chic@--1ª parte
De como un ligue ocasional cambio mi vida. Dominacion y trasexualismo
Soy un chico gay de 21 años, algo aniñado, sin vello por el cuerpo, solo un poco por las piernas. No tengo mucha experiencia, en mi ciudad no es fácil, pero tenemos un sex-shop muy apañado que además de las típicas cabinas tiene un cuarto oscuro. Solía ir una o dos veces a la semana, normalmente siempre encontraba algo que llevarme a la boca y con menos frecuencia algo que llevar a mi culo. En una de estas cacerías, vi en el cuarto oscuro a un tipo de unos cuarenta años, fuerte, no gordo, con una mirada dura y fría.
Tonteamos un tiempo con miradas y tocándose cada uno los testículos. Al rato el se metió en una cabina. Rápidamente fui. Le encontré con la polla en la mano. Le mire y sin decir nada comencé a tocársela. Al poco tiempo la metí en mi boca hasta que se corrió. Nos miramos y se marcho sin una palabra. Estaba yo contento, me gusto su actitud, no quiso enrollarse ni preguntando que si iba mucho por allí y esas cosas.
No podía quitarme de la cabeza a este tío, no pensaba en otra cosa, así que comencé a ir a sex-shop a diario para verle de nuevo, pero no ocurrió. Ya habían pasado unos diez o doce días, había perdido la esperanza de verle otra vez, cuando apareció. Nada mas entrar nuestras miradas se cruzaron y nos sonreímos. Me hizo un gesto con la cabeza para que le siguiera. Entro en una cabina y repetimos la experiencia de la otra vez. La única diferencia fue que me dijo con su voz profunda, que mañana a la misma hora y que me llamó su “chica”. Esto se repitió durante unas dos semanas. Yo estaba muy excitado, deseando que llegase el momento de nuestra cita. Algún día él me masturbaba y creía enloquecer de placer.
Aquel día, comencé a masturbarle, como siempre, me pregunto que si me habían penetrado alguna vez. Le dije que si pero que no estaba muy abierto. No dijo nada. Cuando se la puse dura e iba a pasar a comérsela. Me dijo que me quitara los pantalones. Supuse que iba a penetrarme, me dio miedo, por que aunque alguna vez había disfrutado así, el comienzo siempre fue algo doloroso. No lo dude, su voz sonó autoritaria y me quite los pantalones. Me puso de rodillas en la silla, con las nalgas en pompa. Mi chica tiene un bonito culo, dijo. Me trabajo un rato el ano con sus dedos, luego me puso algo, supongo que lubrificante y note la punta de su polla apretando. Lo hizo despacio, pero sin cejar. Siguió metiendo, yo sentía como avanzaba, de vez en cuando paraba un poco y seguía. En una de estas paradas, de un golpe de riñones la introdujo del todo. Di un grito ahogado, no podía gritar fuerte por el lugar donde estábamos, pero me dolió. Comenzó a galopar, adentro, afuera. Me dolía, pero aguante. También azotaba mis nalgas de cuando en cuando. Poco a poco se me fue pasando y empecé a excitarme. Se me puso la polla dura y comencé a masturbarme. Llegue rápido, él tardo un poco más. Cuando termino me dijo que nos veríamos en tres días, ya que tenía que hacer cosas y no podría venir.
De cómo pase esos tres días solo deciros que cada vez que pensaba en ello terminaba haciéndome una paja.
Por fin llego el ansiado momento de verle de nuevo y sabiendo lo que iba ocurrir. Llegue pronto por si se adelantaba, pero no, fue puntual como si fuera ingles. Nada mas entrar fue a las cabinas, yo detrás como un perrillo faldero. Me acaricio la cara y me pregunto como esta “mi chica”.
“Tu chica” está bien y excitada, dije. Me sorprendí hablando de mi mismo en femenino, pero me gusto y excitó más, si eso era posible. Me dio un bote de lubricante, me indico que me pusiera bien y me abriera el culo con los dedos, que cuando terminara saliera al cuarto oscuro porque me esperaba allí. Obediente, así lo hice.
Cuando salí al cuarto me esperaba en un sofá, había otros cuatro o cinco hombres, Me acerque a él. Bájate los pantalones, me dijo. Como un resorte me quite la ropa. Me puso a cuatro patas en el sillón y me penetro rápidamente. De dos o tres empujones estaba dentro de mi. Los hombres vieron todo, comenzaron a tocarse. Mi desconocido amante me follaba bien y como quería. Comenzó a darme palmadas en el culo. De pronto vi que uno de los tipos se había acercado y puesto delante de mi cara. Su pene estaba a pocos centímetros de mi boca. Mi “amigo” me dijo cómele la polla y de forma automática lo hice, así estuvimos hasta que los dos se corrieron dentro de mi.
Espero a que me vistiera y salimos juntos del sex-shop. Me dijo que el día siguiente le esperara en la puerta, y que llevara puesto un tanga de mujer.
Pase todo el día nervioso, esperando la hora de ir a ver a mi amante. Me aposté pronto en la puerta de la tienda. Espere casi una hora hasta que llegó mi follador. Así lo veía yo, como un follador de culos, mi culo.
Hablamos un poco y fuimos a su casa, lo que yo mas deseaba, poder verle bien y disfrutar a tope de la polla de mi nuevo amigo, buena polla pero no pollon.
Nada más llegar, en el salón, me dijo que me desnudara. No lo dude, por primera vez iba a verme desnudo, soy delgado, sin vello corporal, solo un poco en las piernas. Estaba excitado, aun que mi polla estaba a medias, trataba de pensar en otras cosas para que no me viera empalmado de entrada. Cuando termine de desnudarme, me miro, sus ojos fijos en mi cuerpo, como examinándome, sin mediar palabra me dio un bofetón. Me quede pasmado.
-No cumples con lo que te mando –dijo- donde está el tanga que tenias que llevar puesto? –prosiguió
Baje la mirada, no podía sostener la suya. Me dio otro bofetón y me dijo ponte de rodillas. No me atreví a decir nada y solo obedecí, no me reconocía, pero era incapaz de oponer resistencia.
-Lame mis zapatos –dijo- límpialos.
Comencé a lamer, me animaba diciendo, lame perro, lame. No se cuanto tiempo me hizo lamerle los zapatos, a mi me pareció mucho. Cuando le apeteció me agarro del pelo y me llevo a rastras a una habitación. Era un dormitorio, de un mueble saco un tanga de mujer. Me lo metió en la boca. Luego se quito el cinturón y me puso de rodillas en el suelo, apoyado en la cama. Jugo un poco pasándome la punta de la correa por la espalda, nalgas y piernas. Comencé a temblar, sabia lo que iba a pasar y no me gustaba nada que me azotara. Me dio un correazo, di un brinco en el suelo y grite, pero de mi boca no salió sonido alguno. Siguió dándome correazos, como picaban!!! No lleve la cuenta, pero el trasero me ardía.
Cuando le pareció bien, se dirigió a la puerta y me dijo ponte el tanga y la ropa que hay en la cama, cuando estés ven al salón. Fue categórico, una orden que no tenía replica.
Me sentía mal, humillado, dolorido, excitado y con la polla dura. Evidentemente obedecí la orden del que sería mi Amo desde esa tarde, aunque yo aun no lo sabía.