Chelo, recuerdos de juventud 3

Final de la historia de Chelo

La segunda ocasión llego un mes después.

Se estaban arreglando en casa de Chelo para ir a un concierto con mi pandilla y yo había quedado en recogerlas. Estaban solas cuando llegué. Ella salió del cuarto de baño donde se estaba maquillando, y me saludó sin darle ninguna importancia a ir medio en pelotas (sujetador y bragas). Yo siempre me daba un beso con mi prima, y desde hacía un tiempo (otra prueba de que me había admitido en su círculo íntimo), ella también se sumó a ese ritual. Así que estaba yo de pie en el salón, hablando con mi prima que ya estaba maquillada y vestida, y se oyó a Chelo salir del aseo. Yo pensaba que enfilaría directamente a su habitación, pero no. Se vino hacia mí y me saludó sin más, con un beso en la mejilla.

Esta vez estaba más vestida, que en las otras ocasiones anteriores, pero la carga de morbo era si cabe superior. Las bragas se adaptaban perfectamente a su coñito, pero eran más bien escasas, remarcando su monte de venus más que ocultándolo. Llevaba un sostén de copa, que ocultaba sus tetas, pero que las elevaba y las hacia moverse al caminar de forma voluptuosa. Al darse la vuelta, segunda sorpresa. Eran de caladitos y una tela semitransparente solo en el culo. Oscura pero tan fina que dejaba ver los cachetes y la raja de su culo dividiéndolos. Fue hipnótico verla irse sin girar la cabeza ni una sola vez.

Mi prima no hizo ningún comentario en ese momento, pero parecía divertida porque seguro que me cambió la cara.

Hasta entonces, mis amigos pensaban que había alguna intención oculta de llamar mi atención, yo mismo lo hice, pero resultó ser que no, simplemente me había admitido en el reducido círculo de gente de su confianza, y no veía mayor problema en mostrarse así. Me lo confirmo mi prima, a la que sondee sobre la posibilidad de que quizá yo le gustara a Chelo. En ese momento ella no había detectado en su amiga más interés hacia mí, que el considerarme al igual que a ella, uno de sus íntimos. La primera vez que la vi medio en pelota la noche aquella, me toleró más que otra cosa (ya era mucho para ella), porque la estaba tratando de ayudar y yo le inspiraba confianza a mi prima, y por tanto Chelo también me le daba.

La segunda vez en el topless, ya me consideraba alguien ante quien podía tomarse ciertas libertades y familiaridades. Lo cierto en que en el episodio del arroyo, no mostro en ningún momento signos de querer llamar mi atención. Ningún coqueteo, ninguna mirada a ver si yo la observaba, ninguna postura explicita para llamar mi atención…

Pero aquí se me saltaron un poco las alarmas. ¿A que venía salir así del cuarto baño y venir a darme un beso? ¿Por qué no se vistió antes? ¿Y esa forma de andar hacia su cuarto? Esta vez sí noté un cierto afán de exhibirse ante mí.

Pudiera ser que simplemente se sintiera sexy y guapa así, con esa lencería, y quería que un chico la admirara. Sentirse deseada, ya que posiblemente ese día nadie iba a poder verla tan erótica una vez se vistiera. Quizás fuese una broma o una picardía para quedarse conmigo o ver como reaccionaba. O quizás, era una señal de que yo le gustaba…

El caso es que esa noche no hubo nada distinto en su forma de tratarme o relacionarse conmigo. Yo me estaba empezando a rayar, así que a la menor oportunidad, asalté a mi prima. Ella por fuerza tenía que saber algo.

Ella me confirmó que desde hacia un tiempo, Chelo mostraba cierto interés. Siendo como era, eso no significaba necesariamente nada, pero creía que tenía posibilidades si me lo curraba, era una chica complicada y yo era el tío que más cerca había estado nunca de comprenderla. Pero para eso tenía que ir en serio con ella, me advirtió mi prima, cosa que ya me generaba alguna duda. No acababa de verme con Chelo en una relación para toda la vida.

Finalmente me eché novia y las dudas se despejaron definitivamente.