozando mi barbilla
-¡Oh, mi rey, qué cosa más rica! -exclamé, contenta, cuando Tadeo me penetró. Entonces, Saúl puso una mano sobre mi cabeza para que empezara a mamársela por segunda vez.
Le agarré la pija, sobándola, mamándole la mitad, que era todo lo que podía tragarme Saúl me acariciaba el cabello, recostado en la cabecera de caoba de mi cama mientras, Tadeo, bien sujeto de mi culo, me daba una exquisita cogida, como sólo un tipo de esa calaña sabe darlas
-Mmmmmm mmmmmm mmmmmm -mugía yo, casi en trance, saboreando la gruesa y deforme verga de mi querido Saúl, le mamé los guevos y hasta le chupé los vellos tal era la locura de mi excitación
-¡Qué cusuquita más rica, suavecita y calentita, mami! -me decía Tadeo, puyándome con mayor frenesí, sonando como aplausos el brutal choque de nuestras carnes
-¡Aaaaahhh aaaaaahhh ssíii, mi amor, ssssíiii, ricura aaaahhh! -lograba articular yo, a duras penas, en los pocos instantes que se me salía la polla de Saúl de mis hambrientas fauces.
-Nunca te imaginaste que jodidos como nosotros te íbamos a coger así, ¿verdad, putita? -me dijo Saúl, sujetando mi cabeza para clavar más su pincho en mi trémula garganta.
Tadeo me dio unas sonoras palmadas, sentía sus mugrosas uñas casi clavándose en mi blanca y suave carne el tipo se quejaba, pronto iba a venirse
-¡Ufff, puta, ahí te va un Tadeito! -y el muy bestia se corrió en mi interior su semen en mis entrañas desencadenó mi primer orgasmo en esa segunda orgía con esos tipos.
-¡Aaaaahhh, sí, préñame mi vida, que soy tu mujer!
Y ellos se rieron de mí.
Saúl se acostó a un lado de mi cama. Entendí lo que esperaba de mi, su servil puta de alcurnia, y me subí en él, con mis piernas blancas y esbeltas flanqueando sus caderas, fijándome en su algo abultado vientre yo misma le agarré la polla y me la coloqué entre los labios de mi coño cerré mis ojos y gemí enloquecida y ese hongo inmenso empezó a entrar en mí, despacito Saúl me tomó de las caderas, deseoso de empalarme de inmediato, me bajó de golpe y mi pubis pronto chocó contra su mata de pelos
-¡Aaaaayyy, que grande la tenés!
-¿Te gusta, mami, te gusta, putona? -me preguntó, mientras yo comenzaba a cabalgarlo despacio y él me manoseaba mis indefensos pechos.
Tadeo, acostado cerca de nosotros, se sobaba la pija, fláccida, y había tomado mi control remoto, para ver la tele.
Mis manos buscaron las de Saúl, y me sujeté de ellas, para mover mis caderas y darle placer a ese sujeto.
-¡Así, cosita, bien que te gusta el arroz con chancho!
-¡Mmmmm uuufff qué rico, qué vergota ! -me quejaba, fuera de mí, comprendiendo lo rico que era ser la puta de esos hombres. De vez en cuando, Tadeo me sobaba mis bamboleantes pechos, cubiertos de sudor me apretaba los pezones y entre los dos me hacían chillar de placer puro y animal
Así, excitadísima, aumenté el ritmo de mis embestidas y lo hice bien porque pronto le cambió la cara a mi Saúl, y me tomó de mis caderas, él gemía al igual que yo, lo tenía en el cielo, y él a mí los dos nos quejábamos muy ruidosamente, bajé hasta él y le abracé el cuello para besarlo con desenfrenada lascivia
-¡Ooooohhh, amor mío! -exclamé, cuando mi cuerpo, bien agarrado en sus fuertes y curtidos brazos, se estremeció en ese segundo cataclísmico orgasmo y el tercer vino como una marejada cuando Saúl quemó mi vientre con su semilla, muy dentro de mí - ¡Oh, cielos, sí, sí!
-¡Pedazo de puta, ahí te preño yo también! -me sentenció.
Caí extenuada sobre él, y estuvimos besándonos por varios minutos. Tadeo me sobaba el culo, y yo ansiosa por verlo recuperar sus ganas.
Me acostaron entre ellos, y se turnaban para besarme, me chupaban las tetas, me tocaban las piernas, me metían dedos en mi irritado coño, me susurraban ordinarieces que me dejaban a mil
-A ver, ¿quién te ha gustado más? -me preguntó Tadeo, entonces. Los dos no dejaron de manosearme en ningún instante. Me sentía tan bien en ese raro sándwich pornográfico.
-Vamos, perri, decí -me instó Saúl, lamiéndome una oreja.
Sonreí con suma picardía, y les confesé, ruborizada:
-El que más me gustó fue ese negro, el tal Felipe
Ellos se rieron, pero sé que quedaron picados, pronto me lo harían pagar. Me ordenaron que fuera a traerles comida, me aseé un poco y me puse una bata, les dije que no se les ocurriera salir y les lancé un beso.
Abajo, en la cocina, me hallé a mi madre.
-Hija, ¿por qué tienes el volumen del tele tan alto?
-¿Ah, te molesta? Creí que no se escuchaba -le respondí, mientras llenaba una bandeja.
-¿Te vas a comer todo eso? -me preguntó, con sus ojos desorbitados, al ver toda esa comida.
-Sí, tengo mucha hambre, bueno, gracias, mami, ya voy para arriba
-Julia, espera ven un momento ¿qué es eso que traes en el pelo? Parece jabón
-¡Oh, vaya! No me lavé bien el pelo, ahorita me lo saco -me excusé, llevándome la mano a la cabeza, sonrojada como el sol.
Les llevé la comida a mis machos. Apenas entré me saqué la bata, y me manosearon toda mientras comíamos me pellizcaron nalgas y tetas luego, se pusieron creativos los canallas, porque estuvieron viendo programas raros, me preguntaron si no tenía algún aceite para untarme en el cuerpo, y sólo tenía uno algo caro, pero la idea me pareció tan excitante que me los llevé al baño, me metí a la ducha y me rocié con aceite, dejando mi curvilíneo cuerpo muy resplandeciente el efecto fue más que óptimo, como pude comprobar, con gran alegría, al verles las pijas bien tiesas, listas para entrar en acción una vez más.
De nuevo, frente al lavabo, esta vez sonriendo, me hinqué entre ellos para reclamar mi postre, sus ricas vergas, mamándoselas por turnos de nuevo, enloquecida de sexo como estaba, me las acerqué mucho a la cara, sacaba mi lengua para frotarme ambas puntas con ella, me las pasaba por mi oleosa cara, se las besaba, ellos me metían dedos en la boca
-Compa, qué pedazo de puta fuimos a encontrar, nunca había visto esto en vivo -dijo Tadeo, genuinamente asombrado.
-Perras, igualitas todas, tanta pose y sólo pinga quieren -dijo Saúl.
Me metí su pene en la boca, arrancándole suaves gemidos. Hice otro tanto con Saúl, hasta dejárselas bien rojitas y ensalivadas.
Antes de permitirme levantarme, Tadeo me dio órdenes para ponerme en cuatro patas sobre el piso, apoyando mi cabeza contra el mismo, dejando mi redondo culito bien parado e indefenso Tadeo empezó a vertirme lo que quedaba del aceite, presionando con sus sucios dedos en mi tembloroso recto
-¡Aaaaahhh mmmmrrrrggg ! -jadeé.
Entonces, Tadeo me alzó, tomándome de la mano y nos metimos juntos en la regadera. Apenas tuve tiempo de aferrarme de los nichos donde estaban mis champús y jabones, cuando, gracias al aceite, la pinga de Tadeo se deslizó de golpe en mi culo. Creo que me quedé con los ojos en blanco un instante, reviví cuando Tadeo empezó a bombearme.
-¡Ohhh, papi, ufff, me partes me revientas más lento, más lento! -chillé, porque aún no se me recuperaba mi culito del último espectáculo.
-¡Quiero que sufras, perra! A ver, háblame en inglés, putilla -dijo Tadeo, trabajosamente, porque las paredes de mi culo lo tenían en la gloria.
-Oh, yeah, please fuck my ass, baby, fuck it, yeah!! -lo obedecí, tan enloquecida me tenía su larga verga entrando y saliendo de mi ano.
Tadeo se rió, aullando de placer, descargándome varias nalgadas, ordenándome no volver a hablar español mientras estuviera culeándome.
-Oh, yeah, baby, youre breaking my ass, darling, oh, yeah, fuck me, yeah, both of you, rape me, i beg you rape me!! -chillaba yo, casi llorando, ante la culeada más rica de mi vida, con Tadeo nalgueándome sin piedad alguna.
Ellos dos se reían de mí, no entendían nada, pero mis palabras sí que los arrecharon. Las lágrimas ya corrían por mis mejillas, de placer y dolor.
-Oh, yeah, i love your cock, fuck i want your cum inside of me!!!
Tadeo parecía enloquecerse más y más con mis palabras, me aferró de la cintura y me sodomizó sin piedad. Me metió sus dedos en el coño, retorciéndolos adentro, logrando que los bañara con mis jugos del cuarto orgasmo cuando su leche ardiente me quemaba los intestinos.
-Oh, hell, yeaaaaahh!! -aullé, y Tadeo me metió los dedos en la boca, saboreando mis propios jugos.
Cuando él me soltó, caí de rodillas, desmadejada, temblando, mi culo palpitando en carne viva pero el respiro no fue largo, porque Saúl, ansioso de su tajada, me ayudó a levantarme, mis piernas temblaban demasiado y me alzó en sus fuertes brazos
Me sentó en el inodoro y adivinando lo que deseaba, le chupé su tiesa pija, con suavidad, así medio muerta como estaba. Me detuve un rato a lamerle el capullo, enorme, con una rara protuberancia del lado izquierdo, por eso me costaba tanto tragármela
-Así, puta, puta, así sólo para esto servís
Le estampé un besote y continué lamiéndosela, su sabor ya me fascinaba. Luego, Saúl me llevó al cuarto, me arrodilló en el alfombrado piso, y se hincó detrás de mí, viré mi cabeza para darle un caliente beso de lengua y luego me apoyé de manos
-¡Oh, mi amor, qué cabezota, me encanta tu cosota, aaaaahhh mmmmmm ! -gemí, a medida que Saúl iba taladrándome mi pobre y ensanchado ano
Saúl se agarró de mis nalgas y me la metió lento, ganoso de verme sufrir, tuve que apoyar mi frente en la alfombra, jadeando y gimiendo, cerrando mis puño, poco a poco tomándole gusto a ese monstruo bombeándome el recto.
-¡Aaaaahh aaaaaaahhh ! -chillaba.
-Tranquila, bebita, imaginá que estás cagando para adentro -y el muy canalla de Saúl se rió de mí. Noté que sus manos se apoyaron en el piso, colocándose como una araña sobre mí, introduciendo y sacando su rechoncha verga, conectadas nuestras carnes sólo por este enlace
-¡Aaaaaahhh aaaaaaahhh! -gemí, cuando comprendí por qué Saúl había adoptado esa posición lo comprendí cuando Tadeo hundió su mano en mi coño - ¡Aaaaahhh no, sácamela, sáquenmela, por favor!
-Esto es por preferir negros, pedazo de puta -me dijo Tadeo, y fue muy extraño, al principio, sentir toda una mano adentro, con sus dedos retorciéndose, pero pronto me causó una andanadas de calambres de placer.
Saúl me enculaba despacio, mientras Tadeo me cogía con el puño. Mi enrojecida cara, apoyada contra la alfombra, debía ser una auténtica máscara de lujuria sólo podía gemir y aullar, ya era incapaz de articular palabras Tadeo sacó su mano despacio, empapada de mis jugos, mientras Saúl me la sacaba para chorrear mis blancas nalgas con su semen
Me abandonaron allí, exhausta sobre la alfombra, magreada, brillante de aceite, con mi culo tan abierto como si fuera una segunda boca, temblando Dios, qué experiencia. Los escuché salir por la ventana
Supe que esa no sería la última vez que esa gentuza iba a divertirse así conmigo, en especial cuando las construcciones ya no fueron tan rápido como deberían