Chelo

Cuando una joven está buena acaba consiguiendo lo que que quiere.

En la puerta de mi habitación vi una sandalia, más adelante la otra, después una blusa marrón, mas adelante unos pantalones vaqueros, más adelante el sujetador, al lado de la cama unas bragas y encima de la cama estaba ella, con su larga melena negra cubriendo sus tetas.

Mi sobrina Chelo no llegaba al metro cincuenta de estatura, era morena, pecosa y delgada, (andaba en los cuarenta kilos), así, desnuda, parecía una muñeca. Sus caderas eran normales, lo mismo que su cintura, su culo era respingón. Sus tetas eran pequeñas, con pequeñas areolas y pequeños pezones, su coño lo tenía poblado de vello negro, era muy bonita y muy puta.

Puse la botella de licor café encima de la mesita. Poniéndose de lado, y mirando cómo me desnudaba, me preguntó:

-¿Para qué es el licor café?

-Para quitarte las pecas.

-¡¿Qué?! ¿Cómo lo vas a hacer?

-A besos.

-Me vas a tener que dar muchos besos para eso, tengo pecas hasta en el culo.

-Te daré los que haga falta, muñeca.

-¿Muñeca? Me gusta.

Con mi polla a media asta, colgando cómo una liana, le quité el tapón a la botella y le eché un trago, Chelo, se sentó en la cama, y me dijo:

-Yo también quiero.

Le puse la botella en los labios, echó un trago, se estremeció, los ojos se le pusieron llorosos, limpió la boca con el dorso de la mano, y dijo:

-¡Esto es dinamita! Dame otro trago.

-Échate y déjate de tragos.

Puso cara de rebelde.

-¡Tacaño!

Eché licor café en la palma de mi mano. Froté las dos palmas, le cogí el pie izquierdo y comencé a masajear la planta.

-Jajaajajaja. ¡Me haces cosquillas!

Envolví el pie con mis manos y masajeé con mis dos dedos pulgares de abajo a arriba y de arriba a bajo presionando y soltando, masajeé los talones, los tobillos y el metatarso de los dedos.

Con los ojos cerrados, me dijo:

-Es muy relajante.

Jalé todos sus dedos con mucha suavidad, para cabar chupándolos uno a uno, lo mismo hice con el otro pie, y después le dije:

-Date la vuelta.

-¿Sabes, tío?

-¿Lo qué?

-¿Si llegas a seguir me corro?

-Hubieras avisado.

-Prefiero seguir cachonda cómo una perra.

Se dio la vuelta, eché licor café en la palma de la mano y se la eché en las piernas y en la espalda. Le masajeé la parte de atrás de las piernas desde la pantorrilla a la parte superior de los músculos. Después masajeé cada una de ellas... Masajeé su cuello hasta la base presionando y soltando, luego le masajeé los músculos de los hombros y bajé masajeando a ambos lados de la columna hasta llegar al culo. Sus piernas se abrieron un poquito más. Le masajeé el interior de los muslos y después el periné y el ojete. Chelo ya comenzó a gemir. Le levanté el culo y se lo olí profundamente, cómo a ella le gustaba, después le lamí el periné, el ojete y la espalda subiendo y bajando por su columna vertebral... Follando su culo con la punta de mi lengua, y con un dedo dentro de su coño, me dijo:

-¡¡Me corro, tío!!

Comenzó a sacudirse y su coño soltó jugos que me tragué con deleite.

Ya estaba empalmado. Cuando se dio la vuelta y vio mi polla, la cogió y la metió en la boca. No mamaba bien, pero ahí andaba. La dejé mamar un ratito, luego la cogí en brazos y se la metí en el coño. Le entrara apretada. Rodeando mi cuello con sus brazos, sonrió y me dijo:

-¿No te peso?

-Pesas tanto cómo una pluma.

-Eso es por que eres muy fuerte, tío.

Me besó. Su lengua jugaba con la mía, y yo me prestaba a su juego dándole leña en su estrecho coño.... Poco después, sintiendo sus gemidos, la suavidad de su piel y sus duras tetas apretarse contra mi pecho vi que me iba a correr. La eché de nuevo sobre la cama, le comí la boca, le comí las tetas, le comí el coño un par de minutos y ya se corrió cómo una bendita.

Al acabar la besé con mi boca llena de sus jugos. Al meter la lengua en mi boca y encontrarse con ellos, me devoró. Luego se fue a por mi polla, la sacudió cómo si su mano fuese una batidora y la mamó hasta que me corrí. Corriéndome, le dije:

-No tragues mi leche, quiero tragarla contigo.

Cuando acabé, con la boca llena de leche, me besó y saciamos nuestra sed, a medias, ya que al acabar de besarnos, cogió la botella y le echó un trago largo. Sus ojos volvieron a llorar, se le puso cara de avinagrada, y después me dijo:

-¡Ceeeeeeerdo!

-Pensé que te gustaría.

-Y me gustó, pero eres un cerdo.

Eché un trago, y le dije:

-Ya sabes cómo son los masajes que le doy a mi mujer. ¿Alguna cosa más?

-Sí, cerdito, anda, fóllame el culito.

Se dio la vuelta y puso el culo en pompa.

Yo, es que veo un culo de mujer a mi disposición y no me puedo resistir. Me puse detrás de mi sobrina para trabajarla. Se dio la vuelta con la agilidad de una gacela, riéndose me señaló con el dedo, y me dijo:

-¡Picaste!

Le puse las manos en las costillas y le hice cosquillas

-Jajaajajaja. ¡Paaaaaaara!

Se retorcía. Reía. Levantaba los brazos. Le hacía cosquillas en los sobacos y se encogía... Le hice cosquillas hasta que quedó en la posición en que estaba antes. Le levanté el culo... En la primera fase le lamí el ojete y le di una nalgada. Me dijo:

-Malo.

En la segunda fase lamí desde el coño al ojete parando en el periné y le di un par de nalgadas. Me dijo:

-Cerdo.

En la tercera lamí y metí y saqué mi lengua en su coño, lamí varias veces el periné, después lamí y le metí y saqué la lengua del ojete y la nalgueé varias veces. Ya cambió de opinión.

-¡Me encanta!

En la cuarta hice las tres etapas juntas. Al rato, me dijo:

-Ya puedes.

Sabía a que se refería, pero le dije:

-¿Qué puedo?

-Metérmela en el culo.

-Pídelo por favor.

Giró a cabeza, y dijo:

-¡¿Qué?!

-¡Picaste!

-¡Abusón!

Froté mi polla en su ojete. Se la metí y saque del coño varias veces, frotándola en el ojete cada vez que la sacaba. Chelo se impacientó.

-¡Métela de una puta vez!

Le clavé la cabeza en el culo, y le dije:

-¡Puta!

-¡¡Ayyyyyy!

-¿Te duele, debilucha?

-¡Ay que me llamó el maricón! Ahora verás.

Empujó con el culo y metió toda la polla dentro.

-¿A quién le duele, sopla gaitas?

-¡¿Sopla gaitas yo?! Rompe culos, eso es lo que soy.

Le comencé a dar caña, pero la polla ya estaba dentro y si le escocía no decía nada. Al rato a quien le escocía era a mi, me escocía, me picaba y me latía. Paré porque me iba a correr, pero la cabrona de mi sobrina sintiendo mi polla latir dentro de su coño comenzó a mover el culo de delante hacia atrás y de atrás hacia delante hasta que sintió la leche salir de mi polla... Giró la cabeza para ver mi cara al correrme, y me dijo:

-Tú no rompes nada, mari, mariii, mariiiii, mariiiicóóóón. ¡Aaaaaay que me corro, aaaaaay queeee! ¡¡Me corro!!

Después de correrse se puso muy cariñosa, para que le volviera a comer el coño y por no defraudarla, se lo comí e hice que se corriera dos veces.

Quique