Chema, llamado gorila

Su cara reflejaba toda la excitación que sentía, sus ojos estaban turbios, sus labios un poco hinchados lo mismo que las venas de su frente y cuello Era el sexo animal personificado y eso me puso loco de excitación.

"GORILA"

Ver como se quitaba el uniforme y se quedaba en camiseta y calzoncillos me dio la fuerza suficiente para animarme a decirle:- El viernes te vi en "El & El".

Se quedó paralizado frente a su taquilla. Apoyó sus brazos en ella, respiró hondo haciendo que sus músculos se tensaran. Se volvió lentamente, se acercó a mi y me agarró por el cuello estrellándome contra la pared. Me agarraba de tal forma que no podía respirar. Al final me soltó y caí al suelo intentando recuperarme entre toses y estertores. Se agachó, acercó sus boca a mi oreja y susurró: -Como digas una sola palabra sobre eso...te rompo el cuello...lo has entendido?

Somos "seguratas". Se llama Chema, trabajamos en la misma compañía de seguridad, él en el turno de día y yo en el de noche. Coincidimos en el vestuario cuando el acaba su turno y yo comienzo el mío.

El primer día que coincidimos me dejó acojonado. Es grande, muy grande, no es que sea un gigante porque no debe medir más de 1:85, pero su aspecto es espectacular. Es lo más parecido a un gorila que he visto en mi vida...no...no es que sea feo...no lo es... ¿guapo?... tampoco...pero...normal, es normal. Pero lo que llama la atención es su físico, su cuerpo, todo el.

Intentaré explicarlo para que me entendáis: el primer día que se desnudó ante mi, me quedé pasmado. La musculatura de todo su cuerpo era bestial. La ropa interior (camiseta blanca de tirantes y calzoncillos blancos clásicos de algodón), se ajustaba a su cuerpo como si quisiera integrarse en su piel, pero, sobre todo, su culo... era ESPECTACULAR; grande y musculado, fuerte y duro, que pedía un apretón, un muerdo...o lo que fuera.

Cuando se giró para coger...no se qué...me regaló la visión de su enorme paquete envuelto por la tela blanca que tensaba la bragueta lateral como si quisiera salir de ella. Si aquella bolsa alojaba lo que parecía...¡Dios!...

Me había quedado idiotizado hasta que su voz me devolvió a la realidad.

-¡Eh!...¡Tu!... Estás tonto...tío te has quedado pasmao (no era para menos), venga que tienes que hacer la ruta.

  • Vale...vale. Ya voy.

Sigo intentando que me comprendáis: Aparte de su estatura y sus dimensiones musculares; brazos como mis piernas, muslos como mis...no se qué...unos gemelos dignos de un dios... Cuando miraba su espalda, su cogote macizo, su cabeza rapada, sus pectorales y abdominales a punto de rasgar la camiseta me daba un mareo...pero, ¿que ser era ese que tenía frente a mi?.

Esperad, que aquí no acaba la explicación. Es moreno, muy moreno, lleva el pelo rapado al uno lo mismo que la barba. El vello de su pecho (que entonces si lo vi) y de su vientre también lo lleva rapado pero con más longitud (entonces no lo vi), el de sus brazos sube hasta esconderse en sus sobacos (aunque hace intención de llegar a los hombros), y el de sus piernas hace lo mismo hasta esconderse por sus calzoncillos y salir como una abanico en la zona lumbar (el de los glúteos lo descubrí más tarde), porque, si no os acordáis, aquel primer día lo que pude ver era lo que descubría su ropa interior. Solo eso.

¿Os podéis imaginar lo que eso produjo en mi?

Llegaba antes de la hora para no perderme ni un momento de su "streep-tease" y quedaba embobado ante aquel cuerpo. Cruzábamos algunos comentarios sin importancia. Pero cada día me fijaba en algun detalle nuevo: sus ojos negros, sus espesas pestañas, un lunar cercano al oscuro sobaco, sus pequeños pezones (luego supe que eran casi negros) marcados en su camiseta...Bufff. Me estoy poniendo a mil de pensarlo...Qué cabrón...que bueno está el hdp. Cómo me pone.

Decidí copiarlo y me rapé la cabeza y la barba con su misma longitud al igual que mi vello corporal incluidos huevos y pubis. No me atreví con el ano.

Cada día me ponía tan burro que, cuando se iba, tenía que pajearme. Pero lo peor fue cuando llegó el verano porque el cabrón llegaba vestido sólo con la famosa camiseta, unos pantalones cortos de chándal marcando paquete y deportivas con todas sus pantorrillas peludas al aire...¡POR DIOS...QUIÉN SE RESITE A ESO!

Pero todavía tenía algo más irresistible; sus finos labios oscuros que se curvaban de medio lado al sonreir para dejar al descubierto sus blancos dientes.

En el momento que me regalaba esa sonrisa me meaba de gusto.

Pero, de repente...mi suerte cambió.

Madrid. Verano. Calor. Barrio "rosa". Cuerpos enseñando todo lo que pueden. Mi polla a reventar. Mi culo hambriento. Y mi local preferido "El & El" llamándome a gritos.

Me senté en la barra y pedí un gin-tónic. Era mi noche libre y quería disfrutarla. El local estaba petao y me dediqué a mirar el ganado con tranquilidad. No tenía prisa.

De pronto, me fijé en un elemento que estaba al fondo de la barra de espaldas a mi. Ese cogote, esa espalda medio tapada por una camiseta negra, esos hombros...No daba crédito a lo que estaba viendo...y se estaba morreando con un chaval rubio de piel clara y lampiño. Cuando se giró para coger su bebida le vi. ¡Chema!.

Chema en un local gay morreandose con un tío... Mi Chema...

Me quedé mirando como si hubiera visto un fantasma hasta que los vi levantarse abrazados y entrar por la puerta del fondo. Me levanté como un sonámbulo y los seguí.

Los suspiros y gemidos de placer, los chasquidos de labios al besar o mamar, todo quedó en un segundo plano para poder seguir a la pareja que fueron directos a las cabinas. Allí pude escuchar sus gemidos, los susurros de sus voces, el sonido de su escasa ropa al caer, la voz del chico pidiendo más...más...Y yo imaginando como el pollón (que no había visto todavía), le atravesaba, me empalmé de tal manera que no tuve más remedio que pajearme mientras los escuchaba.

Decidí que en cuanto nos volviéramos a ver se lo diría. Mi única meta era follar con mi Chema, con mi "gorila·.

Miraba como se desnudaba, mientras yo me ponía los pantalones en un estado de calentura que estallaba. Entonces se lo dije: -El viernes te vi en "El & El"...

No me esperaba su reacción de estrellarme contra la pared con el cuello agarrado sin dejarme respirar, con su manaza en mi gaznate hasta que me dejó caer al suelo y pude recuperarme tosiendo e intentando respirar... y su voz en mi oído diciéndome que no se me ocurriera contarlo.

Entre toses, mi voz entrecortada le respondía: -¿A quién...a quién se lo voy a contar?...gilipollas...yo me delataría...imbécil...

Se agachó y me volvió a coger del cuello, pero esta vez con menos fuerza, casi era una caricia. - ¿Entonces, que quieres?.

  • A ti. Te quiero a ti.

Se quedó quieto, con su manaza en mi cuello, el calor de su cuerpo llegaba al mío y su aliento se estrellaba en mi cara. No pude contenerme y le besé en los labios. No reaccionó. Los tenía cerrados. Me miraba fijamente a los ojos y yo a los suyos. fue soltándome el cuello. Su magnífico cuerpo se fue acercando dándome más calor. Le susurré en sus labios: -Desde el primer día que te vi quise follar contigo-. Entonces su mano fue a mi cogote, para sujetarlo mientras su boca se abría para lamerme los míos que respondieron abriéndose para dar cabida a esa lengua ... me dijo un escueto: -Yo también-.

La punta de su lengua conectó con la punta de la mía y sentí como un calambre recorría mi cuerpo. En ese momento dimos rienda suelta a nuestra lujuria y se desató el instinto sexual de machos salidos.

Mientras nos morreábamos, busqué la entrada de sus calzoncillos para meter la mano por ella y encontrar sus cojones (no eran grandes ni peludos, sino pequeños y suaves), pero la maza que encontré a continuación, eso era otra cosa, dura como una y grande...muy grande...como una columna. La acaricié y fui subiendo la mano por ese tronco hasta llegar a su encapullado glande que comenzaba a humedecerse. Noté que se estremecía y me mordía con fuerza los labios y la lengua.

Intentó quitarse la camiseta pero le pedí que no lo hiciera, que ya lo haría yo después, quería disfrutarle así en ropa interior. El me respondió que el si quería desnudarme. Me levantó del suelo y metió su mano por el bolsillo del pantalón hasta que encontró mi tranca, que estaba a reventar, y la comenzó a pajear lentamente a través de la tela mientras me mordía y penetraba mi oreja con su lengua. Gemí de placer y levanté la cabeza para dejarme a su disposición, cosa que hizo, y bajó su boca hasta la base del cuello para morderlo hasta que me doliera y gimiera. Mientras mis manos se habían acomodado debajo de sus calzoncillos y apretaba aquel maravilloso, enorme y duro culo.

Le aparté la cara porque quería mirarle, ver su expresión en ese momento, y lo que vi me sobrecogió. Su cara reflejaba toda la excitación que sentía, sus ojos estaban turbios, sus labios un poco hinchados lo mismo que las venas de su frente y cuello Era el sexo animal personificado y eso me puso loco de excitación. Iba a ser follado por todo un animal sexual...No pude contenerme y le bajé los calzoncillos de un tirón... y me dejé hacer.

En esos momentos comprendí lo que podría sentir Bella por Bestia. Mi cuerpo (que estaba bastante bien, por cierto), era una minucia comparado con lo que me estaba abrazando, sobando, mordiendo, meneándomela, dándome un calor corporal nunca sentido. Di un gemido cuando sus dientes encontraron mis pezones bajo el vello moreno de mi pecho porque me estremecí de dolor y placer haciendo que mi polla escupiera. Entonces me arrancó los pantalones con los boxer incluidos. Las dos pollas se encontraron para humedecerse con los fluidos ajenos. ¡DIOS, QUE PLACER!. Sentir su pollón húmedo sobre mi vientre mientras se rebozaba con el mío...

Le separé lo imprescindible para levantar sus brazos y respirar el sudor de sus sobacos, de su cuello, de su pecho aún cubierto por la camiseta hasta que llegué hasta sus pezones... entonces se la fui quitando poco a poco para disfrutar de su enorme, muscoloso y velludo cuerpo, hasta llegar a mi objetivo: sus pezones que eran muy oscuros y pequeños, casi no tenían aureola, su vello formaba un remolino alrededor de dos pequeños botones puntiagudos y negros, perfectos para lamerlos con la punta de mi lengua y luego darles pequeños mordiscos para que se contrajeran y se endurecieran acompañados del sonido de los gemidos que emitía mi Gorila...mi querido Gorila. Su pollón dio un respingo y soltó más fluido con el que me mojó el pecho. Aquello fue como un aviso de que su polla necesitaba ser mimada, así que bajé hasta ella.

Los calzoncillos estaban justo debajo de su culo y sujetaban los huevos como si fuera un columpio, invitando a ser mamados, le bajé el slip lentamente mientras le acariciaba los muslos y las pantorrillas hasta llegar a los tobillos. Con un movimiento se deshizo de ellos y yo volví a subir besando y lamiendo desde los pies hasta llegar a los cojoncitos sin vello y de piel suave. Mi boca se deleitó en ellos besando, lamiendo, mordiendo y metiéndolos en mi boca, mientras escuchaba la respiración jadeante y los gemidos de mi macho.

La siguiente parada fue su enorme tranca que surgía triunfante de un prado de césped negro mirando al cielo, fui lamiendo todo su tronco oscuro decorado con gordas venas que llegaban como una enredadera hasta la punta de su cipote medio cubierta por el prepucio.

Su olor me emborrachaba. Lamí aquel capullo húmedo y rosado metiendo la lengua entre la piel y descapullándolo poco a poco hasta que quedó entero a mi disposición. Era imposible que aquel mástil entrara entero en mi boca pero lo iba a intentar y lo intenté sin fortuna, pero el masaje bucal fue tal que su cuerpo se tensaba de goce.

Me fue levantando hasta que nuestras bocas se tocaron y se lamieron. - Te voy a follar- me dijo. Un escalofrío de temor y deseo recorrió mi cuerpo. Me dejé hacer.

Me puso a cuatro patas en el suelo y comenzó a jugar con mi ojete para dilatarlo. Su lengua lamía mi entrada mientras me abría las nalgas para dejar mi ojete a su disposición. Jugó con su lengua y su saliva para que mi entrada se excitara y pidiera más. Al ver mi disposición metió sus dedos en mi boca para que los ensalivara y con ellos comenzó su juego del un, dos, tres...y hasta cuatro sin que encontrara impedimento. Mi placer era tal que me movía como una perra abriéndome y gemía y hasta soltaba algún grito agudo de placer mientras mi culo se abría para dar más cabida a lo que quisiera entrar.

Se levantó un momento, oí el ruido de su taquilla y luego noté como un tubo se metía por mi culo y descargaba cantidad de liquido fresco dentro de mi recto. Luego su polla comenzó a masajearme la entrada notando como toda la longitud y grosor que me iba a penetrar subía y bajaba entre mis nalgas. De vez en cuando un golpe húmedo en el centro del agujero me hacía estremecer. Yo estaba histérico de ganas de ser penetrado y profería gemidos de plañidera para que de una vez me colmara de placer. Al final cumplió mi deseo, puso la punta de su verga en el centro del objetivo y comenzó la penetración.

Me relajé, respiré hondo y abrí el culo para dejar la entrada libre a su capullo que lo hizo sin dificultad. Siguió penetrando el inmenso cipote hasta que se encontró con el segundo esfínter que se resistió. Me dolía y gemí, Chema me abrazó y me besó el cuello, yo me fui relajando mientras él entraba y salía suavemente hasta que al final el impedimento se fue relajando y la tranca lo traspasó. Una vez pasado el dolor volví a gemir de placer al notar como aquel monstruo resbalaba por mi interior. Mi macho continuaba su trabajo de perforación mientras me besaba y mordía, pero su tamaño era tal que volvió a encontrar un tercer obstáculo, pero su trabajo era perfecto y mi intención de lograrlo también por lo que después de varios intentos logró traspasarlo y entonces noté su vello y sus huevos en mi culo. Lo había logrado.

Y comenzó la gran enculada. Su inmenso pene bien lubricado era como una perforadora y entraba y salía dándome un placer bestial que me hacía emitir pequeños gritos. Me agarró por el pecho y me levantó el cuerpo hasta que mi espalda se apoyó en su enorme y velludo pecho. Sus brazos y sus manazas me acariciaban mientras su pollón entraba y salía sin dificultad. El sudor nos bañaba, mi cara se giraba para buscar su boca y su lengua, mientras nuestra excitación iba en aumento, el me mordía el cuello, los hombros y las orejas...Hasta que no pude más y me corrí sin avisar y sin tocarme. Una oleada de trallazos salió de mi polla lanzando lefa en todas direcciones. Cada vez que estallaba, los esfínteres se contraían para apretar al intruso, así una y otra y otra vez hasta que al final el macho descargó su leche. Me apretaba contra su cuerpo mientras su se contraía en espasmos. No se cuantas veces disparó pero perdí la cuenta hasta que noté como un manantial salía de mi culo para humedecer mis muslos. Su leche ya no cabía en el condón y salía a borbotones de mi interior. Al final paró, me abrazó con fuerza, me arañó el cuello con su barba y me lo mordió como si quisiera dejar una marca de propiedad. Caímos al suelo para recuperar la respiración.

-¡Dios!... ha sido demasiado- dijo

Yo no podía hablar, solo le besé el brazo como gesto de asentimiento.

Al cabo de un rato sólo se me ocurrió decirle: - Ahora que vamos a hacer?

  • Ducharnos

  • No. Después.

  • Lo que nos de la gana ¿No?.

  • Si

  • Somos mayorcitos

  • Si... ¿Volveremos a hacerlo?

  • Las veces que quieras- Me apretó contra su macizo cuerpo y me besó

Los ojos se me humedecieron. El animal más hermoso me tenía entre sus brazos mientras su badajo continuaba dentro de mi.

Era feliz.