Chica Gamer (Parte 1): El juego secreto
Mientras juego con mis amigos a un videojuego, a mi novia no se le ocurre otra idea que inventarse ella misma su propio juego.
Hola a todos mis lectores. Hoy os traigo aqui un nuevo relato. Tengo mas cosas pensadas para nuestra protagonista, pero todo dependera de si os gusta a vosotros. Gracias por leerme, valorarme y/o comentarme. Espero que os guste.
-Ricky muévete a la derecha y Gregor cúranos a todos.- Casi estaba gritando mientras apretaba los botones de mi mando. A través del programa de comunicación por voz, podía hablar con mis compañeros y así poder corregir una estrategia si algo ocurriera mal. A su vez, mis compañeros también podían decirme lo que fuera.
-Quila, aléjate del boss.- Me decía el líder del grupo, llamándome por el nombre que tenía en el juego.
-Sí, sí, joder…- Me quejaba yo, ya que el enemigo al que nos enfrentábamos me atraía hacia él haciéndome mucho daño.
-Lara, tranquilízate un poco que es solo un juego.- Me riñó mi novia, Marina, desde la cocina.
-Va, lo siento.- Le dije bajando el tono de mi voz.
-Como se pone tu novia, ¿No?- Me preguntó uno de mis compañeros que se hacía llamar “Ricky” en el juego.
-Ya ves. Cuando quiere ser pesada, lo consigue.- Bromeé sin dejar de machar los botones del mando.
-Te he oído.- Gruño Marina.
-Jajaja…- Nos reímos los cuatro integrantes de nuestro grupo ya que ellos también la escucharon.
Dos horas después, pudimos terminar con la misión en la que nos habíamos metido. No había sido especialmente difícil, más bien fue larga. Tras gastar el dinero recibido en la misión y de estar hablando tranquilamente, nos despedimos y apagué la consola. No pasaron ni cinco segundos, cuando Marina apareció en el salón y cogiendo el mando puso uno de sus programas favoritos.
-Realmente no entiendo porque piensan que yo soy la mujer en nuestra relación, cuando tú eres bastante más pija y ñoña que yo.- Le piqué levantándome del suelo, desde donde había estado jugando a la consola.
-Porque yo soy más dominante que tu.- Me contestó ella devolviéndome la punzada.
-Sí, claro.- Me volteé fingiendo enfadarme. -¿Y la cena?- Pregunté.
-Háztela.- Me contestó sin dejar de ver la televisión.
Marina y yo podíamos parecer una pareja que se enfada mucho pero en realidad es nuestro juego. Incluso antes de decidir tener una relación ya nos hablábamos así. Muchos de los que conocimos después de conocernos nosotras, nos dijeron que ya veían algo entre nosotras, incluso antes de que nosotras mismas lo intuyéramos. No es que Marina y yo seamos una distinta de la otra y por eso chocábamos, pero parece que aquella sinceridad y confianza con la que nos hablábamos nos fue uniendo sin darnos cuenta.
Yo soy una chica de la media por así decirlo. Bajita, alrededor del metro sesenta de altura, con el pelo castaño, largo y liso, ojos verdes, delgadita, con el pecho mediano, tirando a pequeño y muy pocas curvas, que compenso con unas finas piernas. Marina en cambio es un bellezón. Quizás será por los ojos con los que la miro, pero sus ojos azules, junto a su pelo negro tan largo como el mío pero ondulado, son preciosos. Sus labios finos pero marcados, sus pechos medianos, y las curvas de sus caderas, me vuelven loca. Es ligeramente más alta que yo, pero se nota la diferencia de altura a simple vista.
Aquella noche, a pesar de que parecía que habíamos discutido, dormimos tan abrazadas como siempre. Su olor me embriagaba de tal forma que o me encendía o me relajaba, por lo cual una noche a su lado siempre era un buen significado.
A la mañana siguiente, Marina, tenía que ir a trabajar. Yo me quedé en casa, recogiendo y limpiando un poco, pero también preparándome porque aquella tarde tenía una importante partida. Íbamos a pelear un dos contra dos, entre los cuatro de nuestro grupo. Tras hacer el sorteo a mí me tocó como compañero nuestro líder, Muchin. De los tres chicos que eran del grupo era uno de los que todavía no conocía en persona, a pesar de ser los cuatro de la misma ciudad.
Me vestí con una camiseta de tirantes y unos short ligeros para estar cómoda durante la partida. Así, entre una cosa y otra, por fin llegó la hora y con cierta expectación me conecté al juego y después al programa de comunicación por voz. Allí estaban esperándome mis tres compañeros.
-Hola a todos.- Los salude cuando me cambie al canal en el que ellos estaban.
-Hola, Quila.- Me saludaron todos como siempre.
-¿Lista para la partida?- Me preguntó Gregor.
-Claro. ¿Y vosotros?- Respondí rápidamente y con energía. No quería que pensaran que estaba asustada o intimidada.
-Solo falta Ricky, que viene ya.- Explicó Gregor.
-Bueno, nosotros nos cambiaremos de canal, para no escucharnos.- Dijo Muchin. -Nos avisas por el juego cuando estéis listos y empezamos.- Acto seguido Muchin cambio de canal y, al ser administrador en el grupo, me cambio a mí con él. -Bien, Quila, ¿Recuerdas lo que hablamos?
-Por supuesto.- Estaba algo nerviosa. Era buena jugadora, pero no quería fallar al líder. Me había costado mucho encajar en un buen grupo como aquel.
-Bien. Parece que Ricky ya está.- Dijo, a lo que yo mire el juego y pude comprobar que, ciertamente, Ricky ya estaba dentro. -A por ellos.- Me animó y los cuatro fuimos llevados a un recinto cerrado, donde tendríamos que buscarnos y matarnos o recoger la bandera enemiga y llevarla hasta la nuestra.
La partida fue tensa desde el principio. Todos nos conocíamos, así que sabíamos dónde buscarnos los unos a los otros, pero el problema era que estábamos demasiado atentos. Íbamos muriendo y resucitando poco a poco, pero nunca había una clara ventaja. Y las banderas, que eran lo más importante, no se movían de su sitio.
Cuando llevábamos media hora de partida, la puerta de mi casa se abrió y por ella entro Marina, una hora antes de lo previsto. Sabía que no le iba a hacer mucha gracia encontrarme en plena partida, y menos escucharme decir tacos y demás, pero también sabía que no pasaría de ahí.
-Hola.- La saludé escuetamente, mientras ella con cara seria me devolvía el saludo. Tras dejar sus cosas en la habitación, volvió al salón y se sentó a mi lado.
-Ya está bien de tanto jugar, ¿No?- Me dijo mosqueada mirando mi partida.
-Se suponía que llegarías más tarde. Además, si pudiera trabajaría pero nadie me coge.- Le contesté, justo cuando recibía un punto por matar a Gregor. -¡Toma!- Grité sobresaltando a Marina.
-Quila, concéntrate, ¿Ok?- Me ordenó Muchin por el micrófono al escucharme hablar con mi pareja.
-Sí, si…- Le contesté volviendo mi atención de nuevo en el juego.
Por su parte Marina se quedó quieta y en silencio a mi lado. Y entonces sin decir nada empezó a acariciar mi brazo, desde mi hombro hasta el codo, bajando y subiendo. Traté de apartarla, pero no podía desconcentrarme del juego. Marina continúo con sus caricias, dirigiéndose hacia mi entrepierna, pasando por mis pechos, mi estómago e incluso bajando hasta mis muslos para luego subir.
En un momento de “tranquilidad” en el juego, que no duro ni dos segundos, giré la cabeza y le mire amenazadoramente para pedirle que se parara pero al volver la atención al juego, esto dio vía libre a Marina, que empezó a pasar su mano por mi entrepierna, haciendo que el calor típico de la excitación empezara a subirme.
-Para…- Le pedí en un susurro.
-¿Dices algo?- Me preguntó Muchin por el micrófono.
-No, no.- Le contesté.
Pero Marina, en vez de hacerme caso, no solo no paró sino que además metió su mano bajo mi short y empezó a acariciar mí, ya húmeda, vagina. Marina me miro sorprendida al notarme tan excitada. Su mano resbalaba suavemente en mi intimidad y provocaba un exquisito roce en mi clítoris.
-Hummm…- Gemí suavemente cuando su dedo indicé paso por mi clítoris y lo apretó ligeramente.
-¿Estas bien, Quila?- Me preguntó Muchin desde el otro lado.
-Sí, sí, perdona.- Me disculpé por mi momento de flaqueza ante los tratos de mi pareja. Momento que aproveché para revolverme y tratar de quitármela de encima. Pero teniendo que mantener la concentración en el juego, me resultaba imposible. A pesar de mis intentos, los cuales Marina podía haber interpretado, no se detuvo y continúo.
Pero ella no parecía estar contenta con eso. Por lo que para mi sorpresa empezó a tirar de mis short había abajo. De nuevo traté de detenerla, moviéndome, alejándome y tratando que sus manos no pudieran agarrar bien el borde mi prenda. Pero teniendo que concentrarme en el juego y no queriendo que Muchin se diera cuenta de que algo estaba pensando, todos mis esfuerzos fueron en vano, y al final tuve que resignarme y dejar me quitara los short.
Una vez desnuda de cintura para abajo, Marina, no tuvo ningún impedimento en abrir mis piernas de par en par y volver a la carga, ya que si quería que se detuviera tendría dejar de prestar atención al juego.
-Párate, cariño…- Le susurré lo más bajo que pude para que Muchin no me escuchara. Pero Marina me sonrió maliciosamente y siguió a lo suyo.
Prácticamente toda su mano estaba llena por los fluidos que emanaban de mi entrepierna. Marina continúo rozando mi vagina por el exterior, tocando de vez en cuando mi clítoris, haciendo que me encendiera cada vez más y mi respiración se acelerase. Y entonces, sin esperármelo, introdujo dos de sus dedos dentro de mí, con la misma facilidad que un cuchillo caliente corta la mantequilla.
-Aaaah…- Gemí, de nuevo, pero esta vez un poco más fuerte. El sobresalto hizo que no pudiera contenerlo.
-¿Eso ha sido un gemido?- Me preguntó Muchin extrañado, mientras se anotaba un punto más.
-¿Qué? No, no...- Le contesté rápidamente y con cierto nerviosismo.
Entonces, Marina, comenzó con un “mete-saca” lento pero continuo, a la vez que su dedo pulgar chocaba contra mi clítoris cada vez que sus otros dos dedos estaban dentro de mí. Estaba excitándome a pasos gigantescos, y yo trataba de reprimirme lo que aumentaba mi deseo.
-Vamos por la dere… Aaaah… derecha.- Aquello era insalvable. Aunque había tratado de recomponerme rápido, el gemido había sido claro. Y Marina sonrió excitada al tenerme a su control.
-Ostia, Quila. Eso sí que ha sido un gemido.- Dijo Muchin, confirmando mis sospechas.
-Que dices tío. Vamos a jugar, que nos están alcanzando.- Le apremié pero en el fondo sabía que mis respuesta no le serviría.
Y Marina no se iba a contentar con eso. Con cuidad pero con decisión, se detuvo un segundo, para, esta vez, introducir tres de sus dedos en mi interior y volver a la acción. Aquello fue demasiado para mí. Sus dedos rozaban cada milímetro del interior de mi vagina, produciéndome un placer increíble.
-Diosss…- Un nuevo gemido, esta vez mas disimulado. Aun así, mi intento de engaño no tuvo efecto.
-¿Quila, que estás haciendo?- Me preguntó notándose que empezaba a enfadarse.
-Nada… joder…- Fuera de contexto podría parecer que yo también me había enfadado, pero el tono de mi voz y mi respiración agitada era una señal inequívoca de mi excitación. -Está bien, no te voy a mentir.- Dije sorprendiendo a Marina, la cual no se detuvo, sino que continuo a lo suyo, viendo como su mano entraba y salía fácilmente y como por mis ingles caía hasta el suelo mis fluidos. -Mi novia tiene tres de sus dedos en mi coño.- Le solté directamente. Entre la excitación y que no lo conocía en persona, me desinhibí completamente para confesar el juego secreto en el que Marina me había metido.
-¿Qué dices?- Preguntó sorprendido Muchin, haciendo que lo mataran.
-Pues… que la pervertida de mi novia… Umm… tiene sus dedos dentro mi coño.- Volví a repetir esta vez reprimiendo en menor grado mis gemidos. Entonces, a pesar de mi estado pude escuchar el típico sonido de un cinturón soltándose y después el de una cremallera abriéndose. -¿Te has… buff… sacado la polla?- Le pregunté mientras trataba de continuar el juego, pero nuestra puntuación llevaba un tiempo estancada, mientras que los otros dos ya nos habían adelantado.
-…- Muchin no contestó a mi pregunto, por el contrario podía ver como su personaje se movía de forma errática y extraña, como si solo estuviera jugando con una mano, mientras que su respiración aceleraba poco a poco.
-¿Te pone escucharme?- Ya sabía la respuesta pero quería escucharlo.
-Tienes una voz muy sexy cuando gimes.- Confesó. Su respiración se entrecortaba y prácticamente no era capaz de mover a su personaje. Yo, a pesar del tratamiento de mi pareja y la conversación con Muchin, más o menos era capaz de parecer estar jugando bien.
-¿Te estas tocando?- Marina acelero sus movimientos, al escucharme tener la conversación con Muchin.
-Si…- Dijo el de forma tímida. -Cuéntame que te hace…- Me pidió con el mismo tono.
-Me está follando con tres dedos… y dios… es increíble…- Le conté. Aquello se me iba de las manos. Estaba teniendo sexo “telefónico” con un chico al que no conocía en persona mientras mi novia me masturbaba. Pero lo que más me sorprendía es que Marina no hacía nada más. Parecía estar disfrutándolo mucho. -Tengo todo el coño encharcado… Aaaah… y me lo folla sin parar…- Continúe gimiendo.
-Buff… La tengo durísima…- Me dijo él. Por primera vez en todo aquel rato, traté de imaginarme a un chico sentado en su casa con los pantalones bajados y masturbándose al escucharme. Aquello me volvió loca.
-Que le den al puto juego… AAAAH…- Gemí mientras soltaba el mando y me entregaba a la mano de mi pareja sin contener ningún gemido. Al otro lado escuchaba a Muchin con la respiración entrecortada, el cual también había dejado el mando. -Me voy a correr… Aaah… siii… me voy a correr…- Repetía sin parar a la vez que Marina aceleraba lo máximo posible.
-Yo también me corro, Quila…- Dijo llamando por mí nombre en el juego, cosa que me excito aún más.
-Siii… termino… aaaah… siii… termino… termino…- Gemía sin parar.
-Toma mi leche… tómala…- Me decía Muchin.
-Dámela… dámela… siiii….- Y con un triunfal grito de éxtasis alcance un fuerte orgasmo que me sacudió entera. Orgasmo que duró varios segundos, ya que Marina seguía moviendo su mano de forma casi descontrolada. Al otro lado de los cascos, pude escuchar a Muchin gemir al correrse.
-Dios… ha sido… increíble…- Dijo él tratando de recuperarse.
-Ya lo creo…- Dije tirada en el suelo con la espalda apoyada en la parte baja del sillón. Aun que ya había alcanzado mi orgasmo, Marina, continuo acariciando mi entrepierna de forma suave. La miré exhausta y sorprendida y ella me devolvió una pícara sonrisa. -Muchin me voy, que mi novia quiere seguir. Besos.- Y sin esperar a su respuesta me quité los cascos y apagué la consola cortando la comunicación y saliendo del juego. -Eres una pervertida.- Le dije a Marina sonriéndole.
-No soy yo quien se ha corrido.- Me picó ella mientras se llevaba su mano a la boca y saboreaba mis fluidos.
Como si estuviera molesta me tire a por ella buscando sus labios con los míos. Mezclamos nuestras lenguas de forma lasciva pero con toda nuestra pasión. Yo quedé por encima de ella, y aprovechó para llevar sus manos a mi trasero y agarrarlo con ganas. Me erguí sobre ella mirándola con detenimiento por primera vez. Vestía con un jersey grueso pero que le quedaba grande, por lo que uno de sus hombros aparecía por el agujero por donde se pasaba la cabeza. Y por debajo tenía unos short vaqueros que quedaban tapados por el jersey haciendo parecer que no llevaba nada por debajo.
-Te gusta provocarme. Siempre te ha gustado.- Comenté, a lo ella solo me devolvió una sonrisa cómplice.
Volví a descender sobre ella para besarla pero esta vez metí mi mano bajo su jersey. No me sorprendió encontrar sus pechos desnudos y ataqué uno de ellos. Lo amasé y me ensañé con su pezón, tal y como a ella le gustaba, lo que le provocó gemidos de placer que quedaron ahogados en mi boca. Después fui descendiendo hasta alcanzar sus short, los cuales desabroche y con su ayude se los quite. Tenía la entrepierna más húmeda que la mía. Pero no me contuve y empecé a acariciar su clítoris mientras metía uno de mis dedos y seguíamos besándonos.
-Me pone verte tan caliente.- Me confesó Marina con una sonrisa, mientras gemía por mis tratamientos.
-Es tu culpa, idiota.- Le contesté sonrojándome y separándome de ella para dirigir mi boca a su entrepierna. Lamí todos los alrededores, provocándola, hasta que me decidí por atacarla con mis labios y mi lengua. Marina comenzó a gemir sin control y pude verla como metía sus manos bajo el jersey para pellizcarse los pezones.
-Me voy a correr…- Me dijo con la espalda arqueada, ya preparada para recibir el orgasmo.
-No tan rápida…- Le dije deteniéndome. Ella me miro sorprendida pero al ver mis intenciones se animó aún más. -Terminemos juntas.- Le pedí mientras cruzaba una de nuestras piernas para terminar juntando nuestras entrepiernas y sentir el calor de la otra en nuestra zona intima.
Mirándonos a los ojos, casi sin pestañear, comenzamos a movernos. Un sonido muy obsceno salía de nuestro punto de unión, y nosotras gemíamos y nos mordíamos el labio, excitadas. El estar únicamente desnudas de cintura para abajo le daba un morbo extraño a la situación haciéndome mover más rápido mis caderas.
-No aguato más, Lara…- Me avisó Marina casi sufriendo por no poder aguantar más.
-Ya llegó, Marina…- Le avisé echando la cabeza hacia tras por el inmenso placer.
-¡¡AHHH!!- Gemimos las dos a la vez entre convulsiones, mientras nuestros fluidos se mezclaban.
Ahora, completamente, exhausta me deje caer hacia tras quedando tumbada en el suelo, igual que Marina, que al haber tenido que aguantar tanto para no llegar a su orgasmo, este, había sido mucho más fuerte que el mío. No teníamos ni fuerzas para desenlazar nuestras piernas. Tras un rato yo fui la primera en moverme, y lo hice para tumbarme al lado de Marina.
-Este es el juego que más me gusta. Y nunca me cansaré de jugarlo.- Le dije a Marina, haciendo que ambas sonriéramos y nos besáramos, esta vez, más tiernamente.