Chris y familia 09

Las cosas están fuera de control. Chris ha despertado el hambre de sexo de su madre y dejan seco al protagonista… Pero aun falta Sara

  • Dios. ¿Cómo he podido?

Antes incluso de abrir los ojos, fue lo primero que exclamó la madre de Chris y Sara al recuperarse. Se encogió aterrada antes de mirar primero a su hija mayor y luego a mí.

  • ¿Qué me habéis hecho?

Chris sonrió saboreando los jugos que aun quedaban en sus dedos.

  • Nada que tú no desearas. Mamá.

Y recalcó con fuerza esta última palabra. La madre la miró como si estuviera viendo a una extraña. Sus ojos estaban abiertos de par en par. Su boca apretada y su piel pálida.

  • Has estado viendo el vídeo que me hizo mi “chico”.- Me señaló con un gesto de su cabeza.- Has estado pajeando viéndome como me follaba. Te he visto como chapoteaba tu coño mientras te masturbabas delante del televisor. Disfrutabas del espectáculo, igual que hacías mientras yo le ponía cachondo.

  • No… Yo no… - tartamudea confusa y aterrada.

  • Sí. Tú sí. – se acerca hasta quedar a escasos centímetros de su cara.- Te gustaba. Has gozado chupándosela, no te ha importado compartirla y te has corrido en cuanto te he toqueteado un poco tu rajita.

  • Yo… Yo…

  • Tú eres una calentorra muerta de hambre. Mamá. Una guarra sedienta de sexo. ¿Acaso no te da bastante papá? – de nuevo volvió a resaltar las palabras de parentesco que la unían.

  • Yo… No. Sólo… Tal vez…

  • Tienes hambre…- Deslizó de nuevo su mano por debajo de la pelambrera provocando un espasmo en su madre pero que acabó relajándose y luchando por no ceder a lo que sentía. – Estás muerta de hambre. Mi Zorrita. Seguro que no te importaría probar un poco de carne. ¿Verdad?

A un gesto suyo me acerqué. Mi polla estaba relajada pero todavía mantenía su tamaño. Colgaba a medias pero recuperándose a la vista de la escena.

  • Mírala. ¿Te apetece?

La susurraba mientras acariciaba con cierta desgana el rabo provocando que de nuevo recuperase poco a poco su dureza. Sonreía observando como su madre comenzaba a sudar mientras contemplaba extasiada el miembro.

  • Venga. Sé que la quieres… Tu coñito está ansioso.

Con delicadeza me hizo acercar más la polla a la cara de su madre que casi inconscientemente comenzó a acariciarla con su izquierda mientras con la derecha acompañaba a su hija en el coño.

  • Venga. Pídelo. Di: Quiero esa polla en mi coño.

  • No... No puedo… Por favor, Christina…

  • No puedes negarlo. Tu cuerpo te lo pide. Dilo: Quiero polla. La quiero dentro de mí.

La madre entre lágrimas luchaba por contenerse mientras se dejaba masturbar por su hija a la que incluso acompañaba en algunas caricias.

  • No puedo comportarme…

  • A la mierda la educación. – Casi le grita su hija.- La has probado con la boca y tu otra boca te la reclama. Dásela. Venga… Ya.

Apretó los ojos, se mordió los labios y al final se rindió.

  • Quiero que me folles.

Gritó entre lágrimas.

Chris la tumbó en el suelo y a un gesto suyo me coloqué entre las piernas de su madre.

  • ¿Sin condón? – La susurre al oído.

  • Fóllala como si fueras un animal. Ella así lo quiere.

  • ¿Sin condón? – Volví a repetir.

  • Los animales no follan con condones. – Me respondió con una mirada agresiva.

Me encogí de hombros y la penetré de golpe. Hundí la polla hasta que mi cuerpo topó con su cuerpo. Ella se agitó, abrió los brazos y rodeó mis caderas con sus piernas.

  • Sí. Fóllame. Soy una guarra. Fóllame.

Comencé a bombear con una brutalidad que nunca llegué a imaginar que sería capaz de desarrollar. Su cuerpo se agitaba al ritmo que yo imponía. Jadeaba, gemía y gritaba a veces las tres a la vez mientras chapoteaban los cuerpos al chocar. Chris, de pie delante de ella, se masturbaba sin ningún pudor por encima de la tela.

Aquel cuerpo maduro se corrió varias veces mientras yo luchaba por llegar a una cuarta corrida aquella noche. Y para cuando lo logré no pude aguantar más y me desplomé sobre ella. Cubierto de sudor y casi sin aire sentí como sus manos cogían mi cara y me besaban en cada rincón, hasta encontrar la boca.

Chris que se había corrido ya hacía rato, estaba desplomada con la espalda contra la cama. Con los ojos abiertos y mostrando una sonrisa diabólica. Una vez vio que íbamos recuperando el resuello, se levantó, sacó una cuerda de no sé donde y se acercó. Me apartó del cuerpo de su madre con el pié, se arrodilló la puso bocabajo y con una habilidad increíble la ató las manos a la espalda. Luego la alzó y la llevó hacia la silla.

Primero se sentó ella y luego colocó el cuerpo de su madre entre las rodillas. Comenzó a acariciar el culo de una sumisa madre, dejando que de vez en cuando algún dedo tantease el oscuro agujero del culo o la húmeda rajita del coño.

  • Ahora mamá, vamos a confesarnos.

Dicho esto azotó con la palma de la mano cerrada el carnoso trasero. Sorprendida por un momento logró contener un grito. Colocó sus manos sobre los muslos de su hija y agachó la cabeza.

  • ¿Te ha gustado, mamá?

  • Sí. – Apenas fue un susurro.

  • ¿Cómo?- Insistió Chris golpeándola con más fuerza.

  • Sí.

  • Más alto. – de nuevo otro azote.

  • Sí. Me ha gustado.- Confiesa entre lágrimas.

  • Bien. Así me gusta. Mamá.

Insiste en el parentesco para humillarla aun más. Sonríe satisfecha acariciando de nuevo el culo que ha empezado a enrojecer por los azotes.

  • ¿Te gustaría repetir?

  • Sí.

  • Más alto. – Un nuevo azote.

  • Sí.

  • Bien. ¿Qué es lo que quieres repetir?

  • Dilo.- Descarga media docena de golpes que agitan aquel cuerpo tembloroso.

  • Quiero que me folle otra vez.

  • ¿Sólo? ¿No quieres saborear ese pedazo de carne?

  • Sí.

  • Más alto. Habla más alto que no te oímos.

  • Sí. Quiero chupar su polla y que me folle como si fuera una puta. Quiero que me viole. Quiero que me la meta mil veces hasta que mi coño reviente de lefa.

  • Esa es mi mamá.

Chris coge el rostro de su madre, le aparta el cabello que oculta los ojos y sonríe. Luego la besa con profundidad. Con lengua… y su madre cede sin dejar de llorar. Cuando termina el contacto la deja caer en el suelo como si no fuera otra cosa que un objeto.

  • Ha sido una confesión reveladora. Parece que papá no es suficiente para ti.

  • Chris. – Interrumpí la escena señalando la puerta.

Allí estaba Sara de pie y mirando asombrada, o tal vez extasiada la escena. Los tres desnudos y empapados de sudor y de nuestras corridas. Yo aun con la picha medio erguida y sintiendo la agonía del esfuerzo.

  • Hola hermanita. – Sonrió Chris como si aquello fuera de lo más normal.

  • Yo también quiero que me folle como a madre. – Habló con gesto serio y decidido.- Quiero chupársela hasta dejarle vacío. Quiero que me haga las mismas guarradas que te ha hecho a ti. Quiero correrme sin importarme si me folla por la boca, por el coño o por el culo. Lo quiero hoy. Lo quiero ya.

Su voz, al principio agarrotada por algo de timidez, cobró fuerza a cada palabra pronunciada hasta convertirse en una declaración cargada de envidia mal contenida y de lágrimas de celos.

  • Creo que has llegado un poco tarde. Me figuro que ya le hemos vaciado. – Muestra Chris esa sonrisa satánica que hace hervir la sangre de su hermana y aterroriza a su madre.- Pero todavía puedes lavarlo antes de que se vaya y con un poco de suerte puede que aun logres sacarle algo.

Sara, roja de ira contenida, se acercó de un par de zancadas y cogiéndome por el brazo derecho me arrastró hasta el baño. A mis espaldas quedaba la risa despiadada de su hermana. Me metió en la bañera, puso a correr el agua mientras ella se desnudaba con impaciencia.

Su cuerpo era el de una niña. Tal vez largo y estilizado porque estaba en pleno estirón pero plano y con un poco de pelusa señalando unos carnosos labios que se cerraban en una pequeña raja. Sin apenas pecho pero con unos pezones firmes, rodeados por un escueto halo oscuro. Son puntiagudos y sensibles al mínimo roce.

Una vez libre de ropas casi se abalanzó sobre mí como si yo fuera un ratón y ella una gata muerta de hambre. Apenas logré contener su ansia y guiarla en su salvaje ansia de sexo. En realidad me hizo realizar todo lo que le había hecho su hermana. La desvirgué, la enculé, me chupó hasta la saciedad, hicimos el “69”, la azoté… Resumo todo esto porque lo que para ella fue una cascada de orgasmos para mí fue una tortura el conseguir correrme por quinta vez en apenas un par de horas. Creí que me iba a morir en el intento. Era imposible lograrlo pero Sara, no sé cómo, logró arrancarme un doloroso y agónico quinto orgasmo… Apenas brotaron un par de gotitas de fluido seminal, pero me pareció que me había ido la vida en ello. Tuve suerte de poder apoyarme en la pared porque las piernas me fallaban.

Es increíble lo que puede lograr uno cuando es joven, está sano y en forma. La pequeña gatita ronroneaba jadeante tumbada sobre mi cuerpo. Ambos empapados en sudor, agotados y ella absolutamente eufórica.

Desde la puerta Chris y su madre disfrutaron de la gala sin que a Sara le importara lo más mínimo. La mamá disfrutó masturbándose acompañando un par de veces a su hija a la hora de gozar. A la hermana mayor tampoco le fue indiferente lo que veía pero prefirió que su madre fuera la que le masturbara.

Cuando por fin acabó aquello logré salir casi a rastras de la bañera. Mientras las espectadoras se retiraban y la hermana pequeña descansaba agotada en el suelo envuelta en una toalla.

Agotado y casi sin fuerzas me arrastraba a la habitación de Chris cuando a mis espaldas hoy una voz de hombre que me hizo estremecer hasta la médula.

Jorge Rey Quinto*** Alfredo B. Mundo alfredobmundo@yahoo.es