Chris y Familia 07
Descubierto el juego, Chris pide más y su hermana Sara decide probar
Dejé pasar el domingo para que tuviera tiempo de contemplar todo lo que se veía en la grabación y cruce los dedos sin saber muy bien si era mejor que todo esto que estaba viviendo se acabara o que continuara hasta el aburrimiento. Aunque conociendo algunas de las ideas Chris me había confesado sobre como “pasar el rato” mejor era no aburrirse.
El lunes que tanto temía llegó. Ella llegó apenas empezaba la primera clase, y durante las dos horas siguientes se comportó con una naturalidad tan teatral que provocó fugaces miradas de desconfianza por parte de los profesores. Como efecto secundario hizo que mi estómago se quejara dolorosamente. Creía probable que en ese fin de semana de espera me hubiera provocado una úlcera que era la causante de las agudas quejas que sufría.
A la salida del recreo repitió la costumbre de cogerme por el brazo y llevarme donde ella quería sin preguntarme nada. En realidad apenas le faltó nada para que me arrastrara por el suelo mientras descendíamos las escaleras hasta el servicio del Semisótano que ya fue testigo de otro encuentro.
La camisa no me llegaba al cuello y me sentía aterrorizado. Para cuando ella serró la puerta y se encaró frente a mí yo estaba más pálido que el blanco del techo.
He visto lo que me grabaste.- Su voz parecía seria, puede que fría.
¿Qué te ha parecido? – Apenas logré articular.
Me ha parecido todo un espectáculo.- Sus ojos se clavaron en los míos.- Para la próxima vez que lo hagas me avisas con antelación. A mí también me excita ver a otros practicando el sexo.
¿No te importa?- No cabía en mí del asombro.
No. Lo habré visto unas cien veces desde el sábado. Incluso estoy un poco escocida de tanto sexo en solitario. – Su sonrisa me iluminó como un sol. Creí haber muerto y ella era la que me resucitaba.- No lo he hablado con mi hermana pero parece ser que tendré que andar con cuidado o algún día también querrá tener su parte.
Esta última declaración fue hecha con tono mimoso mientras con su derecha jugaba a introducirse dentro de mi pantalón.
- No te preocupes. Mañana a las ocho mi madre se va a gimnasia y mi hermana viene bastante tarde. Tenemos casi una hora para nosotros y te aseguro que estoy dispuesta a darte todo un espectáculo inolvidable.
Incluso tuvo la amabilidad de dejarme “descansar” hasta mañana para que pudiera “saborearme” más esa noche. Su mirada y su boca bastarían para aterrorizar al más valiente de los machos. Yo preferí callar y no pensar en ello. Con ella el sexo empezaba a parecerme una práctica peligrosa.
Esa misma noche, a eso de las siete, mientras volvía de correr por el parque me topé con Sara, la hermana de Chris, lo que parecía convertirse en algo frecuente. Ella se plantó delante de mí de tal manera que no parecía dispuesta a dejarme pasar. Pensé que había descubierto la grabación y tenía la intención de echarme la bronca de turno.
Pero ella tenía otra cosa en mente. Con gestos de timidez que no concordaban con su manera de detenerme, habló en tono mimoso:
- Me gustó mucho lo que vi el sábado.
Sonreí más relajado.
Te acuerdas que me dijiste una vez que si quería algo te lo pidiera.
Algo así, me parece.
Miró a izquierda y a derecha para luego apretando sus manos contra el pecho de manera piadosa pedirme:
- Me gustaría chuparte… la… polla.
Creo que me sorprendí mirando al igual que ella a derecha y a izquierda.
Había casi al lado una entrada a un garaje que descendía formando una “c” apenas iluminada. Ambos nos miramos y coincidimos en la misma idea de lugar. No hicieron falta palabras para que ambos bajáramos casi hasta abajo hasta quedar envueltos entre sombras encubridoras y lejos de las miradas de posibles curiosos.
Mientras ella abría el pantalón y comenzaba a empapar con saliva el miembro, se me cruzó de nuevo el pensamiento de que debía estar empezando a contagiarme de la locura de Chris para estar aquí dejándomelo hacer por su hermana. No es que fuera nada del otro mundo. Era inexperta e intentaba emular a su hermana. Ponía interés pero le faltaba técnica. Seguro que con que viera como lo hacía su hermana un par de veces y dos clases prácticas más y sería una exprimidera de pollas reconocida.
Había cubierto de saliva desde la base hasta la punta y ahora se la metía y sacaba desaprovechando la lengua que parecía tener olvidada. Eso sí, se la metía hasta lo más profundo de la garganta. De vez en cuando me miraba como si estuviera esperando la nota o algún comentario; por lo que intentando ayudarla en su primera mamada le ofrecí una sugerencia:
- Prueba utilizar la lengua par acariciar la polla dentro de tu boca.
Ella hizo algo parecido a un gesto de asentimiento y puso en práctica el consejo. La cosa mejoró mucho. No sólo era capaz de retener casi todo el miembro sino que parecía tener instinto para usar la lengua. Podía sentirla como si fuera una serpiente húmeda presionando el capullo a la vez que me rodeaba todo el tronco.
A la vez que me hacía esto, usaba sus manos para otras cosas. La izquierda estaba apoyada contra el suelo para no perder apoyo mientras que con la derecha se había abierto el pantalón de chándal y se estaba masturbando a la vez que me saboreaba.
Aun recuerdo su expresión cuando exploté en su boca y casi se ahoga. Sus ojos se abrieron como platos y por un momento se quedó lívida. Pero al momento reaccionó tragando todo lo que la ofrecía. En ningún momento dejó escapar el trozo de carne de su boca. Incluso cuando se corrió y buscó apoyo entre mis piernas, no permitió que la polla huyera.
La dejé que ella se permitiera ese capricho. Podía parecer una niña por su cara y su boquita delicada. Pero tanto su mirada como esa media sonrisa con la que me obsequiaba eran una clara expresión de lujuria. En el momento que soltó el miembro ya flojo y sin fuerzas, alzó su mano derecha y me mostró los dedos índice y corazón. Sacó un pañuelo de su chaqueta de chándal y los limpió con mucho miramiento. Luego se llevó el pañuelo hasta su nariz e inspiró con fuerza.
Toma. Te lo regalo. – Me alargó el trozo de papel arrugado.- Puede que pronto también lo pruebes. ¿Te gustaría?
A quién no. Pero te recuerdo que tu hermana está la primera…
No siempre estará vigilándote. Entonces llegaré yo y te secaré.
Dicho esto, me beso fugazmente y de manera casi casta en los labios para salir corriendo como si hubiera hecho algo malo y tuviera miedo de ser pillada. En ese momento pensé que compartía ciertas afinidades con su hermana. Sobre todo en el sexo, parecía ser. Me encogí de hombros y encantado por el tratamiento recibido, me guardé el miembro y continué el camino como si nada hubiera pasado. En realidad, pensaba sobré cuál sería la sorpresa que me tendría preparada Chris. Algo muy difícil como podéis haber visto a lo largo de lo que os he contado.
Jorge Rey Quinto*** Alfredo B. Mundo alfredobmundo@yahoo.es