Chochos calientes, pollas ardientes.
Relato de mi infedelidad, o no, con la novia de mi hijo.
No deja de hacerme gracia que muchas veces leemos relatos, mas o menos eróticos o incluso pornográficos y queremos creer que son verdad. En realidad lo he dicho bien, queremos creer pues en una amplísima mayoría son imaginarios e irreales. Este relato es un hecho real, modificado en nombres y lugares para que no sean reconocidos. Juzguen vd,s si se lo creen o no.
Esto que les voy a contar sucedió este verano. Somos una familia, mi mujer de 65 años, mi hijo de 38 y mi hija de 35, y yo que tengo 65 años. Tenemos una casa en la costa del levante, muy cerca de la playa donde pasamos todos los veranos, en mayor o menor tiempo dependiendo del trabajo, pero un mes entero mas los fines de semana esporádicos que también disfrutamos. Tras los meses de largo confinamiento, estábamos deseando como locos irnos a la playa a pasar unos días a primeros de julio. Juntamos algún día que nos debían en el trabajo y nos fuimos desde un miércoles hasta un lunes. Cuando digo toda mi familia incluía a mis suegros y las parejas respectivas de mis hijos. La casa está en un pueblecito del levante, en la ladera de una montaña con vistas al mar. Es un duplex grande, con 3 habitaciones y 2 baños, un salón grande, todo esto en la parte de abajo. Arriba se encuentra la cocina y una terraza amplísima con vistas al mar y sin vistas de nadie alrededor. En realidad somos en ultimo piso de la urbanización, hablo en altura, y bien que nos costó de dinero. Mi mujer y yo dormíamos en el comedor pues así dejábamos a todos en habitaciones para su intimidad.
Recuerdo aquel día, fue el sábado, que bajaron todos a la playa menos yo que tenia que realizar un trabajo para mi jefe en el ordenador y la novia de mi hijo pues se había puesto mala la noche anterior. A saber que habría comido. La familia bajó a la playa a las diez y yo empecé a trabajar en la cocina, pues me gustaba ver la luz del sol y el reflejo del mar. Ni que decir tiene que en la terraza a la que se accede por una puerta desde la cocina, hay tumbonas, sombrillas y una manguera de agua para refrescar por la noche el solado. Yo me había puesto un café con leche y estaba trabajando en una presentación cuando, diez minutos después, apareció la novia de mi hijo con cara de cadáver. Había pasado una noche de vómitos tremenda, lo que es en si una gastroenteritis y la veía que estaba un poco demacrada y paliducha. La hice una manzanilla y se la tomó caliente y parece que mal no la hizo. Habíamos quedado con la familia que cuando subieran de la playa cogieran una paella para comer. Ella se fue a dar una ducha y yo seguí trabajando.
Sobre las 11 reapareció bastante mejorada y con el pelo mojado de la ducha y con un biquini de escándalo. Hay que decir que se llama Raquel y tiene 35 años. Mide sobre 1,80, es rubia y con cuerpo escultural de fitness. Yo sin embargo, soy bajito, gordete, con tripa que llaman cervecera y al menos mantengo mi pelo intacto, aunque ya bastante blanco.
Me voy a poner un poco al sol a ver si me recupero y voy a llamar a Julián -mi hijo se llama como yo- que andaba preocupado cuando nos hemos levantado de la cama hoy.
No te preocupes Raquel. Si quieres comer algo o necesitas que te vaya a comprar acuarius o algo dimelo- la dije con toda mi buena intención.
No es necesario Juli -asi me llamaban en casa- ahora ya estoy mejor y con un poco de agua fresca me vale.
Luego pensé que el entrenamiento al que someten el cuerpo estos fitness les hacen recuperarse mas pronto. Paranoias mias.
Vale. Ahora me bajaré a dar una ducha yo que aquí hace calor y luego iré a comprar el pan o igual me bajo a buscarlos a la playa- siempre vamos al mismo sitio de la playa- así que estate cómoda y que no te de mucho el sol.
De acuerdo, seguiré tus consejos- me dijo, se dió media vuelta y meneando el culo salió de la cocina.
No deje de observarla por la ventana con ese biquini que se la metía por el culo. Dios mio, dame fuerzas para no pecar, me decía a mi mismo. No soy muy religioso, pero joder es que la Raquelita está muy, muy buena.
Cerré el ordenador, baje y me metí en el baño pues en realidad lo que quería era hacerme un pajote a la salud de Raquel. Y bien que me lo hice. Luego me duche y ya eran casi las doce cuando me puse el bañador, las chanclas una camiseta tipo hawaiana y me dispuse a irme.
La dije adiós pegando un grito desde la puerta y me sorprendió oir un par de segundos después un hasta luego desde arriba. Bien, se ha enterado que me voy. Cogí el ascensor, bajé al garajé, me metí en el coche y salí. Llegar hasta la playa desde donde estamos es un camino de unos 10 minutos. A mitad del camino me di cuenta que no cogí la cartera con la documentación y el dinero. Di la vuelta en la primera rotonda y volví a entrar en el garaje. Subí a nuestra casa y abrí la puerta. En el recibidor estaba mi cartera, así que la cogí y me disponía a marcharme cuando no se el qué llamó mi atención. Quizás fuera la quietud, la tranquilidad, el silencio, pero pensé que igual la había pasado algo a Raquel y subí a la cocina.
Según entré, la vi a través de la ventana tirada en la tumbona, con las tetas al aire, en la mano izquierda el teléfono, las braguitas del bañador en los tobillos, las piernas abiertas y tocándose con la mano derecha su entrepierna. Me quedé petrificado. No era por el sexo en si, ni por verla desnuda. Era la morbosa situación que se me ofrecía. Raquel estaba haciendo una videoconferencia con alguien, imagino que mi hijo y mientras se estaba masturbando. Afortunadamente la ventana tiene visillos que no la permitían ver si algún moscón estaba espiándola.
Yo no se vosotros, pero cogí mi móvil y empecé a grabarla separando un poco los visillos para ver mejor. Ella estaba ensimismada. Cogía más ímpetu cada vez, más ritmo. Levantaba el culo de la tumbona y pude ver que estaba depilada. Nos separaban escasos metros y veía su piel transpirando, sus caderas moviéndose rítmicamente arriba y abajo, su mano derecha acariciando velozmente su entrepierna. Mientras yo la grababa. Ocasionalmente vi la pantalla de su móvil y creí ver la imagen de un chico con su miembro erguido y haciéndose una paja. Imaginé que era mi hijo.
Pasados unos minutos, después de que Raquel creo que se corrió un par de veces, se despidieron y ella cortó la video llamada. Inmediatamente miró hacia la ventana de la cocina y yo, accionado como por un resorte baje el móvil y me fui hacia atrás. No quería, claro está, que me viera. Pero no podía apartar los ojos de su cuerpo. Ella echó una mirada alrededor, como cuando uno es sabedor que había echo algo malo. Seguidamente se levantó y se subió las braguitas.
- Juli, sal de la cocina que se que estas ahí -dijo mirando a la ventana de la cocina.
Me había visto. Ya no podía disimular. Salí por la puerta y el sol me deslumbro en ese momento, estaba en su cenit.
Lo siento Raquel. Veras, yo es que, me había ido, pero no cogí la cartera….- balbuceaba mientras la intentaba explicar lo que ocurrió, pero solamente lograba pedirla perdón.
No te preocupes. Ven acercate.
Yo me acerqué tímido y un poco tembloroso.
- Estaba hablando con tu hijo y, ya sabes pues la cosa a veces se descontrola -y yo no paraba de mirarla a las tetas que estaban operadas, pero era una delicia verlas.
En ese momento bajó la mirada y se dió cuenta que no tenia sujertador. Yo estaba a un metro de ella.
Raquel -pude decir ya mas calmado- siento lo que ha ocurrido. Se me olvidó la cartera y subí a por ella. Pensé que con el silencio que había podido haberte dado una bajada de tensión y por eso subí.
Hay que majo -dijo con una voz melodiosa y provocadora.
Nunca imagine lo que estaba viendo, asi que no se porqué pero me quedé a verte -omití lo de la grabación por supuesto- Lo siento realmente y no te preocupes que no volverá a ocurrir.
En ese momento me dispuse a irme cuando ella me cogió con mano férrea el paquete.
- ¿Te ha gustado lo que has visto Julián? - dijo zalamera.
Eh ¿estoy soñando? ¿Me ha cogido de los huevos y me ha preguntado si me ha gustado? Ojo, y me ha llamado Julián. No, no, no, esto no me está pasando a mí. Ni mucho menos.
- Raquel -la dije lo mas sereno y firme que pude- suéltame el paquete y dejame irme. Ya te he pedido repetidamente perdón así que, por favor te ruego me suelte y me dejes ir.
Ella sin soltar el paquete, me miró a la cara, sacó su lengua y se humedeció los labios muy lascivamente. ¿y quien se resiste ahora si quiere algo más?
Por favor Raquel deja de jugar, que esto es muy peligroso y sueltame. Olvidemos la mañana de hoy y sigamos con nuestras vidas – mi voz empezaba a alzarse y pude ver un momento de duda en su mirada.
De acuerdo Juli -pero no soltaba mi paquete- si quieres esto.
¿Qué puede durar un segundo?
Me bajó el bañador de un tirón. Ahí estaba yo, con mi falo enhiesto y ella mirándolo con mirada lujuriosa. No tengo un gran tamaño, por la gordura o porque la tengo pequeña pero a ella parecía darla igual. Se la metió en la boca de una tacada y empezó a manejar la lengua, en círculos en su boca, lentamente, saboreando el momento. Sentí sus manos en mi culo apretando hacia su boca mi miembro.
Después de un rato de jugar con el, sacándolo y metiéndoselo de la boca paso a chuparme el escroto y los huevos. Con una mano tiraba de la picha hacia arriba, me chupaba los huevos y con la otra me estimulaba el ano. Yo la sujetaba por la cabeza, agarraba su pelo y la oía una pequeña risa cuando tiraba de su pelo hacia atrás para ver como lamia mi falo y mis testículos. Me soltó y se tumbó boca abajo en la tumbona. Se separó las braguitas y vi un culo, un ano y unos labios sonrosados, depilados y brillantes de lubricación. Pasé mis dedos por su ano y sus labios. Estaban húmedos y calientes. La pase la mano y empecé a moverla rítmicamente para masturbarla. Escuchaba pequeños grititos. En un momento dado levantó su cuerpo y empezó a mover sus caderas violentamente hasta descontrolarse en un orgasmo intenso y duradero. Se sentó otra vez y comenzó a chupar mi miembro acaloradamente. Yo saboreaba sus jugos y ella se volvia a tocar. Todo ocurrió en una explosión de orgasmos que la llenaron de mi leche y a ella la dejaron sin fuelle.
Un pequeño grito nos sacó de aquel frenesí. Por la puerta de la cocina estaban saliendo mi mujer, mis suegros, mi hija y su novio y mi hijo. Y Raquel y yo allí corriéndonos delante de ellos.
Eso es lo que dura un segundo. El tiempo que ella me soltaba el paquete y yo me imaginaba lo que podía ocurrir. Afortunadamente me di media vuelta, con una gran erección eso si, cogí mis cosas, bajé al coche y me fuí a la playa. No me arrepiento no haber echo nada con ella, todo lo contrario pues cuando llegué al coche me encontré que mi familia venía de la playa.
En fin, quizás este relato pueda ser verdad. O igual lo imaginé una noche de insomnio viendo las estrellas. Juzgar vosotros. Pero a mi me gusta ver de vez en cuando la grabación en el móvil….. Y no digo mas.