Chica bully

La joven Paula tendrá mucha diversión.

Paula era una estudiante rubia, ojos claros y azules, una figura envidiable tipo animadora. Sus medianos pechos apretados por el sujetador remarcaban bien sus tetas y su culito siempre asomaba bajo aquella falda tan corta que llevaba. Chupaba un chupa chus mientras iba de la mano del machote de clase, nada menos que Eulían. Era el típico forzudo, musculoso, un poco más alto que el resto, pelo corto y siempre iba en un chándal de gimnasio ya que pasaba allí más tiempo que en las clases las cuales se saltaba.

Todos al verlos pasar se colocaban a un lateral y cabizbajos. El resto de la pandilla estaba formada por chicos y chicas que tenían las mismas costumbres de saltarse la clase. Tomaban lo que querían llegando a pegar palizas a algún chico y algunas chicas se veían obligadas a ponerse de rodillas para mamar alguna de sus pollas.

Paula se despidió de su novio con un beso y este le dio un pequeño azote en el culo que resonó. Los profesores miraban a otro lado, no querían involucrarse con esa gente. Ese día fue presentado un alumno, Melvin, un joven de pelo corto, mirada tímida y pinta de empollón. La joven no le dio muchas vueltas al asunto. Pronto fue objetivo de su novio y compañía.

Uno de esos días, Paula se reunió con su pareja y vio que le estaban atizando al pobre chico. Llevaba la cara cubierta con moratones, algunos cortes en el labio y el resto del cuerpo debía tener más de lo mismo.

—Jefe, ¿lo dejamos en pelotas?—preguntó uno de ellos entre risas y apretando su cuello con una pequeña pero cortante navaja.

—Si...¡venga!—ordenó este entre risas.

Pasó el brazo por el hombro de su novia y de paso le acarició las tetas. Este olía a tabaco y ella miraba la escena indiferente, mientras mascaba su chicle haciendo pompas. Melvin pronto fue desprovisto de sus pantalones y calzoncillos ante las risas de las chicas que comían chucherías a un lado y observaban todo. La burbuja de chicle de Paula estalló al contemplar una gran polla flácida emerger de su entrepierna.

—¡Miren si la tiene grande y todo!—rieron las chicas.

—Si, y menudos huevos—dijo el más cercano a este.

Una de las chicas se aproximó y le agarró de las bolas haciendo gritar a este.

—¿Te crees un macho por tenerla grande?, ¡responde perro!—gritó ella—¡vamos!.

El pobre chico apenas podía articular palabra cuando fue soltado y luego pateado justo en sus huevos por ella haciendo que todos se llevasen la mano a su entrepierna. Melvin se tiró al suelo agarrando sus pelotas maltrechas.

—Venga cariño, vamos a mi casa—dijo Eulían.

La joven asintió y ambos se marcharon dejando el resto a los chicos que no hicieron gran cosa más que burlarse y después irse a las recreativas. Ya en casa del macho, este le quitó la ropa tirándola luego a la cama. Se bajó los pantalones dejando su polla morcillona al descubierto. Era algo más grande que la media, gordita y con mucho pelo. Unos pequeños huevos colgaban de este.

Paula le hizo una buena paja hasta que alcanzó la completa erección y sin mediar más, el joven la abrió de piernas para meterla. Ella no dejaba de pensar en aquella gran polla que había visto y su coño se empapó después de que su mente le trajera de nuevo la imagen.

—¡Ahí voy!—la introdujo de golpe pero no hubo dolor alguno.

El chico comenzó el vaivén mientras se quitaba la camiseta mostrando sus músculos. La vista le ponía cachondo, el coño depilado de su novia, las tetas rebotando con los pezones duros mientras él demostraba lo macho que era, era lo único que necesitaba.

Paula gemía de placer, el joven se puso sobre ella colocando su cabeza en el hombro de ella mientras arremetía. Pero lo que él no sabía era que ella pensaba en el chico mientras era penetrada con total libertad. La jadeante respiración del hombre hizo que notase que pronto se correría. Y así ocurrió, en apenas dos minutos él soltó toda la leche en su interior.

—Buff, ha sido bestial—dijo apartándose.

—Si, increíble—respondió ella fingiendo una sonrisa.

El macho se levantó para ducharse mientras ella escuchando el agua del baño, se masturbaba pensando en el joven. Acabo estallando a los pocos minutos y tuvo que morder la almohada para no herir el ego de su novio.

Los siguientes días fueron parecidos y aburridos, pero ella no dejaba de pensar en el chico, especialmente teniéndolo en clase. A veces regresaba con algún corte o herida, nada grave y comenzó a verlo de otra manera.

En una de sus salidas en solitario, la joven fue al cine ya que su novio se iba a matar en el gimnasio como buen macho junto a sus amigos. La sala estaba vacía ya que era sesión de noche, odiaba que su novio fuera al gimnasio a esas horas pero luego lo agradeció ya que tenía tiempo para ella. Se sentó en la sala del fondo y pronto entró alguien inesperado, Melvin quien tenía sitio a su lado.

—Vaya vaya vaya...si es el nerd—dijo ella.

Este por poco tira las palomitas y miró a todos lados.

—Mi novio no está, siéntate y mira la película—dijo en tono amenazante—¿o llamo a mi pareja?.

El joven se sentó enseguida. Hubo silencio hasta que la película comenzó.

—No hay nadie más—dijo Paula—¿cómo están?.

—¿Quienes?

—Tus huevos—su mano se posó sobre su entrepierna asustando al chico—quiero que te quites los pantalones.

El joven con miedo se desprendió de ellos ante la sonrisa de ella. Paula sentía que el corazón se le escapaba por la boca, la excitación de poner los cuernos a su novio...era algo...indescriptible pero necesitaba verla de nuevo. Y sus ojos captaron la gran polla del chico ante la poca mata de vello púbico mientras sus huevos se sentaban sobre el asiento.

Alargó la mano y comenzó a masturbarla lentamente, suave, con cariño y amor. Pronto la polla reaccionó alzándose ante la mirada de ambos. Se levantó de su asiento y se sentó en el suelo de rodillas para segundos más tarde, llevarse la polla a la boca.

—Ohhhh—gimió el chico.

Apenas le entraba, era sumamente grande y gorda, por lo menos 19 cm. Y ella lamió sus huevos y su polla lo mejor que pudo, o mejor dicho, lo que su boca pudo aguantar. El joven solo podía sentir las lamidas de la joven, no entendía nada, pero le daba igual, quería correrse en aquella carita tan dulce y sexy que le estaba poniendo.

Paula notando la gran dureza se puso en pie, se abrió la camisa dejando sus tetas al aire, eran las primeras que veía el pobre chico por lo que sus ojos no se desprendían de ahí. Luego se quitó las bragas dejando su coño a la vista de este.

—¿Te gusta?—preguntó sensual.

—Si...si...—tragó saliva.

Ella se puso encima suya, con las manos en sus hombros y rozando su polla con la vagina. Pronto sus labios empaparon su pene, tratando a este con mimo. Y luego, tras soñar durante días con aquello, la chica dejó que entrase dentro suya. Ambos gimieron y tras mirarse, se besaron apasionadamente.

Empezaron las embestidas aunque el ritmo lo marcaba la joven que sentía como sus ojos se ponían blancos debido al enorme placer que sentía. Gimió como una perra en celo ante el sonido de la película y meneaba bien sus caderas. No podía creerlo, estaba en el paraíso, aquella polla la estaba llevando por todo lo alto.

—¡No pares joder!—dijo ella.

El ruido de la polla golpeando su coño era excitante y el joven que era su primera vez, no tardaría en tener ganas de correrse. Ella le dio otro beso y le suplicó que la llenase entera, que la inundase y la preñase veinte veces si hacia falta.

—Me...me...¡me corroooooo!—gritó dando una embestida.

Paula sintió como era llenada por aquel hombre, estuvo varios segundos mientras ella alcanzaba el climax y pronto cayó sobre el hombro de este.

—Joder...serás un nerd, un perdedor...pero tienes una gran polla—comentó ella. Este no pudo decir nada ya que estaba agotado.

Paula se quitó de encima y se apoyo en el asiento de enfrente. Su culo quedó a la vista de Melvin quien aún seguía duro. Su coño dejaba gotear su leche y dio un bufido y le agarró de las nalgas para seguir empotrándola. Ella dio un grito de sorpresa y se sorprendió de que todavía siguiera duro pero no puso impedimentos.

El placer que sintió gritando con la película puesta mientras estaba a cuatro patas siendo dominada y follada por aquel perdedor la llevó de nuevo al orgasmo manchando todo el suelo de la sala la cual le importó una mierda. Le encantó ser follada por él. Cuando salieron, ella le dio su número y un beso por la experiencia.

Los días pasaron aunque no comentaron nada pero hablaron por teléfono, lo contrario que en clase y en el resto del colegio. Paula recibió un aviso de que su pareja estaba en la enfermería junto al resto de su pandilla. Fue corriendo a ver, pensó que era una pelea con otra banda pero resultó ser que una chica llamada Celeste a la que molestaron les pateó bien fuerte los huevos.

—¿Qué tal estás?—preguntó retirando la cortina.

—Esa perra...ouch—estaban todos igual en distintas camas con batas y sin ropa interior.

Era divertido verlos así pero no quiso hacerlo para no herir sus orgullos. El resto se recuperó enseguida ya que solamente fueron leves pero Eulian seguía allí. Las clases habían terminado y pronto el colegio estaba vacío.

Paula hacia los deberes en una mesa apartada, no quería escuchar a sus padres y por eso hacia los ejercicios y que no llamasen a su casa por cuestiones académicas. El chico estaba muy cabreado por el estado lamentable de sus huevos que poco a poco se recuperaban. Su polla parecía más pequeña y estaba algo encogida por el dolor. Entonces tocaron a la puerta.

Era Celeste que saludó a la joven y se sentó en el borde de la cama provocando un miedo en el chico que nunca antes Paula había visto.

—¿Celeste?, ¿eres tú?—preguntó ella sonriente.

—¿Paula Ibañez?—ambas estallaron de alegría y se abrazaron—¡cuanto tiempo perra!—le dio un azote en el culo.

—Pues si...menuda le has dado a mi novio—dijo.

—¿Sales con este gorila?—preguntó mirándole—busca a otro mejor...dotado—se echó a reír.

—Malditas zorras—dijo este.

Paula estaba ya cansada de ver aquellos comentarios sobre ella. Además, Celeste había sido su amiga desde niña y ahora se volvían a ver. Era la excusa perfecta para terminar la relación. Ella le dijo que cortaba con él, que era un idiota y un capullo. Ante el asombro de él, se marchó dejando a este a solas con ella ante las súplicas del macho.

Celeste se comportó y solamente le dio un puñetazo en los cojones por el insulto haciendo que estuviera unos días más ingresado allí. Mientras, Paula fue a buscar a Melvin para darle un buen rapapolvo en la cama.

Días después, Eulían estaba todavía en la cama, enrabiado pero no podía ni caminar hasta que el dolor se hubiera ido y sus huevos menos inflamados. Cualquier roce dolía mucho. Paula se presentó con Celeste para ver su estado.

—¿Aún sigues aquí?—preguntó ella.

—Si...—no quiso insultarla a pesar de las ganas.

—¿Te duelen mucho?—Celeste se hacia la inocente.

Ella se colocó encima suya y le dio unos besos en la cara pidiendo perdón. Le lamió la oreja y este cerró los ojos, justo lo que ella buscaba. Eulian escuchó un click, al abrir los ojos vio que estaba atado a la cama con unas esposas.

—¿Qué mierdas?—entonces le pusieron unas bragas en la boca.

—¡Gracias a Celeste me he dado cuenta de todo lo mal que me tratas. No mereces otra cosa que un buen castigo por todos aquellos chicos a los que has apalizado y a las chicas que habéis follado y violado!—le agarró de los huevos y el grito fue ahogado por la prenda.

Celeste le amarró de los tobillos evitando así todo movimiento ya que las esposas estaban atadas a la parte del cabezal de la camilla. Paula fue a vigilar la puerta mientras su amiga hacia el resto, le echó un último vistazo a este, no quería ver lo que iba a pasar.

La joven Celeste le puso un vídeo donde Paula estaba follando con el perdedor, sus ojos se hincharon en sangre, deseaba matar a ese hijo de puta que la hacia gozar. Ella mientras se marchó a un armario a buscar algo.

Eulían quería escapar de allí pero le resultaba imposible. La chica regresó al poco con un bote en sus manos y este sacudía la cabeza, tenía un bote de alcohol para curar heridas. Celeste agarró firmemente el pene del chico y se aseguró de que se pusiera duro a pesar del dolor de huevos que tenía. Tanto tiempo con leche acumulada hizo que se alzase ante la sonrisa de ella.

—Hora de castigar a los chicos malos—ella abrió el bote y echó el alcohol sobre la glande del joven que sintió un fuerte ardor, pero más allá de eso, el peor dolor que había sentido nunca.

Se revolvió en la cama mientras trataba inútilmente de chillar. Celeste por su parte iba echando todo el líquido sin darle tregua mientras poco a poco se iba vaciando. La glande se puso roja como un tomate y luego morada. El pobre derramaba lágrimas de dolor mientras seguía revolcándose de un lado a otro. La joven se excitó viendo aquello, pero debía continuar.

Rebuscó un aparato de tensión pero para niños, era como una cinta pequeña ya que era infantil. Ya que era para niños, no era automática, sino manual para que la enfermera manejase todo bien y sencillo evitando lesiones en el brazo. Lo puso sobre los huevos del joven y comenzó a apretar, luego colocó un palillo clavando este sobre el botón de manera que seguiría apretando.

Pronto la presión sobre los huevos hizo daño al chico que quería terminar con esa pesadilla, su pene ardía como el infierno mientras sus huevos comenzaron a apretujarse dentro del saco escrotal ante la feliz sonrisa de la demonio Celeste.

—Shhh, pronto escucharás dos estallidos—dijo guiñando un ojo.

Paula regresó al cabo de un rato y vio a este con los ojos en blanco y Celeste guardando todo. La entrepierna del joven no presentaba un buen aspecto, obra de ella sin duda. Sentía pena por él pero por otro lado se lo tenía merecido.

—¿Y ahora que harás?—preguntó a la joven.

—Tengo que ir a clase—respondió—un placer echarte una mano.

Ambas salieron de la enfermería hablando como si nada mientras dejaban en aquel estado al pobre Eulian que estaba completamente inconsciente.

El pobre chico tardó meses en recuperarse y nunca más volvió a meterse con nadie. Sus huevos lograron salvarse ya que Celeste le dejó ir con la condición de no volver a ser un gamberro, cosa que obviamente obedeció o de lo contrario enviarían sus huevos al otro barrio.

Pero lo que nadie sabía era que todas las noches recibía algún que otro vídeo de Paula siendo follada por el perdedor que tenía una gran polla o fotos de Celeste con los huevos de varios chicos entre sus manos y con una gran sonrisa en su mirada, todo lo contrario que ellos quienes agonizaban. Él lo único que le quedaba era sacudirse la polla que logró salvar y tardó meses en poder eyacular sin dolor. El perdedor era él y veía aquellos vídeos una y otra y otra vez como el perdedor en el que se había convertido. No podía correrse con el porno normal, solo con aquel contenido enviado por ambas.

Mientras, en el instituto, Celeste y Paula caminaban por los pasillos con su grupo de amigas quienes pasaban por encima de los chicos que estaban tumbados en el suelo. Alguna que otra vez una de las integrantes se ''resbalaba'' a propósito para pisar los huevos de uno de ellos generando las risas de las demás ante la mirada de los pobres que de no obedecer, sus huevos sufrirían mucho. Y cuando alguno acudía a la sala de profesores, veía al director o algún profesor con los huevos encima de la mesa sosteniendo libros o con la polla dentro de la grapadora como amenaza mientras las mujeres reían o tomaban café.

—Bueno querida, me voy a casa—dijo Celeste dando un salto y pisando intencionadamente los huevos del chico.

—Yo voy a la enfermería a echar un polvo con mi chico Melvin—respondió.

—¿Le han dado en los huevos?—preguntó extrañada—es al único chico que no pueden tocar.

—Oh nada de eso, es para follar en una cama—contestó.

Paula se despidió y subió las escaleras mientras Celeste se marchaba a casa. En el camino vio que Eulian estaba en la otra cera y al verla, echó a andar más rápido.

—Veo que ha aprendido la lección—pensó excitada recordando aquel momento.

Bueno, espero que les haya gustado mucho mi relato y de paso hayan sacudido a sus amigos ;)

Un saludo y mi correo es rositameler69@gmail.com